martes, 25 de febrero de 2014

Reflexiones de un tuercepedales


El otro día recibí un mail de los organizadores de la marcha cicloturista a la que estoy apuntado para junio. En él se daban una serie de consejos de alimentación así como para los entrenamientos de cara a tan trascendental cita. Tras leerlo un poco por encima pensé que quizá se hubiesen equivocado y que el correo fuese dirigido a los integrantes de algún equipo profesional y que, por azares del destino o debido al intercambio de datos al que nos vemos sometidos empezando por facebook y terminando por wasap, hubiese llegado a mí por error.

Que si verde, que si fruta, que si hidratos y algo de carne y pescado... 
y si acaso un yogur... pero desnatado. 
¿y la tostada de foie y las torrijas del Trasiego dónde están?

Tras comprobar que no, que el correo iba dirigido a los futuros participantes en la prueba, y leerlo con más detenimiento me entró la risa. Se supone que todos los participantes en esas marchas somos humildes tuercepedales, esforzados curritos que después de trabajar (o antes, los turnos laborales son caprichosos a veces) enganchan la bici para desfogarse y orearse un poco. No nos pagan por dar pedales, es más, pagamos nosotros y a veces bastante y aunque no es mi caso un tuercepedales a veces tiene familia, críos... un sinfín de obligaciones que implican que la bici se coge cuando se puede, no cuando se quiere. Y luego está el tema de los cicloturistas extraños que aparte de la bici nos gusta salir a correr o incluso ir a nadar. O cualquier otra afición que se pueda imaginar.

Hechas estas aclaraciones es de suponer que cuando un tuercepedales acaba uno de sus "entrenos" que suelen ser tan arbitrarios como el tiempo deje (el atmosférico y el que marca el reloj), y el resto de obligaciones permitan, al llegar a casa se va a poner a comer como si no hubiera un mañana. Porque, oh sorpresa, resulta que hay gente que no sale con su bicicleta a dar pedales como un autómata para vacilar a sus amigos de que han hecho tanto o cuanto o para en la próxima carrereta ganar a fulanito que le cae gordo. Por extraño que pueda parecer a un, por desgracia, cada vez más amplio estrato de población un tuercepedales tiene el gen de la competitividad atrofiado y hace deporte por una razón poderosa que destaca sobre el resto. Para tener más hambre. Para zampar como si no hubiese un mañana.

El Jabalí de San Caprasio a tope por la carretera Colungo después de haberse zampado medio kilo de judías

Pues bien, uno recibe el correo de marras con los consejos. Habrá determinados caballeros con un exceso de motivación por lo suyo (nótese que digo caballeros y no damas y caballeros, de aquí en adelante haré mención al género masculino por entender que las mozas que se dedican a esto deben de tener bastante más conocimiento) que a estas alturas de año llevan más kilómetros en las piernas que los ciclistas profesionales los cuales seguirán a pies juntillas estos consejos. Pues qué quieren que les diga, no me parece ni sano ni divertido. Sobre todo no me parece para nada divertido. Clavarte un calendario de cuatro o cinco salidas semanales con una media de dos horas entre semana y cuatro/cinco horas el fin de semana en febrero y marzo... eso sale a unos 1.000 km mensuales a ritmo cochinero... miedo me da lo que pueden recomendar para los meses de abril y mayo...
Bien es cierto que algunas de estas marchas cicloturistas son duras y que hay que llegar con un mínimo de kilómetros en las piernas. De no ser así pues a lo mejor a mitad de recorrido hay que echar pie a tierra y esperar al coche escoba o llamar a un taxi. Pero pongamos por caso que uno quiere seguir a rajatabla los consejos de entrenamiento para llegar a la línea de salida hecho un galgo.

En ese caso, has de tener los huevos como el caballo del Espartero. Ese tute no se aguanta fácilmente. No al menos si como he dicho uno trabaja, tiene familia, obligaciones, amistades a quienes que tú te pases horas y horas montado en una bici no le parece lo más divertido del universo.

