jueves, 26 de diciembre de 2013

Resumen ciclista de 2013

2013 ha sido mi primer año completo haciendo kilómetros con una bici de carretera y en el que he comenzado a sacarle rendimiento. Mis números no son para echar cohetes ya que no soy un cicloturista. Me gusta salir a correr y montar en bici, por ese orden. Y a pesar de que me gusta controlar y apuntar lo que hago no persigo ningún objetivo en especial salvo pasar el rato. Las kilometradas y hacer 6000 km al año es para otro tipo de gente.

Mis kilómetros acumulados este año en el velocípedo de andar deprisa estarán en torno a los 2000, cifra muy pequeña para mucha gente y elevada para otra. En cualquier caso ese ha sido mi bagaje, el cual en líneas generales he disfrutado enórmemente. Mi afición por la bici comenzó muy pronto y he aquí su evolución...

Desde pequeño he sido un apasionado del ciclismo. Mis primeros álbumes de cromos no fueron de fútbol sino que fueron de baloncesto y sobre todo de ciclismo. Del bello deporte de las dos ruedas siempre me atrajo su épica, el que se desarrollase por paisajes espectaculares en la montaña y el que los mejores corredores del mundo pudiesen presentarse un día debajo de tu casa porque alguna carrera pasase por allí. Pocos deportes de alto nivel se pueden contemplar gratis, el ciclismo es uno de ellos.

Cuando era pequeño existía una buena parafernalia montada en torno a la Vuelta a España. Los resúmenes de las etapas se emitían justo antes del telediario de la noche y duraban su buena media hora con entrevistas y reportajes de todo tipo. Contaban con sintonías pegadizas y aunque los ciclistas españoles de por aquel entonces no ganaban casi nada, poseían un carisma especial. El pelotón nacional contaba con unos ocho equipos y existía un buen merchandising al respecto entre cromos, pegatinas para chapas, botellines y demás... Las etapas del Tour tenían un seguimiento muy alto, sobre todo las de montaña, y el día que Marino, Perico, Echave o Chozas iban escapados se vivía con mucha intensidad. El pelotón internacional apenas contaba con presencia de países anglosajones ni nórdicos y quienes partían la pana eran los franceses, belgas, holandeses, italianos y colombianos. 


Era habitual acudir a los bares a pedir chapas de quintos y tercios de cerveza para pegarles pegatinas con el rostro de los ciclistas y jugar a hacer etapas con ellas. Cualquier sitio era bueno para realizar estas carreras pero el lugar más impresionante que había en mi barrio era el callejón de detrás de mi casa. De unos cuarenta metros de largo y escalonado a tres niveles, en verano nos podíamos pegar una mañana diseñando el circuito dibujándolo con tizas en el suelo y la tarde disputando la carrera.

Cuando no jugábamos a las chapas también era habitual ir a dar vueltas con las bicis de paseo GAC y BH hasta los confines del barrio o en una fantástica prueba de resistencia que nos sacamos de la manga que consistía en dar vueltas a la calle rodeando la manzana. Creo que el record estaba en más de 100 vueltas...

Las carreras de chapas alcanzaron unos niveles de complejidad bastante altos para las posibilidades de unos críos de 10 años. Los desniveles del callejón eran salvados con rampas que simulaban puertos de montaña. A su vez existían otros puertos diseminados por la ruta fabricados con cajas de galletas. Los toques realizados para salvar estas dificultades orográficas eran contabilizados aparte y servían para la clasificación de la montaña. Si la chapa se salía de la ruta marcada con tiza, se tenía que volver a la última meta volante o esperar tantos turnos sin tirar. La zona de meta contaba con publicidad, pancarta... había coches de equipo y hasta alguna moto de la televisión.  Teniendo en cuenta que ese callejón también hizo las veces de campo de futbito (cuando tocaba marcar con los escalones hacia arriba se alcanzaban altas cotas de surrealismo), pista de tenis y cancha de baloncesto con canastas caseras y el toro de los Chicago Bulls pintado en el suelo, las carreras de chapas tenían que estar al mismo nivel. Es increíble la imaginación que podemos llegar a tener de niños.

La bici de paseo dio paso a la de montaña y las carreras de chapas dieron paso a las excursiones de verdad y las sesiones maratonianas delante del televisor viendo las etapas del Tour y delante del ordenador jugando con simuladores de ciclismo.

La época de la universidad fue jodida en este aspecto. Podía tragarme etapas de siete horas despegando el culo del sillón tan sólo para mear y comer. Y en cuanto al simulador en el que se podía disputar las etapas en tiempo real dando órdenes de equipo a los corredores, mis antiguos compañeros de piso pueden dar fe de que muchos días estando sentados a la mesa a la hora de comer, podía levantarme de improviso y cruzar corriendo el pasillo porque se había escuchado a Perico Delgado (que era el comentarista del videojuego) lanzar una exclamación por algún demarraje. Como digo, iba corriendo, valoraba la situación de etapa, controlaba qué estaba haciendo Escartín (puesto que siempre corría con él) y daba las órdenes pertinentes. Y volvía a la mesa a comer.

Reconozco que había mejores formas de vivir el ciclismo. Por suerte cuando comencé a trabajar me entró algo de conocimiento a la sesera y mi visión del deporte pasó a ser más práctica en lugar de tan teórica. Al mismo tiempo que la idea de contemplar las etapas ya no me entusiasmaba como antaño debido a la ponzoña en la que se iba convirtiendo el ciclismo y a que perdí aquel videojuego del demonio, mi afición por las excursiones en bici de montaña y a salir a correr fue en aumento.

Todavía me gusta ver las etapas del Tour de Francia, pero con más conocimiento. Si un día no puedo ver la etapa no ocurre absolútamente nada mientras que antes se convertía en un drama. Antes reconocía a todo el pelotón internacional por su forma de montar en bici, sus gestos... Ahora aparte de los buenos (y a veces ni eso) podría cruzarme con el resto por la calle y no conocerlos. No me apena en absoluto.

Y al fin di el paso lógico de todo buen aficionado a montar en bicicleta. Me compré una bici de carretera

Como todavía sigo siendo bastante friki en muchos aspectos y una de las aficiones que conservo de crío es el trazado de perfiles y altimetrías de etapas, a continuación muestro lo más representativo de mi año ciclista 2013. Antaño, me gustaba coger el mapa de España e imaginar trazados para la Vuelta. Para las etapas pirenaicas cogía los mapas topográficos que había por casa y jugando con las curvas de nivel sacaba la altimetría. Lo sé, es un pasatiempo un tanto raro pero cuando desde muy crío te ha gustado el deporte y la geografía se comienza a comprender.

Hoy en día la tecnología disponible para ello es impresionante. Basta descargar la ruta del GPS a una de las páginas web destinadas para ello. También hay páginas en las que símplemente se puede trazar la ruta en el mapa. Ahora hay de todo. He personalizado un poco los perfiles y los he dividido en una peculiar clasificación. Por supuesto los nombres de las localidades y puertos así como su categoría tampoco es en muchos casos real, espero que nadie se moleste por denominar, por ejemplo, al Alto de Torreciudad como Passo di Torre-Citta' y clavarle un 1ª categoría. Allá vamos.

