lunes, 24 de octubre de 2016

Fin de semana por Guara 2016, el domingo

Para soltar piernas de lo del sábado día 8 había programada una tranquila salida por tierras de la Hoya de Huesca. Se trataba de uno de los eventos elevados a los altares de la mitología tuercepedal. Lo que en los mentideros de esa agrupación de orcos es conocido como "EL ALMUERZO ENCUBIERTO".




Cierta vez Juanlu y Pablo comentaron con todo lujo de detalles como habían asistido a una marcha BTT en Labata en el que nada más llegar a recoger el dorsal les dieron de desayunar. Antes de salir a dar pedales. A continuación tras tomar la salida a los pocos kilómetros tuvieron un pantagruélico avituallamiento. Y tras reponerse de ese almuerzo dando otros pocos de pedales pararon en otro pueblo a zampar. Y tras pedalear un poquico más llegaron a meta para sentarse a una mesa y comer primero, segundo y postre. A Juanlu y Pablo los aprecio muchísimo pero siempre había tenido la sensación de que habían exagerado un poco en la descripción de aquellos hechos. Incluso después de que David R los acompañara el año pasado al mítico almuerzo encubierto. No podía ser tan bonito aquello que contaban. A buen seguro mentían como bellacos.

Así que este año Héctor, Abi, Jesús y yo marchamos a Labata a comprobar si todo aquello era verdad. Ni en nuestros mejores sueños podíamos imaginar semejante despliegue. Qué bonito, qué maravilloso. Se me caen las lágrimas de la emoción de tan sólo recordar. Qué gozada.


EL DESAYUNO

Llegas a Labata donde jamás había entrado a pesar de pasar por delante alguna que otra vez y te das cuenta de que es un pueblo bien majo y apañado. En un moderno salón multiusos que aprovecha una pared de roca y otra de un antiguo establo o algo parecido reparten los dorsales unos zagales y zagalas bien amables que además nos dan una camiseta de recuerdo. En la otra punta una mesada con café, leche, zumo, croasanes, palmeritas y galletas para toda la banda que asistimos a tan magno evento. ¡Ojo cuidao, la marcha comienza a las 9:30 de la mañana y el desayuno a las 8:00! Hora y media de desayuno. Noventa minuti molto longos.


Saliendo los ÚLTIMOS. Dorsales reutilizables y por supuesto nada de chips ni cosas modernas
Cuando está toda la gente bien saciada van llamando para ir al arco de salida con las bicis. Unos 150 bicicleteros (no se ve ningún biker, la verdad) con gran presencia femenina, niños pequeños y mardanos con barrigas prominentes hacen presagiar una tranquila salida dominical. Y así es, chino chano cada cual a su ritmo vamos avanzando por unos bonitos caminos, polvorientos eso sí, hacia el sur. Cuando la cuesta tiene mucha pendiente o muchas piedras la gente se baja de la bici y camina. Pero casi todo es muy llano. Con Héctor nos acoplamos a un grupo de mozas que llevan a un crío pequeño que baila encima de la bici como Contador y así atravesamos Casbas de Huesca donde han colocado carteles al estilo Tour de Francia saludando a los ciclistas. Algún comisario UCI con la gorreta de la Caja Rural y de Copaga saluda al pelotón. Sensacional. No obstante con Héctor tenemos la sensación de que el pelotón cruza el pueblo con demasiada ligereza. Ninguna calle cortada y la emoción de que en cualquier momento puede doblar una esquina un Jondere y acabar empotrados en el remolque. Pero al llevar la tripa llena de palmeritas estos detalles se olvidan fácilmente y seguimos pedaleando.

Tête de la course: Jabalí de San Caprasio/Rabosón;  2eme groupe: Ettorino/El Kudus del Somontano


Antes de llegar a Junzano pierdo a Héctor en una de las subidas fuertes y pensando que voy el último de los cuatro barbastros puesto que la otra pareja ha tirado adelante ya de salida, me acoplo a uno de esas grupetas con niño incluido. Para salir a estirar las patas después de hacer la trail del sábado ya me va bien. Es en estas que tras pasar algún tramo un poco fastidiado por la proliferación de bolos y piedras donde casi nos estozamos unos cuantos llegamos al polideportivo de Angüés a disfrutar del primer avituallamiento.

Tête de la course: Jabalí de San Caprasio/Rabosón;  2eme groupe: Ettorino; 3eme groupe: El Kudus del Somontano


EL PRIMER ALMUERZO

Cual es mi sorpresa cuando al llegar no veo a ningún barbastro. Los oídos de las santas madres de Abi y Héctor e incluso de la mía comienzan a pitar al advertir que esa pareja de filibusteros y mi hermano han repostado y me han dejado allí tirado como a una colilla. Pero entonces, en consonancia con el ambiente lúdico festivo de la jornada comienzan a suceder cosas inexplicables e hilarantes.

Tête de la course: Jabalí/Rabosón/Ettorino; 2eme groupe: El Kudus del Somontano



Tras aplacar mi ira con una caja industrial de pastas de té, otra de palmeritas y una tercera de galletas rellenas de chocolate veo aparecer por la puerta del polideportivo al bueno de Abizanda con las cejas completamente llenas de polvo. ¿De ande cojones sales? ¿Y tú qué hostias haces aquí?. Llegamos a la conclusión de que NO SABEMOS DÓNDE NI CÓMO pero tanto Héctor como yo les hemos adelantado a él y a Jesús. Héctor es cabeza de carrera del pelotón tuercepedal, ha avituallado y ha jopado y Jesús está por llegar. Tras este sesudo razonamiento nos embarcamos en una nueva visita a la caja de pastas Arruabarrena. Qué duro es esto del tuercepedalismo.

Tête de la course: Ettorino; 2eme groupe: Kudus; 3eme groupe: Rabosón; 4eme groupe:Jabalí?