Los cojones del caballo del general Espartero (Madrid)

Pero bueno, de todo hay en la viña del Señor, en el caso de que tengas los huevos del caballo del Espartero y tiempo libre a mansalva, o en su defecto seas funcionario; NO estoy diciendo que no trabajen los funcionarios, no, entre otras cosas porque en mi familia me pueden canear pero tener las tardes libres ayuda en estos casos, en el caso de que te pases por el arco del triunfo a tu parienta o seas un asocial... en fin, motivos varios por los que uno se puede tirar a la carretera cuatro horas al día cinco días a la semana... Será a lo mejor en las islas Canarias porque en la provincia de Huesca en febrero y marzo o te compras un rodillo o vas a hacer bici muchos días por el forro. Y hombre, hacer bici en un rodillo tiene de divertido lo que para un hamster hacer girar la rueda de una jaula. Todos conocemos las dramáticas experiencias de diversos ciclistas belgas, daneses, alemanes... que de tanto hacer rodillo y salir a entrenar todos los días con frío y lluvia se volvieron politoxicómanos perdidos para soportar ese sinvivir. Si hubieran aliviado sus penas con dos huevos con longaniza en lugar de con sustancias psicotrópicas pues lo mismo no hubieran dado positivo en el control antidoping aunque tampoco hubieran ido tan rápidos. Cuestión de preferencias. Pues eso, el año pasado por primavera estos lares parecían Flandes sólo que algunos lo solucionamos no cogiendo la bici más de lo necesario. Y si este año pasa lo mismo pues en casa nos quedaremos.


Coger la bici con lluvia, un placer indescriptible; 
con viento también mola mazo; con granizo, el éxtasis

Seguimos para bingo, en el caso de que tengas los huevos como el caballo del Espartero, o no trabajes o te haya tocado la lotería o tengas todas las tardes libres, no te ajuntes con gente o te la sople tu familia, no te importe salir con lluvia o aireras o incluso de noche (esto último puede ser un impedimento si te engancha la Benemerita), tienes montado en casa un rodillo de la leche con pantalla de 32' con los puertos del Tour ahí metidos para subirlos virtualmente... en ese caso al terminar tendrás que comer. Y cuando me refiero a comer quiero decir ingerir alimentos salidos de una vaca o un tocino o cualquier otro animal de cuatro patas que pueda ser loncheado. Un pez según y cómo puede valer. Y hasta algo de verde si va con pizcas. O incluso pasta o arroz bien condimentado o con tomate. Una tortilla de patata. Vamos, lo que se conoce como comer, que es diferente al concepto de alimentarse que parece lo mismo pero no lo es. Lo primero es un placer y lo segundo una función para mantenerse vivo. Y comer barritas y geles no entra dentro de la primera categoría ni de chiripa.

Ponerse una tele de esas para entrenar... o es para ver "Juego de Tronos" 
o "Pesadilla en la cocina con Chicote" o si no... ¿para qué sirve?

Porque estos señores organizadores recomiendan hacer cinco comidas al día y no dejar más de tres/cuatro horas entre una ingesta y otra. Y digo yo... se han planteado ustedes que un tuercepedales puede llegar a zampar siete veces al día (sin contar los picoteos). ¿Acaso no es normal que uno haga desayuno, almuerzo, comida, premerienda, merienda, cena y recena? Y los fines de semana la cosa puede subir a ocho ingestas con el vermute. Y si el sábado se trasnocha sube a nueve ingestas con el kebab de las 5 de la mañana.
Entonces, ¿a qué viene recomendar que cenes una ensaladeta con un poco de pescado a la plancha y de postre si acaso un yogur pero, eso sí, desnatado? Este hecho ha causado sería indignación entre el grupo de tuercepedales que vamos a acudir a esa marcha.

