domingo, 21 de junio de 2015

La Treparriscos 2015

Nota mental a tener en cuenta el año que viene: coger ropa de abrigo para el rato que transcurre entre la llegada a Sabiñánigo y la salida de la marcha. Porque por mucho que sea 20 de junio a las 6 de la mañana en la capital del Serrablo hace frío. No fresquete, no. Hace frío. Por más que te hayan explicado que allá arriba sólo tienen dos estaciones, el Invierno y la del tren, cometí la patochada de salir de casa a las 4:30 de la mañana en manga corta y bermudas.

Para cuando llegamos a Sabiñánigo el sol todavía no había salido a jugar y hacía un frío de mil pares de cojones. David y César, un cordobés residente en el Barranqué, abrigadetes con forro o al menos sudadera. Jesús se acuerda muy bien de los años que vivimos allá arriba mientras nuestro padre trabajaba en Sabi así es que instintivamente lleva un buen chaleco. Como yo era un mierda crío cuando bajamos al Barranqué y no me acuerdo de aquellos fríos veraniegos voy todo flamenco en manga corta.

De camino a buscar el dorsal todo el mundo va abrigado hasta con tabardos y chambergos a excepción de los voluntarios autóctonos de Invernalia que también van a pelo. Joder, yo también nací allá arriba pero me falta el gen serrablés de esos zagaletes, voy a morir congelado. Por suerte entramos un rato a una panadería a zampar unas palmeras y el rato de hacer cola entramos en calor. Pero cuando nos levantamos de la mesa que está en la calle aún no ha salido el sol y sigue haciendo frío.

David y César como se van a la Quebrantahuesos van tirando a cambiarse mientras con Jesús vamos al coche chino chano. Total si nos vamos a congelar que nos pille relajados... De camino vemos a algunos barbastros entre ellos a los señores Bestué y Ornitorrinco que bien abrigadetes van zampando un donuts de camino a buscar el dorsal. Cruzamos el pelotón que ya se encuentra tras la línea de salida y cuyos primeros integrantes llevan esperando desde las 6 de la mañana y mientras nos cambiamos en el coche llega el señor Abizanda y diversos personajes que nos piden hacer uso de la bomba de aire.

Entre ellos un Nairo Quintana en potencia que de la pura cara de susto que lleva porque tiene las ruedas sin presión le ayudamos a inflarlas con tan mala, o buena, suerte de que una de las válvulas revienta en el acto. Mejor allí que en plena marcha. Cambio de cámara y como le vuelve a entrar el temor por ir sin ninguna de recambio le damos una de las nuestras. Así cuando algún día lo veamos en el Tour siempre podremos decir que a Marcelo Patricio le dejamos una cámara en la QH.

Mientras dan el codetazo de salida a la QH nos dirigimos a la zona de salida de la Treparriscos en la que se advierte un ambiente muy diferente al que hay doscientos metros más allá. Aparte de que el sol ya levanta y el riesgo de congelación ha remitido lo cual da lugar a las bromas. Así como en la QH se ve demasiado "profesional" el pelotón de la Trepa lo conformamos un interesante "batallón de los torpes". Bicicletas de todos los pelajes, de montaña y carretera, con alforjas, gente con mochilas y con buenas curvas de la felicidad así como muchas zagaletas. En definitiva mucha gente que venimos a pasar la mañana para dar una vuelta sin sufrir en exceso.


Aparece un amiguete de Abi con el que rodamos los primeros kilómetros y con el que contamos hacer la marcha entera pero que por desgracia en la primera subida de la carretera de Latas rompe la cadena. De lo malo le ocurre el percance subiendo a poca velocidad y a dos km de la salida y todo queda en tener que darse media vuelta hacia casa. El resto continuamos la marcha por esa revirada y divertida carretera que discurre por Larrede, Orós Bajo y Orós Alto hasta desembocar en Biescas. Las vistas son preciosas y sólo hay que poner un pero.


Todo lo que tiene de bonita la carretera lo tiene de estrecha y descarnada por algunos momentos. En las innumerables bajadas a veces hay que rectificar trazada a causa de los baches y eso metido en un pelotón que no termina de estirarse acojona un poquito aunque por suerte llegamos a Biescas sanos y salvos después de echar la primera pichada del día.

Comentar que aparte del paisaje el recorrido está plagado de gente animando como no había visto en ninguna otra marcha. Pertrechados de pancartas, banderas y muchos cencerros montan una escandalera de cuidado. Gente autóctona del lugar y también muchos vascos que se van allí a pasar el día. Mucha criallería viendo la prueba y haciendo afición y a los que alentamos para que griten y montar aún más escandalera.

Al llegar a Biescas como buenos tuercepedales paramos a recibir los alimentos que con tanto cariño y esmero han preparado las gentes del lugar. Los zagaletes salen del puesto a repartir las viandas y las botellas de powerade azul. ¡Aquí también tienen pichaos de pitufo, a por ellos! Cae un bocadillete y unos filipinos bañados en su propio chocolate y una botella de orín pitufo mientras una zagaleta voluntaria se estozola contra la mesa del agua. Pero como es montañesa no se hace daño, o no lo dice, y sigue ahí repartiendo como si no hubiera mañana.

Cambiamos de carretera para abandonar el valle de Tena y cruzar hacia el Sobrarbe a través del puerto de Cotefablo. Las vistas siguen siendo espectaculares lo que unido a los suaves porcentajes iniciales nos llevan a pedalear con alegría aunque al llegar a Gavín la cosa comienza a complicarse. Pasado el túnel, sin luz y en el que como haya algún obstáculo en el suelo te puedes meter una nata de cuidado, comienza una serie de sube bajas con pendientes discontinuas que no me sientan nada bien y dejo marchar a Jesús, Abi y un mozo ataviado del Reynolds hacia delante porque no cojo el ritmo. Y además vuelvo a tener ganas de mear.

