viernes, 7 de agosto de 2015

Fotos de la Naval-Tourmalet 2015

He aquí parte de las fotos que el pasado 6 de agosto tuve el placer de realizar en la primera edición (y esperemos que no última) de la Naval-Tourmalet. En posteriores entregas se contará todo lo relativo a esta, ya se puede denominar así, Clásica del grupo Tuercepedales.

Hace unos meses Nacho tuvo la genial idea de enlazar mediante marcha cicloturista su pueblo con la cima más mítica de los Pirineos, el Tourmalet. Para ello debía engañar a su familia, a unos cuantos amigos y a la familia de estos para llevar a cabo semejante locura. Por suerte los amigos de Nacho nunca hemos estado muy bien de la cabeza, de modo que no tuvo que hacer muchos esfuerzos para engañarnos.

El 6 de agosto a las 6:30 de la mañana cuatro aventureros se dispusieron en la plaza de Naval a llevar a cabo el exigente recorrido. Para los libros de Historia quedarán los nombres de (de izquierda a derecha):
Nacho, el diesel navalés con motor Perkins, avanza lento pero avanza de manera indestructible; Abizanda, el friki enfermero serrablés de adopción, duro como un jabalí; Héctor, el queroseno navalés, el benjamín del grupo, mientras se aburre pedaleando otea cados de robellones, y Paco, el señor Ornitorrinco, veterano de mil batallas, nunca se rinde y cuando parece que va a hacerlo la cocacola le hace revivir.
La ruta, descomunal. Cerca de 130 km partiendo de la villa jamás conquistada hasta Sainte-Marie de Campan (el tramo entre Parzán y el final del túnel de Bielsa se neutraliza por no estar permitida la circulación de bicis a través del túnel). Una vez allí, el Infierno. La máquina de triturar carne humana se alza como última dificultad. Una especie de Monte del Destino en pleno Mordor a donde los pequeños hobbits navaleses deben acudir para demostrar su valía, dejando la Comarca y adentrándose en tierras extrañas acompañados de Trancos Abizanda y Gandalf Torrinco.

Abandonando la Comarca rumbo a lo desconocido.

Los navaleses se mostraban risueños en los primeros compases de la marcha.

Abizanda estrenó su nueva bici con una ruta fuertecita. Un hombre aguerrido.

En Aínsa tuvo lugar el primer refrigerio de la jornada. El sr Ornitorrinco poco habituado a este tipo de lifaras debía de pensar "dónde me he metido". Se descalzó y todo porque veía que la cosa iba para largo.

El pelotón seguía rodando compacto a su paso por Lafortunada.


Y como se puede apreciar en las fotos también avanzaba sonriente.

Los reporteros gráficos, que curiosamente también tuvimos que ejercer de coches de apoyo, se jugaron el tipo para retratar a los esforzados de la ruta. 

En Bielsa. Francia a 13 km. Naval a 66 km.

El señor Abizanda a estas alturas avanzaba alegre puesto que sabía que se acercaba al siguiente avituallamiento donde un buen almuerzo le reconfortaría el cuerpo y alegraría su corazón.

He aquí la viva estampa de la felicidad. Tras 70 km de marcha, la merecida recompensa (e incluso un poco más, mejor que sobre que no que falte).
Aquí damos un pequeño salto en la marcha, al no disponer todavía de fotos del Aspin, y nos plantamos en la base del Tourmalet. Resumiendo, en una crónica posterior se explicará todo con más detalle, el pelotón ascendió el puerto de Bielsa en coche así como el paso del túnel. A la salida volvieron a montar sus bicicletas hasta Saint Lary donde un servidor se les unió para acompañarles un rato y ascender el Aspin bajo un sol abrasador.

En la cima di por concluida mi aventura y allí se unió al pelotón Jordi, quien había subido el Aspin por la otra vertiente, y esperaba a la marcha en la cima del puerto. Desde allí vertiginoso descenso a Sainte-Marie Campan donde el aguerrido Abizanda dio por finiquitada la ruta debido a que tanto el cuerpo como la mente le pedían descanso.
Paco rellenaba el botellín de agua en la fuente del pueblo. Buscando la bendición de cara a la subida.

En un estilo de pedaleo intermedio entre el molinillo de Froome y el bailoteo encima de la bici característico de Contador, el sr Ornitorrinco va tragando rampas como si nada.

