lunes, 26 de octubre de 2015

Al Tour de Francia hemos de ir

No me gusta octubre, por decirlo de una manera suave y sin hacer referencias escatológicas. Dando por sentado que el verano finaliza cuando se cierran las piscinas, todavía se puede decir que el mes de septiembre es un engaño para ir haciéndonos la idea de lo que nos queda por delante. Pero una vez entrados en octubre los días se acortan, el cuerpo se destempla, unos días hace frío y otros no, y tenemos bien presente que queda por delante un largo invierno y, lo que es peor, un otoño tristón. Y el cambio de hora para rematar la jugada.


Pero si algo bueno tiene este mes, además de que van apareciendo las setas (y no me refiero a las de Aranda) y de que pasear por la montaña es un espectáculo de colores es que cada cuatro años se celebra ese evento no suficientemente valorado como es el Mundial de Rugby, además de que en la tercera semana se desvela el recorrido del Tour de Francia. Y empieza la ilusión por que llegue el lejano mes de julio.





Alucinante. Así se puede definir el recorrido del Tour de Francia para 2016 al que se le pueden poner algunos peros que enseguida quedan sepultados por un hecho capital que no era habitual en los últimos años. Habrá sucesión de etapas pirenaicas cerca de casa, y serán en fin de semana. Señores Tuercepedales, frikis de las dos ruedas y aficionados en general, vayan preparándose porque en julio a Saint-Lary (o a Luchon, o a Vielha) hemos de ir a que nos resuelvan unas cuantas dudas.

¿La caravana volverá a ser la repanocha?

¿Habrá Cochonou? ¡Cochonou!
¿Será el último Tour que dispute Contador?
¿Valverde volverá a llorar como una magdalena?
¿Bardet aprovechará los numerosos descensos que tienen las etapas de montaña?
¿Decidirán algo las dos contrarrelojes individuales?
¿UK Postal Sky volverá a ser un equipo de robots medicalizados indestructibles?
¿Quien gane el Tour deberá ser de nuevo el mejor grimpeur?
¿Contemplaremos algún puerto tan bonito como los Lacets de Montvernier?

¿El descenso del Aspin camino de Lac de Payolle será de traca?
¿Movistar jugará a ganar de una puñetera vez y veremos a Nairo a tope de pagüer?
¿Acudirá Nibali después de ver el recorrido que le han preparado?
¿Se podía preparar un serrucho más bonito?
¿Sagan volverá a perseguir el Verde?
¿La etapa de Utah Beach será la apoteosis?


¿Saben la que les espera en el descenso de la Hourquette d'Ancizan?




Un Tour muy bien traído, donde tanto como escalar va a ser capital saber bajar. Donde los mulos que suben como llevados por una fuerza sobrenatural pueden ser derrotados por las hormiguitas que arañan tiempo en las carreteras ratoneras. Un Tour que va a pasar muy cerca de casa. Y donde es obligatorio asistir al menos uno de los días a disfrutar. ¡Y no se tolerará un no por respuesta!


martes, 6 de octubre de 2015

Peripecias por Guara 2015

Demare, Arnaud: 1. Ciclista profesional francés que milita en el equipo galo La Française de Jeux; 2. hacer un (demaré), en carrera verse en la perentoria obligación de detener la marcha para realizar aguas mayores ya sea en una autocaravana apostada en la cuneta de la carretera o en cualquier otro lugar habilitado a tal efecto como pueden ser inodoros de bares, posadas o llegado el caso más extremo y desolador, a la intemperie; Ej: Jesusito bajaba el puerto de San Caprasio cuando se sintió tan indispuesto que tuvo que parar en unos barzales y hacer un demaré.

