miércoles, 30 de diciembre de 2015

Ibón de Plan

Por extraño que pueda parecer hasta el verano pasado todavía no había subido a tan famoso lugar conocido también como la Basa de la Mora. Ni por la vía fácil ni por la difícil, ni caminando ni en coche. Jamás. Así es que un día de los que mi amigo Lemus propuso ir un sábado por la mañana a caminar cara arriba para preparar la trail de Guara tanteé la idea de ir al Ibón y la cosa coló.

Fue una caminata interesante ya que aparte de conversar acerca de lo divino y de lo humano el señor Lemus que marcaba el ritmo me hizo sudar la gota gorda. Después del verano a la bartola que me casqué tenía alguna duda sobre si participar en la trail era una buena idea pero con Zapador marcando el ritmo (esta vez no sé qué perseguía si estábamos prácticamente solos en el camino) la subida se hizo a cuchillo y la bajada resultó ser aún peor.

La rodilla derecha que venía romanciando desde hacía unas días sólo hizo eso, romanciar, así es que después de la tunda siguiendo a semejante jabalí supe que la trail sería un paseo.

El Ibón me gustó aunque nada que ver con los lagos de Oredon de los que hablaré en otra entrada. Imagino que en Invierno la Basa la Mora debe de ganar muchos puntos y espero poder engañar a alguien en los próximos meses para comprobarlo. Así y todo es un sitio imprescindible y al que hay que subir. Nosotros subimos desde Plan pronto por la mañana y fuimos protegidos del sol durante mucho rato. Es una caminata en la que no se pasa mucho calor debido a la vegetación y a la orientación de la ruta.

Arriba como ya he comentado el ibón tampoco me llamó mucho la atención y nos dio bastante más faena el circo que lo rodea con esas áridas pedrizas que parecen llevar a la nada pero que por algún punto deben de conducir a Cotiella. Precisamente sobre eso debatimos durante el almuerzo, con los sólidos argumentos de aquellos que en realidad no tienen ni idea pero se aventuran a señalar esa o aquella vía como el camino más probable.



Apunte nº 1: si se hace esta excursión en verano, llevar bañador. Por la mañana hará frío, durante la subida no hará excesivo calor pero tal y como se vaya bajando Lorenzo saldrá a jugar. En Plan hay una bonita piscina a la que hacer aprecio y en todo caso está el río.

Apunte nº 2: si se tiene idea de comer en el pueblo cerciorarse antes de que no tengan en el restaurante algún evento de la BBC. Y no me refiero ni a la excelente cadena de radiotelevisión británica ni a la panda de consentidos que perpetra en la empresa dedicada a vender camisetas conocida hace muchos años como el Real Madrid de fútbol. Me refiero a bodas, bautizos y comuniones que pueden tener el restaurante hasta los topes y tener que desistir de comer en el pueblo.

Apunte nº 3: para todo lo demás siempre queda Escalona o Labuerda para zamparse una tostada de jamón con queso y setas y tener que dejar el entrecot de segundo a mitad porque la tripa está a punto de reventar. Ir de excursión por tierras del Sobrarbe y no terminar con una buena fartera es casi imposible.


martes, 22 de diciembre de 2015

Giro de la Fueva

Hoy, día de la Salud y pistoletazo oficial de las Navidades, este modesto blog comenzará un repaso de las rutas Tuercepedales y caminatas o correrías más destacadas del año 2015 y que se quedaron sin explicar por falta de tiempo, ganas o ambas cosas.

La primera de ellas nos lleva al Valle de la Fueva, en una vuelta para ir chino chano disfrutando del paisaje y sobre todo la tranquilidad de esas carreteras.


Partiendo de Tierrantona en dirección a Palo se coge a los pocos kilómetros el desvío a Troncedo. El puerto que une La Fueva con la Ribagorza alterna tramos suaves con otros más complicados aunque en todo momento resulta bastante agradable su ascenso. Es pasado el pueblo de Formigales que la cosa se pone seria con aproximadamente tres kilómetros al 7%.



Según la señal de la carretera el porcentaje es más elevado pero por el desnivel subido parece más exacta la pendiente del perfil. En todo caso la carretera es estrecha y según se avanza se tienen buenas vistas de la peña Montañesa a la cual dejamos atrás. El día que fui en agosto hacía fresquete y chispeaba y una vez llegado a Troncedo tuve que parar a resguardarme ya que la lluvia empezó a caer fuerte. Aproveché para comer algo y ver la torre del Castillo.

Una vez medio escampó decidí volver sobre mis pedaleadas y tomar el desvío a mano izquierda que conduce a Trillo y Salinas de Trillo. Básicamente son unos 4 km de bajada por donde no pasa casi nadie. Antes del desvío hay pocos coches, después del desvío las curvas de la carretera están llenas de agujas de pino de varios días. Parece menos transitada aún.



Tanto en Salinas como en Trillo hay iglesias románicas. Pequeñas pero chulas. En Trillo se me acabó la carretera (o al menos eso me pareció) así es que otra vez volví a dar media vuelta no sin antes saludar al perro que custodia la entrada de tan tranquilo pueblo tumbado en mitad de la carretera. En Salinas había algo más de movimiento con una familia de turistas viendo a un paisano acicalando a un caballo. Hay que hacer notar que la rampa que une ambos pueblos es terrible pero pedalear por esos lugares merece la pena.

Una vez pasado Salinas de Trillo la subida tiene también dos tramos criminales pero con tiempo y paciencia seguro que cualquier tuercepedal que se precie irá devorando esas curvas distraído con las vistas que se le ofrecen.


De vuelta al puerto que sube a Troncedo toca descender hacia Formigales y retornar a la carretera Palo-Tierrantona esta vez en dirección a la capital fovana. Como aquel día de agosto iba sin rumbo fijo y aún iba bien de tiempo cogí el desvío a mano derecha que hay antes de llegar a Tierrantona.


Carretera en ligero ascenso que conecta con Buetas, Solipueyo y Rañín. En el primer pueblo me encuentro la Peña Montañesa con una boina de nubes bastante importante, en el segundo a un ternero haciendo las funciones del perro de Trillo y en Rañín paro a ver la iglesia. Bastante apañado el pueblo, por cierto. No encontré la carretera a Humo de Rañín así es que di media vuelta hacia Tierrantona dando por finalizado el Giro de la Fueva.