Rara vez necesito orinar cuando voy en bici y dicen que bebo poca agua mientras pedaleo. Parece como si almacenara el agua antes de salir de casa igual que un camello o un dromedario y al regresar repostase lo gastado al sudar pero aparte de eso, lo de mear muy rara vez. Y en escasos 30 km ya es la segunda meada que puede caer, la única explicación que encuentro es que he cogido frío por la mañana y la vejiga se ha quedado encogida. El caso es que llego al tramo duro del puerto y entre que me fastidia parar en una de esas rampas y que hay bastante gente animando no encuentro el lugar donde evacuar aguas menores.

Un grupo de mozos y mozas están ahí de cachondeo animando con una bota de vino dispuesta para quien quiera beber. Me entra la risa por no llorar, si ya me estoy pichando como le eche un tiento a la bota eso puede ser escandaloso, luego me entero de que Jesús sí que ha parado a echar un trago. Tras tres kilómetros a cerca del 8% coronamos y pasamos otro túnel para llegar al avituallamiento y desde el que se aprecia un muy bonito descenso.

Tras orinar y repostar la correspondiente dosis de powerade azul nos vamos hacia Broto en la bajada de puerto más chula que recuerdo. La carretera está impecable y serpentea con algunas curvas de paellera que dejan ver los tramos inferiores con más cicloturistas bajando hacia el valle donde aguarda Broto encajonado entre las montañas. Y entre medias más pueblecicos como Fragen o Linás donde la gente aplaude y agita los cencerros al paso.

Pasado Broto esperan Jesús y Abi charrando con los comisarios UCI del lugar intercambiando sabiduría popular e imperecedera y cuando llego continuamos la marcha hacia Fiscal. Poco después de salir del pueblo alcanzamos un grupo de barranquistas que se dirigen caminando en fila india por la carretera al barranco del Furco según nos aseguran cuando les preguntamos si van allí. Alguno dice que ahora mismo nos cambiaba la bici por el barranco... ¡Ay zagal, viendo la moza en bikini que llevas delante pronto haríamos trato! así es que para no hacernos daño continuamos cara a Fiscal guardando en el recuerdo el dulce contoneo de caderas de la guapa barranquista.

El tramo hacia Fiscal transcurre por una carretera quebrada pero en excelente estado y donde no pega el sol y hace hasta fresco. En Planduviar comenta Abi que alguno de Sabiñánigo se había planteado la posibilidad de plantar en los Llanos un tenderete para hacer brasada. Si para el año que viene prospera la idea no duden que pararemos a hacer aprecio.  

En Fiscal nuevo avituallamiento frente al Jabalí Blanco justo antes de comenzar la subida que nos devolverá al Serrablo. Nueva demostración de buen hacer de las gentes del lugar ofreciendo bebida y comida y tras hacer buen acopio de fuerzas acometemos la última dificultad seria del día que curiosamente no está catalogada ni como puerto ni nada. No ya sólo por la red de carreteras del Estado sino tampoco por la propia marcha cicloturista.

No estaría de más poner en lo alto un cartel, un monolito, o cuanto menos tipificarlo como tal en el perfil de la Treparriscos. Puerto del túnel de Petralba o Puerto de Petralba o Puerto de la Zagala que iba al barranco del Furco o un algo por el estilo. Que más de tres kilómetros al 8% y otros tantos a porcentajes más sosegados pero en claro ascenso en mi pueblo se llama "puerto de montaña".

Abi marcha por delante a su ritmo y Jesús va completando su particular calvario enumerando en cuenta regresiva cada cien metros lo que resta de tramo al 8%. No se hace tan duro el porcentaje como el que al ser una vía de nueva construcción la tramada es recta y sin gracia, sin ninguna curva que engañe a la mente y en la que no se ve jamás el final. Pero el final siempre llega y este no es otro que el túnel de Petralba en el que durante casi 3 km se rueda con bastante fresco y en continuo ascenso en una interminable recta que al final se acaba pero que se hace larga y pestosa de cojones.

Desde allí pronunciado descenso hacia Yebra de Basa con las tripas reguleras y Abi esmelicado ante tal circunstancia y debido a la conversación mantenida que por decoro y respeto a los sufridos lectores de esta suerte de blog no voy a reproducir. Y al final llaneo con el viento de cara durante los últimos diez kilómetros en los que Jesús agarra una grupeta por delante mientras Abi y yo nos dedicamos a llevar a rueda a dos gallegos que nos agradecen el trabajo hecho al llegar a Sabiñánigo.

La entrada al pueblo es espectacular con un montón de gente echada a la calle para animar al paso del pelotón. Como si fueran Fiestas. Y al final llegamos a meta en algo menos de 4 h 30'  pocos minutos antes de que lo hagan los primeros de la QH. Tras una ducha la merecida comida en la carpa dispuesta a tal efecto en la zona de meta. Buena fideuá con ternasco teniendo en cuenta que cocinar para más de diez mil personas no permite hacer florituras.

Como Jesús tiene que marchar a casa a cumplir con sus deberes paternos nos quedamos Abi y yo mano a mano echando cervezas y dando vueltas por la espectacular feria del corredor y que no se parece a nada de lo visto hasta la fecha. En todo caso la de Behobia pero esta de Sabi está mejor montada y con más puestos. Mientras esperamos la llegada de David y César seguimos echando cervezas y charrando con la gente que encontramos por la carpa, entre ellos una pareja de elgoibartarras que también han hecho la Treparriscos y con los que comentamos el peligroso devenir del mundo de la bici y del caminarcorrer. 