Rutas Vuelta a España



La época dorada de la Vuelta a España tenía como he comentado antes sintonías pegadizas que se escuchaban por todas partes. Esta fue una de las más míticas.
He denominado como Rutas Vuelta aquellas salidas  sencillas y de corto kilometraje o escasa dificultad. Vamos, lo que viene siendo actualmente la Vuelta a pesar de que muchos se empeñen en denominar finales en alto a esos sprints en cuesta que gastan los últimos años.

Berbegal, 50 km


Cuando no hay mucho tiempo ni muchas ganas, esta ruta es ideal. Es entretenida y en hora y media está ventilada. Se sale de Barbastro por el hospital en dirección a Sariñena. Pasando por Fornillos se llega a Berbegal. Hay varios toboganes y repechos que hacen esta salida más amena que la típica que hace todo el mundo de ir por la carretera de Pozán. Si hay ganas de llanear se puede seguir hacia Peralta, pero a mí tanto llano me abruma, así es que doy media vuelta. Si hay tiempo, se puede hacer una subida a Burceat a la vuelta. Este es el perfil que he puesto en este caso.


Graus, 56 km


Esta salida tiene algo más de entidad y sirve para esos días en los que se puede echar la mañana y acabar comiendo en Barasona. Se sube hasta Graus en coche, se almuerza, se coge la bici y se tira por la carretera de Capella hasta llegar al desvío de Laguarres. Se sube el pedazo de puerto que tienen allá arriba, cuyas vistas y rampas no dejan indiferentes. Al cruzar al otro lado se puede hacer una paradeta en Benabarre. A partir de allí hay una carretera en muy buen estado y en bajada para hacer el animal y poner la bici a 60 km/h sin esfuerzo. Se puede optar al llegar al cruce del pantano de Barasona por tirar hacia la izquierda, dirección Barbastro. Cruzando con cuidado uno de los túneles del congosto se alcanza el cruce de la Central Eléctrica de San José para ascender el puertecito de La Canal que nos lleva a la Puebla de Castro. Desde allí, descenso y a comer a Graus.


Rutas Clásicas

Si tienes una bici de carretera y vives en Barbastro habrás hecho estas rutas cuarenta mil veces. La segunda por obligación, la primera por devoción.

Salinas & Coscojuela, 73 km


Los belgas tienen el Tour de Flandes (Ronde van Vlaanderen) y en el Somontano tenemos el Tour por Salinas y Coscojuela. En ciertos aspectos se asemejan. Aquí no hay pavés pero hay tramos de carretera descarnados. No hay muros, pero hay puertos de carreteras ratoneras. Allí hace frío y mucho viento, aquí esta primavera... también ha hecho un frío y unas aireras del demonio. Quizá mi salida preferida sea subir a Salinas (bien por Salas o bien por Cregenzán) cuando no tengo mucho tiempo. Si hay ganas pues doy la vuelta entera por Coscojuela. Notas como las ruedas pierden semanas de vida, la carretera en muchos tramos es criminal, descendiendo el puerto de Coscojuela perdí un día el cuentakilómetros debido a lo botosa que está... pero da igual. Es una vuelta tremenda. 


Huerta, 32 km


Cuando no tengo tiempo ni para ir a Berbegal ni a Salinas, Huerta es la opción. 32 km, la primera mitad de falso llano y la segunda en bajada y con trozos de viento a favor y yendo incluso a 50 km/h. La subida se hace como uno puede, la bajada pensando que se está en la contrarreloj del campeonato del mundo o jugándose el Tour en el último día como Lemond y Fignon en el '89. Con diferencia la ruta que menos me gusta, pero si hay que acumular kilómetros para llegar dignamente a la salida de una marcha cicloturista este tipo de salidas a veces tocan.


Rutas Tour de Francia



Las etapas más largas que he hecho este año. De esas en las que ya no sabes como ponerte encima de la bici cuando llevas cuatro horas dándole a los pedales.


Bárcabo, 92 km


Lo típico en Barbastro también es subir hasta Colungo. A mí se me hace muy pesado ya que hay un largo tramo llano y aburrido hasta allí que coincide con el tramo hasta Huerta antes mencionado. Así que ya que voy hasta allí al menos me gusta seguir adelante y subir San Caprasio. Un día me lié la manta a la cabeza y llegué hasta Bárcabo subiendo a Lecina a la vuelta. Luego, a la altura de Pozán ya no sabía ni cómo ponerme. Eso me pasó por no parar en Colungo a comer.


La Puertos, 124 km


La única marcha cicloturista que he hecho hasta la fecha y la única vez que he pasado de los 100 km montado en una bici, momento en el que el tío del mazo vino a verme. Resulta lógico si tenemos en cuenta que la semana de antes me la pegué haciendo numerosas visitas al señor Roca con una bonita gastroenteritis. Salí para ver si sabía llegar hasta el km 45 al avituallamiento de Graus, me fui animando y llegué a las Vilas dignamente y disfrutando como un enano. En Campo estaban todos los críos del pueblo animando con pancartas. Parecía el Tour de Francia. Al pasar el km 100 me quedé sin comida, iba solo y no conseguía engancharme a ningún grupo. Lo pasé mal pero terminé. Lo peor, los últimos 30 km que se hicieron eternos. Lo mejor, los avituallamientos, comiendo hasta reventar después de tres días pachucho de las tripas y a dieta de arroz blanco y pollo.


Rutas Giro de Italia




Cuando el Giro de Italia lo emitía Telecinco y entre anuncio de "Te gusta el compresor" (anuncio muy al nivel del de "Busco a Jacq's") y Mammachichos se veía algo de etapa, a veces, se escuchaba también la sintonía de Jean-Michel Jarre. Sí, quizá los más jóvenes de lugar no lo recuerden pero Telecinco emitió el Giro unos cuantos años cuando Indurain acudía a esos parajes. Sí, el anuncio del compresor era real y lo cascaban sin ton ni son unas diecisiete veces cada etapa. 
Las etapas del Giro son duras y llenas de encerronas, puertos salvajes y carreteras que no merecen tal nombre. Transitan por los paisajes más espectaculares y tan pronto puede hacer un sol de justicia como nevar o granizar.


Añisclo, 64 km


La ruta en si está muy chula. Transcurre por el cañón de Añisclo partiendo desde Aínsa. En ella ascendí al lugar más alto del 2013, los 1.270 m del pueblo de Nerín, mi particular cima Coppi. Lo malo es la carretera de subida por el cañón y sobre todo la de bajada desde Buerba hasta Puyarruego. Los italianos denominan "sterrato" a los tramos de pista forestal que clavan sin ningún pudor en sus carreras. Lo de Añisclo no llega a ese extremo, pero casi. Las vistas son impresionantes sobre todo en la primera parte. El descenso desde Buerba empeora en este aspecto hasta que cerca de Puyarruego la Peña Montañesa se alza imponente ante nosotros. 


