sábado, 8 de abril de 2017

Trail Báltica: Eesti

He aquí el desenlace de la trail del pan frito. Último capítulo.


Parnu
Esta ciudad que parece ser algo así como una especie de Salou del norte pretendía ser la primera parada del periplo báltico a su paso por Estonia. Si ir a Salou ya puede hacer poca gracia ir a su sucedáneo norteuropeo en mitad de un aguacero y con un frío de mil pares de cojones provocaba escalofríos de placer en el grueso de la expedición. Sin embargo se llegó a entrar en la perla del Báltico aún no se sabe a hacer qué. Por fortuna el buen juicio se impuso y tras aparcar el auto no se sabe dónde para ir a no se sabe qué y caminar durante doscientos metros bajo la tormenta se decidió acudir a un centro comercial a tomar un té caliente. Y esa fueron las impresiones de los participantes de la ciudad de vacaciones llamada Parnu.
Sanción de 2 puntos para Lemus por dar la tabarra con ir a Parnu en mitad de la lluvia y a Toño por sabotear el tomtom para ir hasta allí.


El estonio e' facile e divertente. Prantsusmaa = Francia, Leedu = EEUU. Y así todo

Clasificación virtual: Héctor 33 p,   Servidor 31 p, Toño 30 p, Lemus 24 p


Toponimia báltica (II)
Al poco de salir de Parnu el tiempo fue cambiando hasta ver aparecer algo similar al sol. Después de dos días viendo jarrear agua de todas las maneras nos conformamos con bien poco y ese cielo mínimamente azul reconfortaba  nuestro corazón. De la extraña toponimia lituana y letona ya se habló en anteriores capítulos pero es en Estonia donde este surrealismo adquiere tintes dramáticos cuando los carteles de la carretera te envían a Helsinki y a Estocolmo. Otros pa Jaca. O Pajaka, que no es lo mismo. Todo ello mientras la carretera cruza bosques inmensos y la carretera es cruzada por rusos o finlandeses pirados que se pasan las indicaciones de línea continua o de carril izquierdo deshabilitado por el forro adelantando a doscientos por hora hasta que un alma caritativa les hace un hueco para que no se empotren contra el camión que viene de frente.
Los participantes de la trail se sintieron aliviados al llegar a Tallin, dejar los trastes en el hotel habilitado por la organización al lado de Margarita la Gorda, una de las torres de la muralla de la ciudad, y degustar un asado de cerdo con ingentes cantidades de cerveza Saku en uno de los restaurantes de la parte antigua.

Están muy locos estos bálticos anunciando mandanga en la calle así sin más

La calle donde estaba la fonda en la que nos alojábamos

Todas las fachadas con cabestrante para subir los fardos a la falsa

Margarita. La Gorda

Sanción de 2 puntos a Héctor por estacionar en el arcén a mingitar, de 1 punto a Toño por afotarlo en acrobática posición, de otro punto a Lemus porque alguien tiene que cargar con la multa del finlandés que adelantó en línea continua y él siempre ha sido muy proSuomi. Suma de 4 puntos a todos por el asado menos para un servidor, 1 punto, por comer la mitad al tener el codillo todavía por las tripas rondando.


Niguliste
La iglesia de San Nicolás (Niguliste kirik) fue la una de las primeras pruebas que afrontaron los participantes a la mañana siguiente. Estos estonios son muy rubios, modernos y se hacen pasar por nórdicos pero al final abren las iglesias a las diez de la mañana. Y allí se encuentran los participantes de la trail venidos de toda Europa esperando a que abran. Conversación atípica con un señor que parece italiano y que tan pronto mezcla el castellano con el italiano y con dialectos romances varios en la que todo nuestro odio racial y mediterráneo deriva en poner a caldo a esos rubicundos luteranos que van de europeos y modernos y abren los comercios más tarde que en nuestro pueblo. Que ya es difícil.
Para no perder el tono los participantes hacen unas series por las cuestas que conducen a la colina Toompea. Parriba, pabajo hasta la catedral ortodoxa y el palacio de la presidencia. Vuelta a Niguliste y entrada a contemplar el cuadro de la Danza Macabra y los innumerables blasones de los caballeros de la Orden Teutónica y señores alemanes que señorearon por estas tierras siglos ha.


La catedral ortodoxa

San Cristóbal con cara de velocidad. La talla mejor parida de este santo varón que un servidor haya tenido ocasión de contemplar



Fachadas varias del lugar

5 puntos para Lemus por su ritmo avasallador en las subidas, 2 puntos para el resto por el esfuerzo. Sanción de 1 punto para Héctor por no entrar a Niguliste.