Ideal para desconectar, pedalear chino chano y hacer paradas diversas. Creo que salen unos 45 km pero eso ya es lo de menos.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Una mañana en Castillazuelo


Un año más acudí a la indeludible cita con las cuestas del Castillo y el monasterio del Pueyo. Es una carrera llena de sorpresas desperdigadas por el camino ya que la subida tiene bajadas y la bajadas alguna que otra subida. Siempre es una carrera agradable de participar aunque este año el tiempo excesivamente caluroso marcó la prueba, al menos en mi caso.

Donde antaño había mallas largas, gorros y guantes este año hubo camisetas de tirantes y pantalones cortos. Nada de niebla y un cielo totalmente despejado con algo de viento que aplacó en parte el no muy habitual calor de principios de diciembre. El resultado fue que invertí 7 minutos más que el año pasado para realizar el mismo recorrido llegando a meta aún más cansado. A mitad de la subida desconecté, más de lo que lo hago habitualmente, de todo tipo de afán competitivo y me limité a completar el recorrido sin reventarme demasiado.

Al menos semejante calor sirvió para que el numeroso público congregado en la plaza del pueblo disfrutase de las carreras infantiles y del tiempo de espera entre la salida y la llegada de los mayores sin pelar palomos como es lo normal otros años. Al margen de la carrera la cual tampoco tuvo mucha historia al margen de que ya en el segundo kilómetro creí cocerme dentro de la muy mal elegida camiseta térmica, me gustaría destacar un par de hechos curiosos que tuvieron lugar.

El primero de ellos tuvo que ver con el numeroso público presente y que como ya se ha mencionado dio mucha animación a la plaza. Es muy de agradecer y siempre es bueno que este tipo de pruebas conciten atención pero todos deberíamos ser conscientes de que los recorridos de las pruebas así como las zonas de salida y llegada deberían ser sagrados.

En una de las carreras infantiles, dos niñas se disputaban la victoria en un ajustado sprint. Todo lo ajustado y al límite que se puede desarrollar a esas edades y eso es decir mucho ya que no suelen medir y la línea de meta es lo único que ven. Pues bien, un reportero y un padre se encontraban plantados justo en la línea de meta para sacar la mejor de las fotos del evento.

Y pasó lo que tenía que pasar en tales circunstancias, que una de las crías acabó medio empotrada contra una de las personas que estaban donde no debían estar. Fue más el susto que otra cosa pero fue una situación evitable si la meta hubiera estado como tiene que estar, despejada. Tras el revuelo acudió uno de los responsables del club a despejar la zona dejando bien claro que nadie que no fuese juez de atletismo debía colocarse allí. Y lo expresó de manera muy clara y muy alta, quizás perdiendo las formas pero asistido por toda la razón.

Me quedé con el detalle de que uno de los jueces, uno de esos que lleva más de treinta años dando el callo en crosses, medias maratones y pruebas de pista a lo largo y ancho de la provincia; uno de los que si llega a presenciar semejante algarada hace veinte años hubiera despejado la zona de idéntica forma o muy posiblemente mucho peor echando sapos y culebras por la boca; uno de esos jueces que llevan media vida haciendo una labor desinteresada por el atletismo local y que ya iría siendo hora de que les fuéramos dando el relevo en tales labores para que puedan asistir a las carreras como meros espectadores; uno de esos jueces al que siempre tuve tanto cariño como respeto por sus airadas reacciones espetó entre dientes y con una sonrisa en la boca: "ya era hora, ya era hora de que alguien pusiera un poco de orden".

Del otro detalle me enteré al día siguiente de la carrera y en las fotos del periódico se puede contemplar. Al parecer varios atletas, por denominarlos de alguna manera puesto que ese término engloba muchos más detalles que el mero hecho de correr, tuvieron la feliz idea de disputar la carrera sin inscribirse y sin dorsal. No estamos hablando de que una persona decidiese unirse a la carrera durante algún kilómetro a mitad de recorrido acompañando de manera anónima a algún participante. No.

Estamos hablando de gente que representando a un club tuvo el cuajo de ponerse en línea de salida, disputar toda la prueba y pasar la línea de meta. Para mí esto sí que es una verdadera falta de educación y no tener formas de ningún tipo. Una falta de respeto para con todos los que sí pagamos el dorsal y los organizadores de la prueba. Lamentable.

Al final, el responsable del club terminó hablando con el reportero disculpándose por las formas empleadas en el desalojo aunque tenía toda la razón. Espero que el rapapolvo sirva para que todos tomemos conciencia de que en las carreras lo más importante son los corredores, nunca hubo nada más. Y que si un juez ordena que no estar en una zona o no rebasar una cinta pues no se rebasa y no se entra en esa zona. Punto. Y respecto a los jetas que decidieron no pagar dorsal no sé qué pasará con ellos. Francamente, yo lo tendría muy claro. Las carreras no necesitan ese tipo de corredores.

jueves, 12 de noviembre de 2015

De fútbol y rugby

Que en España el fútbol es el rey de los deportes está fuera de toda duda. Nos podrá gustar más o menos y podrá ser considerado más como un espectáculo de masas que un deporte como tal pero es un hecho que levanta pasiones entre la mayoría de la población. Y el resto de modalidades deportivas, sean más vistosas o plásticas, más espectaculares o más épicas, no tienen ni la mitad de la trascendencia que un simple partido de balompié. A una importante minoría no nos gusta que esto sea así pero así es. Y como muestra un botón.

Nos remontamos a tres fines de semana atrás en el tiempo. El último domingo de octubre se disputaba la segunda semifinal del Mundial de Rugby. Como venía siendo habitual durante los fines de semana de todo ese mes, los afines al deporte del balón oval nos juntamos para degustar el partido. Y es que la visión de estos partidos parece algo sencillo pero se asemeja a realizar cualquier tipo de actividad clandestina.


Para empezar, la gente normal suele mirar de manera extraña a la otra gente a la cual le gusta el rugby. Pero esa mirada extraña suele derivar en ocasiones en odio y/o asco. Tal cual. La lindeza más suave que se puede escuchar en un bar no afín al pedir por favor que le enchufen la tele que está apagada y que ningún parroquiano del lugar está mirando puesto que se haya inmerso en el noble arte del juego del naipe es "¿pero cómo te puede gustar esa mierda?".