Aparece Héctor por la puerta y los pilares de la civilización tal y como la conocemos vuelven a caer. Que Abi esté allí antes que él nos cuadra a todos menos a Abi quien pensaba que había sido adelantado por todos menos por Jesús. ¿Dónde está Jesús? Nadie lo sabe. Que yo esté allí antes que el resto no le cuadra a nadie salvo a Abi que mantiene que lo he adelantado pero ¿a Héctor? Imposible. Llegamos a la conclusión compartida por más gente de que un grupo de mozas que llevaban niños han hecho un alcorce y yo he ido detrás de ellas. Yo sé los kilómetros que he hecho pero el resto parece que no, allí no lleva cuenta kilómetros ni dios. Es maravilloso. Hacemos otra visita a las galletas rellenas de chocolate elucubrando esa teoría. Que es más razonable que pensar que en realidad esos caminos son como El Laberinto de la película homónima y cambian de dirección cada dos por tres y de manera caprichosa. De todas formas a juzgar por la fetidez de algunos de los caminos transitados (algún lugareño tiró purín a espuertas) a veces parecía que pululábamos por el pantano del hedor eterno como en la película del Laberinto. Pero bueno, el mal sabor de boca se quita tras la octava palmerita y la décima pasta Arruabarrena. Además, para que los electrolitos no se desmadren ingerimos algún Aquarius, que esto está siendo muy duro.

Tête de la course: Merde! Je ne sais pas!; 2eme groupe: Jabalí?



Al rato largo aparece Jesús. Que se había perdido con cuatro más por un barranquizo lleno de barzales. No se sabe si se ha extraviado del circuito bueno o del alcorce, si se ha perdido una vez o dos veces. En definitiva, un sindiós, pero nada que no se pueda arreglar con otra buena dosis de palmeritas y galletas de chocolate.

Tête de la course: Quelle course?



Tras zampar como si no hubiera mañana los mozos que organizan esta bacanal llaman para que salgamos a coger las bicis. Un hecho característico del que ahora nos damos cuenta es de que la señalización está enfocada para llegar al avituallamiento (bueno, si no te pierdes en un barzal, alcorzas por donde no debes y demás) pero no se indica por donde sigue la marcha. Es un claro ejemplo del alto grado de evolución alcanzado por esas gentes las cuales nos sacan lustros de diferencia. Para que ningún incauto pueda huir del almuerzo se le encierra allí y cuando está bien fartizo se le saca únicamente cuando la organización así lo estima oportuno. Unos genios.


EL SEGUNDO ALMUERZO

Desde allí la peculiar caravana se desplaza hacia Sieso, el pueblo del queso. La ruta ahora discurre en dirección norte con la visión del Tozal de Guara al frente. Camino llano sin complicaciones salvo por las badinas de polvo que hay formadas pero que se solventan con tranquilidad en un ambiente relajado y de camaredería por parte del grueso del pelotón. Al llegar a Sieso, en la plaza del pueblo espera una mesada compuesta por dos únicos elementos para avituallar. Tarta de queso y yogur (o flan según se mire) de queso de Villa Villera. El agua si alguien quiere mana de una fuente ahí al lado. Ni barritas ni geles ni mierdas de esas.


Aquí tomando un Vitalínea y un Biomanán para reducir la tripera
De nuevo nos encontramos en un punto sin salida, no queda más remedio que comer. Afligidos por la imposibilidad de encontrar el camino de vuelta hasta que la organización de la prueba estime oportuno retomar la marcha nos abocamos a una vorágine de descontrol. Al fin llegan los rezagados con el coche escoba y entonces, cuando pensábamos que podríamos abandonar esa mesa anuncian que se reanuda la marcha, sí, pero la del recorrido largo. Pues venga, vuelta a zampar. Al final, tras otra tensa espera en la que pensábamos que íbamos a quedar atrapados por toda la eternidad deglutiendo yogures de queso, se anunció la salida de la marcha corta.

He aquí la única queja que el grupo tuercepedal quisiera mostrar ante la muy honorable organización de la prueba. De haber sabido que desde allí a meta de la marcha corta tan sólo restaban cinco kilómetros mal contados hubiéramos dado el todo por el todo zampando una tercera unidad de yogur por cabeza además de varios trozos más de tarta. El temor de encontrar algún repecho en el camino nos hizo no comer más para que todo el flujo sanguíneo no fuera al aparato digestivo y de ese modo acabar vomitando en alguna cuesta.


EL ALCORCE



Tras 28 km escasos de marcha (yo, el resto no lo saben) regresamos a Labata. Un merecido descanso tras el intenso esfuerzo de deglutir con semejante ferocidad durante algo más de dos horas. En las dos ilustraciones puede apreciarse a la izquierda el recorrido que hice y a la derecha el teórico. Lo que hay más allá de Sieso resulta ser el tramo de la marcha larga que nosotros no hacíamos.

Sin embargo a la altura de Junzano si se ve cómo me fume un tramo bastante majo de recorrido, ese que parece bajar a un barranco para remontar hasta prácticamente el mismo punto de partida. Ahí es donde adelanté a toda esta tropa.

Para más INRI al finalizar la marcha y justo antes de que Héctor huyera despavorido para casa puesto que ya no soportaba semejante nivel de zampe, Jesús nos comunicó que se acababa de dar cuenta de que llevaba la suspensión delantera de la bici bloqueada. Bueno, conociendo a mi hermano puede ser que la hubiera desbloqueado y vuelto a bloquear cuatro veces durante la marcha o que en realidad la llevase todo el rato bloqueada. Todo podría ser, el caso es que echamos unas buenas risas de tan sólo imaginar cómo ha debido bajar por el barranquizo lleno de piedras y barzales por el que se ha perdido, con la suspensión bloqueada. Decía que le dolían los brazos, a nosotros la tripa de zampar y de reír.


LA COMIDA

Echando unas cervezas esperamos a que monten la mesa para la comida mientras vemos las evoluciones de una pareja de crietes bastante alicates que pululan con la bici por los alrededores y que son la risa de todos. Los alicates estos de críos, por cierto, custodiaban el avituallamiento sito en la meta, que nos perdimos no se sabe porque extraña razón y que ha sido descubierto en las fotos del evento, pero que constituye otra muestra de las altas dosis de evolución alcanzadas por estas gentes. Entre Sieso y Labata había cinco kilómetros mal contados con bastante bajada pero eso sí, dos avituallamientos entre ambos puntos. A eso de las dos de la tarde volvemos a pasar al salón multiusos para terminar con la marcha BTT más dura a la que jamás nos hayamos enfrentado.