Yo el pozal de acelgas no me lo zampo si no lleva pizcas de jamón

Como dice un amigo, somos muchos, o sea que alguien (por desgracia unos cuantos) ha de cumplir las premisas de que... tenga unos huevos como el caballo del Espartero, su vida sea un festival en el que no pega un palo al agua (o lo que es peor, después de 8 horas trabajando se zumbe 5 de bici), se la bufe lo que le diga su parienta, no tiene amigos, sale a pedalear hasta el día de Navidad, tiene un rodillo en casa para echar carreras vía wifi con Contador (y ganarle), come menos que una cardelina, no se zampa jamás ni un chuletón (a no ser que lleve clembuterol) ni unos huevos fritos con longaniza, ni se zumba un buen lamparazo de vino o de cerveza después de un entreno majo... bueno, en ese caso las similitudes con un tuercepedales son ínfimas. En ese caso, no sé, al menos supongo que esa especie de robocops supervitaminizados disfrutarán del paisaje en sus salidas, se mirarán el culo de las zagalas que compiten en las marchas cicloturistas... no sé, algo para alegrar esa vida estajanovista de sufrimiento perpetuo.

Estos mozos entrenan como lebreles, comen arroz y pasta blanca todos los puñeteros días del año, les hacen tragar mil potingues, salen a entrenar diluviando... 
y claro, cuando ven a una chiqueta se les va la mano

Pero ya para rematar, en el caso de que tengas los huevos como el caballo del Espartero, después de trabajar fiches para entrenar como el foro de internet de cuatro estalentados te ordena, tienes amargada a tu mujer y tus hijos en aras de un inquebrantable afán de superación gracias al cual quieres descubrir cuales son los límites de tu organismo (y los límites de tu parienta), los amigos no te soportan, vas más fuerte que algunos profesionales, le quitas el pitorro de plástico de la válvula a las ruedas para rascar algo de peso a la bici, montas una bici que te ha costado 5000 eureles, llevas un régimen de comidas espartano en el que no te permites ni una alegría, has desterrado el alcohol y las lifaras de tu vida pero te chutas cafeína para recuperar de los entrenos, no te has parado jamás a observar un paisaje o a hacer una foto ni te recreas en las mozas que circulan en las marchas cicloturistas bien porque van mucho más atrás que tú o bien porque puedes perder tiempo, no paras en los avituallamientos... bien en ese caso lo políticamente correcto sería desear a ese tipo de gente que fuese un poco más laxo con su régimen de vida, recordarle que segúramente no vaya a ganar la carrera y que se puede disfrutar de todo esto sin que parezca que uno es Indurain y está preparando el asalto del quinto Tour.

Eso sería lo correcto, pero lo que de verdad pienso, y perdonen que sea tan cabrón, es que ojalá este tipo de gente reviente la rueda subiendo el primer puerto y tenga que esperar al coche de asistencia para reparar la avería. Porque imaginen ustedes que uno se ha pegado desde enero comiendo mal; saliendo cinco días a la semana con la bici haga frío, calor, diluvie o venteé; los días con alerta roja por riesgo de temporal se los ha pegado en casa haciendo hora y media de rodillo sudando como un cerdo y empapando toallas a pares o machacando el parquet para que luego su santa madre o su sufrida parienta tenga que fregar el desaguisado; ha sacrificado los fines de semana y en lugar de hacer actividades familiares o con los amigos se ha dedicado a hacer salidas de seis horas; ha pedido un préstamo para agenciarse la bici que lleva Valverde; no se echa una cerveza desde navidades... vamos, uno de estos pincha en el primer puerto y me lo imagino haciendo la de Millar cuando se le salió la cadena a un kilómetro de meta yendo escapado. Tirando la bici por la margen. La bici de 5000 eureles.



Porque a mí si me pasa, igual hasta me alegro. Si voy bufando como una locomotora serán cinco minutos (o diez o qué más da) en los que descansaré un poquico. Con suerte me esperará algún tuercepedales y estaremos allí de charrada un rato mientras cambiamos la rueda. Durante ese rato echaremos mano del bolsillo y nos zamparemos algunas viandas y si por un casual, ojalá, hay un bar enfrente será la excusa perfecta para calzarse unos huevos fritos. O si llegamos al avituallamiento lo arrasaremos durante media hora departiendo con la gente allí presente. Sacaremos alguna foto del lugar si es que merece la pena y jalearemos a todo bicho viviente que nos adelante y mucho más si son zagalas.