Los Cabezas Negras
De entre estos caballeros que señorearon por estas tierras hubo un grupo que se dedicó a mercadear. Se trataba de una asociación de comerciantes solteros que se hacía llamar Hermandad de los Cabezas Negras y que tenía sedes en Riga o Tallin. Vamos, lo que vendrían a ser unos Tiones con dineros que se dedicaron a ir alquilando unas buenas casas para organizar allí sus partidas de guiñote y lifaras varias. Luego la Historia y el paso del tiempo siempre embellece los detalles pero los tiros debían de ir por ahí. Tiones sin fronteras y con la cartera larga.


La puerta del garito de los Tiones aquellos

Las vistas desde la farmacia a la que acudían los Tiones aquellos a comprar almax después de hacer una lifara

4 puntos para Toño por tión. 2 puntos para Lemus y servidor por maziellos. 1 punto para Héctor por joven maziello.


Museo de la Ocupación (pinícula)
Siguiente punto de la trail, el museo de la Ocupación. Donde se detallan todas las penurias que tuvo que sufrir el pueblo estonio a lo largo de su historia. Desde la dominación de los señores alemanes herederos de aquellos caballeros teutónicos y de algún tión descarriado que logró encontrar casera, décadas de dominio danés o sueco, pasando por los años en que la Rusia zarista llegó para echar a los boches, los boches que volvieron para despachar a los ruskis y a los judíos, los soviéticos que volvieron para aniquilar a lo que quedaba por allí, los nazis que contratacaron para "liberar" a esos infelices para volver a ser engullidos otra vez por la URSS. Hasta que al cabo de medio siglo se les hincharon las narices, el tenderete de Moscú petó y Estonia volvió a ser libre. En wikipedia y sitios más serios podrán ilustrarse acerca de los innumerables cambios de manos de este país a lo largo de la Historia. Pero resumiendo fue algo así. Literatura existente acerca de esta problemática y de cómo los trepas, que allí también los hubo, medraron en aquellos años tan oscuros: Cuando las palomas cayeron del cielo, de Sofi Oksanen.
En el museo de la Ocupación, además de relatar estas historias y mostrar una serie de objetos que abarcan todo el turbulento siglo XX existen una serie de salas que a buen seguro les debían de sobrar y no sabían cómo llenar. En una de ellas hay dos pantallas de cine en dos paredes enfrentadas. En cada una se muestra el mismo cortometraje pero con un decalaje de unos cuantos minutos de forma que el espectador puede elegir entre una u otra pantalla. Lo grueso viene con la temática del corto. Para sesudas mentes el argumento puede significar una vigorosa alegoría de la ocupación sufrida por estas gentes plagada de ricos detalles dentro de un marco onírico en el que el director da rienda suelta a sus más oscuras pulsiones. Para mentes más simples como las de los participantes de la trail la pantalla tan sólo mostraba un hombre de mediana edad forzando a un señor mayor a tener relaciones sexuales mientras ambos miraban a la cámara (al espectador). El señor mayor pidiendo auxilio y el hombre reclamando una especie de intimidad. Después de esto, uno de los dos aparecía con unos aparatos médicos aplicando sus conocimientos de curso de cirujano CEAC con su miembro viril, haciendo unas incisiones por aquí y por allá. Los participantes de la trail tras no comprender el amplio calado del elaborado guión, propio de la feria ARCO o eventos similares, abandonaron la sala apostándose en la puerta para ver la reacción de la pobre moza que entraba justo en ese momento y que salió despavorida cuando el gacho aquel volvió a sacarse la chorra para la afición mientras se zabucaba al pobre incauto coprotagonista. Qué cabrones.
5 puntos de sanción para todos menos para Lemus por perpetrar la algarada.