Frases similares pronunciadas a tal efecto son:

  • "En esa mierda de juego siempre se están pegando"
  • "El fútbol no es tan violento"
  • "¿Cómo te puede gustar esa mierda?" (otra vez) 
  • "No sé cómo os podéis enterar de lo que pasa si es todo tan confuso"
  • "¡Ensayo!" (dicho erróneamente cuando el balón es pateado entre los palos)
  • "El árbitro cuando no sabe qué pitar para el partido y mira la repetición, eso le quita emoción"
  • "Esto sólo lo juegan animales"
  • "¿Cómo te puede gustar esa mierda?" (y otra vez)
En conclusión, para el común de los mortales el Rugby es una mierda incomprensible a la que se aficiona gente extraña e inadaptada en la que sólo hacen que pegarse hostias con un propósito que nadie que esté en su sano juicio puede alcanzar a discernir.

Para los que nos gusta este bello deporte es algo más que eso y no nos importa pasarnos un partido entero intentando explicar a los neófitos en la materia los pormenores de las reglas. Y si algo se nos escapa es tan sencillo como verlo sin más y disfrutar de como un equipo intenta avanzar metros a toda costa y el otro hace lo propio para intentar frenar ese avance.


Pero bueno, ahí estábamos dos de los habituales apostados en la barra de uno de los bares de la localidad en los que se suele poder ver algo de rugby alguna vez. Sin que te miren de manera muy extraña y todo eso. De hecho, la semana anterior y ayudados por el hecho de que no se disputase jornada de Liga de fútbol ese bar fue tomado por diversos personajes para ver más de un match de rugby. Los raros del pueblo más algún que otro inglés y hasta parroquianos y parroquianas de la France disfrutamos viendo los partidos.

Y ahí volvíamos a estar dos de estas gentes extrañas para ver un Argentina-Australia en el bar vacío a las cinco menos cuarto de la tarde. Después de preguntar a la camarera si nos pondría el rugby (uno nunca se acostumbra del todo a hacer este tipo de peticiones ya que se siente como si fuera un proscrito con insanas parafilias) y de que ésta muy amablemente accediera, nos pusimos frente a la tele con unas cervezas a apoyar a los Pumas.

Como a los diez minutos de partido entra un señor mayor que se queda plantado frente al televisor y cuando ve el marcador en el que Argentina ya pierde frente a los Wallabies masculla uno de esos juramentos que sólo un argentino sabe soltar por la boquita y tras pedir en la barra se sale a los veladores suponemos que para no sufrir.

Diez minutos más tarde comienza a entrar más gente al bar. De hecho son integrantes de un equipo de rugby, de cierto equipo de rugby que se ha visto obligado a abandonar nuestra comarca debido a diversos motivos y que parece ser vienen de disputar un partido. Los chicos han perdido y las chicas han ganado, bien por ellas, y ahí está una parte de la expedición echando unas cervezas.

Los Pumas siguen por detrás en el marcador, pagando errores de concentración en defensa pero bregando en ataque para rascar puntos lanzando a palos. El apoyo a los pibes ya es definitivo en el bar máxime porque uno de los integrantes de la escuadra que acaba de llegar a ver el partido es de allende los mares.

Aunque eso no quita para que este otro señor argentino sea el primero en aplaudir el siguiente ensayo australiano que sepulta un poco más las opciones de los Pumas. "Muy bueno, pero qué rebueno, che" no se cansa de decir vuelto hacia nosotros como para confirmar el hecho de que acabamos de presenciar un ensayo memorable mientras no para de aplaudir. Aplaude un ensayo que está jodiendo al equipo del cual porta la camiseta todo orgulloso. Porque ante todo a este señor le gusta el rugby.

Y llega el descanso. Y acontece la catástrofe. La camarera pregunta si el partido ha terminado o todavía queda otra parte. Ante la respuesta de que todavía resta otra parte nos explica que a las seis y cuarto va a tener que poner el fútbol como tiene ordenado por parte de su jefe. Pero no se crean que el partido a poner es algún derbi de la máxima rivalidad, un partido de competición europea o algunos cuartos de final del Mundial. No, es un simple Barça-Eibar de la décima jornada de Liga. Y a pesar de que la Sociedad Deportiva Eibar me cae muy simpática el partido como tal me parece absolutamente prescindible.

Proponemos a la apurada camarera una solución salomónica y esta no es sino poner un evento en cada tele del local para que así nadie discuta. Pero la solución es técnicamente complicada de ejecutar al ser los dos acontecimientos codificados y no emitirse ninguno en abierto. Consulta con el jefe vía telefónica, ahora nos dice algo. Mientras en el bar hacemos recuento de los parroquianos para ver cómo gestionar la posible discusión.

Pero de hecho la posible discusión es inviable. Aparte de las doce personas integrantes del equipo de rugby que ha tenido que huir de la comarca por motivos ajenos a su voluntad nos encontramos la pareja de inadaptados seres a los que tras ser cuestionados sobre si estábamos viendo el rugby por hacer hora e íbamos a ver el fútbol, respondemos: "¡el rugby, la duda ofende, estamos viendo el rugby!".

Y nadie más. Catorce personas viendo un partido de rugby, consumiendo cerveza a un nivel bastante elegante, y nadie más. La apuradísima camarera nos comenta que lo de poner los dos eventos a la vez no puede ser, que en todo caso nos deja ver el rugby hasta que comience el fútbol y entonces... pues entonces si llega alguien pidiendo el fútbol lo quita y punto.

Entonces, es entonces cuando el señor argentino ataviado con la albiceleste se enerva (de muy buenas maneras eso sí) "che, o nos ponés el rugby (pronúnciese "ragby") todo entero o nos marchamos". Los demás intentamos hacer ver a la camarera por la vía diplomática que de momento tiene catorce clientes consumiendo bastante bien y que se expone a vaciar el bar. Y que en cualquier caso la segunda parte del fútbol la tendrá libre para ponerla sin que se solape con el rugby.

La apuradísima y obedientísma camarera no se mueve un ápice de las directrices establecidas por su jefe y da como límite para ver rugby en ese bar las 18:15 h. Las chicas y chicos del equipo de rugby que ha tenido que escapar de la comarca ante la falta de apoyo se marchan a otro lugar a intentar mendigar por cuarenta minutos de semifinal mundialista. Los dos inadaptados seres que llevamos desde el principio de partido nos quedamos a rumiar la particular derrota que ya se ve venir.

Comienza la segunda parte del Argentina-Australia y al bar vacío salvo por nuestra presencia llega un abuelete y se clava en la barra tras pedir un zurito. Mira al televisor, pone cara rara, qué cojones es esto, consulta el reloj. Llama a la solícita camarera, pide explicaciones. Se queda más tranquilo cuando le dicen que quedan diez minutos para que comience el partido de la máxima entre Barça y Eibar. Su dosis semanal de fútbol nadie se la va a quitar.