Una ensalada ilustrada sencilla pero bien colmada. Con tomate, cebolla y olivas, bien aliñada y sanseacabó. Para qué más. Famélicos como estábamos tras casi dos horas sin probar bocado hasta algo de verde sienta bien. De segundo caldereta de cordero. Suerte tuve de que cuando fui a por mi ración las habían reducido considerablemente debido al desmedido entusiasmo con el que llenaban los platos al principio provocando que casi hicieran corto. Abi se zampó uno de esos primeros platos con los que en un restaurante de esos modernos darían de comer a diecisiete comensales. Y de dulce pastel y flan. No pastel o flan, no. Pastel y flan. El bueno de Abi pensó por un momento que se podía elegir pero estas gentes se toman estas cosas muy en serio y saben que tras unos esfuerzos tan desmesurados es preceptivo alimentarse convenientemente para que nunca jamás se gaste más de (la mitad de la mitad) de lo que se zampa.


La caldereta de cordero que se zampó Abi
Al borde del colapso digestivo nos levantamos de la mesa para ir a buscar los coches y marchar a casa antes de que fuera demasiado tarde. Pude notar alguna mirada torva que venía a decirnos "FLOJOS" pero ya no podíamos más. Cuentan las crónicas periodísticas que después todavía hubo sorteo de regalos, algo que ya parece increíble teniendo en cuenta que la inscripción era de 20 € y ha habido alguna boda en la que he comido menos de lo que zampé desde las 8 de la mañana. No sé el resto pero al llegar a casa caí como un leño a la cama.

Así es que tras la memorable experiencia podemos decir que sí que el ALMUERZO ENCUBIERTO de Labata existe, que Juanlu, David y Pablo no mentían y que estas gentes de la Hoya de Huesca, del Valle de la Gloria y del BTT Guara son sensacionales. Al año que viene volveremos en masa a buen seguro. Muchas gracias por todo.

lunes, 17 de octubre de 2016

Pitera Sagan se pone farruco otra vez

A quién se le ocurre hacer un mundial de ciclismo donde Cristo (o Mahoma en este caso) dio la última voz. Pues a los mismos que hacen soberanos esfuerzos por cargarse el deporte más bonito del mundo, el señor presidente del máximo organismo competente en la materia y sus secuaces y adláteres. Con unas temperaturas propias de la disputa de carreras de camellos y en un circuito la mar de bonito y que todo buen aficionado recordará por los siglos de los siglos el salvador del ciclismo actual se puso otra vez farruco.

Del aprecio por el señor Pitera se ha hablado largo y tendido en esta blog, sin embargo todos los calificativos se quedan cortos para alabar a esta bendición para el ciclismo. Vayamos por partes. No contentos con otorgar la prueba vía chaquetazo a un país con nula tradición ciclista, cosa bastante comprensible dadas las temperaturas que tienen que sufrir todo el año, y que se pudo comprobar viendo el furor con el que se vivieron todas las pruebas en las desiertas avenidas por las que transcurría la carrera, la organización competente en la materia amagó con recortar la prueba hasta una distancia propia de marcha cicloturista. Se cernía la hecatombe, el maillot arcoiris en manos de un cualquiera.

En estas que la organización competente en la materia decidió en última instancia no cercenar la prueba y enviar a los sufridos ciclistas al interior del desierto para afrontar la totalidad de los kilómetros. A ver, ambas decisiones eran una cagada. Desde el momento en que otorgas un mundial de ciclismo (de carretera) a un país en el que la temperatura se puede ir a los 45º con una humedad salvaje quiere decir que tus capacidades como gestor de estos eventos son nulas debido a que tu ansia por el dinero es inaceptable para tal menester. Se te ve demasiado el plumero. Así que una vez te has vendido de manera descarada al mejor postor o capas el recorrido porque hace mucho calor (oh, sorpresa) o envías a la gente al inframundo a tostarse.

Los enviaron al tostadero. En ese desierto da la casualidad de que también sopla el viento, único elemento de interés que podía jugar un papel determinante en este esperpento. Porque si lo piensan detenidamente de no ser por el viento y el calor el recorrido no tenía ninguna diferencia con aquellos "mundiales oficiosos" que se disputaban en todos los barrios de bien (barrios de bien, no barrios bien, que no es lo mismo) los críos de ocho a doce años pertrechados de una GAC destartalada y una BH sin frenos. Dando vueltas y más vueltas a la manzana en un recorrido completamente llano durante toda la tarde. Pues eso era el mundial de Qatar.

Eso era hasta que empezó a soplar el viento. Y Bélgica, esa selección que causa envidia desde el plantel que tiene hasta su maillot, hizo lo que tenía que hacer. Provocar el corte en el pelotón y separar el polvo de la paja. Los zagales de Gregorio y el tío Boonen se fueron para delante con un grupo de italianos, algún británico, un par de holandeses, australianos y noruegos... ningún español... un marroquí, un eritreo y tres eslovacos. Pitera fue el último en entrar en el corte. Se estaba poniendo farruco.

A pesar de que restaban unos cien kilómetros para llegar a meta y que detrás el grupo era mayor al que transitaba delante pasó lo que otras muchas veces, que las ganas y la calidad se impusieron y los amigos belgas fueron haciendo camino junto a los eslovacos e italianos.

Salieron del desierto y volvieron al otro desierto urbano. El público era el mismo. Ninguno. Y comenzaron a dar vueltas como en aquellos mundiales oficiosos que se celebraban en barrios como la Cooperativa. Los belgas se dedicaban a ir a todo tren para impedir todo riesgo de fuga, algo esto último bastante improbable debido al maravilloso perfil con el que deleitó a la afición la organización competente en la materia ya que era imposible que alguien saltara del grupo no antes de dos kilómetros a meta.

Se cernía de nuevo la catástrofe. Se consumían las vueltas y cada vez estaba más claro que la cosa se iba a decidir al sprint. Nizzolo, Viviani o Cavendish se podían alzar con el mundial. Aquí ya entramos en temas subjetivos pero los dos primeros no son más que velocistas de segundo nivel (basta ver su palmarés) y el tercero es un marrullero. Y el mundial en mi opinión lo tiene que ganar un capo o un desconocido/segunda espada tras acción esplendorosa o piteril. O Bugno poniendo lo que hay que poner encima de la mesa o un Freire de la vida viniendo de la playa y haciendo una cosa como la de Florencia en el 99. A falta de dos kilómetros para el final y como estaba cantado saltó Terpstra, entre el perro de presa Jürgen Roelandts señor de los vientos y las tempestades y don Gregorio Van Avermaet secaron el intento de fuga.