La pareja de jóvenes navaleses avanzaba más atrasada y algo más atrancada. Sin embargo a Nacho todavía le quedaban fuerzas para embestir a los reporteros gráficos al grito de "¡Asesinos, dejad de retratar nuestro suplicio!"

Paco Torrinco seguía a lo suyo devorando kilómetros con tenacidad e internándose cada vez más en la boca del lobo de Monsieur Tourmalet.

Por delante, Jordi, el mayor de los navaleses, avanzaba el primero de la marcha con cara sonriente y pedaleo alegre y ligero. Monsieur Tourmalet lo estaba envolviendo en su trampa aunque Jordi todavía lo desconocía.

Los jóvenes hobbits navaleses avanzaban a lo suyo. Motor Perkins Nachete y Queroseno Echevarría pedaleando hacia la perdición.
Jordi cada vez sacaba más distancia al resto, cada vez se adentraba más en la frondosidad del puerto...

... aunque las expuestas laderas donde la condición humana se pone al límite ya se dejaban ver.

El sr Ornitorrinco mutaba su estilo pedalístico a uno parecido al de Marino Lejarreta. Con rampas cercanas al 9% la consigna es avanzar como quiera que tus huevos toreros te lleven.

Motor Perkins Orús y Queroseno Héctor entraban en combustión en semejantes rampas.

Poco que añadir a la estampa. Aquí debía pensar que en mala hora tuvo la ocurrencia de montar semejante algarada.

Héctor en problemas. Pocas veces se le ha visto de esta guisa encima de la bicicleta. O ninguna.

Jordi seguía a lo suyo, sin embargo la cara ya no era tan sonriente. Se disponía a afrontar una de las mayores torturas de la máquina picadora Tourmalet...

... el tramo de las Galerías. Donde el Infierno adquiere forma de pendiente al 10%...

... donde uno piensa que ese puerto cobra vida y confabula para destrozarle...

... donde una rueda amiga puede hacerte avanzar un poco más aunque ya lleves el motor a punto de explotar.

En La Mongie el motor de Héctor dijo basta. Mareos y calambres le hicieron parar con buen criterio. Para quien no lo sepa La Mongie es la estación invernal que se aprecia al fondo de la imagen, lejos de suponer un descanso en la subida otorga una puntilla tras la cual se han de afrontar los últimos y descomunalmente salvajes 3 km. De hecho los últimos 5 km tienen una pendiente media cercana al 9'5% de agonía interminable.
Nacho siguió a lo suyo en régimen de bajas revoluciones. Paco fue avistado en un bar a la entrada de La Mongie, de hecho llamó a los reporteros gráficos y estos acudieron al establecimiento hostelero asustados y pensando que iban a asistir a la retirada del marsupial más duro del Somontano. Nada más lejos de la realidad ya que se encontraba, dentro, sonriente con su querida cocacola. Una vez revitalizado siguió hacia delante.

Y a Jordi vino a visitarle el Tío del Mazo en plena travesía de La Mongie, lo encontramos a la salida de la estación bastante peor que cuando lo dejamos en las Galerías pero a pesar de ello continuó hacia arriba después de reponer líquidos. Llegó a la cima. 

He aquí un tío contento, un tío feliz completando la Naval-Tourmalet. Por un par de veces pensé que se bajaba de la bici. Y almorzando en Parzán pensé que se nos dormía con semejante parón aparte del tozolón que se pegó contra la puerta del restaurante y donde se tuvo que hacer algo de daño. Llegando al final del Tourmalet, cima custodiada por un gigante de hierro. Estos tíos sí que son gigantes.

El gigante de hierro que custodia la cima de Monsieur Tourmalet. Todo aquel que llega hasta allí montado en una bici es un pitera.

Nacho, otro tío feliz terminando su particular locura. "Nunca más, nunca más" declaró nada más cruzar la línea de meta. Esperemos que con el paso de los días reconsidere sus palabras. De no haber reventado en La Mongie, Héctor hubiera sido el tercer valiente en completar la marcha, sin embargo una parte de él llegó a cima con Motor Perkins Nachete ya que entre ambos se fueron haciendo la subida al igual que entre ambos prepararon buena parte de esta fenomenal locura denominada Naval-Tourmalet. Gracias por embescarnos en semejante aventura.

¡Larga vida a la Naval-Tourmalet, larga vida a estas locuras!.

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