La típica radio que había en casa de los yayos pero con las emisoras de Tashkent, Alma Ata o Magadán
Testimonio gráfico. Porque en esta blog se suele exagerar pero no se miente

Al fondo mucha mercromina, un bisturí y un badajo. Al frente Toño haciendo una de sus poses

Olde Hansa
El nombre de este restaurante hace referencia al origen hanseático de la ciudad. La antigua Reval era una más de las ciudades libres pertenecientes a la Liga Hanseática que era algo así como una confederación comercial y defensiva que se extendía por Alemania y diversos puntos del Báltico. Haciendo honor al rico pasado medieval de Tallin el restaurante ofrece menús típicos de la época en un ambiente que recrea una de aquellas posadas. Por fuera la casa es espectacular pero es que por dentro todo está preparado para que uno piense que está en un banquete del medievo. Los juglares rondan por doquier y las mesoneras atienden solícitas a los comensales. La carta que ofrece desde oso hasta alce, tiene menú de degustación compuesto por entrantes de queso, olivas, más queso, salchichas, bacalao con salsa de almendras, cerdo, judías... y buenas hogazas de pan que debe repartir el jefe de la mesa al resto de comensales bajo la supervisión de la mesonera. Todo ello regado con cerveza con miel o canela. Postres de tarta de manzana. Imprescindible acudir a este lugar con hambre, por lo comentado, y sin prisa porque estas gentes muy raudas no son. Y con la cartera larga.
Cuatro puntos a los navaleros por descubrir semejante establecimiento. Punto adicional para Ettorino por ser el jefe de la mesa y llevarse un salero de recuerdo. Tres puntos para Lemus por zamparse la segunda ración de queso. Sanción de 1 punto por dar la tabarra con que aquel sitio era muy caro. 1 punto para servidor por aguantar como pude el ritmo comedor de esos focines.



Olde Hansa. Un gran garito
Buena mesada

Hell Hunt
Para rebajar semejante comilona la organización acordó dar descanso a los participantes. Héctor se dedicó a su habitual siesta que esta vez no acarreó sanción y el resto a pasear. En último término Toño también marchó a descansar y el dúo barbastrense se fue a avituallar cerveza al Hell Hunt. El Hell Hunt es el primer pub estonio abierto tras la caída de la URSS. Tallin resulta ser un sitio curioso en el que en su casco antiguo profundamente medieval se desperdigan multitud de pubs y clubs nocturnos. En los pubs es costumbre poner una bandera indicando la temática del local en cuestión. Así se ven banderas irlandesas, británicas, estadounidenses o texanas. En el Hell Hunt no hay bandera pero sí el logo de una muchacha desnuda montada y tumbada sobre un lobo que está corriendo. Las camareras ya no son ni aquellas pipiolas inocentes de Lituania, ni esas espías rusas salidas de una película de James Bond que había en Riga. Estas parecen salidas de un pub yanki con sus uniformes de polo y shorts con zapatillas. Rollo un poco McDonalds o el Bar Coyote. Pero como tienen pan frito y cerveza todo sigue estando bien. Muy bien. Y en la tele ponen los JJOO por el canal báltico de televisión. Tropecientas cervezas más tarde, después de que los navaleros llegaran a cenar y a hacer su aportación a las arcas de la empresa cervecera Saku, marchamos a dormir.



Sanción de dos puntos a Toño por su desmedido afán por sacar chupitos tras la cena.


El edificio más alto del mundo
Cuando Tallin era sueca allá por el siglo XVI la ya existente torre de la iglesia de san Olav fue ampliada y se subió hasta una considerable altura para convertirla en símbolo de aquella ciudad eminentemente comercial. Se estima que con 159 m de altura era el edificio más alto del mundo en aquella época. Como en lo alto hay un mirador que rodea el tejado la organización estimó oportuno hacer subir hasta allí a los sufridos participantes de la trail. Héctor se quedó abajo haciendo compañía a una señora que vendía cataticos en un puesto callejero mientras los tres mataos de siempre ascendíamos. Las vistas de toda la ciudad compensaban en parte la sensación de acojono al transitar por un pasillo muy estrecho delimitado por sirgas y una valla metálica con algún tramo en el que el piso está hecho con palets. A mi casi me da un patatús. Menos mal de las vistas... ains las vistas!



Ettorino saludando a la afición


Las espectaculares vistas

Cómo combatir el vértigo. Fase 1

Cómo combatir el vértigo. Fase 2. Dar vueltas al cuadrilatero con rusos e italianos girando en contradirección

Sanción de dos puntos a Ettorino por no subir a ver las vistas y no comprarle un triste catatico a la abuela a la que le estuvo espantando la clientela.