Bélgica parecía apostar por el sprint del tío Boonen. Horror. Boonen ha sido capitán general con mando en plaza pero tiene sus añitos ya. Jugarse el todo por el todo contra Cavs, Pitera, los noruegos Kristoff y Boasson Hagen, Bling Matthews y hasta si me apuran el amigo Nizzolo en un día inspirado... malo. Quedaba kilómetro y medio.

Entonces saltó el otro holandés, Leezer, abrió hueco. Se la puso a huevo a Roelandts señor de los adoquines y las tormentas o al bueno de Gregorio para que saltaran tras él. Bélgica de lo malo ataba la plata y si alcanzaban a Leezer y se lo jugaban al sprint ambos serían más rápidos que el holandés. Pero no, Bélgica seguía apostando por el sprint y puso a Roelandts señor de Gante-Wevelgem en modo de perro de presa para atajar la fuga y lanzar el sprint. Como no podía ser menos lo logró.

Se lanzó el sprint. Se cernía la catástrofe. El espigado gerifalte centroeuropeo Boonen encabezó el embalaje con un rendimiento francamente positivo. Pitera avanzaba en posiciones retrasadas con Cavs, el favorito de la organización competente en la materia,  a su rueda. Se mascaba la tragedia. Entonces, Pitera se puso muy pero que muy farruco. Por un foricachón francamente sorprendente rebasó a Nizzolo pegándose a las vallas en acción propia de dibujos animados. El camino a meta quedaba bastante libre si era capaz de pegar cuatro zapotazos más a los pedales. Por su parte Cavs, como en esos libros juveniles de "elige tu propia aventura" eligió el camino opuesto a Pitera para avanzar posiciones. Casi frenando para no comérselos adelantó a dos contendientes. Pero ya era tarde, Pitera avanzaba hacia la gloria. Pitera era campeón del mundo. Cavs aporreando de manera macarra la bici, segundo. El tío Boonen dándose con un canto en los dientes, tercero.

Una vez más Pitera se puso farruco y acudió al rescate. Alegrémonos por tenerlo en el pelotón. Y el infausto, y esperemos que lejano, día en que este santo varón decida poner fin a su andadura profesional alegrémonos también por haber contemplado en plenitud las aventuras de semejante portento. Gracias, Pitera.


miércoles, 12 de octubre de 2016

Fin de semana por Guara 2016, el sábado

Tercer año seguido participando en la Trail de Guara. La palabra correcta es participando ya que lo de correr fue algo anecdótico y lo de caminar a veces también. Al llegar a meta cayeron 5 minutos más respecto al tiempo del año pasado así que si tenemos en cuenta el incidente con el sr Roca en el bar de Radiquero (ver crónica del 2015) puede decirse que la palmada de tiempo estuvo en torno a los 20 minutillos. Y podría haber sido mucho peor, vayamos por partes.

Este verano no he corrido nada. Bueno, si nos atenemos a las teorías del Gurú, no he corrido en mi vida porque lo que quiera que hago él lo denomina avanzar pegando brincos. Pero teniendo en cuenta la movilidad famoseril que me caracteriza pues no he corrido nada en comparación con lo que quiera que hiciese otros veranos. Nada no es poco o menos que otras veces o no lo deseable. Nada es nada. Cero. Bueno, por no mentir tres trotadetas en la bajada que va por el camino desde detrás del campo de fútbol hasta la iglesia del monseñor. Nada más. Con esos credenciales y un peso en canal que se aproxima dramáticamente a lo que se denomina "estar en el dial de la frecuencia modulada" (entre el 87 y algo de Rock FM al 107 y algo de Hit radio) la cosa pintaba mal. Si además tenemos en cuenta que de treinta días que tiene septiembre bastantes más de la mitad han transcurrido en estado febril, con mucosidades o expectoraciones puede que fuera uno de los que no mentía en la salida cuando decía que este año no iba a tirar ni pa atrás. Porque de todos es sabido que en cualquier salida de una carrera que se precie todo el mundo está o ha estado jodido y tiene malas sensaciones. Y luego rebajan marca.

El señor Panizo, el menda y Paquito Zapador. Foto extraída del feisbuc de Zapador el cual la subió a la red dos minutos antes de empezar la trail con filtro instagramero y todo. ¡Qué huevos tienes, Paquito!
De modo que viendo el percal le dije a Lemus que ni se les ocurriera esperar en cuanto me quedara de su ritmo y el de Morcate, que sería más pronto que tarde. Con muy buena intención pretendían que fuera con ellos "por lo menos hasta Quizáns" que eso es tanto como decir que te estrujan bien estrujado y ahí en medio de todo el tomate te dejan vendido a tu suerte. No, gracias. A la segunda capta el mensaje y queda zanjada la negociación así que cuando en la segunda rampa del pueblo Morcate mira para atrás y le hago el gesto de que tiren Lemus zapador pone la directa y marchan.

Pillo un tapón de los gordos bajando a Villacantal. Magda es más habilidosa y consigue adelantar pero yo hago más de la mitad de la bajada a la marcheta. Para cuando paso y voy cogiendo ritmo ya no alcanzo ni al tato. Subiendo el barranco de Lumos alcanzo a Magda y como ella va más ligera bajando le digo que me adelanto, que ya me cogerá luego. Corro bastante hasta Asque.

1h19'29''
Minuto y medio más rápido que el año pasado. En ese momento no recordaba los tiempos de paso de otros años pero me sonaba que no iba desencaminado.

Salgo corriendo de Asque tras beber un poquitín. Intento seguir el consejo del sr Ornitorrinco de no beber tanto para no encharcar la tripa y tener que volver a conversar con el sr Roca en algún momento de la mañana. Y oigan, tras aplicarlo durante todo el año la cosa funciona. Eso sí, tengo hambre así que me zampo una gominola de esas energéticas. No sé si es efecto placebo pero funciona también.