Torreciudad, 45 km


Una salvajada de puerto con un asfalto deplorable, al más puro estilo Strade Bianche (Caminos Blancos), la clásica italiana que transita por pistas sin asfaltar. De hecho casi sería mejor circular por tierra que por la mierda de carretera que sube y baja de Torreciudad. Y cuando me refiero a Torreciudad es arriba donde están las antenas, bajando por Bolturina. Imprescindible reponer fuerzas en Tres Caminos si no se quiere palmar en la subida hacia Naval. El día que más destrozado he terminado al bajarme de la bici, peor que en la Puertos de la Ribagorza. Al llegar a casa, mal de cabeza, escalofríos y fiebre. Estuve una semana sin ser persona.


Rutas inconclusas

Rutas que se intentaron pero que no pudieron ser por diversos motivos. En el mes de mayo si llego a poner un circo me hubiesen crecido los enanos. Intenté hacer estas dos rutas, y después me puse malo de las tripas la semana de antes de la marcha cicloturista Puertos de la Ribagorza. Al ritmo que iba ya me imaginaba pegándome un piñazo el día de la marcha.


Aguas


Dos semanas antes de la Puertos de la Ribagorza decidí probarme haciendo más de 100 km. Quise ir hasta las faldas del Tozal de Guara, en Aguas, a través de Adahuesca, Alberuela y Bierge. Llevaba de todo. Bien de agua, galletas, bocadillos, bomba de aire, cámaras, dineros, teléfono... Salí bien pronto por la mañana para llegar a tiempo a casa a la hora de comer... En el km 25 tuve lo que los franceses denominan un crevaison, o sea, un pinchazo. Pero de los gordos. Cubierta de la rueda reventada y suerte que fue en subida. Tras estar dos o tres minutos soltando juramentos por la boca tocó llamar a casa para que subiese el coche de asistencia. En 2014 tengo una cita ineludible con esta etapa.


Granizada


Una semana antes de la Puertos, mi hermano Jesús y yo decidimos salir el domingo después de comer a probarnos en los malditos 100 km. El fantástico mes de mayo que tuvimos y el pinchazo de la semana anterior lo habían impedido hasta entonces. Era la última oportunidad. La idea era tirar y llegar por lo menos hasta Graus y cuando se hiciese de noche que nos viniesen a buscar en coche. Por Hoz la cosa pintaba fráncamente mal, el cielo estaba negro como boca de lobo. En Salinas la cosa ya no es que estuviese negra, estaba blanca como el granizo que comenzó a descargar bajando hacia Naval. Creo que en mi vida he visto granizar de esa manera, que fuese montado en bici y bajando un puerto es de esas experiencias para contar. Entre el picor del granizo chocando en las piernas, los dedos agarrotados por el frío intentando agarrar las manetas de freno, el suelo empedrado en blanco y algunos riachuelos de barro cruzando la carretera, al llegar a Naval decidimos hacer la de Bradley Wiggins y llamar al coche de asistencia para que nos viniese a recoger. En Naval aun se están riendo de cuando nos vieron amanecer chupidos como sopas.

martes, 24 de diciembre de 2013

A pasar buenos días

Con estas líneas símplemente me gustaría desear a todos aquellos incautos que se dejan caer por este simulacro de blog (y al resto de gente, también) que pasen unos muy buenos días. Allá por el día 6, se tengan o no se tengan vacaciones, imagino que estaremos ya todos un poco hasta arriba, por no mencionar partes pudendas de la anatomía, del Gordo Cabrón de los regalos, los Reyes, el Rey y su discurso, los especiales de Raphael, las campanadas y demás ingredientes que conforman esas dos semanas de locura denominadas Navidad y que algunos nos puliríamos de la ecuación pero que muy a gusto.

Como manifiesta un conocido librero de la localidad en uno de los periódicos del Barranqué cuando se le pregunta cuál es su día favorito de las navidades, quizá mi día preferido sea el día 7 cuando se vuelve a la normalidad. Aunque reconozco que el día 24 me gusta con los tragos y las charradetas previas a la hora de cenar en la que se perpetra en casa el pertinente langostinicidio con posterior cardo y bacalao, los siguientes días se me van atragantando alcanzando el cenit en la Nochevieja. Esa noche en la que los que no salen de fiesta casi nunca se lo pasan como nunca y los que salimos de fiesta casi siempre también nos los pasamos como nunca (pero como nunca de mal). 

De todas maneras, no debo de ser de lo únicos que piensa que las navidades se hacen largas y pesadas cuando esta mañana al ir a hacer la típica compra express de regalos para mañana, al despedirme del propietario de la tienda, aparte de desearnos el pasar unos buenos días, él me ha deseado "paciencia".

Pues eso, intentaremos quedarnos con lo bueno de las lifaras y almuerzos, de comer y beber como si no hubiera un mañana, de tener más tiempo para hacer alguna salida elegante con la bici o corriendo, de juntarse con familia y amigos, de ver las caras de ilusión de la criallería al recibir los regalos, de pasar un buen rato en la San Silvestre con sus obligatorios tragos anteriores y posteriores al evento... Que para el resto ya emplearemos la paciencia.

¡A pasar buenos días!

domingo, 15 de diciembre de 2013

Summer is coming


Summer is coming (se acerca el Verano). No se me ha ido la pinza y explicaré el porque.

Se supone que queda una semana de otoño y el 21 de diciembre entramos en el Invierno. Eso es lo que marca el calendario pero a mí lo que indique me da más bien lo mismo. A los hechos me remito que durante este año por ejemplo, el 21 de junio para ir a ver las hogueras de San Ramón había que clavarse una chaqueta como si fuese el 21 de marzo. Y el 21 de septiembre hacía una calda que parecía el 21 de agosto. En mayo para coger la bici había que abrigarse como si fuera febrero y en junio y julio ha llovido como si fuese marzo y abril (y en marzo y abril ha llovido sin talento). Los meses del calendario van revueltos pero hay un hecho que es inmutable. Y estoy hablando de las horas de luz.

A partir del 21 de diciembre el día tiene más horas de luz hasta alcanzar su máximo el 21 de junio, momento en el que esas horas comienzan a descender hasta alcanzar su mínimo en diciembre. Y ese es un ciclo inmutable en el hemisferio norte por esas cosas que tiene que la Tierra tenga el eje de rotación sobre si misma inclinado respecto al plano sobre el que rota respecto al Sol.

Sin embargo, esto no quiere decir que amanezca antes a partir del 21 de diciembre. De hecho esto no sucede hasta más o menos el 10 de enero (debido a otro de esos curiosos fenómenos que depara la excentricidad de la rotación terrestre) lo cual implica que si el día tiene más horas de luz y en cambio por las mañanas amanece todavía más tarde... ¡exacto!... las horas de luz aumentan por la tarde. ¿Desde cuándo? Pues más o menos, en la latitud en la que nos encontramos, desde el día 13 de diciembre.