Vanmarcke, Sep: 1. Ciclista profesional belga que milita en el equipo neerlandés Lotto Jumbo; 2. Muchacha guapa y de gráciles formas y elegancia en el vestir que recibe tal sobrenombre en honor al elegante pedaleo del clasicómano belga; 3. hacer un (vanmarcke), sujeto que circula en solitario en una carrera haciendo esfuerzos por coger al grupo que le aventaja para una vez alcanzado perderlo de nuevo volviendo a iniciar la persecución, terminando las sucesivas persecuciones debido a avería mecánica y/o accidente y/o desfondamiento físico del interfecto; Ej: Wilco Kelderman, tras perseguir al grupo de cabeza durante veinte kilómetros y alcanzarlo, se salió por la margen de la carretera acabando tirando en un sembrado haciendo un vanmarcke en toda regla.

No, no se han equivocado. El post ha de versar acerca de las experiencias acaecidas en la Trail de Guara 2015 y sirvan estas dos acepciones de lo que significa hacer un vanmarcke y un demaré para ilustrar lo que más adelante se explicará.



Sábado, 3 de octubre. Alquézar, 9:00 de la mañana

Ahí estamos en la plaza de uno de los pueblos más bonitos de España y uno de los más metidos en obras también. Como dice mi hermano Jesús a cuenta de uno de los comentarios de Perico retransmitiendo el Tour, cuando dejen de estar en  obras Alquézar será como Francia, estará terminado. Mucha gente conocida y muchos amigos y una interesante mezcla de veteranos y noveles. A los clásicos como el Gurú, el Orni, los ferranqueros, las hermanas Albar, Pako... se unen nuevas incorporaciones como Pueyo petit, Calderas, Magda...

Nos queda por delante un día con diferentes objetivos. Así a bote pronto entre los más cercanos: Jesús, dar una vuelta y en el km 14 volverse a casa para atender las obligaciones familiares; Lemus, rebajar el tiempo del año pasado; Morcate y Magda debutar en la carrera y disfrutarla; el Enano terminar y no penar como el año pasado; mi hermano Jose y el sr Ornitorrinco hacer podio en la categoria de abueletes superpropulsados con más de cincuenta primaveras; y yo... yo no sé todavía a qué he subido.

Me he clavado un verano difícil de definir. Aquejado por mis hipocondrias estacionales he estado mes y medio con dolores de tripas y malestar generalizado que unidos a las altas temperaturas desde junio hasta agosto han motivado una vagancia extrema tan sólo quebrada por algunas caminatas por la montaña y alguna que otra pedaleada. En general muy poca cosa y a un ritmo demasiado calmo incluso para mí.

No sé si optar por la prudencia y dedicarme a acompañar a Magda y al Enano, o aventurarme a intentar seguir a los jabalís de Morcate y Lemus, auténticos trotones para mis posibilidades. Así es que decido no decidir nada y que sea la carrera la que me lleve donde tenga que ser.

El caso es que aparte de los ligeros nervios que atenazan las piernas siento una leve opresión en el bajo vientre. Lo que vienen siendo ganas de ir al baño, aunque de manera inconsciente decido no hacer caso a la llamada de la selva. Ya se pasará. Como si el aparato excretor fuera a compostar lo que lleva allí dentro al igual que una planta de biomasa y esa energía se fuera a redistribuir por todos los músculos. Sí, ya... Aún no hemos salido y no tengo más que una serie de decisiones por la cabeza, la primera la he postergado, la segunda y no menos importante he optado por una medida drástica. La estoy cagando y nunca mejor dicho, aunque no adelantemos acontecimientos.

Suena la musiqueta del Último Mohicano, dan el codetazo de salida y salimos corriendo por la plaza desde las últimas posiciones del pelotón. Saludos al personal allí presente, al señor alcalde, a los medios locales. Todo es gozo y alegría, ya llegará el sufrir y el rechinar de dientes, los calambres y los chemecos pero ahora todos hacemos como si lo que se cierne sobre nuestras cabezas, tan seguro como que dos y dos son cuatro, no fuera a ocurrir en absoluto.