El cómo desde que el correr se llama running y los ciclistas son bikers esto se va a la puta mierda. Y nos cuentan cómo se han prostituido las marchas domingueras por las montañas de su pueblo, las de toda la vida de los abuelos, y que la gente se toma como entrenamiento saliendo a correrlas y vacilando de marcas. Y rajando con la retranca que gastan por esas tierras de esa filosofía de vida que tanto ellos como nosotros no compartimos. David da señales de vida así es que alegres nos despedimos con un apretón de manos comprobando que no somos los únicos en este mundo de carreretas y lifaras y que no todo está perdido. Pequeños grupúsculos de galos tuercepedales resistimos al invasor romano biker-runner.

Otra vuelta por la feria con capazos y charradas varias y al final después de un largo día a las 7 de la tarde regreso a casa. Con David y César contentos por haber llegado a meta en unos tiempos muy dignos y sin ningún percance y sin haber podido ver al resto de Tuercepedales que participaban en la QH al ser una prueba tan mastodóntica y en la que no hace más que pasar gente por la línea de meta en un chorro continuo desde las dos de la tarde. Luego sabremos que Juanlu y Pablo llegaron a su ritmo diesel, cansados pero contentos, mientras dábamos vueltas por la feria. 

Un muy buen día con muchas risas, a ver si al año que viene la expedición es algo más numerosa, me abrigo por la mañana, en Planduviar dan brasada y en Broto nos volvemos a encontrar con la zagala que iba al barranco del Furco. Por pedir que no quede.


lunes, 15 de junio de 2015

El 5000 de San Ramón

Hace 25 años en el atletismo se consideraba la prueba de los 5000 m como una prueba de fondo y larga distancia. Ni qué decir tiene del 10000 m o del Maratón, distancias que estaban destinadas a los fondistas más reputados por un lado y a los que se habían pasado de vueltas por el otro. Lo de pasarse de vueltas en el sentido literal y en el figurado ya que no olvidemos que para disputar un 10000 m en unas pistas de atletismo, de esas que había en nuestro pueblo hace tanto tiempo que la gente ya se olvida de que el atletismo es mucho más que correr, hay que dar 25 vueltas. Que se dice pronto.


Pues eso, el 5000 era aquella prueba a medio camino donde se citaba lo mejorcito del fondo y el mediofondo y donde se recuerda alguna batalla memorable entre Bekele y El Guerrouj. Ahora el 5000 se ha convertido en 5K y es la mitad del 10K, distancia que para mucha gente es un paseo de cuarenta minutos escasos, por lo que presentarse en la línea de salida y anunciar a la gente que vas a participar en la distancia de los 5000 metros y que tu objetivo es acabar tranquilo en media hora provoca miradas de profundo asombro. Da igual que les digas que no corres desde marzo, que te has dedicado todos estos meses a salir en bicicleta (¿en biciqué? eso es para flojos) o que el miércoles haciendo un entreno de tres cuartos de hora ¿corriendo? casi echas las tripas y las patas te dolían más que subiendo el Tourmalet (¿el Tourmaqué?). Y que por supuesto desde el miércoles todavía llevas las patetas como Robocop o como un clic de Playmobil.

Y allí estamos esperando a que den la salida del 10K y 5K de San Ramón, mi hermano Jesús y yo, rodeados de unos doscientos incautos e incautas que no tenemos otra cosa que hacer un sábado a las diez de la noche que correr bajo una buena tronada. Y muchos pagando porque los del club estamos destartaladicos de la cabeza pero al menos nos sale gratis la inscripción. Esto de correr con lluvia es aparatoso al principio, pero sólo los dos primeros minutos desde que sales de casa y llegas al mogollón de la salida donde ya compruebas que hay más perturbados como tú refugiados bajo los porches de la zona. Están Lucía, Pako, el sr Ornitorrinco, el sr Bestué y señora, Julio, José Luis, Pepito, Héctor, Magda... Vas charrando con todos y te das cuenta de que el sufrimiento al menos va a ser compartido.

Pero en cuanto se da el pistoletazo de salida y pasa el primer minuto el correr bajo la lluvia, en junio, se convierte en una juerga. Por no hablar de que se suda más bien poco y la sensación de calor agobiante de otros años desaparece por completo. Por un laberíntico recorrido vamos transitando Jesús y yo sin reloj y al ritmo que nos sale en cada momento. La diferencia con la salida del miércoles es total y disfrutamos como enanos. Incluso nos permitimos adelantar gente e ir pisando charcos al grito de ¡Charquera!. Hasta las zagalas del club con las que rodamos un buen rato se apuntan a la juerga y van gritando en la siguiente ¡charquera!

El público es más bien escaso, no les culpo con la que estaba cayendo, aunque sí es bastante animoso. Son cosas de agradecer toparse a Agus animando desde el balcón, al MasterChess David apostado frente al Boston, a gente que agita cencerros desde las ventanas de casa o pega chapazos a una cacerola o grita tu nombre como si le fuera la vida en ello. Porque contribuyen de manera muy notable al ambientillo de fiesta que debe reinar en todo este tipo de eventos más allá de la competitividad o las marcas. Al margen de la gente animando nos vamos cruzando con los voluntarios del club que el sábado se ganaron el cielo que se nos caía sobre las cabezas (y alguno hasta una buena galipandria con la chipiada que llevaba encima de plantón en algún cruce). Un aplauso para tod@s ell@s.