Vamos pagando los tragos y vemos como en la tele cambia el escenario de la semifinal de un Mundial por el de una jornada corriente y moliente de liga. Nos despedimos de la camarera la cual ha hecho lo que le han mandado y nos vamos a dar una vuelta por el pueblo comentando lo sucedido. No es que sea culpa de la camarera, ni del jefe, ni mucho menos del abuelete. Es simplemente la sociedad en la que nos ha tocado vivir, qué le vamos a hacer.

Australia ganó el partido, los Pumas bregaron en la segunda parte pero Australia ganó. En la final, la cual algunos extraños seres vimos en un domicilio particular ante la imposibilidad de verla en un bar puesto que a la misma hora había fútbol, a los Wallabies les tocó el papel contrario y rozaron la machada en la segunda parte. Ante una Nueva Zelanda que finalmente ganó de manera aplaudida y merecida.




martes, 10 de noviembre de 2015

Poyet

Aparte de ser un antiguo jugador de fútbol uruguayo metido a entrenador famoso por jugar en el Real Zaragoza que ganó una Recopa resulta que Poyet es un antiguo asentamiento medieval situado entre Barbastro y Castillazuelo del que se conservan algunas ruinas y al cual se puede acceder por la recién estrenada Senda del Río Vero.


Hay otros caminos por los cuales se puede llegar a este singular paraje pero debido a la novedad que supone caminar por la senda y a que el domingo no tenía otra cosa mejor que hacer para allí que me fui. Además que siendo el domingo de la Behobia algo tenía que hacer. Este año no sé muy bien por qué se decidió no acudir a la cita con tan memorable carrera. Fueron surgiendo otros planes para el fin de semana que se fueron cayendo poco a poco e incluso a última hora surgió la oportunidad de acudir a una marcha cicloturista por la Hoya de Huesca. Ofrecimiento que decliné ya que no cogía la bici desde agosto.

No me equivoqué, el sábado marché a dar una vuelta con Pablo (y un rato con David) con la bici de ruedas gordas y hasta Selgua todo fue más o menos bien. El almuerzo no presentó dificultades de consideración pero la reanudación vino acompañado de molestias en el trasero. Mal que bien todavía salió una vuelta de unos 40 km pero después de la ducha y de comer se podía declarar como zona catastrófica donde la espalda pierde el nombre. Es lo que tiene no coger una bici en tres meses. Una vuelta más larga con mayor desnivel que el que ofrece una simple vuelta a Selgua no sé que hubiera podido hacer o si hubiera podido conducir el coche de vuelta a casa.

Así es que el domingo pronto por la mañana y con el trasero recuperado quería salir a caminar. Viendo en el facebook (que alguna vez sirve para algo) que el día anterior algún amigo había ido al Poyet y había colgado fotos fui a wikiloc a buscar el track y... ¡bingo!, ahí estaba. Descarga al móvil, desayunar, calzarse las zapatillas y a caminar.


Nada más descender desde el Puente de Hierro a la ribera del río causa impresión por el paisaje que se ofrece a la vista. Según se avanzan metros la cosa se pone cada vez mejor y uno no puede por más que ir embobado muchos tramos. Muchísima vegetación, hojas cayendo de los árboles y el continuo rumor del río acompañando. A la senda todavía le falta desbroce y un marcado más adecuado pero de momento es lo que hay y no se le puede pedir más a los artífices de esta joya que como Luis Trailmaker trabajan de manera desinteresada para que podamos disfrutarla.

Recuerdo este año al terminar la Treparriscos que nos encontramos en la feria del corredor. Los dos estábamos eufóricos por haber terminado la marcha, él en su caso la Quebrantahuesos, y al menos en mi caso por unas cuantas cervezas que habían caído al cuerpo. Comenzó a explicar cómo iban a dinamizar la senda del río y que querían que llegara hasta Alquézar. Que había tramos preciosos y que incluso había pasos subterráneos. Que estaban desbrozando y empalmando diferentes sendas y caminos para crear toda una ruta de 20 kilómetros.


¿Pero qué me estás contando, Luis? - he de confesar que en aquel momento no sabía muy bien si el cansancio y las cervezas me estaban jugando una mala pasada - Que sí, que sí- respondía Luis todo ufano - ya lo veréis muy pronto cuando esté arreglado, es precioso. Y no se equivocaba. Incluso lo del paso subterráneo es cierto y no voy a desvelar su paradero para que si alguien se aventura por la senda se sorprenda como cualquiera que pase por allí la primera vez.


Transcurrido como un kilómetro oigo algún perro y disparos y pese a que el camino está alfombrado por las hojas caídas de los árboles en algunos tramos surge el barro y está un poco resbaladizo. Justo cuando empiezo a tener alguna duda sobre si proseguir o no aparecen de frente dos de los CaminaCorre. Gurú y Sullivan, esto es, mi hermano Jose y Jorge. Después de la sorpresa y de quedar otro día para hacer la ruta juntos me indican que no hay de qué preocuparse, que el barro afloja y que los cazadores están en la margen izquierda del río y nosotros siempre vamos por la diestra del Vero. Que en la margen derecha tienen prohibido cazar. Pues adelante. Nos despedimos, ellos enfilan hacia el Puente de Hierro y yo hacia la Virgen del Plano.


Asciendo las míticas escaleras con los rótulos de diversos comercios locales de hace muchos años y tras pasar por la desvencijada ermita y el puente colgante del que sólo quedan las pilonas del que cuelga algún cable y algún madero, la senda vuelve a bajar a buscar el río. Entre toboganes y pequeños subebajas el camino va avanzando pegado al curso del Vero. En determinadas ocasiones el camino se topa con algún recodo del río difícil de salvar o muy estrecho así es que se asciende unos metros por medio de escalones tallados en la tierra y asentados con tablones y se sale a alguna huerta o a alguna faja. 

Se avanza unos metros por esas zonas "altas" a unos diez metros sobre el río y se vuelve a descender por otros escaleras o algún zigzag a nivel del Vero. A ratos me pierdo, otros voy haciendo fotos y otros me paro a charrar con algún conocido ciclista que va haciendo la ruta en sentido contrario. Tras unos tres kilómetros desde el puente de Hierro se alcanzan unas viñas previo ascenso y hay que despegarse del río.