A mí el Invierno cada vez me gusta menos, no me importa pasar frío. De hecho considero que cada época tiene su clima y en Invierno me gusta pasar frío y en Verano calor. Para una cosa se inventaron la ropa de abrigo, la calefacción y el pacharán. Para lo otro los bañadores, la piscina y la caña con limón. Lo que me mata de la época otoño-invernal es la falta de luz. Necesito sol. En mi trabajo empiezo muy temprano de forma que casi todo el año entro de noche, algo a lo que ya me he acostumbrado. También tengo la gran suerte de durante todo el año salir de allí siendo todavía de día, pero durante los meses de otoño entre llegar a casa y echar un bocado la tarde se ha esfumado y ya es de noche. No se puede aprovechar para hacer casi nada.

Es por eso, que ya estamos ganando minutos de sol por las tardes, que digo que vamos de cara al Verano. Por supuesto que nos quedan unos cuantos meses de nieblas, ventoleras, fríos y lluvias. No necesariamente en este orden ya que no hay dios que entienda al tiempo loco que tenemos. Pero las tardes cada vez van a ser más largas y eso es de agradecer.

El verdadero Verano llegará cuando abra la piscina y podamos ir allí a pasar la tarde en remojo, pero para eso todavía quedan seis largos meses. De momento deberemos conformarnos con la idea de que ya falta menos para ese momento. Que no es poco.

Mejor estaría en verano la Khaleesi anunciando helados en vez de Iniesta, pero bueno...

También nos conformamos con salir a correr los domingos por la mañana bien abrigados desafiando a la niebla y en busca del sol. Después de una hora caminando y corriendo por los caminos en buena compañía el almuerzo sabe muy bien. Lo que ya no sabe tan bien es que unas semanas te cobren 5 € y a las otras te cobren 7 €... Que ocurra cambiando de establecimiento... pues pase. Pero que ocurra en el mismo sitio con una semana de diferencia es sencillamente desconcertante, por no decir acojonante.

Lo avisé en la entrada anterior y en esta ya lo afirmo. Se va a terminar de realizar la pertinente toma de datos al respecto y me comprometo a perpetrar una entrada con una tabla de precios de almuerzos en la capital del Somontano. Distinguiendo establecimiento, día, y camarero dentro del mismo establecimiento, porque a esos extremos se ha llegado. A que unos huevos fritos con longaniza, una jarra de cerveza, un café y un chupito varíen su precio (que no su valor, que no es lo mismo) con fluctuaciones del 50% semanales en el mismo garito. Vamos, que ni la Bolsa se menea tanto.

Así y todo, aunque nos cobren de más seguiremos saliendo a almorzar. Que ese dinero siempre está bien invertido.

lunes, 9 de diciembre de 2013

De puentes, hidrataciones, carreretas y otras historias

Viernes, día 6

Quedo con Agus y Rafa a las 9 de la mañana para almorzar y comenzar como es debido el Puente. Antes de eso se supone que vamos a correr, caminar rápido o lo que sea para hacer hambre. Pero la idea es no desgastarse mucho, vamos, se pensaba incluso en tirar por la Boquera hasta un punto indeterminado entre el km 2 y el km 3 y dar media vuelta. Un entreno de 5 km para la San Silvestre...

Afortunádamente y a pesar del intenso frío, nos vamos calentando y entre charrada y charrada llegamos al cruce del camino que lleva hasta la pasarela del río Vero para acceder posteriormente al polígono industrial atravesando un túnel. Así es que de la manera más tonta enfilamos por allí. La mañana, como he comentado, es fría y hay una niebla que si bien no es demasiado abundante sí que es lo suficiente como para que no me arrepienta de no haber cogido la bici de carretera, idea que llevaba por la cabeza hasta la noche del jueves. 

Al llegar al polígono se nos plantea de nuevo la duda de por dónde tirar. Este tipo de cosas, quieras que no, son las que aportan muchas veces vidilla a este tipo de salidas. Ir con un guión preestablecido, volver por donde se ha venido y hacer un recorrido estándar y realizado decenas de veces al final carga y cansa. Así es que, sabiendo que siempre tenemos la opción de bajar por la carretera, nos aventuramos por la supuesta vía verde que aprovecha la antigua vía de La Burreta, que es como se denomina en Barbastro al tren que dio tanta vida al pueblo y que por unas cosas y otras desapareció.


Yendo por intuición acabamos atravesando un túnel y más tarde brincando por las traviesas de la vía hasta que el exceso de barzas y matorrales nos obliga a bajar a la carretera. Por una parte me hizo ilusión hacer ese pequeño recorrido por la vía. Mi abuelo materno fue ferroviario en la antigua estación y a pesar de que por desagracia no llegué a conocerle mi madre siempre ha mantenido muy vivo su recuerdo contando muchas historias de aquella época. Por otra parte me dio pena el estado en el que se encuentra esa vía verde. Quizá con un poco de esfuerzo se podría adecentar de manera que la denominación de vía verde no le quedara grande.

Llegando al pueblo por la entrada de la Feria, tras 8 km a un ritmo muy tranquilo decidimos acudir a almorzar al Alhambra. Un par de huevos fritos, longaniza, jarra de cerveza, café y chupito. Muy correcto. De los vaivenes en los precios de los almuerzos dependiendo del establecimiento, día, persona que atienda, fase lunar y alineación de los planetas quizá se hable largo y tendido algún día. Porque siendo que Barbastro no es ni un Madrid ni un Barcelona, parece de chiste la enorme diferencia que puede haber (de hasta un 50%) entre unos bares y otros.

En resumidas cuentas, un buen entreno de cara a la carrera del domingo.

Por la tarde, después de ver el sorteo del Mundial de Fútbol Masculino (en los telediarios y diarios deportivos suelen obviar el "de Fútbol"; el "Masculino" creo que no lo he visto nunca, como si las tías no practicasen deporte y los campeonatos del Mundo solamente fuesen de fútbol), ese sorteo perpetrado de la peor manera posible para que los grupos sean de lo más descompensado que se pueda pensar y que de esta forma se genere la mayor de las polémicas y así la maquinaria fútbol-prensa se engrase debídamente y no pierda el empuje que genera jugosos dividendos para toda esa caterva de juntaletras (aunque sea hablando de que CR7 ha hecho una visita al museo de cera), después de ver como en un grupo caían tres campeonas del mundo y en otro las dos finalistas del anterior Mundial, después de eso me fui a hidratar debídamente con la cuadrilla.

Con tan buena suerte de encontrar en nuestro camino, por dos veces, a las zagalas de Bodega Pirineos haciendo promoción del rosado Alquézar. Total, que los tragos salieron gratis con lo que hubo más dineros destinados a las tapas lo que llevó a que la reposición de líquidos y sólidos perdidos en la mañana fuera satisfactoria e incluso hubiese un remanente.