No cazo a Magda pero sorprendentemente me cazan Noemí y Mariano. Digo lo de sorprendentemente porque no sé qué hago tras hora y media de carrera por delante de ellos. Me explican que han llegado justos a la salida han salido últimos y tal. Consigo seguirles un rato pero antes de entrar a las pasarelas se van. Normal.

Ahí en las pasarelas, chulo el tramo nuevo, empiezan las apreturas y no sólo con la pared sino con ciertos grupos de excursionistas que van de paseo. La mayoría ceden el paso todo hay que decirlo y muchos animan de manera muy efusiva. Muy bueno el paso por la cueveta donde aguardan un porrón de señoras mayores sacando fotos y haciendo bulla. Esto es lo que gusta de estos eventos. Tramo horrible de escaleras con mogollón de turistas en contradirección haciendo equilibrios para dejar pasar y llegamos al paso por Alquézar.

2h12'09''
Dos minutos mejor que el año pasado. Converso un rato con Luis Trailmaker, pregunta que tal voy y le contesto que da igual porque el martillo pilón llega entre Quizáns y Viña, hasta ahora tanto te da. Me zumbo un powerade azul, un poco de secallona, dos trozos de plátano y unas avellanas y salgo hacia arriba con Elena A (cierto sr Torrinco, era Elena y no Pilar).
Foto cortesía de Luis Trailmaker

Por la canal que lleva a Basacol conversamos acerca de hijos tardanos y el descenso generalizado de participación en las carreras. Elena era una rueda bien buena pero al llegar a las balsas están animando Ettorino, Motor Perkins y Lucas así es que paro un minuto a hacer aprecio. Qué desastre. Sector navalero, tranquilos porque no tenéis la culpa, pero qué desastre. Ese minuto ya no sé recuperarlo. No sólo eso sino que Elena me sacará algunos más en la subida. Además me dicen que el dúo Zapador-Panizo transita con 16 minutos de ventaja. Comienzan los dolores, los amagos de calambre. No alcanzo a nadie salvo a una voluntaria que ha salido corriendo despavorida buscando a algún participante que se ha dejado unas gafas en Basacol. Y la alcanzo porque se para y da media vuelta que si no no la cojo.

Comienzo a ir atufado por el simple hecho de ir solo y no coger un ritmo alegre. Lo mejor que podía haber hecho en ese momento era parar y esperar a Magda que no debía de venir muy atrás. En cambio sigo adelante, me tomo un magnesio, me cogen tres zagales que van más o menos igual de atufados, les sigo el ritmo, paran a estirar y vuelvo a ir solo. Llego a Quizáns. No puedo comparar con el año pasado porque éste no había control de paso pero seguro que palmo mucho tiempo. No lo paso mal ni mucho menos pero no tiro.

Bajando intento correr. Los cojones. Intento por dos veces y viendo que Robocop tenía más agilidad decido guardar esas carreras para una zona con menos piedras. Me alcanza Magda que baja mucho más ligera. Pregunta si espera y le digo que no, que ya la cogeré antes de Viña. Cuando la veo enfilar la primera mini rampa después del descenso y donde aún la tengo a la vista sé que no la cogeré. Tan sencillo como que no tiro.

Saco un poco de fuet y comienzo a zampar, ya que no sé correr al menos lleno un poco el depósito mientras camino o lo que sea que estoy haciendo. En la zona de llanos antes de acometer el repecho a Viña recupero algo de ritmo pero la cosa es que me estoy aburriendo. Voy solo y salvo alguna pareja de voluntarios en algún cruce pelando la pava no se ve a nadie. Sé lo que me queda, que a partir de Viña me cogerán los de la Long Trail y será más divertido pero no puedo ir más rápido hasta allí para salir de ese trozo tan pestoso, es una putada.

Me acuerdo del Enano que debe de estar montando alguna feria en Madrid o en Jaén y no ha podido venir en esta ocasión. De Juan el policía, Chicote o Calderas. De todos esos corricolaris que en otras ocasiones me han hecho esa tramada mucho más llevadera y que no participan este año. Cojo a alguien pero van peor que yo, con los cuatro intermitentes puestos y bastante hacen caminando como para charrar un rato. Otra gente va escuchando música por los auriculares, me rebasa corriendo y a los tres metros se detiene para comenzar a caminar. A un ritmo más lento que el que llevo. Por una senda estrecha. Y encima alguno se me tira un cuesco en los morros. Es maravilloso.

Llego a Viña hasta los huevos. La voluntaria que grita de manera desaforada y que se escucha desde kilómetro y medio antes de llegar me mira extrañada porque debo de sacar una cara de mala hostia bastante importante. Me gustaría compartir su entusiasmo pero quiero llegar aunque sea a Radiquero cuanto antes. Su compañero me anima "venga que vas bien, bien, bien". Sí, bien, bien. Bien jodido, le respondo.


4h 53' 19''
Once minutos peor que el año pasado en el acumulado. Un cuarto de hora perdido en la puñetera subida. Al menos ni voy mareado ni me duele la tripa ni nada por el estilo. Llevo una importante reserva hídrica y de powerade que me fundo allá arriba mientras zampo unas avellanas. Relleno botellín con cocacola y el botellín de agua se queda a medio llenar, la bolsa de la camelback va de bonito. Caigo en la cuenta de que no he cargado agua cuando estoy a doscientos metros del avituallamiento. No pienso dar la vuelta, si no sé llegar a Radiquero con medio litro de cocacola y trescientos mililitros de agua es para irme a la mierda con todo merecimiento.

La cosa se pone divertida cuando me van atrapando los participantes de la Long Trail que bajan desde Sevil. Ya que no sé correr al menos es majo ver a esos zagales y zagaletas que bajan como sarrios pegando brincos y todavía tienen tiempo para:

1) preguntar si van por el camino correcto
2) dar las gracias por dejarles paso
3) desear suerte o dar ánimos (gracias, adoro a esta gente)

Me alcanzan unas zagalas francesas con las que nos vamos rebasando según pica para arriba o para abajo desde hace bastante tiempo. Maldigo a la educación general básica por no aprender jamás el idioma de más allá de los Pirineos para poder tener algo de charla con estas mozas. Al menos sirven de guía allá a lo lejos e intento seguir su ritmo. Las patetas desbloquean el estado de huelga y comienzan a funcionar a fogonazos. Una carrereta aquí, otra allá, ahora camino ahora hago ver que corro.

