jueves, 28 de diciembre de 2017

Cuando aquí se hablaba de carreretas (I): La 25ª Media Maratón

Supervía, los Puyuelo, Fernández, los Plana, Abascal, Gregorio, Mª José Pueyo, Cabestre... ; al fondo del todo y saliendo los últimos, los sospechosos habituales

Más vale tarde que nunca. Esta crónica debe de llevar en el horno como tres meses y diferentes circunstancias como la molicie otoñal han impedido su parto. Ustedes me dirán que la molicie suele ser estival y asociada a esas largas jornadas veraniegas en las que el no hacer absolutamente nada se convierte en el mejor de los deportes. Yo les digo que no, que la molicie es sana y buena en todas sus variantes estacionales y que por tanto debe de ser ejercitada durante todo el año. Y si cuando se logra escapar de ella es para ejercitar el noble arte de la lectura o la netflixización más irredenta la cosa se complica sobremanera. Uno se pondría a escribir en uno de esos ratos muertos en los que no se procede a procastinar, leer o netflixar pero resulta que en un alarde de jovial vitalidad me da por acudir a pasar la tarde al gimnasio muchos días. Nada serio, no se vayan ustedes a asustar. Charrar y hacer como que pedaleo. Y después de cenar el tiempo está reservado para conocer las novedades diarias de la república dictatorial de Moderdonia y las vicisitudes de la vida moderna de la mano del dictador supremo Broncano y sus adláteres Ignatius y Quequé. Y esto último es ley y no se puede hacer otra cosa que no sea descojonarse de la risa con estos caballeros, de modo que uno ya escribe poco y mal.

Pero hete aquí que hoy en una de esas comidas navideñas con las que continuamos la agresión justificada a nuestros aparatos digestivos en estas dos semanas de fastos para dar la bienvenida al pequeño baby Yisas, uno de los lectores habituales de esta mierda de blog me ha tirado de las orejas. Que si ya no escribes o qué. Pues algo hay en la nevera pero ya pude un poco. Pues podría hacer un poco de por favor y sacar aunque fuera las sobras. Pues venga, ya voy. Así que aquí está. Con mis dos huevos toreros, a finales de diciembre, en plenas navidades ahí va la crónica de una de las carreretas que hice el año pasado. Ahí va la crónica de la Media (aunque corrí la 5K).

Parece que fue ayer cuando se celebró aquella primera edición de la media maratón de Barbastro y el último domingo de septiembre tuvo lugar la 25ª edición. Aquella primera edición en la que unos pocos locos y locas se echaron a la carretera para recorrer unos, por aquel entonces, descomunales 21 kilómetros. Ir hasta Salas y volver. ¿Quién en su sano juicio podía pensar siquiera en intentar semejante salvajada? Pues poca gente y con la cabeza bien amueblada aún menos. Los colgados que en aquellos años se dedicaban a correr por la calle en lugar de entrenar pruebas de pista, militares del cuartel a los que sin duda participar en la prueba reportaría algún jugoso permiso y Gregorio.

Esto ya se explicó en tiempos en la blog pero no se van a librar ustedes de volver a leer las aventuretas de este titán local. El gran Gregorio ya estuvo allí en aquella primera edición. Uno, que estuvo en el avituallamiento de Bodega Pirineos repartiendo agua y naranjas a los esforzados de la ruta, jamás olvidará a Gregorié corriendo pegado a la margen de la carretera toda la recta previa a donde estábamos situados. De su cara de esfuerzo y sus estentóreos gritos para que alguien se apiadara de él dándole un sobre de glucosa. La respuesta de uno de los responsables del avituallamiento preguntándole que si se había pensado que aquello era una farmacia. Lo que ha cambiado todo en estos veinticuatro años cuando aquellos y aquellas valientes completaron esa delirante distancia a base de agua, naranjas y un poco de isostar de polvos. Sin zapatillas de drop 8, ni garmin, ni tirita nasal, sin gafas ni camisetas técnicas con carbono activado. Sin tanta tontería, geles ni potingues varios. Pudiendo a choto con aquellas camisetas de algodón que hacían rolde y se pegaban al cuerpo. Y para desespero de Gregorio, sin glucosa. Pero la hicieron. Y año a año la carrera fue creciendo y a pesar de algún que otro bache se llegó a la 25ª edición.