Sábado, día 7

Después de comer, unos cuantos enfermos de esto del deporte aparecimos por Huesca para ver el partido de liga de balonmano masculino (misma apreciación que la realizada unas líneas más arriba, las chicas también juegan al balonmano, de hecho por estas fechas es su campeonato mundial, si no se han enterado no me extraña; CR7 en el museo de cera o un Cartagena-Barça de Copa del Rey siempre vende más). 

La ocasión lo merecía puesto que el Huesqueta iba clasificado en segunda posición, o primero de los "normales" si se atiende a la plantilla con la que cuenta el Barcelona, y puede pasar mucho tiempo hasta que se vea algo similar. El poder plantear un partido a esas estrellas en el que el objetivo no sea perder por menos de veinte goles, es un lujo al alcance de pocos equipos en Europa.

El ambientazo del pabellón estuvo muy bien. La gente volcada con el equipo y animando en todo momento. Diversas fases del partido en las que el BM Huesca se puso a sólo dos goles por debajo y un comienzo de la segunda parte eléctrico en el que parecía que el milagro de empatarles se podía lograr. Ganar era imposible y eso todos lo sabíamos ya que se enfrentaban a una selección mundial, pero precísamente esa circunstancia aporta más valor a este tipo de partidos en los que a sabiendas de la imposibilidad del objetivo, quince valientes se afanaron por quedar lo más cerca de él. Aparte del bloque, Huesqueta cuenta con dos o tres jugadores de muy buen nivel que dentro de poco darán que hablar porque es probable que acudan a la selección, y si no al tiempo. Así y todo perdieron como era de esperar, pero con grandes números. 30-36. Meter 30 goles a una portería custodiada por Sterbik y Saric, con perros de presa como Viran Morros o que son puro pegamento y defienden con toda su alma, es de un valor incalculable. Que sólo te ganen de seis con cañoneros como Rutenka, Noddesbo o Karabatic es milagroso. Veremos cuantos equipos logran esa proeza esta temporada tanto en Asobal como en Champions. Y ojalá el ritmo del Huesca no decaiga y se clasifiquen para Europa para así poder ver partidos interesantes al año que viene.

De vuelta al Barranqué continuó la hidratación de cara a la carrera del lunes.

Domingo, día 8

Comida familiar. Y lo que ello significa, comer hasta reventar y luego un poco más. La hidratación había sido primordial entre el viernes y el sábado. El domingo había que inflarse de canelones, redondo de ternera, torta y galletas caseras. Repitiendo de todos los platos. Después rato de tertulia y jugar con sobrinos y sobrinas. Dicen que a quien Dios no le da hijos, el Diablo le da sobrinos. Yo aparte digo que no te apuntes a un gimnasio si tienes sobrinos pequeños. La tonificación muscular que te da tener a tres o cuatro o cinco, o los críos que sepan agarrarse, colgados de la chepa (o directamente trepando por espalda y/o tripa) o que en una especie de circuito se te vayan tirando en plancha para que los cojas y los levantes en brazos... eso, ni pesas, ni máquinas ni leches. 

Así pues, la alimentación fue correcta y los ejercicios de tonificación también.

Lunes, día 9

12 h, Castillazuelo-El Pueyo-Castillazuelo. Me levanto más tarde que pronto, sobre las 9:30 y haciendo el remolón. Desayuno bien de galletas y me subo a Casti para estar allí a las 11:00. Me encuentro con Jesús, Carlos y Héctor. Agus y Rafa no participan por diversos motivos. Para esta carrera decidimos que cada cual vaya a su ritmo. Tras la prueba de la semana pasada creo que puedo estar en un tiempo de 1 hora y si se aparece la Virgen y todo va muy, muy bien pues a lo mejor le puedo rascar algo al cronómetro y entrar en 57'. También tengo claro que es una carrera, llevo dorsal y debido a mi facilidad para ponerme como un flan ante este tipo de eventos y comerme la cabeza más de lo recomendable, puedo cagarla con todo el equipo e irme a 1h 10'. Lo cual no sería ningún problema si desde un principio salgo a ese ritmo para acompañar a alguien, pero que a mitad de carrera las piernas den calambres o se agarroten... pues fastidia. Pero bueno, lo primordial es pasar un buen rato y, sobre todo, no sufrir.

A las 12 h se da el pistoletazo de salida en la plaza del pueblo. Como siempre, salimos en la parte trasera. Comparado con la última vez que me puse un dorsal, muy poca gente. Esta vez somos unas 140 personas. En la subida del Castillo, a escasos 200 m de la salida, se hace la primera criba. La rampa que debe rondar entre el 10-15% con algún tramo de hasta el 20% sirve para estirar el grupo en sus escasos 300 m. A media subida opto por ponerme a caminar, no voy a ir mucho más lento que corriendo y ese esfuerzo lo puedo pagar más adelante. Veo a Héctor que tira adelante sin aminorar el ritmo. Y a Jesús que va también más adelante aunque caminando. A Carlos lo he pasado a principio de subida, va más lento. Pues nada, me quedo donde estoy, con alguien cogeré ritmo...

Corono el Castillo y comienza un falso llano por carretera. Llevo al lado a uno de los gemelos del Entremuro, un veterano de la localidad en esto del noble arte de correr. En un principio me asusto ya que las marcas de este hombre son bastante mejores que las mías pero dado que no desentono tanto con la demás gente de alrededor pienso que ha debido de salir reservón o símplemente a rodar y hacer kilómetros. Echo un vistazo al garmin y el ritmo es a 6'/km, ahí voy bien. Así que decido pegarme al Gemelo.

Pasamos la carretera y nos metemos en el camino. El terreno va llaneando con ligeros ascensos. De momento voy bien y pasamos algún grupillo en el que me pregunto si no irán a un ritmo más conveniente para mí. Tras una subida del Castillo en la que he notado las piernas muy frías y torponas, estas se han ido calentando así es que me digo que voy a probar. Total, nada se pierde...

Sin embargo, entre el km 2 y el km 3 en un tramo llano miro el garmin y me asusto pues vamos a 5'15". Decido levantar un poco el pie y aflojo un poco el ritmo. Sin embargo no pierdo de vista al Gemelo, va unos 10 m más adelantado como mucho, ya que al poco ha comenzado a picar para arriba el terreno y él también ha aflojado, y me sirve de referencia. Ahora sí vienen un par de cuestas bastante perras. Son tramos no muy agradables en los que vale la pena subir caminando. Esta sensación me es confirmada cuando los de delante se paran y caminan, entre ellos el Gemelo. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, pues si él para yo paro también.

Así transcurre la carrera hasta el km 4, entre llaneos y subidas criminales, llegamos a la cuesta anterior al acceso a la placeta del Sol. Doscientos metros atravesando un sembrado al 10% de pendiente al que no ha pegado el sol todavía en toda la mañana y todavía está escarchado. A caminar se ha dicho. Al final llegamos a la placeta, y vemos a algo de gente animando, que también se agradece. Salimos a la carretera para encarar los últimos 500 m de ascenso hasta el monasterio del Pueyo. El Gemelo, con más fuerza, se escapa corriendo por esas rampas. Ya no lo cogeré y luego en la meta no lo veré para darle las gracias por haberme marcado el ritmo tan bien.