Y de lo que para alguno pueda ser un drama, otros haremos un momento memorable.

Alguien puede pensar que no valoro el esfuerzo de una gran cantidad de gente que debido a su afán de superación es capaz de llevar regímenes de vida espartanos para alcanzar sus objetivos. Nada más lejos de lo que quería reflejar en la entrada ya que cada cual es muy libre de hacer con su vida lo que le plazca y tan loable es el comportamiento de quien pretende terminar una marcha de este tipo con el coche escoba pegado en el culo como quien lucha año tras año por rebajar sus tiempos personales.

Pero la peligrosa deriva que está tomando todo tipo de pruebas tanto en ciclismo como en carreras a pie en el que gente normal y corriente que no es profesional se lo toma como si lo fuera anteponiendo esos objetivos antes mencionados al resto de su vida, hace que tenga estas reflexiones con las que creo coincido con un amplio sector. 

Y si aún así no he sabido explicarme ruego disculpas a quien pudiera sentirse ofendido y le invito a que después del próximo entreno se zumbe un par de huevos fritos con longaniza con una buena jarrota de cerveza porque le sentarán de cojón.

domingo, 23 de febrero de 2014

El Gañán

El pasado viernes fui al centro de congresos a ver la actuación de Ernesto Sevilla, usease, el Gañán.



Este cómico albaceteño se hizo famoso hace unos ocho o nueve años cuando perpetraba "La hora chanante" junto a varios amiguetes en el canal de televisión Paramount, aunque por estas tierras creo que aquellos programas se veían a través de la cadena Localia. Aquel programa con influencias de los Monty Phyton, destapó el tarro de las esencias del humor manchego que años ha ya iniciara don José Luis Cuerda y que de un tiempo a esta parte ha sido explotado por multitud de artistas de aquellas tierras.

El año pasado ya actuaron aquí dos integrantes de aquel fantástico programa, Raúl Cimas y Julián López, deparando dos horas de carcajada continua con monólogos como el del oso hormiguero. Sin embargo uno siempre tuvo su preferencia por el Gañán, personaje que mostraba las virtudes y miserias del hombre de campo y con el que todos nos podemos sentir más o menos identificados.


Pues bien, el señor Sevilla vino él solo esta vez y durante hora y media fue desgranando lo mejor de su repertorio. Monólogos que ha contado decenas de veces en la tele y que muchos ya nos sabíamos de memoria. Tampoco importó demasiado ya que siempre resulta divertido escuchar historias acerca del éxito que tiene como postre la tarta Comtesa para el hombre rural de a pie, la afición de ciertas personas por pesarse antes y después de cagar, o cómo ejecutar un Mortadelo como mandan los cánones. Aparte, los particulares métodos que tenía de pequeño para estudiar y que debe de ser el monólogo más repetido de la Historia por él y sus compañeros chanantes, o sus vivencias cuando iba a la playa.

A destacar que ante estas delirantes historias la muchachada allí presente se descojonaba viva. Incluido el sector femenino lo cual es motivo de reflexión ya que el señor Sevilla es capaz de hablar de temas tan soeces y provocar la risa de las zagalas. Prueben ustedes un sábado por la noche a contarle lo mismo a una moza y la hostia a rodabrazo que les suelten puede ser antológica.


A pesar de que fue una actuación muy correcta el tramo central resultó algo repetitivo respecto a lo que lleva haciendo durante años. Comenzó de manera bastante potente, mostrando en primer lugar un corto del cual es el director, J Kramer en el que muestra cómo conquistar a una moza mientras suenan la música versionada del Superhéroe americano, para más tarde aparecer en escena con los acordes de Chimo Bayo y estar durante veinte minutos rajando de todas las maneras posibles de la familia Real y sus miembros y exmiembros.