Bajamos a Villacantal a un ritmo más moderado que el año pasado. Lemus, en labores de zapador tendiendo puentes entre grupo y grupo siguiendo unos criterios muy definidos, encabeza la expedición. Morcate, Jesús y yo le seguimos. Magda y el Enano van un poco más retrasados aunque podemos escucharles. Los gritos de la gente se suceden al llegar al puente, gritos y algarabía... ya llevaremos veinte km en las patas y se nos pasará la emoción, ya.

Ascendemos el barranco de Lumos y es ahí donde empezamos a perder contacto con Magda y el Enano. Lemus sigue en su labor de perro trufero buscando acomodo en aquellos grupos y ritmos que mejor se tercian para nuestros propósitos y el caso es que me encuentro bien. Decido que voy a tirar para delante. Si las piernas me ponen en mi sitio por detrás vendrá un excelente colchón con el que transitar más despacio. 

Llegamos a las inmediaciones del puerto de San Caprasio, este año acompañando a Jesús. Recuerda que fue allí donde cierta mañana de hace año y medio me convertí en "el chico de la curva" arrollando con mi bici a un coche que subía en dirección contraria. Todos nos reímos, ahora, del acontecimiento y volvemos a coincidir en la puñetera suerte que tuve aquel jodido día. Para hacer honor al lugar resbalo en una de las bajadas y tengo que poner mano a tierra sin consecuencias, al contrario que una pobre moza que camina hacia Asque con un bollo en la cabeza bastante considerable y que va camino de la retirada.

Primer control de paso y primer avituallamiento, Asque
Año 2014, 1:21:37
Año 2015, 1:21:04

Lemus Zapador está clavando el ritmo del año pasado, cuadriculadamente calcado. Qué tío.

Me quito la camiseta de manga larga y mientras sigo caminando devoro la primera barrita del día. Estos siguen corriendo hacia delante pero a mí no me da el fuelle para correr y comer al mismo tiempo así es que les pido (o les grito y les exijo, a veces soy así, perdón) que tiren. Terminada la barrita y una vez soy alcanzado por dos guapas francesetas me decido a continuar corriendo y hacer el primer vanmarcke del día.

En labores de persecución enlazo con las francesetas, con Miky el cual va en labores de acompañante a un ritmo más sosegado a los que acostumbra y por último al trío liderado por Lemus Zapador. El esfuerzo es inútil ya que nos aproximamos al descenso hacia el puente donde poco a poco vuelvo a perder contacto. La brecha se agranda con la subida hacia Alquézar y cuando comienza el tramo de pasarelas ya los pierdo de vista.


A diferencia del año pasado completo el tramo en solitario tan sólo acompañado por algunos turistas que transitan paseando pero con los que por fortuna no me cruzo en los tramos estrechos. Salgo a la subida de escaleras y haciendo el segundo vanmarcke del día alcanzo visualmente al trío encabezado por Lemus Zapador. Qué máquina, el tío sigue de manera persistente el ritmo de una buena grupeta.

A mitad de tramo de escaleras los alcanzo, a mi ritmo de motor Perkins, pero los alcanzo. Por ahí resopla también Juan Policeman. Joder, como el año pasado. Mismo tiempo de paso en Asque que el año pasado, mismo tapón en las escaleras a Alquézar. Esto empieza a parecer el día de la Marmota y sólo falta Bill Murray metiendo el morro en la escena. Llegamos a la plaza del pueblo entre vítores y gritos de ánimo de la muchachada a su profesor favorito, esto es, mi hermano Jesús. ¡Vamos, Pitera!

Segundo control de paso, Alquézar.
Parcial 2014: 56:33; Acumulado: 2:18:10
Parcial 2015: 52:57; Acumulado: 2:14:01

Bueeeno. Cuatro minutos menos respecto al año pasado. Toca reponer líquidos y sólidos en el avituallamiento y a pesar de llevar un agujero en la tripa me dedico a despachar un botellín de powerade azul (pichadetes de pitufina) y no como nada. No sé, incomprensible. Creo que me despisté cuando Jesús comentó que a lo mejor continuaba y que llamaba a la jefa para pedir consentimiento, aunque no es excusa tampoco. En los avituallamientos de las marchas cicloturistas me hago mucho más fuerte y de ahí no me mueve ni Dios hasta que la tripa no está llena pero los avituallamientos de las Trail me dan una sensación de prisa y nerviosismo que descoloca y provoca estos sindioses.