Pasado el kilómetro 4 me salta el fusible del pie izquierdo que chemeca cuando el ritmo es demasiado elevado o directamente en este tipo de eventos en los que salta pues porque sí. En otros tiempos la ristra de juramentos hubiera sido elevada pero como enfadarse no sirve para nada nos ponemos a caminar. Si no se pasa llevamos dineros para parar en algún bar a echar una caña y santas pascuas. Por fortuna Lucia, Magda y demás zagalas del club que conforman la grupeta con la que hemos rodado un rato vienen por detrás y nos animan a continuar corriendo aparte de que Miky el de la Brilen que está controlando un cruce poco menos que nos insulta (pero con cariño) por parar a caminar.

Así es que proseguimos con el fusible a medio arreglar y nos despedimos de las chicas que se van a dar otra vuelta. La gente apostada en la curva donde se gira a meta nos dice que continuemos otra vuelta más. Que cómo es eso que las mozas den dos vueltas y nosotros sólo una. Joder, como si 5 kilómetros fueran una tontería. Que estas mozas son unas jabatas pero nosotros ya nos hemos ganado la cena.

Y así llegamos, en algo menos de 27 minutos. Para mí dadas las circunstancias me puedo dar con un canto en los dientes. Me veía transitando a ritmo tropical y para ello había requerido los servicios de Héctor que iba a hacer de liebre a una compañera de trabajo que debutaba en la distancia. Y no sólo fui algo más rápido sino que sobre todo me lo pase en grande, como en aquellos crosses con diez o doce años en los que llovía y entre barderas y charcos uno disfrutaba lo que no está en los escritos.

Y con una buena recompensa en meta consistente en longaniza y cerveza. En resumidas cuentas una buena trotada que pintaba bastante mal y en la que no se sabe muy bien cómo terminamos apuntados a última hora pero en la que disfrutamos como enanos.


jueves, 11 de junio de 2015

Ciclismo ficción

Como ya se ha mencionado en este blog en más de una ocasión, existen ciertas aplicaciones en internet que permiten visualizar rutas por carretera y que al mismo tiempo que contabilizan los kilómetros resultantes obtienen las altimetrías de una manera muy aproximada a la realidad.

La del sitio cronoescalada.com riza el rizo de todo lo visto hasta la fecha ya que además de permitir ver el perfil de la altimetría en tiempo real al mismo tiempo que la ruta avanza -otras aplicaciones sólo sacan el perfil una vez terminada la ruta- también tiene unas opciones bastante vistosas a la hora de crear nuestros perfiles con plantillas de las grandes vueltas, de manera rápida y bastante sencilla.

Estos días de lluvia vespertina he aprovechado ratos para sacar alguna ruta que rondaba por la cabeza. Siempre se ha comentado que la cara sur del macizo pirenaico no da para montar una etapa al estilo Tour de Francia como se puede montar en la cara norte. Y esta cara norte de los Pirineos a su vez no es comparable con las emboscadas que se pueden liar en los Alpes o en los Dolomitas. Echando mano del ciclismo ficción me dispongo a desmentir parte de esas aseveraciones. En nuestra provincia se podría organizar alguna etapa con mucha traca y con desniveles acumulados muy considerables. Y echando a volar la imaginación y con la mediación del MOPU ya hasta se podría desencadenar el mismísimo Infierno. Los desniveles aportados son los resultantes de quitar un 10% a los que salen en cronoescalada.com y que tras hacer algunas pruebas es el error que suele dar la aplicación. Vamos allá.


La posible. Alquézar-Aínsa. 250 km, +4500 m


Esta etapa transcurriría en principio por carreteras transitables hoy por hoy y en estado más o menos decente salvo un pequeño tramo que como veremos sería cuestión de tocar en la puerta adecuada para que lo adecentasen. Partiendo de la plaza de Alquézar, un sitio vistoso y que vende, la carrera se dirigiría hacia Aguas por Morrano. Una vez alcanzadas las faldas del tozal de Guara, vuelta al Somontano por Angüés, Abiego y Adahuesca. Unos kilómetros de sube y baja pero sin grandes cotas para que se formara la escapada del día.

Tras un sprint especial en Barbastro, los ciclistas subirían por la carretera de Hoz hacia Naval. Ascenso al alto del Pino y descenso por Abizanda hacia el El Grado para encarar el alto de Torreciudad. Con la buena publicidad que podrían ofrecer unas buenas tomas de helicóptero de toda esa zona, seguro que los dueños del monasterio allí presente podrían ayudar a adecentar los últimos kilómetros de subida. Y si no pues subida en sterrato (y la bajada a La Puebla también) que en el Giro los pasan por sitios peores, lo visten de épica y todos contentos.

Desde Graus se ascendería el alto de Panillo y por Troncedo la carrera iría a a buscar el cruce de Ligüerre para por Olsón y Las Bellostas llegar a medio puerto del Serrablo. Allí sólo restaría un rápido descenso hacia Aínsa para terminar en la plaza mayor con las últimas rampas para dilucidar al ganador, si es que no se plantaba allí solo después de 250 km de sube baja y muchos metros de desnivel acumulados en las piernas.





La complicada. Barbastro-Tella. 225 km, +5300 m


A la etapa anterior se le quitan los primeros 85 km de vuelta por Guara y comenzando en Barbastro se hacen los restantes 165 km de la misma manera. Una vez llegados a Aínsa es cuando comienza el ciclismo ficción.


El pelotón se dirigiría por Escalona hacia el cañón de Añisclo. Obviando la estrechez de la carretera, su estado, su ubicación en un Parque Nacional... hemos dicho que esto es ciclismo ficción y por otra parte en la Vuelta se han visto cosas peores.