Adjunto el enlace de J Kramer aquí porque no puedo incrustar el vídeo, parece que el chrome está un poco tonto...

Ya por último cantó el clásico "Hijo de puta hay que decirlo más" con la surrealista compañía de una pareja de adolescentes que subieron a hacerle los coros. A pesar del sock que le supuso que en todo el teatro nadie tuviera el valor suficiente para subir a cantar semejante hit salvo aquellos zagales, el señor Sevilla nos deleitó una vez más con su gran éxito.

Pues eso, una hora y media mejorable en algunos aspectos pero muy recomendable para todos aquellos que siempre hemos disfrutado con las historietas de estos pataliebres.

lunes, 10 de febrero de 2014

Plomo en los bolsillos

Mi amigo Nacho es un valiente. Pudiérase decir que de momento es un inconsciente y que hasta que no lleve a buen término el reto que se ha propuesto no cruzará la delgada línea que separa a los valientes de los inconscientes. Sin embargo yo prefiero desde un principio considerar que es un valiente por dos motivos. El primero es símplemente el mero hecho de haberse propuesto realizar semejante aventura. Sólamente eso implica una ardua preparación física y mental hasta llegar al gran día para la que muchos no estamos preparados y es para quitarse el sombrero. Y en segundo lugar, estoy convencido de que lo conseguirá. A lo mejor no cae este año por diversas circunstancias, pero antes o después conseguirá el objetivo. Estoy seguro.

El reto no es otro que realizar la brevet Luchón-Bayona en junio de este año. Para quien no lo sepa una brevet es como una marcha cicloturista pero con la particularidad de que puede realizarse en varias etapas. O dicho de otro modo, se dispone de un par de días para completarla pudiendo parar a dormir... o no. Esta particularidad se debe a las características de la marcha. Por si alguien no ha caído en la cuenta de la distancia que separa a estas dos ciudades francesas, el paseo es largo. Sin ir más lejos se trata de 326 km cruzando además los puertos más terribles del Pirineo central, esto es, Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Aubisque y Soulor. Cinco monumentos del Ciclismo.

Imagino que las motivaciones que han empujado a Nachete a realizar esta prueba serán diversas pero entre ellas figura una lectura que le terminó de envenenar. Esta no es otra que Plomo en los bolsillos, una recopilación de (tal y como cita la portada) malandanzas, fanfarronadas, traiciones, alegrías, hazañas y sorpresas del Tour de Francia escrita por Ander Izagirre. Un chico que aparcó su sueño de ser ciclista gracias a una gloriosa frase que le soltó una espectadora cuando este marchaba descolgado del pelotón en una carrera de juveniles. Dirigiéndose a su hijo y refiréndose a Ander dijo algo así como "para ir como este, tú no te hagas ciclista...". Algo que todos los que hemos sido, somos y seremos unos simulacro de deportistas mediocres hemos tenido que escuchar a lo largo de nuestra vida. Si gracias a esa frase perdimos un ciclista mediocre pero ganamos a un buen escritor, demos gracias a esa señora. 

En este libro se narra por ejemplo como se parió la primera gran etapa de montaña pirenaica en el año 1910, una auténtica mezcla de épica, aventura y pillería por parte de los organizadores. Las pistas que ascendían a los puertos de Aubisque y Tourmalet no eran casi transitables ni caminando. No digamos ya en bici o en los escasos coches de aquella época. Sin embargo trampeando por aquí y por allá consiguieron engañar a unos cuantos locos para que pasaran a la Historia del Deporte cruzando aquellos míticos puertos. Eso sí, en la línea de salida los organizadores tuvieron que advertir a los ciclistas de que "tuvieran cuidado con los osos" y en la línea de meta tuvieron que soportar los insultos e imprecaciones que los sufridos ciclistas les proferían. Octave Lapize, el ganador de esa primera grandiosa etapa, cruzó el último puerto de la jornada en tercera posición derrengado. Tiró la bici a la cuneta y soltó a los organizadores una sentencia que quedó para la Historia: "Asesinos".