Para más inri no lleno la bolsa camelbak y parto hacia Quizans con la exorbitante cantidad de un (1, uno) puto litro de agua. Entiendo que para metabolismos mucho más eficientes esta cantidad de líquido es más que suficiente para acometer una etapa del Maraton de Sables pero el motor Perkins que regento necesita frecuente refrigeración. Jesús recibe autorización para continuar (un rato) y vamos ascendiendo las rampas del pueblo mientras cayendo en la cuenta de no haber comido nada en el avituallamiento voy zampando medio bocadillo de jamón de los que llevo en la mochila.

"No sé cómo puedes comer en subida" dice Jesús. Pues porque soy gilipollas y no he comido cuando tenía que comer, así de fácil y sencillo. Saliendo del pueblo comienza la senda a Basacol, momento de sacar a jugar a los bastones y en el que Jesús aprovecha para ir a alcanzar a Morcate y Lemus Zapador. Vuelvo a estar solo. Tercer momento vanmarcke del día.

Por el camino que discurre junto a una canal alcanzo a Juan, a un grupo de zagales y zagalas que vociferan y a los que paso en cuanto hay ocasión y llegando a las pasarelas atisbo al grupo de los perros truferos olisqueando una nueva presa. Justo cuando empiezan las escaleras hacia las balsas. Allí yace una muchacha con tirones en los cuadriceps y aunque nadie lo dice todos pensamos que lo mejor que puede hacer es darse media vuelta y marchar a Alquézar. Lemus le da un magnesio y proseguimos, suerte.

Llegados a Basacol decido zamparme mi ración de magnesio. En el intervalo entre parar, tomar el magnesio y beber un poco pierdo otra vez al grupo. Se oyen gritos entre los árboles llamándome. Ya voy, ya voy... ostras, cuando me doy cuenta uno de los botellines ha decidido abandonar la carrera, vete a saber dónde. Es el km 18 más o menos, quedan 8 hasta Viña y llevo medio (0,5) litro de agua escaso. Es la una del mediodía y dos buenas subidas por delante. No me acuerdo si en Quizans repartían agua, en todo caso siempre podré mendigar. Vaya mierda.

Alcanzo al grupo en el cuarto vanmarcke del día haciendo cada vez más honor a la idiosincrasia del personaje que da nombre a tal acción. Jesús empieza a dar muestras de flaqueza por culpa de un escozor que le provoca la malla, como tampoco pensaba llegar mucho más adelante decide dar media vuelta y emprender la marcha a casa. Ha sido una buena compañía, queda algo más de media carrera y Lemus Zapador continúa con su labor de guía.

Alcanzamos a César Calderas quien va con los cuatro intermitentes enchufados aunque avanzando. Como es un hombre curtido en mil batallas lo dejamos a su ritmo después de ofrecerle seguir el rebufo y declinar amablemente por no poder hacer tiradas de más de dos minutos sin parar a respirar. Coronamos Quizáns y no hay agua, bueno, a lo mejor hay abajo.

Tercer control de paso, Quizáns.
Parcial 2014: 1:11:07; Acumulado: 3:29:17
Parcial 2015: 1:06:47; Acumulado: 3:20:48

Seguimos rebajando el tiempo. No sé a dónde llevará todo esto pero en todo caso para reducir ritmo siempre habrá tiempo. Comenzamos el técnico descenso y una vez más se van y los cojo en el llano donde el desvío de camino. Donde pensaba que igual había agua. Quedan 6 km hasta el agua, una matraca de la buena y vuelve a tocar decidir. Me quedo con los zapadores o me quedo ya de una puñetera vez a mi ritmo. Si sigo con ellos me reventarán seguro y por mucho que lleven agua lo mismo me dará, si me quedo... si  me quedo voy seco pero voy a mi ritmo y así llegaré a Viña en condiciones. Más o menos. Aquí dos y dos ya no son cuatro. Aquí es como cuando tras llevar una semana en clase de Álgebra comprendiendo todo de repente la segunda semana ya no se comprende nada.  