Pasa uno de la de 50 km. Saca pintas de vasco, por la manera de animar. Porque como un vasco no anima ni dios. Por hacerle aprecio salgo corriendo tras él, algo así como cinco metros. Luego él ya se va distanciando pero al menos ya no paro en un buen rato. Oigo que vienen trotando por detrás, miro por el rabillo del ojo y me doy cuenta de que estoy en medio así que me orillo. Oye, no te eches a un lado, ve a tu ritmo -me dice una moza de muy buen ver. Le hago saber que va más rápida y que no es molestia. Pregunta si eso que vemos es Alquézar. No, hija, no. Eso es Radiquero, queda una subida antes de meta. Medio sonríe y sale zumbando con su minimochileta y sin bastones tras dar las gracias . Esta peña es de otra pasta.

6h01'01'' en Radiquero. Un minuto más que el año pasado. ¿He recuperado? No, lo que ocurre es que el año pasado fiché en el control tras la conversación con el sr Roca en el baño del bar del pueblo. Y aún así este año ficho un minuto más tarde. Con una presencia de ánimo mucho mayor todo hay que decirlo. Recargo un poco de cocacola que apenas he bebido y sigo con la dieta de las avellanas. No me veo con pitera para zampar pastel, pastillo o tragar una cerveza. Gran avituallamiento el que tienen ahí montado pero San Pelegrín aguarda y ya que hasta el momento no me he cagado no me gustaría hacerlo a las cuatro de la tarde en mitad de la cuesta.

Como único punto de referencia allá a lo lejos tengo a la pareja de francesas antes mencionadas. No las cojo ni a tiros. No hace calor excesivo, no duelen las piernas tanto como antes pero no hay manera. Pasa un mulo de los de la Long que luego veo en la clasificación que es de Montañeros. Al igual que veo que la moza con la que converso antes de llegar a Radiquero es de las mejores de España haciendo kilómetro vertical. Al mulo de Montañeros que pasa bufando como una locomotora es imposible seguirlo y va haciendo de puente con las francesas hasta que las rebasa. Coronamos. Ni un cartel, ni un voluntario, nadie animando... Eso de ir a Alquézar a pegar cuatro aplausos mientras uno se echa el café es de agradecer pero encontrar aunque sólo fuera un alma en mitad de esa subida apelando a los cojones y ovarios de los sufridos participantes lo sería mucho más.

Corro detrás de las francesas como si fuera Alfredo Landa en una película de los años 60. No las alcanzo ni pa dios pero al menos hago ver que corro hasta que llegamos a la zona de zigzag antes de las piscinas donde el nivel de piedras impide cualquier intento. Llegada al pueblo y automático bienestar en todo el cuerpo. Qué bien sientan esas rampas cementadas para trotar. Mi reino por una rampa del 25% cara abajo para dejarse caer. Choques de palmas con críos que salen al paso y giro de ciento ochenta grados para enfilar recta de meta.

La típica estampa de la gente que está comiendo y echando el café mientras cuatro descerebrados sudados y llenos de mierda pasamos por enmedio corriendo hacia la meta. Se escucha algún ánimo, de la gente conocida más que nada. No culpo al resto, la verdad, si estuviera comiendo dudo que levantara la vista para aplaudir a todos y cada uno de los que desfilamos por ahí. Lo que ya toco un poco la moral es que en esa última carrera hacia la meta venga gente en contradirección paseando y prácticamente haya que ir esquivando pero bueno...

6h55'25'' en meta, cinco minutos peor que el año pasado. Recojo una cerveza en la meta y veo al sr Ornitorrinco comiendo en una mesa acompañado de su hermano Manu, el sr Bestué y uno de los fichajes del CAB llamado Pablo. Me pregunta que qué tal y le intento explicar todo lo narrado aquí condensado en dos frases. ¿Qué esperabas? -contesta- si no habías hecho nada en verano... y tiene toda la razón. Aparecen Lemus y Morcate y marchamos a comer, echar unas cervezotas y unas buenas risas que a fin de cuentas es a lo que habíamos venido.

Notas mentales para el año que viene (II)

De la mitad de las notas mentales que dejé el año pasado algunas no se han aplicado para nada. El tema de la hidratación ha ido por caminos dispares y en lugar de llenar la camelback hasta arriba fui mucho mejor bebiendo pequeños tragos en mitad de los tramos y luego buenas cantidades en los puntos de control. Sed no pasé y el tema de piernas cargadas vino sencillamente porque no había de donde sacar.

Si me apunto a la carrera para 2017 (que todo puede ser que no) hay varias cosas que deben cambiar. No es por hacer marca o dejar de hacer. Es, como bien dijo el sr Ornitorrinco en nuestra conversación posttrail en la que ni le pregunté por su viaje a Islandia (qué desastre de cabeza y más después de siete horas dale que te pego), que aunque vayas más despacio al final te tienes que cansar igual o más de estar tanto rato caminando. De ir tan despacio. Al año que viene o soy capaz de hacer ciertos tramos a un ritmo más rápido o mejor estaré animando en la subida de San Pelegrín. Más que nada porque cuando comienzas a conocer el circuito algunas tramadas son desquiciantes y más a velocidad de caracol.

Este verano la mayor aproximación al tema de correr se ha producido cuando al llegar a la piscina plantaba la toalla a la vera del amigo Gregorio y la ecléctica conversación giraba en torno a algo parecido al atletismo. Como si charrar con él fuera a transmitir sus capacidades por osmosis marchaba a casa a cenar sin haber hecho un mísero largo en la piscina.

Cuando comencé a tomar conciencia del problema ya era demasiado tarde. Como en aquellos exámenes en los que uno se daba cuenta de que no había hecho nada hasta la noche de antes e intentaba arreglarlo deprisa y corriendo, ideé un plan de acondicionamiento y puesta a punto de cara a la Trail. Con tan mala suerte de que cogí un trancazo de aúpa y el plan comenzó a hacer aguas. Gracias a David L y esas caminatas a la Boquera se pudieron salvar en parte los muebles. A dos semanas vista, esas mismas salidas junto a otras en solitario o en compañía de las múltiples abuelas que pululan por ese mismo camino o por el parque, completaron la peculiar preparación. Y con esa preparación no podía aspirar a nada más. Así y todo, gracias David. Esas caminatas mitad ciclismoafondo mitad todoseriespuntocom son acojonantes.