..."et autres gros animaux errent en liberté". 
Traducido al castellano, "ojo cuidao con los OSOS"
Salida de la prueba, 3:30h de la madrugada... eran otros tiempos... eran héroes

Más tarde, en esa etapa que habiendo salido de Luchón y cruzado cinco monstruos de puertos, Lapize pedaleó como un poseso durante casi 180 km para alcanzar a los escapados y batirlos al sprint en Bayona. El veneno caló en la gente y así hasta ahora. El Tour de Francia, la más bella carrera del más bello y épico deporte. Porque el Atletismo es el rey de los deportes, el Fútbol es un espectáculo que trasciende a lo estríctamente deportivo pero el Ciclismo... el Ciclismo es otra cosa y la gente que lleva el veneno dentro desde tierna edad sabe a qué me refiero. Nunca jamás olvidaré a Torres, el dueño del taller de bicicletas más mítico de mi infancia, corriendo al lado de Perico en las rampas de Saint Lary Soulan. Perico no iba ni entre los veinte primeros pero a Torres se le saltaban las lágrimas como un crío de la emoción. Eso es el Ciclismo.

Pues bien, Nacho influido por las hazañas de Lapize en esa etapa de Luchón-Bayona decidió liarse la manta a la cabeza y preparar tan imponente cita para este verano. Mientras explica sus evoluciones, aventuras y desventuras en su blog algunos incautos le acompañamos lo mejor que podemos en sus entrenamientos. De momento a nadar, algún día tocará coger la bici, y sobre todo a lifarear que como ya dije en su día, una buena alimentación e hidratación es esencial. Entre largo y largo y cerveza y cerveza van surgiendo conversaciones acerca del anteriormente mencionado libro y este sábado me lo prestó.

A mí me gusta mucho leer. De hecho puedo tener temporadas de auténtico devorador de libros. El año pasado salí a libro semanal más o menos. Y puedo engarzar varios libros de una misma temática de una tacada. El año pasado por ejemplo tocó las tres primeras partes de Odisea en el Espacio de Arthur C. Clarke, Contact de Sagan, Solaris de Stanislaw Lem... libros enfocados a las inmensidades del espacio y sus remotos mundos posíblemente habitados por formas de vida inimaginables.

Este año parece que ha empezado en plan hazañas deportivas. Después de leer un libro sobre la expedición noruega al Polo Norte en 1893 tenía preparada una biografía de Emil Zatopek. Pero Plomo en los bolsillos llegó a mis manos y no pude resistirme. Y me está encantando. De hecho creo que lo voy a comprar aunque ya lo haya leído. Porque es de esas lecturas que se pueden repasar una y mil veces y repleta de datos que para frikis como yo son interesantísimos y que mucha gente encontrará de lo más intrascendente.

Con las aventuras de Lapize, Coppi y Bartali rondando por la cabeza ayer cogí la bici de montaña ya que la de la carretera la encontré de nuevo con una rueda pinchada y van... La llevaré al taller a que le echen un ojo ya que no es normal haber pinchado en cosa de doce meses pues... perdí la cuenta... ¿siete veces? Por ahí andará la cosa. Este año ya llevo una, las iré contando. Como digo cogí la BTT y a diferencia del magistral escalador francés Rovic que se ponía plomo en los bolsillos para descender los puertos ya que era pequeñito y ligero y necesitaba un extra en las bajadas, yo llevaba plomo en las piernas.

Hacía tiempo, mucho tiempo, que no tenía que recurrir al piñón más grande para subir el camino Barraón. Me lo tomé con calma, pero pude constatar que las piernas estaban pesadas y mucho. Como después de ir al Ariño y volver por la Boquera iba bien de hora marché hacia el Pueyo con más plomo en las piernas, en los bolsillos y hasta en salva sea la parte. Subí muy chino chano pero llegué hasta la placeta el Sol bien de fuelle pero con una inquietante pesadez de piernas.