Barco Pirata
Tras el paseo por lo alto de la muralla, cruzar el callejón de Katarina y la ascensión a la torre de san Olav tocaba reponer fuerzas. Lemus propuso acudir a cierto restaurante que le habían recomendado a lo que nadie, por una vez, puso objeción alguna. Como dio la dirección del establecimiento, y ningún otro tipo de detalle del establecimiento, pues Héctor y yo nos pusimos en cabeza del grupo caminando hacia allí. Al llegar a la puerta del local apareció un señor negro vestido de pirata y con un acentazo a lo Bill Cosby nos preguntó en inglés que si queríamos entrar a comer en su establecimiento. Sí que pensamos "menudo sitio raro que le han recomendado a este tío" pero como llevábamos todo el viaje dando por saco y poniendo pegas con esto y con lo otro decidimos no decir nada y entrar a comer ahí. Claro señor, venimos a eso, vamos a zampar. Ok, let's go!. Y en estas que Bill Cosby disfrazado de Jack Sparrow comienza a bajar por unas escaleras que simulan la entrada a un barco pirata. Es más, al llegar abajo nos encontramos en el interior de un jodido barco pirata. Nos sentamos donde nos dijeron con el culo preto por miedo a estar en algún garito tipo La Ostra Azul pero por lo demás teníamos la sensación de estar en un barco. El local tiene sus buenas vistas a la proa del barco que surca el mar con cierto bamboleo, las vistas a estribor y babor por donde se ven pececillos (es un barco pirata moderno con ventanillas de transatlántico, lo tienen todo pensado estos estonios) y piratas sirviendo manjares a los comensales. Mientras estábamos en la mesa al lado de la típica familia random ruski y una camarera pirata de prácticas nos toma la comanda, Lemus comenta que "le parece" que este no es el restaurante que le habían recomendado. Resumiendo y haciendo una analogía hispana para que el lector comprenda en toda su magnitud la confusión de este hombre: le habían recomendado un restaurante gallego y nos hemos metido en uno que regenta la puerta un gacho ataviado con sombrero cordobés. Y no era, por poner un caso Delfín (gallego de nacimiento) ataviado con sombrero cordobés sino un tío que por lo menos es jamaicano. No me jodas. ¿Acaso el Bill Cosby de la puerta vestido de pirata no era suficientemente explicativo como para deducir que aquel restaurante no era la taberna alemana que te habían recomendado? De este modo nos vemos en la tesitura de pedir unos menús de los piratas del Caribe en un lugar situado más allá del paralelo 60º. Malo no estaba pero comer piña en esos lares, si ya de por sí es una experiencia harto desagradable para muchos, imagínense en esas latitudes. Al menos la piña no iba insertada en una pizza tropical y la comida como digo no era mala. Pero la sensación de ir a mear, tener que preguntar al ruso de la mesa de al lado que vuelve por el pasillo de los baños cuál es la puerta de los mardanos porque no está claro, entrar al pichadero y que a mitad de meada  salga un gacho por la espalda jurando en hebreo... la madre que los parió. Cuando te giras intentando no derramar orín por la pernera del pantalón descubres que el matraco que está vociferando es un pirata que sale en una pantalla de televisión puesta a tal efecto. Y el ruso qué poco avisar pero sí descojonarse cuando te ve volver a la mesa tránsido del susto...
Aquí ya sólo se sanciona. Sin contemplaciones. Sanción de dos puntos a Lemus por hacernos comer piña más allá del paralelo 60º.