Tras coronar en el cruce de Vío, la carrera bajaría por Buerba otra vez hacia Aínsa para esta vez encaminarse hacia el dolmen de Tella. De nuevo nos encontramos con una carretera que muy dificilmente podría albergar una prueba de este tipo pero por imaginar que no quede. Las pendientes de este puerto son dignas de al menos ser mencionadas y en la Vuelta cosas mucho pero que mucho peores se han hecho.




La muy complicada. Barbastro-Presa de Llauset. 257 km, +5600 m


Comenzaría en Barbastro y a través de Hoz y Coscojuela el pelotón llegaría a la base del alto de Torreciudad por donde cruzaría a Graus. Desde allí ascenso por Panillo, un elemento básico en todas estas etapas, y vuelta por Olsón hacia Las Bellostas. Descenso hacia Aínsa y subida a Campo atravesando el puerto de Foradada en uno de los dos tramos de la etapa en donde un pelotón podría trabajar. El resto transita por carreteras ratoneras. 

Desde Campo, carretera en ligero ascenso hacia Castejón de Sos y desde allí subida al Col de Fadas para cruzar a la nacional que se dirige a Viella. El destino, el cruce al pequeño pueblo de Aneto desde donde parte la carretera a la presa de Llauset y cuyo ascenso, por porcentaje, es un pequeño Tourmalet. Son 17 km al 6,5% y los últimos seis kilómetros no bajan del 7,5% coronando a más de 2000 m de altitud. Es un señor puerto con una serie de particularidades que harían complicada su inclusión en una etapa.

Al parecer, y según explican diversos cicloturistas que lo han ascendido, su carretera está descarnada en muchos tramos siendo los mejores aquellos que se encuentran a cubierto en los túneles, alguno de ellos bastante largo. Y arriba aparte de una pequeña presa para aprovechamiento hidroeléctrico debe haber una pequeña explanada y poca cosa más. En nuestro ciclismo ficción los ciclistas una vez llegados a meta serían trasladados en helicóptero hacia Benasque donde se instalaría el podio y demás historias.



La entelequia (según la 2ª definición del diccionario de la RAE) . Alquézar-Cerler. 258 km, +6200 m


Esta hipótesis también necesita de dosis de imaginación bastante altas. Más o menos hasta la mitad de la etapa discurriría la tónica habitual planteada en las tres anteriores. Otra vez se saldría desde Alquézar aunque esta vez en dirección a Colungo y el San Caprasio para enlazar con Eripol y bajar por Lamata hacia Abizanda. Nuevo ascenso por Abizanda para a través de Naval y El Grado ir a buscar el alto de Torreciudad.

Hasta ahora nada nuevo que no se haya visto antes. Unos parcheados por aquí, un reasfaltado por allá. Una vez llegados a Graus ascenso a Panillo el cual se convierte en eje fundamental de todas estas rutas. Desde allí travesía por La Fueva para llegar a Aínsa esta vez a través de la carretera de San Vitorián y Los Molinos, ratonera como pocas.

De Aínsa hasta Plan tramo en continuo ascenso y una vez llegados al final de la carretera comienza la ficción de verdad. ¿Qué pasaría si el puerto de Chía se asfaltara? Pues que aparte de unir por carretera el valle de Benasque con el de Gistau surgiría un coloso con el que dinamitar cualquier pelotón. Tras descenderlo y pasar por Ramastué la última dificultad llegaría en Cerler. Un puerto no excesivamente duro y con descansillos pero en el que las pasaría canutas el más pintado después de semejante castigo previo en las piernas. 




La etapa homenaje. Sabiñánigo-Cerler. 232 km, +6100 m


Para terminar, la etapa que serviría de homenaje y promoción a las dos grandes marchas cicloturistas de la provincia enlazando parte de ambos recorridos. Como la Quebrantahuesos discurre en gran parte por Francia se ha echado mano de su hermana pequeña y como llegar hasta Graus suponía un gran rodeo se han escogido cuatro de los cinco altos de la Puertos.

Partiendo de Sabiñánigo se harían los 40 primeros kilómetros de la Treparriscos para posteriormente cruzar hasta Aínsa a través de Fanlo y Buerba. Lugares por los que se rumorea que ha de surgir una nueva marcha cicloturista relacionada con la QH. Al tiempo.

Desde Aínsa se cruzaría hasta Campo a través de la carretera de Los Molinos y Foradada. Acto seguido se afrontarían unos 60 km de la marcha cicloturista Puertos de la Ribagorza ascendiendo Serrate, Bonansa, Espina y Fadas para llegar a Castejón de Sos.

Una vez en Castejón rodeo por Ramastué para llegar a Benasque y afrontar la subida hasta el Ampriú y llegar a meta.




Comentar que como se puede observar algunos puertos no coinciden en cuanto a porcentaje de una etapa a otra, depende un poco de donde se coge el principio y el final y como ya se ha comentado la aplicación no es precisa al 100%. Todas estas etapas son conjeturas e ilusiones. Algunas bastante posibles de realizar y en muchos casos, pura fantasía surgida durante una semana repleta de tardes lluviosas. Pero ahí están los recorridos y seguro que hay más, muchos más que merecen ser tenidos en cuenta. 

Se esperan comentarios al respecto de los apreciados lectores a ver si entre todos podemos montar una verdadera Vuelta a Huesca.


domingo, 7 de junio de 2015

Juan Pito Extreme Tour 2014

Hoy se cumple un año de la mayor locura perpetrada hasta la fecha montando una bicicleta, la Pax Avant corta 2014. Fue un fin de semana impresionante y los Tuercepedales nos acordamos mucho de aquella experiencia. De vez en cuando nos preguntamos qué habrá sido del Campeón del Mundo y dónde impartirá sus sabias lecciones. Recordamos a la rubia del Sky o al ciclista heavy con rastas. Y añoramos aquellos bocadillos de chistorra de la Venta de Juan Pito. Hasta nos acordamos con cariño de aquellas rampas imposibles del Soudet y de la madre que las parió.