Lemus Zapador mira hacia atrás y pregunta qué tal vamos Morcate y yo. Le grito que marche, en realidad se lo estoy pidiendo, se lo estoy implorando pero tras todo ese rato caminando en lugar de salir un "por favor, adelantaos si lo consideráis oportuno" sale un "cagonlaputadeoros, marchar para delante ya, que vais con mejores piernas". Así es que voy aflojando el ritmo y en la primera curva en la que ya no me ven paro a comer una barrita, beber un poco y cambiar el agua al canario.

Camino, corro un poco, vuelvo a caminar. Ya no voy haciendo un vanmarcke, una calamidad de ciclista con, por otra parte, una elegancia descomunal en su pedaleo cualidad esta última que no atesoro ni en el pedaleo ni el caminar. Voy derechito a hacer un demaré aunque todavía no lo sé. Cada vez que toca un repecho cara arriba se remueve algo en el vientre pero pienso que ya se pasará, qué iluso. Correteo hacia el barranco y el rampote hacia los últimos kilómetros de Viña dicta sentencia.

Me encuentro a Chicote quien va más apajarao que yo y pensando en la retirada, necesitas algo, no gracias, lo adelanto, suerte y ánimo. Menos mal que no pide agua porque entonces el chiste hubiera sido bueno... Avanzo pero en la tripa comienzo a llevar un agujero que sube y baja hacia la garganta. No sé si tengo hambre o ganas de vomitar. La cara está llena de sal pero la ermita de Viña se ve ya cerca. Mal que bien consigo llegar soñando con botellas azules de powerade en las que ahogar mis penas.

Cuarto control de paso, Viña.
Parcial 2014: 1:27:31; Acumulado: 4:56:48
Parcial 2015: 1:21:02; Acumulado: 4:41:50

Voy un cuarto de hora por delante del año pasado. Pero no hay powerade azul, a cambio hay unos bidones de agua con polvos diluidos que hacen la función de bebida isotónica. El sabor y la textura granulosa parecida a la papilla me hacen pensar que han echado el magnesio ahí y se han quedado tan panchos. No sé, quizá el calor me hace medio delirar. El pan con jamón del puesto lo devoran unas abejetas y el nutrido grupo de corredores que se juntan de la corta y de la larga e, insisto, hay una sensación de prisa y desasosiego por parte de algunos que me pone de los nervios.

Miro el teléfono, tengo dos llamadas perdidas del Enano. Me dice que transitan a tres kilómetros y que van bien, mucho mejor que el año pasado así es que le digo que tiro para meta.

Allí en Viña he alcanzado a Lemus y Morcate pero les digo que por favor marchen que voy a echar un rato un poco largo. Lleno media bolsa de la mochila con agua, y el botellín con el simulacro de isotónica, antes de probarla y comprobar que me revuelve las tripas, y como uno de mis medios bocadillos de jamón. Creo que también una barrita. Para ejecutar la operación de llenado de la bolsa tardo una eternidad, no encuentro el cierre que yo mismo he dejado puesto en la mochila. Llega Chicote, come y bebe, se recupera y continúa. Esparzo el contenido de la mochila por el suelo sin encontrar el cierre de la bolsa de agua. Tras tres minutos haciendo el canelo caigo en la cuenta de que el cierre está enganchado a la mochila. Llevo un melocotón de cuidado.

Como el avituallamiento me está poniendo de los nervios con ese trasiego de gente que va y viene, corredores que vienen de la larga y no encuentran el cartel indicador para continuar ya que el viento lo ha derribado y no saben por donde continuar, en definitiva, un pequeño caos que hay allí montado, decido arramblar dos trozos de fuet y dos gominolas de cocacola y seguir comiendo mientras camino. La alimentación está siendo escasa pero es que el estómago está reblandeciéndose por momentos.