Helsinki Express
Viajar con los amigos por Europa depara situaciones tremendamente sorprendentes. No todo sale a pedir de boca pero hay que admitir que gran parte de las historias más surrealistas ocurridas a lo largo de mi vida han tenido lugar en esas vacaciones. Desde las aventuretas por tierras balcánicas, vascas y flamencas que darían para un par de entradas pasando por las sagas islandesas aquí narradas. En Tallin no faltó la ración de surrealismo cuando de los cuatro participantes de la trail el grupo quedó reducido a la mitad. Estas cosas siempre pasan en la vispera de marchar y con poco margen de acción y quizás por eso resulta todo tan espichorrante. Toño como persona mayor y prudente que es marchó a sus aposentos para descansar antes del viaje de vuelta y Héctor se convirtió en Ettorino y desapareció a su manera en una de sus aventuras que no me corresponde contar ni a mí ni aquí. Lemus y yo quedamos pues en una mesa del Hell Hunt apurando las últimas cervezas Saku viendo la semifinal de baloncesto de los JJOO entre España y USA. Avanzado el segundo cuarto y un poco desolados porque en el basket se veía venir lo inevitable y en el pub no se respiraba el mismo ambiente festivalero de la noche anterior, hicieron su aparición en el local dos curiosos personajes.
Con el cartel de guiri en la frente y entrando como dos elefantes en una cacharrería, dos maciellos que bien podían haber salido del bar de Parzán (uno de hecho llevaba la chaqueta de cazador de camuflaje) comienzan a pedir banquetas libres para sentarse. Al llegar a nuestra mesa no sé cómo les decimos que se pueden llevar las dos banquetas libres el caso es que en lugar de llevárselas se sientan con nosotros. Los colegas son finlandeses, han cogido el ferry como quien baja a Salou y han venido a empifolarse. Comienzan a sacar temas de conversación (procedencia, trabajo, gustos y aficiones) y a ametrallar con preguntas acerca de si en nuestro pueblo hacen vino, hay campos de golf y cosas por el estilo. Cada vez que algo les hace gracia se echan unas estentóreas carcajadas que retumban en todo el pub. Casi casi de vergüenza ajena, de estar en tu pueblo y mandarlos a escaparrar pero como ahí no nos conoce nadie pues te ríes de la situación y santas pascuas. Pero los colegas llevan una zorrera elegante. Lemus lleva el peso de la conversación y yo me dedico a asentir o puntualizar hasta que sale el tema deportes. Que allí en Finlandia lo que es el fútbol como que no. Que si eso el hockey hielo. Que a mí que si me gusta el fútbol. Que no, que a mí el ciclismo. El qué, el ciclismo. Lo cualo, las bicis, copón. A la tercera vez hacen un gesto vago de comprender lo que es. Para esta gente el Tour de Francia debe de ser un concepto desconocido como para un español el fútbol gaélico. Vamos, que ponen unas caras de incomprensión como si a un indio yanomami del Amazonas le hablas del Tinder.
Se me ocurre decirles que aparte del hockey allí también le pegan a la jabalina, ¿no? Oigan, como se pusieron a vociferar aquellos mastuerzos. ¡Qué bramidos, qué profusión de imprecaciones (suponemos puesto que no dominamos el idioma finés) y qué manera de hacer aspavientos! Otra vez dando el espectáculo en medio de un bar pero como en eso tenemos experiencia nos venimos arriba. Ettorino, que ya había vuelto de sus aventuras se escogorciaba vivo. Que sí que la jabalina también muy grande allí, que es la patria de uno de los mejores lanzadores de todos los tiempos. Sepo Rati, digo adelántandome a la jugada. Bueno, aquello ya fue el acabose. La parte del pub que no se había percatado que al fondo junto a la puerta había tres españoles y dos finlandeses hablando fundamentalmente de mazielladas tuvo conocimiento en ese preciso instante cuando el más efusivo de aquellos mozos (que curiosamente era el que parecía más nórdico) empezó a vociferar como un enajenado. La madre de Dios qué pasada. Para que luego digan que los españoles somos bulláticos. A ese tío lo están degollando como a un cerdo y no arma tanta escandalera. Cuando les comenté que por culpa de Rati la IAAF había tenido que modificar el centro de gravedad de las jabalinas para que no volaran tantos metros a riesgo de impactar en el graderío de la otra punta del estadio siguieron con sus aullidos. Era como si a un grupo de españoles borrachos les ponen en la tele el gol de Iniesta contra Holanda. Sólo les faltaba gritar ¡yo soy finlandés, finlandés, finlandés! (¡Olen suomalainen, suomalainen, suomalainen!). Al final nos escaqueamos como pudimos, a España de baloncesto le habían dado matarile, los paganos esos de los mil lagos iban como odres con patas y en el Hell Hunt ya no hacíamos nada. Nos despedimos de aquella simpar pareja y marchamos a dormir un poco al hotel. A aquella pareja no creo que la olvide jamás entre otras cosas porque eran clavaditos el uno al padre Carrash de la peña curiká y el otro al amigo Ralpy. E iban como cuando estos dos señores se ponían como las grecas un sábado cualquiera hace años.
Continuamos con las sanciones de manera totalmente arbitraria. Un punto a Toño por perderse tamaño espectáculo. A Héctor no, a Héctor se le otorga un punto por su aventura paralela. Pero vamos, ¡puntazo!. A Lemus se le otorgan dos puntos por hacer labores de traducción. Y a un servidor cuatro puntos por derivar la conversación con las hordas del norte a una temática más interesante que los putos campos de golf.

Cuádruple empate a 36 puntos.  