Algún año, si vuelven a organizar la marcha porque este año no es el caso, a lo mejor regresamos a sufrir esas subidas y sobre todo esos descensos. Mientras tanto que nos quiten lo bailao.






martes, 2 de junio de 2015

Miss Maglia Rosa

Tras tres semanas de corsa rosa nos hallamos en ese páramo desolador en el que todavía queda un mes para que comience el espectáculo del Tour. Ya no hay clásicas de primavera disputadas a cara de perro aunque sí alguna vuelta por etapas para calmar el mono que provoca el final de tres semanas con ciclismo todos los días. Pero no es lo mismo ni de lejos.

El último Giro ha sido una ronda extraña en la que a pesar de deparar etapas entretenidas el resultado global ha sido previsible desde la primera semana merced a las desastrosas tácticas del signor Martinelli, chófer y simulacro de director del equipo Astaná. Si a eso se le añade una participación ciertamente deficiente da como resultado un Giro puesto en bandeja al muy notable ciclista Alberto Contador, cuya genialidad dando pedales acaba en el mismo momento que aparca la bicicleta y le ponen un micrófono delante. La prensa de nuestro país tampoco es que ayude cuando por ejemplo le espolea en su reclamación un tanto infantil de proclamar este Giro como el tercero de su carrera cuando uno se lo quitaron por sanción y realmente este es el segundo. Pero en fin, somos así.

Con todo, no se puede negar que Contador aporta espectáculo allá por donde pasa y que en este Giro ha lanzado los ataques cuándo y cómo ha querido. Sus lesiones más o menos imaginarias han terminado acaparando el protagonismo de gran parte de las etapas a falta de movimientos serios para la general por parte de sus rivales, demasiado encorsetados por las estrategias de carrera made in Astaná más propias de una charlotada del Bombero Torero. Muy efectivas para llevarse etapas pero desastrosas para optar al premio gordo de la general. En un Giro que por recorrido suele ser de lo mejor de las grandes vueltas pero que por participación ha dejado bastante que desear. Y que ha estado prácticamente huérfano de volattas, un crimen imperdonable en Italia.

De todas maneras, por el horario en el que se han desarrollado las etapas a mí no me ha tocado más remedio que seguir la ronda transalpina a través de twitter y del wasap. Así es que imágenes, aparte de alguna etapa de los fines de semana o aquellas que han llegado con retraso, bien pocas he visto. Eso sí, cuando llegaba a casa y enchufaba la tele casi siempre estaban en plena ceremonia de entrega de trofeos, con las Miss Maglia Rosa imponiendo la prenda distintiva del líder la mayor parte de los días a Contador. Obsérvese el efecto revitalizante en el hombro pachucho de Contador. De llevar el brazo tieso un beso de las guapas Miss Maglia Rosa y... aupa, brazos arriba.






Nunca se llegará a saber el agua clara acerca de la (sub)luxación de hombro de este hombre, al igual que continúa entre tinieblas la caída y rotura de cuadro de su bici en el Tour pasado, su ¿fractura? de meseta tibial mientras a los cuatro días entrenaba a conciencia por Lugano... no se sabrá hasta que punto llegó a tener el hombro fastidiado entre otras cosas porque sus rivales no supieron o no quisieron o no les dejaron probarle a conciencia en el momento adecuado. Unos rivales que no han tenido la ambición suficiente para subir al podio a por la maglia rosa.

El único que podría haber dado un vuelco de verdad fue frenado por el premio Nobel de que conducía el coche de su equipo. Al llegar a meta Mikel Landa lloraba como una Magdalena por la ocasión perdida y es que en su lugar también muchos hubiéramos llorado como críos por no poder subir al podio a que estos dos bellezones nos pusieran la maglia rosa. Particularmente es lo que más voy a echar de menos de este Giro. Seguramente no sea el único. Ciao, bellissime!




lunes, 1 de junio de 2015

Los Raviolis de las abuelas de Graus 2015


Extraña y accidentada marcha la del sábado en la que se combinaron una serie de factores para que casi se provocase la suspensión de la prueba. La cosa comenzaba torcida ya en la salida debido a que esta no se produjo a la hora prevista sino unos cuantos minutos más tarde. Sin embargo parecía que todo retornaba a la normalidad en el tramo que lleva hasta Laguarres y en el posterior ascenso al col del mismo nombre.


El habitual trasiego de cicloturistas buscando posiciones en el enorme pelotón, los saludos con la gente conocida o el intercambio de impresiones con los compañeros de fatigas en las primeras rampas del puerto. Todo ello de una manera sana y divertida, con las prisas inherentes a una actividad en la que quien más quien menos busca superarse aunque sea un poquito a si mismo, pero sabiendo donde se está. Que no es ni más ni menos que en una prueba no competitiva en la que el objetivo principal es echar la mañana y pasarlo bien.



Lo de echar la mañana y pasarlo bien incluye llegar a Graus al foricachón donde tenemos por costumbre aparcar y darse cuenta de que detrás tuyo viene otro coche de ilustres Tuercepedales que también se conocen la jugada. Ver descender del automóvil a José Luis vestido ya con el traje de faena y hasta con el casco y las zapatillas con calas puestas y que acto seguido te explique la teoría de por qué hay que poner tres imperdibles al dorsal en lugar de cuatro (*). Y despertar a los incautos vecinos que duermen a esas horas por las risotadas.