Se llanea un rato para luego ascender hasta el enclave de Poyet. Allí descubro más gente que ha venido a descubrir la senda. Unos saludos, unas fotos, una lectura del panel informativo y una barrita para el cuerpo y media vuelta por donde he venido. Y a pesar de volver por el mismo camino, más fotos de los parajes al mismo tiempo que me cruzo con varias familias que han venido a pasear a la vera del río. 


Pequeña capuceta en uno de los barrizales por ir con el teléfono en la mano y perder el equilibrio sin poder sujetarme a una rama como es debido, con buena embarrada para llegar a casa. Y después de dos horas y pico de caminar chino chano y charradas varias, llegada al Puente de Hierro. Caminata muy tranquila y entretenida.

A poco que las instituciones apoyen este proyecto, saca muy buena pinta. Porque dicen que según se avanza por Pozán, Huerta, el puente de Colungo y Alquézar la senda es espectacular. La primera parte hasta Poyet ya está en marcha, ahora se trata de no dejar morir este camino y que cada día esté mejor acondicionado. ¿Y saben ustedes cómo permanece vivo un camino, no? Usándolo, así que a pasear por el Vero que de verdad merece mucho la pena.




lunes, 26 de octubre de 2015

Al Tour de Francia hemos de ir

No me gusta octubre, por decirlo de una manera suave y sin hacer referencias escatológicas. Dando por sentado que el verano finaliza cuando se cierran las piscinas, todavía se puede decir que el mes de septiembre es un engaño para ir haciéndonos la idea de lo que nos queda por delante. Pero una vez entrados en octubre los días se acortan, el cuerpo se destempla, unos días hace frío y otros no, y tenemos bien presente que queda por delante un largo invierno y, lo que es peor, un otoño tristón. Y el cambio de hora para rematar la jugada.


Pero si algo bueno tiene este mes, además de que van apareciendo las setas (y no me refiero a las de Aranda) y de que pasear por la montaña es un espectáculo de colores es que cada cuatro años se celebra ese evento no suficientemente valorado como es el Mundial de Rugby, además de que en la tercera semana se desvela el recorrido del Tour de Francia. Y empieza la ilusión por que llegue el lejano mes de julio.





Alucinante. Así se puede definir el recorrido del Tour de Francia para 2016 al que se le pueden poner algunos peros que enseguida quedan sepultados por un hecho capital que no era habitual en los últimos años. Habrá sucesión de etapas pirenaicas cerca de casa, y serán en fin de semana. Señores Tuercepedales, frikis de las dos ruedas y aficionados en general, vayan preparándose porque en julio a Saint-Lary (o a Luchon, o a Vielha) hemos de ir a que nos resuelvan unas cuantas dudas.

¿La caravana volverá a ser la repanocha?

¿Habrá Cochonou? ¡Cochonou!
¿Será el último Tour que dispute Contador?
¿Valverde volverá a llorar como una magdalena?
¿Bardet aprovechará los numerosos descensos que tienen las etapas de montaña?
¿Decidirán algo las dos contrarrelojes individuales?
¿UK Postal Sky volverá a ser un equipo de robots medicalizados indestructibles?
¿Quien gane el Tour deberá ser de nuevo el mejor grimpeur?
¿Contemplaremos algún puerto tan bonito como los Lacets de Montvernier?

¿El descenso del Aspin camino de Lac de Payolle será de traca?
¿Movistar jugará a ganar de una puñetera vez y veremos a Nairo a tope de pagüer?
¿Acudirá Nibali después de ver el recorrido que le han preparado?
¿Se podía preparar un serrucho más bonito?
¿Sagan volverá a perseguir el Verde?
¿La etapa de Utah Beach será la apoteosis?


¿Saben la que les espera en el descenso de la Hourquette d'Ancizan?




Un Tour muy bien traído, donde tanto como escalar va a ser capital saber bajar. Donde los mulos que suben como llevados por una fuerza sobrenatural pueden ser derrotados por las hormiguitas que arañan tiempo en las carreteras ratoneras. Un Tour que va a pasar muy cerca de casa. Y donde es obligatorio asistir al menos uno de los días a disfrutar. ¡Y no se tolerará un no por respuesta!


martes, 6 de octubre de 2015

Peripecias por Guara 2015

Demare, Arnaud: 1. Ciclista profesional francés que milita en el equipo galo La Française de Jeux; 2. hacer un (demaré), en carrera verse en la perentoria obligación de detener la marcha para realizar aguas mayores ya sea en una autocaravana apostada en la cuneta de la carretera o en cualquier otro lugar habilitado a tal efecto como pueden ser inodoros de bares, posadas o llegado el caso más extremo y desolador, a la intemperie; Ej: Jesusito bajaba el puerto de San Caprasio cuando se sintió tan indispuesto que tuvo que parar en unos barzales y hacer un demaré.

Vanmarcke, Sep: 1. Ciclista profesional belga que milita en el equipo neerlandés Lotto Jumbo; 2. Muchacha guapa y de gráciles formas y elegancia en el vestir que recibe tal sobrenombre en honor al elegante pedaleo del clasicómano belga; 3. hacer un (vanmarcke), sujeto que circula en solitario en una carrera haciendo esfuerzos por coger al grupo que le aventaja para una vez alcanzado perderlo de nuevo volviendo a iniciar la persecución, terminando las sucesivas persecuciones debido a avería mecánica y/o accidente y/o desfondamiento físico del interfecto; Ej: Wilco Kelderman, tras perseguir al grupo de cabeza durante veinte kilómetros y alcanzarlo, se salió por la margen de la carretera acabando tirando en un sembrado haciendo un vanmarcke en toda regla.

No, no se han equivocado. El post ha de versar acerca de las experiencias acaecidas en la Trail de Guara 2015 y sirvan estas dos acepciones de lo que significa hacer un vanmarcke y un demaré para ilustrar lo que más adelante se explicará.



Sábado, 3 de octubre. Alquézar, 9:00 de la mañana

Ahí estamos en la plaza de uno de los pueblos más bonitos de España y uno de los más metidos en obras también. Como dice mi hermano Jesús a cuenta de uno de los comentarios de Perico retransmitiendo el Tour, cuando dejen de estar en  obras Alquézar será como Francia, estará terminado. Mucha gente conocida y muchos amigos y una interesante mezcla de veteranos y noveles. A los clásicos como el Gurú, el Orni, los ferranqueros, las hermanas Albar, Pako... se unen nuevas incorporaciones como Pueyo petit, Calderas, Magda...