Dicho todo esto también ha habido algún lector de la blog que ha dicho que de estar en mi lugar ya hubiera hecho prou para siempre. Y seguramente mucha gente compartirá su opinión y no les falte razón pero la cosa es que en el fondo por mucho que raje de tal o cual trozo de la carrera el resto me gusta un montón. Y al final es con lo que uno se queda porque los malos ratos se olvidan con el tiempo. En abril del año que viene uno ya no se acuerda de que el trozo entre Quizáns y Viña es un tostón de cuidado y lo más fácil es volver a apuntarse.

Así es que para el verano que viene, si me apunto, tengo que preparar la dichosa trail. Supongo que será una preparación famoseril pero al menos será. Lo que no quiero bajo ningún concepto es volver a transitar esa tramada hasta Viña a un ritmo tan insufriblemente lento. Y que si me adelanta bajando a Radiquero una espigada gerifalta de prestaciones realmente sorprendentes poder seguirle el ritmo más de cien metros antes de echar las tripas.

Eso sí, si por un casual en mitad de esa supuesta preparación, comienzo a hablar de estupideces como por ejemplo la cerveza isotónica cero cero o menciono la palabra maldita e innombrable que comienza por "run" y acaba por "ning", cojan una barra metálica de considerable grosor y con toda la fuerza de la que sean capaz de hacer acopio péguenme fuerte en la cocorota. Que una cosa es preparar de manera medianamente decente una carrera y otra volverse medio gilipollas.


PD. El dúo Zapador-Panizo llegó a meta en torno a las 6h20'. Bien por ellos. A pesar de los pesares les recuperé tres minutos en los últimos 10 km. Chavales, confesad que alguno paró en el bar del pueblo a echar un fax. O silbad ahora que podéis porque si al año que viene os aguanto hasta Radiquero ¡en San Pelegrín os demarraré!.
Elena A hizo el tramo Basacol-Meta 29 minutos mejor que yo. Eso es perder una buena rueda y lo demás tonterías. La próxima vez la conversación navalera se postergará hasta mejor ocasión, delante de una tapa y una caña o algo así.
Magda cubrió el tramo de ascenso a Viña 10 minutos mejor que yo. Con esa ventaja de tiempo llegó a la meta batiendo y por mucho su marca del año pasado. ¡Enhorabuena!
El sr Ornitorrinco, rebajó en 5 minutos su marca del año pasado defendiendo el prestigio de subir al podio de los abueletes turbopropulsados. ¡Bravo! ¡Platípodo gerifalte somontanés de rendimiento francamente soprendente!

martes, 4 de octubre de 2016

Petrechema, 2.371 m

El pasado mes de julio acudimos a este punto singular de la geografía oscense mi hermano Jesús, su perro Turbón y yo. Para celebrar el comienzo de las vacaciones (las mías) nos levantamos un lunes a eso de las 4:30 h de la mañana aproximadamente poniendo rumbo al refugio de Linza, algo más allá de la bonita villa de Ansó.


¿El porqué de tan temprana puesta en marcha? Bueno, en verano se camina mejor por el monte con el sol bajo pero luego comprenderán porqué salimos tan pronto. Una vez llegados al refugio después de unas buenas dos horas y pico de coche escuchando durante el rato que cazamos emisoras de más allá de la frontera hasta rumbas euskaldunes (buenísimas, oiga) aparcamos entre una multitud de coches llegados de Navarra y el País Vasco y comenzamos la caminata. Durante el primer kilómetro se trata de una rampa recta y constante en la que rápidamente se gana altura pero que no tiene ninguna complicación añadida salvo seguir la senda que cruza la pradera.



Nada de piedras, nada de estorbos. Y una vez superado ese primer kilómetro bastante puñetero, una pendiente bastante más moderada que transcurre entre algún subebaja incluso. En líneas generales se trata de una subida sencilla y que no plantea casi ninguna duda en cuanto a su seguimiento. Por donde se pierde la senda trazada en la pradera existen mojones a la vista. Se trata de esas ascensiones que mi amigo Fari, consumado montañero y escalador, denomina como "excursiones de tías". Todo sea dicho de paso que para él casi todo lo que no sea ascender un tresmil, encordarse o ponerse crampones es una "excursión de tías". Y yo hace muchos años que decidí que lo de subir demasiado alto no era lo mío siempre que pudiera contemplar algo parecido desde altitudes más asequibles. Vamos, que me van esas excursiones "de tías".



Antes de llegar al collado de Linza (1.920 m) la pendiente se acentúa pero tampoco es algo exagerado. Allí es donde el camino se bifurca entre el que conduce hacia la Mesa de los Tres Reyes (Hiru erregen mahaia) y el del Petrechema. La Mesa era el antiguo trifinium de tres reinos de ahí su nombre. ¿Y qué es un trifinium? Pues es una palabreja aprendida en una blog de geografía llamada Fronteras muy interesante. Interesante para gente que con ocho años miraba mapas en lugar de Mortadelos, pero bueno, el caso es que para mí es muy interesante. Pues un trifinium es un punto en el que confluyen tres fronteras de tres estados. En el caso de la Mesa, en tiempos allí se juntaban los reinos de Navarra y Aragón y el vizcondado del Bearn que fue una entidad independiente unas veces y vasalla otras de Francia, Inglaterra y hasta de los dos reinos antes mencionados. O sea que cuando los bearneses no tuvieron dependencia ni de Pamplona ni de Jaca ahí hubo un trifinium. Y hoy en día pues ahí confluyen las provincias de Navarra y Huesca con Francia. Es decir, que es un minitrifinium provincial y regional aunque no estatal.



Nosotros tomamos el camino del Petrechema, que tan sólo sirve de frontera entre Huesca y Francia, yendo algunos ratos con un señor mayor que parece ser de la zona de la Ribera navarra por la forma de hablar y de renegar cuando la pendiente se le apodera. Él dice que ya no está para estos trotes pero se le ve subir seguro. Lento pero seguro. Mientras Turbón va a la suya y transita por la vaguada que separa los caminos entre el Petrechema y la Mesa. Persigue sarrios, bucos, cabras y todo aquel bicho con dos cuernos que se pueda perseguir. De cómo consiguió destrepar por donde un sarrio le chuleó sacándole veinte metros de ventaja en veintidos (cuasi verticales) es algo que escapa a la comprensión de la ciencia. Al rato tras vociferarle que hiciera el favor de regresar volvió. Cansadete pero volvió.