(*): la teoría de los tres imperdibles será explicada al final del post.


También incluye acudir al Marítimo a echar la pichada del miedo y un café y saludar a los ilustres señores pedaleacaminacorre Ornitorrinco y Bestué antes de colocarse en la línea de salida con Héctor, su tío Horacio y Abizanda que debuta en estas lides y monta una Albero del año la picor cuya característica más llamativa es la cinta del manillar. Diseñada por el mismo cabrón que parió los chandal de táctel fosforitos, la cinta combina todos los colores del espectro visual humano en formas cuadrangulares. El resto de Tuercepedales o se han rajado debido a sus labores como jardinero o albañil en sus ratos libres, o porque han perdido la forma después de escaquearse de la Monegros BTT en su escondite mexicano. David, Jordi y Pablo van a la larga con Horacio y están más adelantados en la salida. Y a José Luis le hemos perdido la vista en el tránsito de la pichada del miedo.



En cuanto a lo de pasarlo bien pues también incluye dejarte caer respecto al ritmo de tus compañeros a mitad de puerto esperando que en algún momento aflojen para que a medio kilómetro de coronar y al volver a tenerlos a la vista, aumentar el ritmo y rebasarlos a falta de cien metros para rebañar los puntos de la montaña como si fuera un Intxausti cualquiera.



El caso es que al coronar Laguarres se empezaron a ver detalles de que no toda la gente había ido a pasar la mañana. Se mascaba una cierta tensión y nerviosismo en el ambiente. Envoltorios de geles y barritas tirados sobre el asfalto y hasta pieles de plátanos. Todo sea por rebajar marca y alimentar el maldito ego aunque sea a costa de entorpecer la marcha del que venga detrás. A partir de allí se comenzaron a suceder las escenas con las que uno no desea encontrarse nunca en estas pruebas. Gente tirada en la cuneta con mayor o menor gravedad y la ambulancia al lado con los sanitarios atendiendo.



Y entre Benabarre y Graus la escena se repitió de manera mucho más grave. La culpa al parecer según se ha quejado mucha gente, de los conos que delimitaban la mediana de la calzada y que servían para que los ciclistas y los coches circulasen cada uno por su carril. Por lo visto es una medida de señalización que no se estila demasiado en marchas cicloturistas y parece ser que varios participantes se comieron alguno de estos conos. 



Con el detalle que sí me quedé fue el de la cantidad de desperdicios tirados por la carretera en la bajada del puerto, indicativos de la excesiva competitividad de muchos y que da idea de la tensión con la que pudieron afrontar esos tramos. Imagino, porque no vi ninguna en directo, que habría caidas de todo tipo, de mala suerte, de rebote pero también por imprudencia. Para todos ellos ojalá que la recuperación sea lo más rápida posible y que la próxima marcha sea mucho más tranquila. Que al menos nos sirva a todos para reflexionar y tener claro por y para qué se celebra una marcha cicloturista y de qué manera hay que afrontarla.



El caso fue que llegados a Graus al primer avituallamiento fuimos parados por la organización ya que la marcha estaba ¿temporalmente? suspendida por falta de ambulancias las cuales estaban todas ocupadas trasladando heridos al hospital. Así es que allí nos pegamos más de una hora comiendo y bebiendo haciendo aprecio a la muchachada que se encarga de ese puesto, porque el metabolismo no dejaba de consumir a pesar de no estar en movimiento. Mientras revoloteaba la posibilidad de suspender la prueba el teléfono fue echando humo para saber el paradero del resto de Tuercepedales los cuales por suerte estaban todos bien.




Y tras una hora larga nos dicen que vayamos ocupando posiciones en la carretera para reanudar la marcha. Uno de los ambulancieros nos engancha por banda y nos pide por favor que no corramos y que vayamos con tiento porque está siendo una sangría lo de este año. Lo bueno del parón, que subimos hacia Campo un nutrido grupo, lo malo que nos vamos a comer todo el sol en el Turbón. A nosotros el parón no es que nos sentará muy mal y fuimos saltando de pelotón en pelotón hasta encontrar uno que se acomodaba a nuestro ritmo.



En un momento dado al mirar la velocidad que llevábamos me pareció que era demasiado alta y que lo podíamos pagar bajando pero como íbamos bien acompañados pues no reparé más en ese detalle y seguí a lo mío. Se montó buena grupeta con gente de Sabiñánigo y unas mozas de Cambrils que tiraban como jabatas. Héctor por su parte decidió comenzar con sus entrañables globeradas y saltar a zamparse su ración de viento en solitario cabalgando hacia delante. Lo peor es que Abi y yo hicimos parecido al llegar al túnel cerca de Campo y dejamos tiradas aún no sé muy bien cómo a las mozas de Cambrils.



Tomado el giro a mano derecha para enfilar el puerto de Serrate-Las Vilas vemos a lo lejos a Héctor que nos espera después de haber hecho su serie y por detrás llegan dos amiguetes serrableses de Abi. De ese modo comenzamos los primeros y duros kilómetros del puerto en los que mientras muchos subimos como podemos, Héctor para a echar la pichada para marcar el territorio y dejarnos ventaja como ya ha hecho en Laguarres. Es insultante la facilidad con la que luego nos alcanza y nos deja atrás aumentando la velocidad y llevándose a su estela al resto del grupeto.