Nos queda por delante un día con diferentes objetivos. Así a bote pronto entre los más cercanos: Jesús, dar una vuelta y en el km 14 volverse a casa para atender las obligaciones familiares; Lemus, rebajar el tiempo del año pasado; Morcate y Magda debutar en la carrera y disfrutarla; el Enano terminar y no penar como el año pasado; mi hermano Jose y el sr Ornitorrinco hacer podio en la categoria de abueletes superpropulsados con más de cincuenta primaveras; y yo... yo no sé todavía a qué he subido.

Me he clavado un verano difícil de definir. Aquejado por mis hipocondrias estacionales he estado mes y medio con dolores de tripas y malestar generalizado que unidos a las altas temperaturas desde junio hasta agosto han motivado una vagancia extrema tan sólo quebrada por algunas caminatas por la montaña y alguna que otra pedaleada. En general muy poca cosa y a un ritmo demasiado calmo incluso para mí.

No sé si optar por la prudencia y dedicarme a acompañar a Magda y al Enano, o aventurarme a intentar seguir a los jabalís de Morcate y Lemus, auténticos trotones para mis posibilidades. Así es que decido no decidir nada y que sea la carrera la que me lleve donde tenga que ser.

El caso es que aparte de los ligeros nervios que atenazan las piernas siento una leve opresión en el bajo vientre. Lo que vienen siendo ganas de ir al baño, aunque de manera inconsciente decido no hacer caso a la llamada de la selva. Ya se pasará. Como si el aparato excretor fuera a compostar lo que lleva allí dentro al igual que una planta de biomasa y esa energía se fuera a redistribuir por todos los músculos. Sí, ya... Aún no hemos salido y no tengo más que una serie de decisiones por la cabeza, la primera la he postergado, la segunda y no menos importante he optado por una medida drástica. La estoy cagando y nunca mejor dicho, aunque no adelantemos acontecimientos.

Suena la musiqueta del Último Mohicano, dan el codetazo de salida y salimos corriendo por la plaza desde las últimas posiciones del pelotón. Saludos al personal allí presente, al señor alcalde, a los medios locales. Todo es gozo y alegría, ya llegará el sufrir y el rechinar de dientes, los calambres y los chemecos pero ahora todos hacemos como si lo que se cierne sobre nuestras cabezas, tan seguro como que dos y dos son cuatro, no fuera a ocurrir en absoluto.


Bajamos a Villacantal a un ritmo más moderado que el año pasado. Lemus, en labores de zapador tendiendo puentes entre grupo y grupo siguiendo unos criterios muy definidos, encabeza la expedición. Morcate, Jesús y yo le seguimos. Magda y el Enano van un poco más retrasados aunque podemos escucharles. Los gritos de la gente se suceden al llegar al puente, gritos y algarabía... ya llevaremos veinte km en las patas y se nos pasará la emoción, ya.

Ascendemos el barranco de Lumos y es ahí donde empezamos a perder contacto con Magda y el Enano. Lemus sigue en su labor de perro trufero buscando acomodo en aquellos grupos y ritmos que mejor se tercian para nuestros propósitos y el caso es que me encuentro bien. Decido que voy a tirar para delante. Si las piernas me ponen en mi sitio por detrás vendrá un excelente colchón con el que transitar más despacio. 

Llegamos a las inmediaciones del puerto de San Caprasio, este año acompañando a Jesús. Recuerda que fue allí donde cierta mañana de hace año y medio me convertí en "el chico de la curva" arrollando con mi bici a un coche que subía en dirección contraria. Todos nos reímos, ahora, del acontecimiento y volvemos a coincidir en la puñetera suerte que tuve aquel jodido día. Para hacer honor al lugar resbalo en una de las bajadas y tengo que poner mano a tierra sin consecuencias, al contrario que una pobre moza que camina hacia Asque con un bollo en la cabeza bastante considerable y que va camino de la retirada.

Primer control de paso y primer avituallamiento, Asque
Año 2014, 1:21:37
Año 2015, 1:21:04

Lemus Zapador está clavando el ritmo del año pasado, cuadriculadamente calcado. Qué tío.

Me quito la camiseta de manga larga y mientras sigo caminando devoro la primera barrita del día. Estos siguen corriendo hacia delante pero a mí no me da el fuelle para correr y comer al mismo tiempo así es que les pido (o les grito y les exijo, a veces soy así, perdón) que tiren. Terminada la barrita y una vez soy alcanzado por dos guapas francesetas me decido a continuar corriendo y hacer el primer vanmarcke del día.

En labores de persecución enlazo con las francesetas, con Miky el cual va en labores de acompañante a un ritmo más sosegado a los que acostumbra y por último al trío liderado por Lemus Zapador. El esfuerzo es inútil ya que nos aproximamos al descenso hacia el puente donde poco a poco vuelvo a perder contacto. La brecha se agranda con la subida hacia Alquézar y cuando comienza el tramo de pasarelas ya los pierdo de vista.


A diferencia del año pasado completo el tramo en solitario tan sólo acompañado por algunos turistas que transitan paseando pero con los que por fortuna no me cruzo en los tramos estrechos. Salgo a la subida de escaleras y haciendo el segundo vanmarcke del día alcanzo visualmente al trío encabezado por Lemus Zapador. Qué máquina, el tío sigue de manera persistente el ritmo de una buena grupeta.

A mitad de tramo de escaleras los alcanzo, a mi ritmo de motor Perkins, pero los alcanzo. Por ahí resopla también Juan Policeman. Joder, como el año pasado. Mismo tiempo de paso en Asque que el año pasado, mismo tapón en las escaleras a Alquézar. Esto empieza a parecer el día de la Marmota y sólo falta Bill Murray metiendo el morro en la escena. Llegamos a la plaza del pueblo entre vítores y gritos de ánimo de la muchachada a su profesor favorito, esto es, mi hermano Jesús. ¡Vamos, Pitera!

Segundo control de paso, Alquézar.
Parcial 2014: 56:33; Acumulado: 2:18:10
Parcial 2015: 52:57; Acumulado: 2:14:01

Bueeeno. Cuatro minutos menos respecto al año pasado. Toca reponer líquidos y sólidos en el avituallamiento y a pesar de llevar un agujero en la tripa me dedico a despachar un botellín de powerade azul (pichadetes de pitufina) y no como nada. No sé, incomprensible. Creo que me despisté cuando Jesús comentó que a lo mejor continuaba y que llamaba a la jefa para pedir consentimiento, aunque no es excusa tampoco. En los avituallamientos de las marchas cicloturistas me hago mucho más fuerte y de ahí no me mueve ni Dios hasta que la tripa no está llena pero los avituallamientos de las Trail me dan una sensación de prisa y nerviosismo que descoloca y provoca estos sindioses.

