martes, 21 de julio de 2015

Una trail, dos verbenas y muchas cervezas

Una de las cosas malas de estos tiempos modernos en los que al correr lo llaman running es que a las carreras hay que apuntarse con mucha antelación. Tres, cuatro meses, medio año antes... al final se coge la costumbre y aun en las pruebas que no requieren de semejante predisposición uno va y se apunta recién comenzado el plazo de inscripción. 


Así uno se encuentra en embolados como el del pasado sábado en el que con un calor insoportable como el que viene haciendo desde hace muchos, muuuchos días, hay que ponerse a caminar correr por la sierra de la Carrodilla. Y lo que es peor, habiendo salido a correr cuatro días contados desde marzo. Pero contados. Cuando te apuntas en mayo lo ves todo muy fácil y auguras una cómoda transición entre la época de bici y la de correr, luego llegan los calores, las piscinas y las últimas semanas de junio y las primeras de julio te tocas los cojones a dos manos.

Las ganas de correr en la trail, las mismas que tirarse al río en pleno mes de diciembre pero por suerte estas cosas siempre salen adelante debido a toda la gente que tuvo la misma genial idea de torrarse una tarde de sábado del mes de julio. De camino a Estadilla uno va pensando qué puñetas está haciendo pero una vez llegados allí con Lemus, Morcate y el Enano pues ya ves que hay más zumbados de la cabeza y te parece hasta normal eso de ponerse a trepar barranquizos a treintaypico grados a la sombra. Pero la foto del Cuarteto de la Habana no engaña dice mucho de las ganas que había de correr. Lemus con su equipación de chepirunner se le ve motivado, el resto pasábamos por allí...


La salida es a las 8 de la tarde, y sigue haciendo mucho calor. No se nos ocurre mejor cosa que irnos a la barra del bar que hay frente al arco de meta y apretarnos una cerveza antes de salir ya que la hidratación es lo más importante en estos casos y es un elemento que no se debe descuidar. Así lo entiende algún otro veterano del CAB quien también se apreta su bebida isotónica de cebada antes de enfrentarse a la carrera larga, declarando que "yo hasta que no se haga de noche, no corro, sólo camino".

Nosotros a pesar de ir a la corta de 15 km y 500 m+ también llevamos esos pensamientos y como es bastante complicado que se nos haga de noche lo de correr va a ser poco y en las bajadas. Magda y su hermano Roberto se unen al cuarteto cervecil y juntos nos colocamos en la salida en nuestra posición natural. Los últimos.

Tras un breve descenso por las calles de Estadilla y un poco de correteo las cuestas hacen su aparición. En un segundo y tercer kilómetro de espanto el grupo se pone en fila de a uno y transita caminando por un estrecho sendero con exigente pendiente. Cuando da algo de tregua, trotamos. Cuando no, caminamos. Entre medias, sudamos. Pero de ese sudor denso que va cayendo a goterones a los pantalones y te los va dejando chupidos. Un horror. Segundo kilómetro, 11 minutos. Tercer kilómetro, 13... Recorrido majo y entretenido pero duro.

Enseguida empezamos a pasar a gente, es lo bueno de salir últimos. Lemus y Morcate han cogido su marcheta más adelante pero de momento aguantamos el Enano, Magda. Roberto y yo más o menos juntos. En uno de los descansos vamos trotando con Roberto y cuando nos damos cuenta dejamos atrás a los otros dos, valorando la situación decidimos seguir ya que Magda y el Enano van bien acompañados.

Yo iría más lento pero el caso es que Roberto me hace de liebre y quieras que no vas parando a caminar menos rato que si fuera solo y poco a poco vamos avanzando y cogiendo más gente. Tras una subida especialmente pesada donde se ve a alguna zagala al borde del vómito llegamos al avituallamiento del kilómetro 5. El vaso de aquarius entra entero de un trago. Como cuando se riega una maceta seca, no bebo más por no encharcar la tripa pero seguramente sea imposible ya que el cuerpo está soltando líquido a espuertas.

Desde allí al santuario de la Carrodilla hay una serie de toboganes, siempre con tendencia ascendente, que me van dando la puntilla. Le digo a Roberto que tire pero se niega diciendo que prefiere ir acompañado. Acompañado por un matraco al que le pesa la culera y no dice esta boca es mía, suda como un cerdo y chemeca soltando juramentos en las subidas, pero acompañado al fin y al cabo. Porque además de la culera me pesa la mochila con litro y medio de agua que llevo a la espalda por si acaso. Y es que hace mucho calor y toda precaución es buena pero la mochileta ahora está siendo un sufrimiento añadido.

Llegamos a la Carrodilla, trotando y caminando y allí vuelve a entrar otro aquarius de trago. Es el kilómetro 8, llevamos 1h 12', nos quedan 7 km de bajada y el sol se empieza a esconder. Vamos p'abajo.

La bajada va reactivando las patetas y aunque algunos tramos tienen demasiada pendiente la cosa va fluyendo, es posible que pueda llegar trotando a Estadilla. En el kilómetro 10 tercer avituallamiento y coca cola para el cuerpo esta vez más sosegada pues paro a charrar con un antiguo compañero de clase. Oye, que tú has venido a correr y el otro a trabajar, nos dice uno de sus compañeros de avituallamiento. La respuesta la de siempre, ganar ya no voy a ganar así es que como si quiero parar media hora.