Unos ratos caminando y otros trotando voy ascendiendo. La subida se hace más amena pues muchos corredores ya van en sentido contrario cuesta abajo. Unos te animan y a otros les animas tú. Corono arriba y justo entonces encara la bajada mi hermano Jesús, que creo que va con Pedro. Yo tengo que dar la vuelta al monasterio (unos 200 m). Ya está, automáticamente ya tengo motivación para la bajada, cogerlos. Esos doscientos metros parecen muy poca cosa, pero a los ritmos trepidantes en los que nos movemos estamos hablando de, al menos, un minuto de diferencia. La cosa no es tan sencilla, pero en ese momento con el calentón a uno se le antoja muy factible.

Cojo un botellín de agua, me pican el tiempo de paso, 33 minutos, y voy rodeando el monasterio. No me fijo en el paisaje, mal hecho. Voy pensando en coger a esta gente y en bajar de 1 hora en meta. Lo puedo hacer. Hay que bajar muchos ratos a 5'/km o menos, pero el otro día (por diferente camino, eso sí) lo supe hacer. Comienzo la bajada.

En el tramo de carretera adelanto a gente. Sin embargo no veo ni a mi hermano, ni al Gemelo... me he quedado en tierra de nadie. Me cruzo con Carlos, nos animamos. Siempre lo he tenido claro, desde Behobia mucho más, en las carreras tanto de espectador como de corredor ¡hay que animar a la gente! Llego a la placeta del Sol y allí compruebo que nos bajan por un trozo de trialera en lugar de por el sembrado. Pues hombre, hoy ese sembrado no estaba mal para bajar, en cambio la trialera a mí no me va muy bien. Curva, contracurva y vuelta a curvear. Con mi fantástica coordinación y habilidad me cuesta horrores bajar por allí, creo que pierdo tiempo.

Salgo al tramo de camino normal por el que hemos venido. Allá a lo lejos veo a unos ferranqueros y al Gemelo, ¡bien! Me parece que con suerte podría cogerlos. Eso sí, a mi hermano no lo veo... Entonces compruebo que toda la gente que llevo por delante está parando a caminar, ¡pero si es bajada!

Pues están parando y no es para menos, la cuesta es de traca. Hago lo propio y así estamos durante un kilómetro en los que se alternan unas subidas infames con un poco de bajada. El camino se va revirando y no se alcanza a ver tramos largos por delante. Me he quedado solo. Me voy dando cuenta de que a mi hermano no lo voy a coger por más que quiera. Así es que miro el reloj y compruebo qué tal llevo mi otra apuesta personal.

He pasado el km 7 en 44'. En principio he de continuar a un ritmo sostenido de 5'/ km, cosa que de momento puedo hacer, y aun tendría un minuto de sobra. Eso sí, como tenga que parar en otra cuesta se jodió el invento. Por otra parte, no siento molestias en el pie. Es buena cosa. Paso el km 8 en 49'17". Tengo que seguir a cinco y poco, hago memoria y no recuerdo que quede ninguna subida fuerte. Me quedan 2 km, de perdidos al río, decido apretar y que sea lo que tenga que ser y no mirar más el garmin que es como se corre más a gusto.

Salgo del camino y llego al Castillo, a partir de aquí sí que es cuesta abajo. Y queda poco más de un kilómetro. Cuando voy como un tiro, en la rampa más empinada y a la que no le ha pegado el sol y está de hielo pero bien, pego un traspiés y casi me caigo de culo. Automáticamente me salgo al lateral a bajar caminando por la tierra. Una cosa es una cosa y otra romperse algo bajando. Ahí debo de perder un buen medio minuto pero tal y como estaban esas rampas lo último que hago es mirar el reloj.

Llego al pueblo, ya en llano y ahí sí que zumbo otra vez. Voy despistado porque han variado el recorrido de llegada, me ubico, sigo y al final entro en meta con una de mis sobrinas, que ha llegado segunda en su carrera, colgada del brazo. Pico el reloj pero ni me lo miro. Me reencuentro con la gente. Todos cansados pero contentos. Yo también, pero me parece que voy más pensando en la hostia que casi me he metido que en otra cosa.

Marcho al coche a cambiarme de ropa y entonces sí, miro el reloj. ¡59'30"! Bien, he bajado de la hora. ¡Reto conseguido!

Posteriormente, en casa repasando la clasificación compruebo que el tiempo que me dan es de 57'25", a escasos segundos de mi hermano o del Gemelo. Seamos sinceros. Yo no he hecho ese tiempo ni de coña porque eso significaría entre otras cosas, que en recta de meta los hubiera visto delante, o que se me ha jodido el garmin (y no me apetece comprar uno nuevo)

Así pues, correremos un estúpido velo sobre esa clasificación y asumiremos que he hecho dos minutillos más, lo cual sigue estando para mí muy bien, porque aparte he disfrutado y no me ha dolido el pie, las patetas tan apenas han molestado y eso es lo mejor de todo. Una muy buena manera de terminar este Puente. Próxima carrera, la San Silvestre, a hacerla mucho más calmado y al tran tran si no quiero que mis compañeros de fatigas de correr y almorzar me echen del grupo por desobedecer la disciplina del equipo que consiste en llegar siempre los últimos y en correr para hacer hambre. Lo segundo lo sigo cumpliendo, en lo primero ¡he fallado!

domingo, 1 de diciembre de 2013

Cuesta abajo hasta la mierda corre

Hoy me he levantado moderadamente temprano. Como ayer no trasnoché y la salida matinal para correr se torció, he mirado por la ventana y al ver que hacía solete me he abrigado de arriba a abajo (llevo toda la semana pasando muchísimo frío en el trabajo, así es que aunque luzca el sol me tapo con varias capas) y me he ido hacia el Pueyo.

El Pueyo, es una de las salidas más agradecidas que puede haber por la redolada. Si bien por la distancia y el desnivel hasta hace unos años la salida en cuestión solía hacerla caminando o en bici, de un tiempo a esta parte le he cogido el tranquillo a hacerla corriendo. Corretear por ese camino entre carrascas y oliveras contemplando Cotiella y el Turbón nevados es muy agradable. Además, como se parte de unos 350 m y se asciende hasta los 600 m, la vuelta se hace volando. La subida es durilla pero como ya he comentado, las vistas lo compensan.


La semana que viene tiene lugar la Castillazuelo - El Pueyo. La distancia y el desnivel son algo menores a subir desde Barbastro, y se llanea bastante más, pero por contra tiene un par de rampas más exigentes. La subida desde Barbastro es más continua, al menos para mí gusto, así es que tanto me da subir desde un lado que desde el otro y como la semana pasada ya subimos desde Castillazuelo, hoy he tirado desde la cruz de Santa Bárbara por cambiar. La semana pasada y esta han sido de prueba para la que viene. No han ido mal pero a ver qué percal ocurre la semana que viene. Es ponerme un dorsal y pasarlas más putas que Caín...