Para más inri no lleno la bolsa camelbak y parto hacia Quizans con la exorbitante cantidad de un (1, uno) puto litro de agua. Entiendo que para metabolismos mucho más eficientes esta cantidad de líquido es más que suficiente para acometer una etapa del Maraton de Sables pero el motor Perkins que regento necesita frecuente refrigeración. Jesús recibe autorización para continuar (un rato) y vamos ascendiendo las rampas del pueblo mientras cayendo en la cuenta de no haber comido nada en el avituallamiento voy zampando medio bocadillo de jamón de los que llevo en la mochila.

"No sé cómo puedes comer en subida" dice Jesús. Pues porque soy gilipollas y no he comido cuando tenía que comer, así de fácil y sencillo. Saliendo del pueblo comienza la senda a Basacol, momento de sacar a jugar a los bastones y en el que Jesús aprovecha para ir a alcanzar a Morcate y Lemus Zapador. Vuelvo a estar solo. Tercer momento vanmarcke del día.

Por el camino que discurre junto a una canal alcanzo a Juan, a un grupo de zagales y zagalas que vociferan y a los que paso en cuanto hay ocasión y llegando a las pasarelas atisbo al grupo de los perros truferos olisqueando una nueva presa. Justo cuando empiezan las escaleras hacia las balsas. Allí yace una muchacha con tirones en los cuadriceps y aunque nadie lo dice todos pensamos que lo mejor que puede hacer es darse media vuelta y marchar a Alquézar. Lemus le da un magnesio y proseguimos, suerte.

Llegados a Basacol decido zamparme mi ración de magnesio. En el intervalo entre parar, tomar el magnesio y beber un poco pierdo otra vez al grupo. Se oyen gritos entre los árboles llamándome. Ya voy, ya voy... ostras, cuando me doy cuenta uno de los botellines ha decidido abandonar la carrera, vete a saber dónde. Es el km 18 más o menos, quedan 8 hasta Viña y llevo medio (0,5) litro de agua escaso. Es la una del mediodía y dos buenas subidas por delante. No me acuerdo si en Quizans repartían agua, en todo caso siempre podré mendigar. Vaya mierda.

Alcanzo al grupo en el cuarto vanmarcke del día haciendo cada vez más honor a la idiosincrasia del personaje que da nombre a tal acción. Jesús empieza a dar muestras de flaqueza por culpa de un escozor que le provoca la malla, como tampoco pensaba llegar mucho más adelante decide dar media vuelta y emprender la marcha a casa. Ha sido una buena compañía, queda algo más de media carrera y Lemus Zapador continúa con su labor de guía.

Alcanzamos a César Calderas quien va con los cuatro intermitentes enchufados aunque avanzando. Como es un hombre curtido en mil batallas lo dejamos a su ritmo después de ofrecerle seguir el rebufo y declinar amablemente por no poder hacer tiradas de más de dos minutos sin parar a respirar. Coronamos Quizáns y no hay agua, bueno, a lo mejor hay abajo.

Tercer control de paso, Quizáns.
Parcial 2014: 1:11:07; Acumulado: 3:29:17
Parcial 2015: 1:06:47; Acumulado: 3:20:48

Seguimos rebajando el tiempo. No sé a dónde llevará todo esto pero en todo caso para reducir ritmo siempre habrá tiempo. Comenzamos el técnico descenso y una vez más se van y los cojo en el llano donde el desvío de camino. Donde pensaba que igual había agua. Quedan 6 km hasta el agua, una matraca de la buena y vuelve a tocar decidir. Me quedo con los zapadores o me quedo ya de una puñetera vez a mi ritmo. Si sigo con ellos me reventarán seguro y por mucho que lleven agua lo mismo me dará, si me quedo... si  me quedo voy seco pero voy a mi ritmo y así llegaré a Viña en condiciones. Más o menos. Aquí dos y dos ya no son cuatro. Aquí es como cuando tras llevar una semana en clase de Álgebra comprendiendo todo de repente la segunda semana ya no se comprende nada.  

Lemus Zapador mira hacia atrás y pregunta qué tal vamos Morcate y yo. Le grito que marche, en realidad se lo estoy pidiendo, se lo estoy implorando pero tras todo ese rato caminando en lugar de salir un "por favor, adelantaos si lo consideráis oportuno" sale un "cagonlaputadeoros, marchar para delante ya, que vais con mejores piernas". Así es que voy aflojando el ritmo y en la primera curva en la que ya no me ven paro a comer una barrita, beber un poco y cambiar el agua al canario.

Camino, corro un poco, vuelvo a caminar. Ya no voy haciendo un vanmarcke, una calamidad de ciclista con, por otra parte, una elegancia descomunal en su pedaleo cualidad esta última que no atesoro ni en el pedaleo ni el caminar. Voy derechito a hacer un demaré aunque todavía no lo sé. Cada vez que toca un repecho cara arriba se remueve algo en el vientre pero pienso que ya se pasará, qué iluso. Correteo hacia el barranco y el rampote hacia los últimos kilómetros de Viña dicta sentencia.

Me encuentro a Chicote quien va más apajarao que yo y pensando en la retirada, necesitas algo, no gracias, lo adelanto, suerte y ánimo. Menos mal que no pide agua porque entonces el chiste hubiera sido bueno... Avanzo pero en la tripa comienzo a llevar un agujero que sube y baja hacia la garganta. No sé si tengo hambre o ganas de vomitar. La cara está llena de sal pero la ermita de Viña se ve ya cerca. Mal que bien consigo llegar soñando con botellas azules de powerade en las que ahogar mis penas.

Cuarto control de paso, Viña.
Parcial 2014: 1:27:31; Acumulado: 4:56:48
Parcial 2015: 1:21:02; Acumulado: 4:41:50

Voy un cuarto de hora por delante del año pasado. Pero no hay powerade azul, a cambio hay unos bidones de agua con polvos diluidos que hacen la función de bebida isotónica. El sabor y la textura granulosa parecida a la papilla me hacen pensar que han echado el magnesio ahí y se han quedado tan panchos. No sé, quizá el calor me hace medio delirar. El pan con jamón del puesto lo devoran unas abejetas y el nutrido grupo de corredores que se juntan de la corta y de la larga e, insisto, hay una sensación de prisa y desasosiego por parte de algunos que me pone de los nervios.