Me hacía ilusión participar este año en la carrera, porque era una edición redonda y porque esta carrera pues siempre ha sido eso, especial. Partiendo de la base de que durante años el teléfono para apuntarse a la carrera era el de casa uno puede hacerse la idea de la relación amor-odio que ha habido con ella por parte de todos y cada uno de los componentes de mi familia. Pero como dicen que el tiempo hace que uno se olvide de las cosas malas uno sólo puede recordar cosas buenas de esta carrera así es que había que participar sí o sí. Durante la primavera llegué a pensar en hacer los 21 km aunque conforme fue avanzando el verano tuve que ir recapacitando e ir aceptando la cruda realidad. Rebajar las pretensiones y pensar en el 10K para tras un último mes de molestias en la rodilla claudicar con el 5K. Y es que esta carrera tiene muy mala leche y ya me midió la lomera hace nueve años cuando llegué a la meta último al borde del fuera de control y con unos calambres horribles que no dejaban ya ni caminar. No me apetecía transitar esa delgada línea que separa el heroísmo del patetismo y volver a enfilar la recta de meta con unos tablones por gemelos. Así es que al 5K. De lo malo, no era un desastre ya que podría decir que participaría en una misma carrera con el gran José Manuel Abascal.

Pienso que fue un acierto combinar la media con los 5 y 10 kilómetros. Quien quiere participar no se ve lastrado por tener que hacerlo en alguna distancia imposible para sus posibilidades. Hace que esta fiesta sea accesible a mucha más gente. Así es que allí nos congregamos el domingo de marras en la línea de salida unos 500 participantes entre las tres distancias. Los peques ya habían tenido su momento de gloria el sábado por la tarde en un nuevo formato que les da mayor protagonismo.

Línea de salida, de izqda a dcha: Mireia Sosa, ganadora de tres ediciones de la Media; Mº José Pueyo, olímpica  en Pekín 2008 y de Sabiñánigo; Gregorio: filósofo, estadista y poeta, cuando no corre da charlas memorables en la piscina municipal. Al fondo de la imagen, definición gráfica de salir los últimos: un servidor y el Enano de Estercuel

Línea de salida, de dcha a izqda: La mencionada Mª José Pueyo charrando con un Monzón y otra moza; Abascal, plata en 1500 en Los Ángeles '84, mito del atletismo nacional; Juan Ramón Plana "el Figura", mi entrenador en categoría benjamín, ganador de la primera San Silvestre barbastrense hace casi cuarenta años, mito del atletismo local; Juan Plana, el relevo de la saga, ganador de la Milla de este año. Al fondo de la imagen, definición gráfica de salir los últimos II: un servidor y Juanillo
Yo había quedado con el Enano y Juanillo pero cuando comentaron el ritmo sabrosón que pensaban perpetrar durante la carrera ya les dije que los acompañaba en la salida pero nada más. Más que nada porque me iba a cansar más yendo a casi 8 minutos el km que yendo a lo que dictaran las piernas. Por allí al fondo de todo también estaba Juanlu, ilustre tuercepedal con el que estuvimos bromeando hasta que dieron el pistoletazo de salida y al que tanto le da hacer la Quebrantahuesos como una media, enchega el motor diésel ese que tiene y tira para alante con una cojonera envidiable. Pero eso sí, yo creo que podríamos dar un master en esto de salir últimos en las carreras. Muy vasta la experiencia acumulada en estas lides. El primer medio kilómetro fue muy malo, en consonancia con el estado de las piernas que las sentía como si fueran de goma. Es un miedo escénico recurrente que se reproduce todavía más si estoy de plantón charrando a la espera de salir. Quince minutos antes de la salida marché a caminar hacia el circulé donde Juan Ramón me presentó a Abascal de manera muy suigeneris, pero ni por esas. Piernas de goma.