Stranger things
Tres de la mañana, la trail báltica toca a su fin y antes de coger el avión es necesario devolver el coche de alquiler. Corriendo un estúpido velo acerca de las peripecias acaecidas en esa devolución pasaré a relatar los inquietantes hechos sucedidos mientras repostábamos el auto (a lo de la devolución del coche volveremos más tarde puesto que tras ocho meses de darle vueltas a la cabeza he llegado a la conclusión de porqué pasó lo que pasó). Lo que a continuación voy a explicar es algo que a pesar de haberlo leído varias veces en las procelosas aguas de la interné uno jamás llega a creerlo. Se dice y se comenta que en el mundo todos tenemos algo así como un doble. Una persona que es calcada no sólo en los rasgos físicos sino también en la personalidad. Luego ya están las diversas teorías que achacan este hecho a la simple probabilidad de que la genética se repita dos veces entre siete mil millones o las que se enmarañan en el multiverso y los universos paralelos. Pues bien, a mí eso de los dobles me parecía que era todo un camelo hasta que al llegar a Vilna nos topamos con el doble de Nachete.
Sí, sí, el doble de Nachete. Que venía con nosotros en el mismo vuelo y reparamos en ello a la hora de recoger las maletas en el aeropuerto. Oigan, aquellos que fueron testigos, no me digan que no eran como dos gotas de agua. Bueno, quizás nuestro Nacho con cara de un poco más espabilado y un poco más despierto pero hay que reconocer que el parecido era francamente sorprendente. Pero la cosa no quedó ahí.
Tallin, último día de la trail del pan frito, 3 de la mañana. Lemus y Toño se encuentran repostando el auto en una gasolinera random. Héctor y yo permanecemos en el interior del coche comentando chorradas varias. Lemus y Toño pasan al mostrador de la tienda de la gasolinera. Los vemos entrar allí. Entonces, aparca un coche en la gasolinera y del interior emerge un tío como Toño. Joder, es Toño. Toño de mayor. Bueno, que Toño ya es mayor, de un poco más mayor, con los cincuenta cumplidos. El mismo frontispicio despejado, las mismas esplendorosas sandalias modelo Jesucristo Superstar, las mismas bermudas, la misma puñetera camiseta del mismo color naranja. La misma ingente masa corporal. El mismo caminar. La misma manera de mirar. El señor fuertecito que es como Toño se dirige hacia la tienda de la gasolinera. No se rían que esto es una cosa de mucho miedo. Desde el coche, absolutamente aterrados, intentamos avisar al verdadero Toño (o al menos al que nosotros conocemos) del peligro que se cierne. Joder, el Universo está a punto de colapsar. Un encuentro entre ambos toños puede causar una paradoja espaciotemporal del copón. Toño, nuestro Toño, en ese momento echa un vistazo hacia fuera y nos ve bracear desde el coche, sonríe con su modo característico, ignorante de lo que va a llegar y en ese momento se abren las puertas de la tienda y del multiverso. Entra el otro Toño. El Universo no se va a la mierda, de momento, denle tiempo a los próceres que nos desgobiernan, y nuestro Toño se ve a sí mismo con diez años más. El Toño del futuro no se entera (o eso es lo que nos parece) y se va directo al mostrador, donde se mezcla con más gente, a pedir un bocadillo de salchichas y una cocacola. Nuestro Toño y Lemus terminan la transacción con el gasolinero y huyen de ese agujero espaciotemporal antes de que sea demasiado tarde, o eso parece. Se meten corriendo en el coche y aún tenemos tiempo de ver como quien parece el Toño del futuro sale de la tiende de la gasolinera con sus vituallas. Su irrefrenable gula le lleva a devorar el bocadillo ahí mismo de pie, iba a meterse en el coche y conducir hasta casa pero se enjareta el bocadillo ahí mismo con la puerta abierta. Le puede el ansia viva. Medio encorvado parece Saturno devorando a sus hijos. Huímos picando rueda antes de que nos vea y el Universo se vaya a tomar por saco.
Ni se reparten puntos ni se quitan. Situación muy traumática la vivida.

Rusilandia
Una vez en el aeropuerto somos testigos de la última situación surrealista. Vuelo Tallin-Barcelona. Españoles con cara de sueño y mala leche y estonios y rusos con cara de comenzar vacaciones y bajar a ver el sol. Un zagaler estonio que parece ir solo inspecciona la fila de embarque. Sabe que es complicado a las cuatro de la mañana en una fila de embarque pero haciendo acopio de todo su valor decide pegar unos tiros a la zagala que tiene detrás. Como mandan los cánones de las películas hollywodienses, que hasta en "Este muerto está muy vivo" se dan este tipo de situaciones. Vete a saber, lo mismo si juega bien sus cartas tiene compi de aventuras en la soleada Barcelona. A continuación se transcribe más o menos como fue la surrealista conversación acaecida. Muy acojonante.