Como he dicho, me he levantado temprano pero no lo suficiente como para desayunar en condiciones, reposar un rato y salir a correr. Así es que como la mañana se me echaba encima, me he enchufado tres galletas maría, un vaso de agua y he salido a trotar. Mal hecho, ya lo sé, pero sin nada en el cuerpo no funciono y a desayunar como es debido no me daba tiempo.

Primer km en 5'53", segundo km en 6'14"...

Total, que por la subida de las Aguas ya iba cascadete, situación que se ha prolongado hasta coronar en la tercera cruz del camino, hacia el km 2. A partir de ahí la bajada, las vistas del Pirineo nevado y los abuelos vareando aquí y allá las oliveras me han templado bastante el cuerpo. Mal que bien he ido cara arriba aunque sentía una acuciante sensación de vacío en las tripas.

... tercer km en 5'47", cuarto km en 5'40"...

Así es que al llegar a la ermita de San José y la placeta del Sol en el km 4,5 y aprovechando que esos tramos de carretera se empinan hasta el 10% de pendiente, he seguido chino chano caminando y me he apretado un pastelito del Mercadona que había echado al bolsillo. También mal hecho. Ya sé que comer mientras se corre puede causar un torzón de tripas bastante elegante o cuanto menos algo de flato, pero cuando hay hambre...

... quinto km en 7'38"...

Al llegar arriba, y mientras iba rodeando el monasterio, he ido sacando algunas fotos, sin prisa. Sonaban las campanas, así es que debía de haber misa. 

... el sexto km ha salido a 12'20", con la calma...


He guardado la cámara, me he ajustado bien el gorro y la braga y he decidido que igual era hora de zumbar cara abajo un poco porque  total cuesta abajo hasta la mierda corre. Por la placeta del Sol me he tenido que echar más de la cuenta hacia el arcén, ya que alguien subía escopeteado con el coche porque debía de llegar tarde y no le salía de los cojones arrimarse hacia su izquierda. Pues eso, espero que le haya aprovechado la misa.

... séptimo km en 4'42"...

Toca "llanear" un poquito, siempre picando ligeramente hacia abajo. Me ha empezado a entrar un poco de flato, algo totalmente normal si tenemos en cuenta el viaje que me he enchufado subiendo. Menos mal que he visto al padre de un amigo que estaba liado cogiendo olivas y con la excusa he parado dos minutos a charrar y a coger aire (el crono también ha parado a descansar). Aún así ese tramo ha salido ligero...

... octavo km en 4'50"...

Pues ya que estaba y por lo que quedaba he decidido seguir igual hasta abajo. Y así, esquivando algún grupo de señoras que bajaban tranquilamente caminado y que ocupaban todo el ancho del camino, facultad digna de estudio según la cual tanto si son dos, cuatro o un número indeterminado se expanden a lo ancho de la vía como si de un gas en un recipiente se tratase, he ido completando los últimos kilómetros...

... noveno km en 4'45", ¡décimo en 4'35" y undécimo en 4'34"!...

Estas velocidades, y más en bajada, son absolutamente normales para muchos corredores y/o runners. Pero para mí eso es correr, y mucho. Total que al final han salido 11,5 km en 1 h 10'. La subida se ha hecho de aquellas maneras y parando para repostar pero la bajada posiblemente sea la más rápida de siempre, lo tendré que comprobar. 

De todas maneras, esto de apretar el ritmo uno lo hace cuando sale a correr solo. Esta semana entre pitos y flautas no ha habido quedada y por eso no se ha salido en grupo que es lo que está bien, ya que el ritmo es muchísimo más sosegado y al final hay un merecido almuerzo que es lo mejor de todo. La semana que viene será diferente. Iremos más rápido o más despacio pero seguro que al terminar un par de trozos de longaniza no nos los quita nadie.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Torneo de Baloncesto Ciudad de Barbastro


Allá por el año 1987 se celebraba la primera edición del prestigioso y añorado "Torneo de Baloncesto Ciudad de Barbastro", enclavado en plenas Fiestas de septiembre.

Recuerdo como la semana anterior subí con mi padre al polideportivo a adquirir los abonos correspondientes. Con mis siete añetes no era ni mediánamente consciente de a dónde quería llevarme mi padre después del Coso Blanco y que pudiese ser más interesante que el pasacalles o las ferietas. Sabía que era algo relacionado con el baloncesto, pero hasta entonces, ese concepto se reducía para mí a un señor muy larguirucho que jugaba en el Madrid que años más tarde salió en el "Mira quien baila" y un señor negro que jugaba en el Barcelona, el cual me hacía mucha gracia porque se llamaba Chicho, y que cuando coincidían en un partido por la tele y se veía en mi casa, mis hermanos gritaban como locos.

Intentaron hacerme comprender que iba a jugar el equipo de Huesca, el Magia. Esos sí que me sonaban porque salían muchas veces en el periódico que mi padre compraba a diario e incluso había un póster en casa. Pero a los otros dos equipos del torneo no los había oído jamás. Sus nombres sonaban raro, el Zalgiris Kaunas, y la no sé qué de plástico de Split. No me cabía en la cabeza cómo podíamos a ver a esos zagales de plástico en lugar de a las ferietas.

El caso es que llegó el día del primer partido y nada más llegar a los aledaños del pabellón Ángel Órus comprendí la magnitud del evento ya que había un montón de gente haciendo cola para entrar. La visión del interior no era menos espectacular, con gradas supletorias habilitadas para la ocasión. No cabía un alfiler. Aquello debía de ser importante. Pero lo que más me impactó fue ver a aquellos jugadores calentando y estirando en la pista. Moles de más de 2 metros que me parecían auténticos gigantes que se movían como bailarinas de ballet por la pista, con una agilidad y una rapidez que no casaba con su tamaño y envergadura. Realmente parecían de plástico, ¡no podían ser reales!

En un lado de la pista, de verde, estaba el Magia Huesca, el mítico Peñas. En el otro lado, de amarillo, los yugoslavos por aquel entonces, de la Jugoplastika de Split. Y alguien en la grada señaló al más jovenacho, y uno de los más larguiruchos, de los amarillos - ese, ¡ese es el bueno de ellos!.

Toni Kukoc, más largo que un día sin pan

¿Cómo va a ser ese? - pensé yo - si es un crío... Y para que a un zagal de 7 años le parezca que una persona es joven, tiene que sacar una cara de crío... Se trataba de Toni Kukoc, leyenda viva del Baloncesto europeo. No es que fuera el mejor de su equipo con sus 19 años, es que un par de años más tarde iba a ser el mejor de casi toda Europa. Como escuderos de lujo figuraban Dino Radja y Velimir Perasovic.