Corro un rato hasta alcanzar la bajada más revirada. Otra vez mal cuerpo acrecentado cada vez que toca algún repecho. Voy oteando algún foricachón donde parar a hacer de vientre, a hacer un demaré. Cada vez se acrecienta más la sensación de que la cosa va a terminar así, como debería haber comenzado antes de tomar la salida. Llego al barranco y remontó no con pocos esfuerzos hasta la pista que conduce a Radiquero, momento en el que soy retratado por el sr Monrasín.


Terreno pisado y sin piedras, ancho, pendiente la justa e ideal para trotar. Y la sensación de ir por una autopista de tres carriles con un seiscientos con el motor reventado. De poder circular a 140 km/h y no saber pasar de 60. Corro, camino, corro y vuelvo a parar. Retortijones de tripas y Radiquero ya se acerca. Dicen que en la plaza hay cerveza pero una necesidad acuciante me lleva a renunciar a ella. En llegar al pueblo voy directo al bar previa conversación con uno de los parroquianos que ve el paso de la carrera en la puerta.

- Vamos, ánimo, que ya te queda poco
- Gracias. Esto es el bar del pueblo, ¿verdad?
- Sí, uno de ellos. Pero allá más adelante a cincuenta metros tienes el avituallamiento...
- Sí, ya, si ya lo sé. Pero es que tengo que hacer uso del baño del establecimiento
- :))) Ah, bueno, ya veo. Pues en ese caso pasa para dentro que ya te guardo la mochila y los bastones y ventilas el asunto más tranquilo.

Y para allá que entro no sin antes despojarme de la gorra y pedir un aquarius a la camarera. Que una cosa es entrar a un establecimiento sudando y pudiendo como un cochín y otra no despojarse de la gorra en el interior como si fuera un moderno e intentar hacer uso de la instalación por la cara como si fuera un cuatrero. Eso no. Y menos en Radiquero.

Una vez dejado el fax en la oficina postal me bebo el aquarius en dos tragos, pago y salgo fuera a dar las gracias al buen hombre que ha custodiado mis pertenencias mientras penaba en el interior.

Prosigo al avituallamiento, relleno la bolsa como si quedaran veinte kilómetros en lugar de cinco y me enchufo buen tamborinazo de powerade azul. Creo que me lo he ganado tras despachar el fax y hacer un demaré de época y aunque debería comer algo para afrontar San Pelegrín el cuerpo ya sólo pide líquido y terminar ese sindiós de una vez. Atrás queda la barra con cerveza, la paella... Manolo de Radiquero se queda mirando extrañado de que no me aprete una cerveza (o dos) pero es que de hacerlo hay serio riesgo de padecer un calvario en la última subida en forma de vomitinas y otras lindezas del aparato digestivo. Otro año será, un año en el que no se caigan los botellines de agua, en el que las bolsas de la mochila vayan llenas, en uno en el que en Viña haya pichadetes de pitufina y no papilla de magnesio... otro año.

Quinto control de paso, Radiquero.
Parcial 2014: 1:44:47; Acumulado: 6:41:35
Parcial 2015: 1:18:17; Acumulado: 6:00:07

Tramo hecho 26 minutos más rápido que el año pasado. Teniendo en cuenta que en 2014 esperé más de un cuarto de hora al Enano en Viña para bajar juntos y que él iba muy acalambrado... pues he bajado de aquellas maneras. Pero claro, también he perdido un cuarto de hora este año conversando con el señor Roca... Las ovejas que entran por las que salen, he bajado que es lo que cuenta.