La bajada va suavizando hasta que llegamos a una zona llana e incluso con ligera pendiente ascendente. Necesito parar, las piernas no me dan. Al menos ahora me queda resuello para ir charrando con Roberto y vamos contando historietas de la bici y demás. El paisaje se va abriendo y llegamos a otro barranco con el pueblo al fondo. La meta ya se ve cercana así es que continuamos la marcha, quedan unos tres kilómetros y echando cuentas hasta podemos bajar de las dos horas.

De hecho vamos bastante holgados para bajar y podría seguir caminando pero por lo que queda me fuerzo a seguir trotando aunque las lucetas rojas empiezan a encenderse. El pie izquierdo se empieza a cargar. Además una sensación como de atrancamiento en la zona de los cuadriceps y que me acompaña desde el sartenazo que me pegué el año pasado con la bici y que se hace más grande cuando paso una temporada larga haciendo sólo bici y sin salir a correr. Y unos conatos de calambres por las piernas fruto de la deshidratación tras haber sudado tanto.

Llegados a falta de un kilómetro paro porque estoy entrando en fase Muñeca de Famosa - Playmobil - Argamboy. Voy tieso. Y le digo a Roberto que nos vemos en meta y esta vez sí que hace caso. Caminando y hecho una braga llego a la última curva antes de enfilar recta de meta. Allí sentado en un banco está Juan Ramón "El Figura" que me pregunta que qué me pasa. Tranquilo, lo de siempre, calambres a tope, que si no paso una línea de meta hecho una porquería no es lo mismo. Por no quedar mal hago como que corro pero paso por meta con las patetas a punto de petar, como lo que soy, como un miembro de las Muñecas de Famosa. Al final, para la gente que le interesan estos datos, hago 1h 58'. Y ahora empieza la parte de la trail que se nos da bien: el tercer tiempo, la lifara, los tragos, las risas.

Tras una ducha acojonantemente buena (iba a poner reparadora pero por manido y gastado ese adjetivo seguido de la palabra ducha ya no nos dice nada) nos vamos al portal del Sol a cenar las sencillas pero contundentes viandas que nos ofrecen las gentes de Estadilla. En unas mesas largas dispuestas a tal efecto tiene lugar el convite que consta de primer plato, segundo y postre: Ensalada de pasta, longaniza y panceta a la brasa, y melocotón con vino. Una fantástica forma de recuperar fuerzas y que sirve además para que la gente se quede hasta el final de la prueba charrando mientras llegan los últimos participantes de la carrera larga.

Cerveza va, cerveza viene tiene lugar la entrega de trofeos a los ganadores y tras ella la verbena fin de fiesta que nos obliga a estar un buen rato más en la plaza compartiendo anécdotas y recuperando los líquidos perdidos en carrera. Pasadas las dos de la mañana se decide hacer un pensamiento y regresar al pueblo, ¿a casa, no? Cambiamos de verbena y nos vamos a la del barrio de San Fermín.

Continúan las rondas de zumo de cebada para equilibrar el balance electrolítico del organismo por una parte y para soportar impertérritos el espectáculo que nos ofrece la susodicha verbena. Lo de impertérritos es un decir ya que a los diez minutos nos descojonamos a más no poder del peculiar barrillo que se acumula en primera fila del público, justo bajo el escenario donde la orquesta actúa impasible, esta sí. No sólo no se desconcentran con los alegres bailes de las guapas cantantes sino que tampoco parecen perturbarse ante la escandalera protagonizada por ciertos parroquianos que han hecho demasiados viajes a la cisterna del poncho. Todo aquella persona que haya asistido a un par de verbenas de barrio de nuestro simpar pueblo sabrá a qué me estoy refiriendo así es que no hace falta entrar en más detalles ni hacer más leña del árbol caído.

Uno de los participantes de la trail larga, al ver el percal, se nos acerca y nos dice: "mirad, ese de la primera fila me ha pasado subiendo al Buñero". Lo debió de confundir con una de esas aves que vuelan por la Carrodilla porque por los movimientos espasmódicos que le provocaban la ingesta masiva de poncho y cerveza, el mencionado personaje de la primera fila parecía un buitre batiendo alas a punto de despegar. O un Walking Dead seco calatrido buscando amigos. En cualquier caso su memorable y sensual interpretación de Paquito el Chocolatero la guardaremos entre los recuerdos más bizarros del verano.

A eso de las cuatro se da por terminado el espectáculo y tanto el Enano y Morcate deciden marchar a casa a dormir, no así Lemus y yo que todavía tenemos un desarreglo de electrolitos bastante severo que decidimos atajar a base de Estrella Damm en los establecimientos pertinentes.

El final de la gastrotrail cervecil se hace un poco cuesta arriba pero con una buena hidratación y una dosis de gel de kebab pakistaní conseguimos terminar cuando comienza a amanecer. Al final de la jornada, 15 km recorridos, 500 m de desnivel positivo, 2 verbenas, ...titantas cervezas. Un buen entreno de cara a la trail de Guara. Quedan dos meses y medio y la mutación de tuercepedal a caminacorre ha comenzado, (si la calor lo permite) seguiremos informando.


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