Del partido en si, no recuerdo gran cosa. La increíble rapidez con que ejecutaban las jugadas aquellos jugadores, los tiros libres que lanzaba Granger Hall y que iban coreados mientras botaba el balón de ¡Uuuunooo, doooooos, treeeeees, oooooooooo (el ooooo tan largo como Hall se mantuviese con la mirada fija en el aro esperando a lanzar el balón y este volase hasta el aro) ooooooooleeeeeeeeeee (si fallaba el lanzamiento, el grito derivaba en oooooohuuuuuuyyyyy)

Granger Hall, ataviado con la mítica equipación del Peñas

El Peñas como era de esperar perdió a pesar de la brega de su pareja de americanos, Jackson y Hall, y al día siguiente se enfrentó al Zalgiris de Kaunas, que por aquel entonces era un equipo soviético. Contaba con un plantel maravilloso liderado por Sabonis, quien lesionado no pudo venir (años más tarde me quité la espina viéndolo en el pabellón del Parque de Huesca) y con media selección de la URSS como lugartenientes. Kurtinaitis, Marchulonis, Homicius... Los que un año después se proclamarían campeones olímpicos en Seul '88.

De izquierda a derecha: Marchulonis, Kurtinaitis, Sabonis y Homicius en Seul '88

Por aquel entonces tampoco los había oído mencionar y tan sólo me resultaban curiosos porque casi todos llevaban bigote. Quizá no jugasen tan vertiginosamente como la Jugoplastika, pero había un rubio con cara de pirado (y con bigote) que enganchaba el balón en línea de 3 puntos y era una puñetera ametralladora. Rimas Kurtinaitis, el primer europeo que disputó un concurso de triples de la NBA.

Don Rimas Kurtinaitis

Cuenta la leyenda, que durante uno de los entrenamientos matinales en el pabellón Ángel Orús, los chicos de la Jugoplastika dirgidos por el señor Bozidar Maljkovic se enzarzaron en un concurso de triples con uno de los zagales que se encontraba por la pista haciendo las funciones de aguador, utillero, pasando la mopa... Los integrantes del concurso fueron el propio Maljkovic, Perasovic que para estas cuestiones no era manco, y el zagal. El segundo clasificado en el concurso está meridiánamente claro que fue para el señor Maljkovic. Sin embargo, cuenta la leyenda, que el zagaler en cuestión quedó primero y Velimir Perasovic, tercero y último.

El tercer y último día de torneo, mi padre y yo subimos al pabellón a esperar a los jugadores a la salida del entrenamiento para que nos firmaran unos autógrafos en una libreta que aún conservo y que había estrenado con la firma del ilustre vallista montisonense, Javier Moracho. Recuerdo la salida de aquellos gigantes por la puerta del pabellón y quedarme paralizado de la impresión. De mi padre empujándome para que me acercara y de al final, tener que ir él a pararlos porque yo estaba petrificado. De que todos los que paró llevaban barba y bigotes (tampoco era muy difícil) y si a eso le unimos que eran más largos que un día sin pan, me tuvieron que arrancar la libreta de las manos porque estaba cagado.

Y allí firmó Chivilis, Brazys... y la ametralladora del Báltico, don Rimas Kurtinaitis. Con aquellos ojos saltones que gastaba, el bravo alero lituano estampó su firma en cirílico en la libreta.

Y debió de ser entonces, al llegar al hotel, cuando don Rimas protagonizó otra de las anécdotas del Torneo. En el hotel donde se hospedaba el Zalgiris resulta que trabajaba de conserje un amigo de mi hermana. En una de las idas y venidas de Kurtinaitis, este se fijó en que el conserje estaba escuchando una cinta de cassette de música country. Este tipo de música, que debía estar más prohibido en Kaunas que escuchar radio Vaticano, debía de resultarle especialmente agradable a Kurtinaitis ya que romanció lo que no está en los escritos para que el conserje se la regalara. No olvidemos que en 1987, siendo de Kaunas, por mucha Perestroika y mucho Gorbachov que hubiera, estos zagales al venir a Occidente debían de ver cosas que allí no debía haber ni en sueños.

Ejemplo ilustrativo de lo que no se podía ver en Kaunas entonces y ahora sí

Al final, llegaron a un acuerdo. El conserje le dijo a Kurtinaitis, un poco por sacárselo de encima, que si en el partido de esa noche contra la Jugoplastika en el que ambos se jugaban el Torneo, era capaz de encestar 10 lanzamientos triples, la cinta era suya. Y Rimas aceptó el trato.

Tengo recuerdo muy vagos del desarrollo del partido. Vuelvo a repetir que tenía 7 años. Me acuerdo, aunque son más sensaciones, quizá recuerdos incorporados años después, del juego de los yugoslavos. De Kukoc que parecía que fuera a romperse en cada jugada, y de un más maduro Radja. De Marchulonis penetrando la zona y metiendo bandejas y de Kurtinaitis metiendo e intentando muchos triples ante el delirio del público. Cuando digo intentando muchos triples es que debió tirar hasta las zapatillas. Porque al final, contribuyendo de manera decisiva a la victoria del Zalgiris por 108-102 (si no está equivocada la reseña de la foto de arriba), don Rimas Kurtinaitis clavó 8 triples que se dicen pronto.

8 triplazos. Se quedó a dos sólo de completar la decena que había pactado con el conserje. Evidentemente, después de semejante lección de pitera, el conserje le regaló la cinta de cassette de música country.

Y es gracias a Rimas Kurtinaitis, y a otros factores, que yo le cogí aprecio a los equipos y deportistas en general que venían de aquellas tierras y es así que siempre me han caído simpáticos. Por los yugoslavos en cambio sentí admiración hasta que el dominio que impusieron en todas las competiciones, y que tenían una vena un tanto marrullera y que los arbitrajes les beneficiaban, hizo que les cogiese manía porque lo ganaban todo.

Eso no quita para que hace unos años en un viaje a Croacia con los amigos, el día que estábamos por Split fuésemos a la oficina de turismo a preguntar por el antiguo pabellón de la Jugoplastika. La conversación con la muchacha de la oficina fue surrealista. Desarrollada en inglés, ella nos indicó con cara de pocos amigos que la Jugoplastika de Split era un antiguo equipo de la ya extinta Yugoslavia. Nosotros le respondimos que sí, que ya los sabíamos. Ella erre que erre con que el actual equipo de la ciudad era el KK Split, que la Jugoplastika era cosa del pasado (pasado que no les hace mucha gracia rememorar) e indicándonos dónde estaba el pabellón nuevo. Y nosotros diciéndole que queríamos saber dónde estaba el pabellón viejo. Al final la pobre moza, preguntándose de que infierno se habían escapado aquella banda de perturbados, marcó con desgana la ubicación del pabellón de aquel vestigio de la antigua Yugoslavia en un mapa y marchamos para allí. 




Puerta del pabellón viejo de la Jugoplastika, el friki que se refleja en la foto soy yo

El torneo, por suerte, se disputó durante unos cuantos años más y se produjeron otras muchas anécdotas al mismo tiempo que por la pista del Ángel Orús iba desfilando lo más destacado del baloncesto continental. Otro día seguiré contando más historias de este gran torneo que deparó jornadas espectaculares y que muchos añoramos.

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