Mi motor diésel no me permite esta serie de dispendios y cuando encuentro un grupo en el que van un par de chicas, las cuales suelen llevar el ritmo como un metrónomo, me acoplo a ellas esperando que pase lo antes posible ese puerto tan desangelado. Arriba todo el sufrimiento queda en el olvido a base de hacer aprecio a las nobles gentes de las faldas del Turbón que nos dan bien de comer y de beber, y donde otra vez nos vuelve a enganchar por banda el abuelo de la ambulancia. Esta vez algo más sosegado y sonriente después del mal rato pasado con semejante trajín de heridos y al que le pedimos que otro año se traiga una bota vino o unos espirituosos para mojar la torta del avituallamiento.



Con la panza bien llena y saturada de powerade azul emprendemos el descenso hacia Graus por la carretera del Isábena. Nos cuesta relativamente poco coger un grupo en comparación con la bajada de Laguarres donde me ha tocado pegarme un calentón importante. Sin embargo, poco antes de llegar a La Puebla de Roda y cuando más duro está pegando el viento Héctor decide irse a hacer otra de sus series en plan globero a descubrir mundo por su cuenta. Para mi sorpresa Abizanda marcha no detrás de él sino cuando el primero ya le ha cogido cien metros.



El que va comandando el grupo mira hacia detrás extrañado por lo que ve, como buscando respuestas. En lugar de respuestas me ve a mí que me pongo en paralelo y él como para disculparse por la bajada de ritmo me dice que hace mucho viento. Si me quedo de cháchara la pareja de globeros se me escapan así es que para acabarla de joder me voy en pos del dúo dinámico porque no hay dos sin tres y en esos momentos lo único que veo es alcanzarlos para ponerlos a caldo.



Ahí comienza una frenética persecución de varios kilómetros en la que parecía que estuviésemos peleados. Héctor con Abi y Abi conmigo. Cada uno mirando para atrás comprobando que los demás no llegaban y yo detrás maldiciendo entre dientes. Al final y tras otro buen calentón consigo alcanzar a Abizanda y entre insultos le explico que solamente he pegado el arreón para cogerle y mandarlo a tomar por saco y que si coge a Héctor lo mande de mi parte que yo me vuelvo a dejar caer al grupo y que ya llegaré a comer.



En ese momento somos absorbidos por un pelotón que va tragando todos los grupitos que alcanza y allí nos quedamos para coger a Héctor pocos kilómetros más tarde. Los inútiles esfuerzos se van pagando y en ese descenso tan pajarero llega un momento en el que empiezo a notar que cuesta ir en el grupo y cuando este se desgaja en dos me quedo atrás con la sección de cincuentones y sesentones que marcan un ritmo más tolerable. Incluso en ciertos tramos y ya recuperado paso al frente a tirar de la banda de "abuelos" con la que es un lujo compartir kilómetros porque llevan siempre un ritmo estable y cómodo para un tuercepedales como yo.



Al haber derivado a todos los participantes parados en Graus a la marcha corta la afluencia de participantes por este recorrido es mucho mayor a la de otros años y una de las veces que otro pelotón nos alcanza por detrás escucho que alguien me llama. Se trata de Juan, oscense-grausino excompañero de residencia en  Zaragoza y frecuente lector de este engendro de blog. Vamos charrando un rato y se hace más ameno el trayecto por Capella cuya carretera es insufrible.



Y así al fin llegamos a la meta tras unas 5 horas raspadas en movimiento y algo más de 6 y media desde que se da la salida. En el campo de fútbol en una de las mesas esperan Pablo, David, Manolete y Javi y allí vamos cayendo el trío de globeros que hemos hecho casi toda la marcha juntos y más tarde Horacio. Como este año hemos comido más de la cuenta debido al parón en el avituallamiento, los raviolis de las abuelas son algo más costosos de comer. Estaban muy pero que muy buenos, eso sí. Impresionantes.



Pasado un rato se sentó en nuestra mesa un matrimonio de Barcelona de origen pacense. El señor y la señora muy simpáticos ambos nos contaron anécdotas varias de cicloturismo en particular y la vida en general, desde sus aventuretas en varias marchas de los Alpes donde se asciende Galibier y Alpe d'Huez y no se cuentan los tiempos de las bajadas para que la gente no baje como loca y se accidente, hasta historias de su nieto de cuatro años que apunta a ciclista profesional.



Comenzamos a estar cansados, eso sí, por todo lo acontecido durante el día así es que nos despedimos del simpático matrimonio y decidimos levantar el campamento y marchar para casa. No sin antes beber el enésimo powerade de la jornada y los saludos pertinentes a diferentes barbastros que pululan por ahí como mi primo Gregorio.



Fue un día movido por los accidentes pero ello no debe empañar la excelente labor una vez más de todo un pueblo que se vuelca con esta gran prueba. Uno se va contento para casa por el buen trato recibido, por ver como la inmensa mayoría se toma la jornada como la fiesta que es, porque ha costado un poco menos que el año pasado dar la vuelta por la Ribagorza, por ver que la cantidad de chicas que se animan a dar pedales va en aumento y que lo hacen muy bien por cierto. Y se marcha pensando que todavía quedan 365 días hasta la siguiente Puertos y que ojalá no hubiera que esperar tanto.



(*): La teoría de los tres imperdibles: si han venido hasta aquí abajo directamente no les culpo, posiblemente hubiese hecho lo mismo. Si han aguantado el tostón espero que no les decepcione la explicación. El amigo tuercepedal Jose Luis, padre de tres pitufos, tiene la teoría de que añadir un cuarto imperdible a su dorsal pudiera ser el detonante de que su prole aumentase en un vástago más. El cachondeo vino por la cara de asombro de David, progenitor también de tres hijos, cuando se le indicó que él sí llevaba puestos los cuatro imperdibles y que se atuviera a las consecuencias... Las risotadas antes de las 8 de la mañana de la banda de cabrones que escuchábamos la historieta seguramente despertó a medio Graus.





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