Ahora toca coger los bastones, bajar la cabeza y subir San Pelegrín como si fuera el Tourmalet. Engancho una zagala allá a lo lejos y fijo la mirada en ella. Para ser exactos en su culo, de estas situaciones hay que salir como sea y esta es una tan válida como otra cualquiera. Entre chemecos, soplidos y reniegos voy subiendo por esa ancha pista por la que en lugar de tierra veo unas galerías, ahora La Mongie, ahora otras galerías. No estoy en San Pelegrín, estoy en el jodido Tourmalet resoplando como una cosa mala, siguiendo a la pobre zagala que es lo único que me va anclando a la realidad.

En un tramo casi la sobrepaso, pero entonces paro a beber y le dejo otra vez margen y vuelvo a empezar la persecución. Las últimas rampas al 10%, las curvas con las pintadas de Trebujena, la estatua del ciclista en la cima, el monumento a Desgrange. Tourmalet coronado, o San Pelegrín, o lo que sea. Ahora sí, ahora ya sólo queda bajar y disfrutar. Ahora sí. No cuando Lemus Zapador en el km 18 ha soltado tan gloriosa frase subiendo a Quizáns "ahora coronamos y ya el resto es bajada y a disfrutar". La madre que lo trajo...

Guardo los palos y corro, y las piernas dan. Hay que parar a quitar una china de la zapatilla pero no importa. Correr y caminar cuando la senda se estrecha y se llena de piedras. Ya se ve la colegiata, las piscinas, entro en las calles, correr cuesta abajo. Gritos de ánimo, gente conocida, ya no duelen las piernas, ni la tripa ni nada. Doblo la última esquina y enfilo meta.

Mi hermano Jose y el sr Ornitorrinco están comiendo en una de las terrazas después de hacer podio de su categoria. Me hacen la ola, ni me entero. Veo un túnel de gente pero no oigo, veo a Romané, a Lemus Zapador que al final ha pinchado y a Morcate que ha llegado un poco antes que él. En torno a las 6:30 ambos. Les choco la mano y ya sólo queda meta. Entro corriendo, con las piernas casi más ligeras que cuando salí. Para completar la trail en 6:50. Una hora menos que el año pasado. Pasando alguna penuria y dedicando un rato a despachar un fax en la oficina postal de Radiquero pero una hora menos. Si no llega a ser por esa parada aún cogía a los zapadores, hubiera estado gracioso.


Por suerte al llegar, con la cara impregnada de sal, el estómago se vuelve a abrir. La conversación con el resto de participantes, las cervezas, la ducha y los macarrones ayudan a restablecer la normalidad en el organismo. Magda llega en 7:50, el Enano diez minutos más tarde. Contentos y sin sufrir en exceso. No así otros amigos que han ido con calambres más de media carrera. Pero ahí estamos todos, en meta sanos y salvos.

Habrá gente que se preguntará si es necesario pasar por todo este berenjenal durante siete horas, arrastrando el culo por la sierra de Guara. Es más, se preguntarán si todo esto que se ha narrado es disfrutar o más bien un sufrimiento innecesario. No sé, debemos estar un poco locos porque ya estamos pensando en la del año que viene.


Notas mentales para el año que viene.

1. Presentarse en línea de salida con la bandeja de salida de faxes, mails y correos totalmente descargada. Si fuera necesario despachar los mensajes imprevistos durante la media hora previa a comenzar el evento. Después resultará mucho más engorroso.

2. La bolsa de agua de la camelbak es para llenarla. Un litro y medio de agua pesa pero todavía pesa más el melocotón generado por la deficiente ingesta de líquido.

3. Los botellines de agua tienden a saltar del barco cuando la situación es desesperada. Aplíquese el punto 2, se corre más tranquilo.

4. Dos más dos son cuatro hasta el kilómetro 14 más o menos. Después el powerade azul que uno anhela en el avituallamiento se convierte en isostar de polvos o cosas por el estilo. Llevar aquarius en uno de los botellines para evitar tales eventualidades.

5. Al entrar en la recta de meta otear dónde está la gente conocida. Parar si es preciso a devolver los aplausos. A todos los que estabais en esa recta, enviando wasaps e incluso en casa frente a la pantalla del ordenador viendo la llegada en directo: ¡GRACIAS!

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