Y hoy que me han engañado para ir a correr cuando quería haber ido a nadar, de nuevo las piernas como planchas de plomo dando vueltas por el vórtice infernal de caminos laberínticos de la Virgen del Plano con unas aireras infernales. Casí hacían falta los plomos para no salir volando. Al menos esta vez, con Jesús, no nos hemos perdido. 

A ver si pasa febrero con sus lluvias y sus aireras y llegan los calores para que las piernas se desentablonen y tiremos los plomos de los bolsillos (el lastre, que no el libro). Aunque me temo que pinta una primavera igual de fastidiada que el año pasado...

lunes, 3 de febrero de 2014

Embescada

Ya me han embescado. Pero una embescada buena. Toda aquella persona nacida o criada en la zona de Aragón habrá comprendido las dos primeras frases a la perfección. Por si algún incauto lector es de otras tierras (que me extrañaría pero vaya usted a saber) explicaré el término embescar lo mejor que sepa.

En tiempos, desconozco si ahora es legal aunque lo dudo bastante, en esta zona se practicaba la caza de pequeños pájaros como jilgueros, cardenales o cardelinas para su posterior venta o para tenerlos en casa disfrutando de sus trinos y cantos. Para ello se utilizaba un árbol de pega al que se daba el nombre de postizo. En él se insertaban diversos palos que hacían la función de ramas y que recibían el nombre de verguetas. Y estas ramas eran untadas de un material pegajoso en el que los pobres pajaretes quedasen presos al acudir víctimas de los cantos del reclamo. Pues bien, ese material recibía el nombre de besque. De ahí embescarse, que como se puede intuir significa pringarse, caer presa de algún engaño, embauque o emboscada (de forma y manera que emboscada y embescada para el caso lo mismo es).

Hasta ahí la explicación que no sé si ha sido muy correcta puesto que yo jamás he ido a cazar pajaricos, ni a pescar, ni ha pegarle escopetazos a los jabalís. En caza y pesca, cero patatero. Pues bien, a lo que íbamos, a mí me han montado una buena. Pongamos por caso que en el mundillo de las marchas cicloturistas hay marchas sencillas, llevaderas, duras, más duras y monumentos. Pongamos que David y Jesús marcharon el año pasado a una de estas más duras y volvieron con el culo un tanto escocido. Y pongamos que este año vuelven a salir inscripciones y se vuelven a apuntar.

Hasta ahí más o menos se puede entender. El masoquismo en esto del deporte es algo irracional (bastante más que las irracionalidades a las que aludía en la anterior entrada) y que escapa a toda lógica, pegarse encima de una bici más de seis horas puede llegar a enganchar. Sabes que llegarás a meta con el culo hecho unos zorros y hecho una braga pero por algún extraño motivo a los dos días ya quieres repetir.

Sin embargo, uno que no es más que un apacible cicloturista malo no, peor, y que su única cita importante este año no debería haber pasado de la Puertos de la Ribagorza, no tiene por qué entrar al trapo en estas embescadas. Pero claro, te prometen un fin de semana de lifareo con pacharán, chuletón y bocadillos de chistorra y ya se lía la cosa. Y digo yo... ¿el lifareo no me lo podría haber zampado sin haber caído en la embescada? Pues posíblemente sí pero ahora el mal ya está hecho.


7 de junio, Isaba. Pax Avant recorrido corto de 100 km (que no sencillo). Me voy a cagar por las patetas. Espero que en el ascenso de la Pierre de Saint Martin haya algún bar o restaurante porque aparte de los avituallamientos oficiales pienso hacer alguno extraoficial porque todavía no me cabe en la cabeza como voy a subir un puerto de más de veinte kilómetros y más de mil metros de desnivel. Pero como he caído en el besque igual que una pobre cardelina habrá que apechugar y ser valiente. Podía haberme rajado pero ir a pedalear por esos lares con Jesús, David, el clan de Naval y algún estalentao más que se nos unirá puede ser motivo de muchas risas y a uno esas juergas le pueden. Aunque a mitad de puerto me acuerde del chuletón, de mi hermano por embescarme y hasta de mi santa madre. Seguiremos informando.

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