-Zagaler rubié: [en inglés] Hola, ¿eres española? (pocas españolas has visto, zagal, aquí somos más de morenazas)
-Moza rubia y ojos azules: [en inglés y sonriendo] No, soy de aquí (zagal, empieza a sospechar)
-Zagaler rubié: [continúa en inglés] ¿como que de aquí?
-Moza rubia y ojos azules: [claramente en inglés y extrañada] pues de aquí... de Tallin (zagal, blanco y en botella)
-Pardal rubioal: [cambia al estonio, la siguiente frase es una suposición] Ah copón, pues si eres de Tallin hablemos en el idioma patrio, mi nombre es Erki y voy a Barcelona a ver el canódromo sito en avenida Diagonal así como el bar del Pira y algunas construcciones de Gaudí, ¿te hace acompañarme?
-Moza rubia hasta los ovarios: [mirada fría, silencio] ...
-Pardal rubio: [en estonio] ¿qué pasa? ¿por qué no dices nada?
-Moza rubia: [en inglés] a ver, tontolaba, que te he dicho que soy de Tallin, no que sea estonia
-Pardalé: [otra vez en inglés] ah perdón, de modo que si no eres estonia, eres...
-Moza rubia: [en inglés mientras aparece su novio ruski ciclado hasta las cejas ingiriendo su batido de proteinas y esteroides de las 4:30 AM] sí, soy rusa
-Pardal estonio tocado y hundido: [en inglés y batiéndose en retirada] Ok, entendido. Que tengáis un buen día

Y esta fue la demostración empírica de que tal y como dicen las guías de viajes y la wikipedia en Estonia hay mucho ruso y mucha rusa que viven allí pero no hablan ni papa de estonio. Y de que por muy rubios y modernos que sean estos estonios son tan zapos como nosotros a la hora de ligar.

Vuelta a Españistán
El regreso a la madre patria, faro de occidente y cuna del pago en diferido y el impuesto al Sol, tuvo lugar en un autobús con alas de confortables asientos en los que la navegación durante más de tres horas por los cielos de Europa se convierte en una experiencia única e inenarrable. Los compañeros rusos de excursión hojeaban revistas tipo Quore en cuyas páginas además de salir nuevos ricos de allende las estepas siberianas presumiendo de petrorublos se narraba con todo lujo de detalles lo más reseñable de lo acontecido en los Juegos Olímpicos, que si escándalos sexuales en la villa olímpica o la rotura con fractura abierta de la pierna de una pobre atleta. Con fotos a todo color. Todo muy kitsch. Al llegar al aeropuerto del Prat e ir a pasar por la última baliza de la trail en la que se decidía el triunfo final, recuérdese que íbamos empatados, no hay manera de encontrar tal baliza. Al preguntar en información nos dicen que de qué estamos hablando. Nadie sabe nada. Es como si hubiéramos aterrizado en otro universo. Terribles sospechas rondan por las cabezas de los participantes mas nadie se atreve a compartirlas. Pero volvamos, volvamos a lo acaecido en la madrugada de autos. Volvamos a lo grueso.
Se ha hablado del curioso incidente del encuentro entre los dos Toños que casi provoca la explosión de nuestro universo pero la ruptura espaciotemporal va a ser que nos la comimos de lleno. Me explicaré.
Tres de la mañana, la trail báltica toca a su fin y antes de coger el avión es necesario devolver el coche de alquiler. Descorriendo el estúpido velo acerca de las peripecias acaecidas en esa devolución procedamos a analizar los terribles acontecimientos sucecidos en la terminal del aeropuerto destinada a aparcar los autos de alquiler. A Lemus le habían dado instrucciones claras y precisas para depositar el coche mas al llegar a nuestro destino parecía como si esa zona se hubiera esfumado. ¿Empanada memorable del señor Lemus? ¡No! fue el multiverso el que nos jugó una muy mala pasada. Sea porque Ettorino abrió una brecha en el espaciotiempo cuando efectuó su aventura nocturna y todo lo demás vino ya rodado o vaya usted a saber porqué nos encontrábamos en un universo paralelo muy parecido al nuestro pero diferente. Y Lemus emperrado en que tenía que dejar el coche en mitad de la nada. Y el resto ahí indignados. ¿Pero no ves que aquí no hay ningún coche de alquiler Avis? Y el otro en sus trece que por sus cojones dejaba el coche ahí. Y el resto diciéndole que si estaba loco. Y el otro enfurruñado llamando al Renton trainsponttingniano que nos había alquilado el coche en Vilna y poniéndolo como un zapato a las 4 de la mañana. Y nosotros espichorraos. Hasta que al final un alma caritativa puso algo de luz a ese misterio. Misterio para nosotros que en realidad veníamos de otro universo paralelo, no para el alma caritativa que ya estaba allí y no comprendía el porqué de nuestros desvelos y lamentos. Ocho meses ha costado pero al final hemos alcanzado la verdad. He aquí más pruebas que apoyan esta tesis.