La pendiente se va acentuando otra vez a medida que la senda se confunde con el terreno de alrededor hasta que no queda más remedio que acometer una prolongada pala de piedras. Con tranquilidad se sube sin mayor dificultad a pesar de que conforme nos aproximamos a la cima la aguja se va estrechando aunque justo en la cima se ensancha lo suficiente para albergar en ella a un buen número de personas. El Petrechema debe su nombre a que es la antecima de una aguja gemela un poco más alta que queda completamente separada y a la que tan sólo se puede ascender escalando. Por tanto son dos piedras gemelas, pietregema, Petrechema. Las vistas son muy chulas y su calidad/precio, que en este caso  podría ser comparable a calidad/esfuerzo, es muy elevada.

La France bajo la boira. ¿Qué hace el símbolo de Kappa pintado en el mojón?
La Mesa al fondo

Vista este por el otro lado de la aguja de Ansabere

¿El Acherito?

Aguja de Ansabere

En algo más de dos horas hemos recorrido los 1.000 m de desnivel y 6,5 km que separan el refugio de Linza de la cima del Petrechema. Al este la Aguja grande de Ansabere, o la otra piedra gemela, y la France. Al norte la Mesa. Al sur el Acherito. Y al oeste Navarra. Tras comer un bocadillo, conversar con las numerosas gentes vascas y navarras que pululan por la cima acerca de tal o cual cima y hacer unas fotos iniciamos el descenso. Aunque allá arriba se está en la gloria.



El descenso es por el mismo camino que el ascenso. Y salvo que es más rápido que la subida y Turbón está más cansado de modo que inicia menos persecuciones el resto es tal cual se ha descrito anteriormente. A excepción de una incursión en un pequeño nevero que aguanta estoico las acometidas del verano. De modo que a eso de las 12:30 del mediodía estamos de regreso en el aparcamiento. ¿A casa? No.



Enfilamos con el coche hacia el valle del Roncal (vía Zuriza) al establecimiento en el que los Tuercepedales hicieron historia al ser los únicos participantes, aparte de unos señores de Tudela, que tuvieron los santos cojones de parar a devorar unos bocadillos de chistorra en la última marcha cicloturista PaxAvant celebrada hasta la fecha. La Venta de Juan Pito. Postrarse.



Ahí en la barra, después de dos años sin hacerle aprecio, ahí está el camarero sonriente. ¿Hay sitio para comer? Hombre, pues claro. Qué saber estar, qué arte. Casi como en esos establecimientos en los que parece que hay que dar las gracias o pedir perdón por franquear el umbral de la puerta. Así es que nos acomodamos en esos bancos corridos de madera en el salón comedor. El menú es sencillo aunque contundente y exquisito.



Migas. Así, sin más. Ni chistorra ni chorizo ni hostias. Migas a secas. El plato a caramuello y con bien de manteca para engrasar. Deliciosas.

De segundo costilletas de cordero a la brasa. Con bien de patatas. Seis o siete pizcas por cabeza. Decir que están deliciosas sería deshonrar esa fuente de rica carne. Sólo existe una palabra que las defina a la perfección. Acojonantes.
Y de dulce, cuajada a la piedra con miel. O de cómo alguien a quien no le gusta ni la miel ni la cuajada se zampa esa mezcla con suma avidez y delectación. Y pa forro bota con regusto a piedra quemada. Es un puñetero manjar.


¿El porqué del regusto a piedra quemada? Pues porque en tiempos recogían la leche de oveja para hacer la cuajada en recipientes de madera de abedul de modo que cuando querían calentarla durante el proceso de elaboración no podían poner el recipiente directamente al fuego. Así que introducían en la leche piedras incandescentes para calentarla. Y así cogía la leche ese sabor característico. Demos gracias a la primera cabecita pensante que en lugar de sacar la leche del perol de madera para ponerlo en una lechera de hojalata decidió echar unos pedrolos rusientes para ver qué pasaba. Grande.



Con el regusto de la piedra flotando en el paladar marchamos para el llano no sin antes realizar una transacción económica con el pastor que vende quesos al borde de la carretera que conduce a Isaba. La primera vez que tuve el placer de entrar en su humilde establecimiento me dio la impresión de estar ante un genio. Esta segunda vez se reafirmó la impresión. Tras darnos la bienvenida una moza que simplemente saluda y pregunta Hola, ¿qué será? Pues querríamos comprar unos quesos mientras va montando el tenderete para llevar a cabo la venta y avisa al señor pastor quien está en la trastienda.



Marcha la moza y aparece el caballero y pregunta otra vez ¿Qué queréis? Pues unos quesos (nos ha jodido mayo con las flores, qué vas a querer en una quesería). Ah, perfecto, os los puedo cambiar por dinero, decidme cuánto estáis dispuestos a pagar y yo os diré cuánto estoy dispuesto a daros. Tras esa entradilla propia de película de Indiana Jones, divaga acerca de la conveniencia de no cortar los quesos por la mitad ante la perspectiva de largos viajes por carretera. Un queso entero te aguantará más y mejor, afirma mientras sopesa uno de ellos con la mano. Tras decirle de donde somos recula magistralmente hasta una posición conveniente y satisfactoria para ambas partes. Se embolsa una suma suficiente que compensa la interrupción de su sagrada siesta sin que los compradores deban acarrear una cantidad de queso que dure hasta el día en que se forme gobierno en este país. Pero el señor pastor deja bien a las claras que a alguien de Albacete le cuela el palet entero de quesos aduciendo que los quesos ni deben partirse por la mitad ni deben viajar solos. 

Una vez realizada la transacción marchamos a casa para llegar comenzada la tarde. Todavía dio tiempo de subir a la piscina de la Rana a tumbarse a la bartola y realizar un análisis pormenorizado de la actuación de Fruman (por Froome) en el Tour de Francia o de Lingurín (por Higuaín) con el amigo Goyito. Pero eso ya son otras historias que requerirían entrada aparte.

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