Al revisar las fotos me he dado cuenta de que pasé al lado de mucha gente conocida. Pero entonces no los vi. Apunte friki: la nueva camiseta del CAB recuerda al maillot de Eslovaquia de Sagan. Tremendo. A mucha gente no le gusta la nueva camiseta, a mí sí por esta circunstancia. Es lo que tiene ser FRIKI
Luis Fonsi y Daddy Yankee en DES-PA-CI-TO (en el momento en que se elaboró esta crónica el Despacito todavía daba los últimos coletazos; hoy por hoy la foto quizás debería estar patrocinada por la gran Becky G y su "A mí me gustan mayores")

Suerte que al llegar al Coso las piernas se fueron soltando y poco a poco fui adelantando posiciones hasta encontrar un ritmo más acorde. Pasé al lado de Tom, de Pedro, iba buscando al Gurú y mientras no vi a otros tantos. El caso es que pensé que si paraba en uno de esos grupos a charrar con gente que iba para la Media pues me acomodaría en un ritmo más cochinero que el que podían dar las piernas y seguí adelante. A sensaciones, ya que ni cogí reloj ni garmin. Llevo un año de no poner cuentakilómetros en la bici ni reloj al correr. Y oigan, se vive mejor. Cuando en tiempos lo contaba el frikienfermero Abizanda llegué a pensar que eso de ir sin velocímetro ni astrolabio por la vida era de quinquis e inadaptados seres y que aquello sólo podía traer llanto y rechinar de dientes. Un dislate, vaya. Pues ahora les digo que no, cojan su garmin y su cuentakilómetros y mandenlo a tomar por el culo, llegarán igual a los sitios. Antes o después (probablemente después, mucho después) pero seguro que más felices y sin mirar los numericos constantemente. Así es que después de este ataque de ira contra toda la industria relativa a los globalpositionsistems volvamos a la crónica. Sin más elementos para discernir el bien y el mal que mi buen juicio cogí el globo de 1h 55' y pensé que por esa zona iría bien, que ya si eso en la bajada apretaría más. 

En el puente de hierro nos cruzamos con los primeros clasificados del 5K y a partir de ahí fue un continuo animar a los que me iba cruzando. Y cuando el tramo de carretera de las bodegas ya comenzaba a hacerse un poco tedioso tocó dar media vuelta y volver por donde habíamos venido. Ahora a gritar a los que me cruzaba y que iban hacia Castillazuelo. A punto de llegar de nuevo al puente de hierro y cuando pensaba que habrían pasado incrustados en algún grupo aparecen el Enano y Juanillo. Gritando que diera media vuelta y me fuera con ellos. Por un breve instante consideré la posibilidad pero por una vez que corriera a todo lo que me dieran las piernas en lugar de ejercer de muñeca de Famosa tampoco iba a pasar nada. Así es que seguí.

En la subida del Silo apareció Barriguitas, mi hermano Agus, fiel a su cita para animar en el punto más dantesco de la carrera. Está muy bien que la gente se acerque a animar al Coso, al Rioancho o a la meta pero donde verdaderamente se agradece ese empujón anímico es en esa cuesta del demonio. Alguna vez alguien me ha dicho que si cuando yo he estado animando en ese punto es por una mera cuestión morbosa de ver el sufrimiento de la gente en esa cuesta atroz. Y no es verdad. Porque he pasado por allí y lo he sufrido prefiero animar en ese trozo. Y Agus se rige por esa misma norma. Luego volveremos a ese punto. Por una vez crucé toda la subida sin parar a caminar. Jodido pero sin caminar. Viva la 5K.

Y a partir de avenida Navarra fue un no parar de ver a gente conocida animando. Creo que el haber combinado las tres distancias viene muy bien para fijar a la gente en la acera al paso de la carrera. Antes era una hora larga de plantón entre la salida y la llegada y ahora es un cuarto de hora de espera para toda esa gente que con sus aplausos hacen una inestimable labor. Por la zona del Rioancho iba un poco fundido ya que si bien los aplausos de la gente eran muy gratos el no llevar desde hacía rato a nadie corriendo por delante frenaba un poco la motivación. A ver si al año que viene se animan más a correr las distancias cortas. El caso es que mi sobrina Alejandra estaba por allí apostada y con el choque de manos que me dio tuve suficiente para llegar hasta la recta de meta.

Allí entre un porrón de gente estaba Tatín, mi hermano Jesús, bajo uno de los arcos de la recta de meta aplaudiendo y soltando la lapidaria frase de "venga, corre, que sólo te va a sacar 4 minutos Abascal". Al final no fueron más que tres minutos y llegué en menos de 25'. O sea, que oficialmente según los estándares del Gurú el cual afirma que todo lo que sea desplazarse a más de 5'/km no es correr, se puede decir que esta vez corrí. Bordeando el límite pero corrí.