Héctor acude a un gimasio tres veces por semana para intentar olvidar la casa Cuba de Vilna, lugar que le provocó esos graves desórdenes en su conducta la noche de autos. El joven navalés conocido por ser una persona de bien y de costumbres tradicionales en este universo paralelo es un moderno. De momento lo lleva bien. Sigue viendo letonas y lituanas por todos lados pero lo lleva bien. Ha vuelto a salir a correr y hasta levanta pesas. Es todo muy raro, sigue siendo del Atleti pero lo del pendiente... no me jodas. En este universo paralelo resulta que lleva pendiente. La crisis de los treinta dice. ¡Y un huevo!. Es el multiverso, el multiverso que da señales de que la realidad tal y como la conocíamos ha cambiado.

Toño. Yo a Toño desde aquellos acontecimientos lo he visto sólo una vez. Estaba extrañamente tranquilo y un poco más mayor. Hará como un par de meses de entonces. Tiempo más que suficiente para esconder el acento estonio y desenvolverse con cierta soltura en el idioma castellano. Como esa vez que nos vimos hace dos meses nos pusimos un poco piripis echando vinos y tapas no nos dimos cuenta de que seguro que trafucaba palabras pero estoy convencido de que nos bajamos de Tallin al Toño que no era. Nos bajamos al señor mayor de la gasolinera. Con el cansancio acumulado tras el viaje el tío pudo estar hablando en el avión todo el rato en estonio y nosotros ni enterarnos. Además iba sentado junto a Lemus y este bastante tenía con el incidente del parking. Seguramente oía a Toño hablar raro y pensó que hablaba en catalán. Otro Toño, donde quiera y cuando quiera que estés, t'estimem. ¡Torna! Te quedaste en Tallin para comerte aquel bocadillo de salchichas, ¿no? ¿Estaba bueno al menos?

Toño de Tallin

Lemus. Es la clave de la teoría. Ya se ha explicado largo y tendido los terribles efectos en su persona de ese desembarco a mala baba en un universo diferente en el que los aparcamientos de la casa de coches de alquiler Avis estaban cambiados de sitio. Toda una confabulación del universo para hacerle perder la chaveta en ese parking. De película de terror. Aparte, y por aportar algún otro dato, su amado ciclista Kudus. La temporada pasada un paquete, en esta siempre rondando las primeras posiciones. Desembarcamos en un universo en el que Kudus,es bueno, Trump es presidente de USA y Sagan se cae al suelo. Ahí lo dejo. ¿Quieren más pruebas?


Nacho. No se apuntó al viaje "supuestamente" pero lo vimos descender del avión en Vilna. Era él casi seguro. Serio candidato también a haber abierto la brecha del multiverso. En mayo dicen que marcha con Lemus al Canadá. Lo mismo nos cambian a otra dimensión esa pareja o acaban volviendo con el coche de alquiler de la casa Avis cruzando por el estrecho de Bering y la estepa siberiana. Mucho peligro.

Servidor. En el multiverso este acudo al mismo gimnasio que Héctor. De lunes a jueves. Yo, a un gimnasio. Yo que odiaba ese tipo de instalaciones. El otro día salí a correr y no me dolió el pie ni la rodilla ni nada. Del trabajo siguen ingresando lo mismo en la nómina, no se han vuelto locos pero lo otro es muy raro. Casi como lo del pendiente de Héctor, el señor mayor de la gasolinera de Tallin o lo de Kudus y Lemus dando vueltas como un trompichón por el parking del aeropuerto. Es una jodienda que Sagan se caiga y lo de Trump y que ya puestos no nos hayan subido la nómina pero por lo demás no se está tan mal en el multiverso este. Igual hasta se nos ha abierto el mundo. Lo mismo hasta dejamos al señor mayor estonio dando vueltas por Barcelona y no subimos a descambiarlo por el verdadero Toño. Ya veremos.

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