Y lo bueno de hacer el 5K, tras dos minutos de coger resuello pues a aplaudir a la recta de meta. Para otro año tengo que dejar la bici preparada para subir a reunirme con Agus en el Silo pero esta vez lo pensé tarde, el caso es que allí me quedé. Aplaudiendo al primer clasificado de la 10K, al Enano y a Juanillo que llegaron justo por detrás de él reeditando aquel esprepéntico momento famoseril en el que llegamos tras el primer clasificado de una 10K de San Ramón mientras el público, ignorante de lo que realmente ocurría, nos aplaudía como si llegáramos segundos. Y el caso es que nos habían doblado y nos faltaba dar otra vuelta al circuito. La cara del presi Torres en meta pidiendo por favor que dejáramos de alentar a las masas y que nos desviáramos a dar la segunda vuelta al circuito es de las que jamás se olvidan.

Volviendo al presente, el rato continuó aplaudiendo a Gregorio, que esta vez se decantó por la 10K, ya lo anunció en la piscina en una de sus conferencias veraniegas, que este año no haría la Media porque si no luego está lento en los crosses, se cae la recta de meta a su paso. El estruendo no es menor cuando llegan los ganadores de la Media, los hermanos Puyuelo de Jaca, o cuando llega Javi Yerno (ganador de la primera edición) con el globo de la hora y media, Albertico de la CAI, Mª José Pueyo, diversos componentes de la Vieja Guardia, el presi Torres, el sr Ornitorrinco o el Gurú acompañado de Lucía.

Barriguitas y Tatín. Parecen Ngé Ndomo en "Amanece que no es poco" ahí posando como si fueran un pastor masai vigilando a las cabras mientras apacentan 
Del Gurú no va a haber documento gráfico porque llegó fundido y medio pachucho y no saca muy buena cara en las fotos pero a los otros elementos que tengo por hermanos van a recibir mención. Barriguitas, mientras se zampaba una bolsa de pipas en el Silo entre ánimo y aplauso a los participantes, tuvo que parar a un corredor que iba haciendo eses en la subida. Como él dice "lo primero es lo primero" y terminar una media maratón puede ser más o menos importante en el bagaje personal de cada cual pero no tener un susto de salud siempre debe estar por encima de todas esas gilipolleces que nos están metiendo con calzador algunos influencers, bloggers e instagramers de mierda. Que si no sé donde están los límites, que si todo es posible, que si tal y que si cual. Sí, y un huevo. Se ha comentado alguna vez pero no está de más repetir que una media maratón está al alcance de mucha gente (si Barriguitas, Tatín, el Enano, Juanillo y yo hemos terminado una... pues eso) pero no se puede hacer de cualquier manera. Que son 21 km, que es un esfuerzo considerable, que el cuerpo puede reaccionar muy mal. Carreras hay muchas, patatas sólo tenemos una y cuando peta mal asunto. Pues eso, todos tenemos un límite, absolutamente todos. Hasta ese que dice que no sabe donde está el límite y en una tanda de siete aironmanes (sí, aironmanes) que tenía que hacer en las siete islas canarias se encontró el suyo de morros en la segunda isla. Que ese límite se puede modificar con entrenamiento es cierto pero que no les coman la cabeza a ustedes y aprendan a descifrar donde está el suyo. Y asumanlo. Serán más felices.

Tatín tuvo una epifanía en este sentido hace unos años en la subida a San Pelegrín cuando un señor mayor le adelantó mientras recogía caracoles. Y desde entonces dejó esto del correr. Que no le digo yo que vuelva a meterse una media entre pecho y espalda pero que algún almuerzo famoseril ya se podría ir haciendo. Vamos, digo yo. Que antes se quedaba casi todos los fines de semana y se salía del Alhambra o de l'Olla rodando con la panza como una nutria gorda. Y ahora nada de nada. Está feo. Hay que ir a almorzar más.

En resumidas cuentas, fue una buena mañana de atletismo. Aunque algunas voces seguimos clamando por un cambio de fechas. Ya se sabe que el calendario está muy saturado de carreras y hay que hacerse un hueco un poco donde se pueda pero finales de septiembre no parece la fecha más indicada para una prueba de 21 kilómetros, sin embargo el cambio de hora y de formato le puede venir muy bien a la Media. En definitiva, larga vida a la Media.

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