Miro el teléfono, tengo dos llamadas perdidas del Enano. Me dice que transitan a tres kilómetros y que van bien, mucho mejor que el año pasado así es que le digo que tiro para meta.

Allí en Viña he alcanzado a Lemus y Morcate pero les digo que por favor marchen que voy a echar un rato un poco largo. Lleno media bolsa de la mochila con agua, y el botellín con el simulacro de isotónica, antes de probarla y comprobar que me revuelve las tripas, y como uno de mis medios bocadillos de jamón. Creo que también una barrita. Para ejecutar la operación de llenado de la bolsa tardo una eternidad, no encuentro el cierre que yo mismo he dejado puesto en la mochila. Llega Chicote, come y bebe, se recupera y continúa. Esparzo el contenido de la mochila por el suelo sin encontrar el cierre de la bolsa de agua. Tras tres minutos haciendo el canelo caigo en la cuenta de que el cierre está enganchado a la mochila. Llevo un melocotón de cuidado.

Como el avituallamiento me está poniendo de los nervios con ese trasiego de gente que va y viene, corredores que vienen de la larga y no encuentran el cartel indicador para continuar ya que el viento lo ha derribado y no saben por donde continuar, en definitiva, un pequeño caos que hay allí montado, decido arramblar dos trozos de fuet y dos gominolas de cocacola y seguir comiendo mientras camino. La alimentación está siendo escasa pero es que el estómago está reblandeciéndose por momentos.

Corro un rato hasta alcanzar la bajada más revirada. Otra vez mal cuerpo acrecentado cada vez que toca algún repecho. Voy oteando algún foricachón donde parar a hacer de vientre, a hacer un demaré. Cada vez se acrecienta más la sensación de que la cosa va a terminar así, como debería haber comenzado antes de tomar la salida. Llego al barranco y remontó no con pocos esfuerzos hasta la pista que conduce a Radiquero, momento en el que soy retratado por el sr Monrasín.


Terreno pisado y sin piedras, ancho, pendiente la justa e ideal para trotar. Y la sensación de ir por una autopista de tres carriles con un seiscientos con el motor reventado. De poder circular a 140 km/h y no saber pasar de 60. Corro, camino, corro y vuelvo a parar. Retortijones de tripas y Radiquero ya se acerca. Dicen que en la plaza hay cerveza pero una necesidad acuciante me lleva a renunciar a ella. En llegar al pueblo voy directo al bar previa conversación con uno de los parroquianos que ve el paso de la carrera en la puerta.

- Vamos, ánimo, que ya te queda poco
- Gracias. Esto es el bar del pueblo, ¿verdad?
- Sí, uno de ellos. Pero allá más adelante a cincuenta metros tienes el avituallamiento...
- Sí, ya, si ya lo sé. Pero es que tengo que hacer uso del baño del establecimiento
- :))) Ah, bueno, ya veo. Pues en ese caso pasa para dentro que ya te guardo la mochila y los bastones y ventilas el asunto más tranquilo.

Y para allá que entro no sin antes despojarme de la gorra y pedir un aquarius a la camarera. Que una cosa es entrar a un establecimiento sudando y pudiendo como un cochín y otra no despojarse de la gorra en el interior como si fuera un moderno e intentar hacer uso de la instalación por la cara como si fuera un cuatrero. Eso no. Y menos en Radiquero.

Una vez dejado el fax en la oficina postal me bebo el aquarius en dos tragos, pago y salgo fuera a dar las gracias al buen hombre que ha custodiado mis pertenencias mientras penaba en el interior.

Prosigo al avituallamiento, relleno la bolsa como si quedaran veinte kilómetros en lugar de cinco y me enchufo buen tamborinazo de powerade azul. Creo que me lo he ganado tras despachar el fax y hacer un demaré de época y aunque debería comer algo para afrontar San Pelegrín el cuerpo ya sólo pide líquido y terminar ese sindiós de una vez. Atrás queda la barra con cerveza, la paella... Manolo de Radiquero se queda mirando extrañado de que no me aprete una cerveza (o dos) pero es que de hacerlo hay serio riesgo de padecer un calvario en la última subida en forma de vomitinas y otras lindezas del aparato digestivo. Otro año será, un año en el que no se caigan los botellines de agua, en el que las bolsas de la mochila vayan llenas, en uno en el que en Viña haya pichadetes de pitufina y no papilla de magnesio... otro año.

Quinto control de paso, Radiquero.
Parcial 2014: 1:44:47; Acumulado: 6:41:35
Parcial 2015: 1:18:17; Acumulado: 6:00:07

Tramo hecho 26 minutos más rápido que el año pasado. Teniendo en cuenta que en 2014 esperé más de un cuarto de hora al Enano en Viña para bajar juntos y que él iba muy acalambrado... pues he bajado de aquellas maneras. Pero claro, también he perdido un cuarto de hora este año conversando con el señor Roca... Las ovejas que entran por las que salen, he bajado que es lo que cuenta.

Ahora toca coger los bastones, bajar la cabeza y subir San Pelegrín como si fuera el Tourmalet. Engancho una zagala allá a lo lejos y fijo la mirada en ella. Para ser exactos en su culo, de estas situaciones hay que salir como sea y esta es una tan válida como otra cualquiera. Entre chemecos, soplidos y reniegos voy subiendo por esa ancha pista por la que en lugar de tierra veo unas galerías, ahora La Mongie, ahora otras galerías. No estoy en San Pelegrín, estoy en el jodido Tourmalet resoplando como una cosa mala, siguiendo a la pobre zagala que es lo único que me va anclando a la realidad.

En un tramo casi la sobrepaso, pero entonces paro a beber y le dejo otra vez margen y vuelvo a empezar la persecución. Las últimas rampas al 10%, las curvas con las pintadas de Trebujena, la estatua del ciclista en la cima, el monumento a Desgrange. Tourmalet coronado, o San Pelegrín, o lo que sea. Ahora sí, ahora ya sólo queda bajar y disfrutar. Ahora sí. No cuando Lemus Zapador en el km 18 ha soltado tan gloriosa frase subiendo a Quizáns "ahora coronamos y ya el resto es bajada y a disfrutar". La madre que lo trajo...

Guardo los palos y corro, y las piernas dan. Hay que parar a quitar una china de la zapatilla pero no importa. Correr y caminar cuando la senda se estrecha y se llena de piedras. Ya se ve la colegiata, las piscinas, entro en las calles, correr cuesta abajo. Gritos de ánimo, gente conocida, ya no duelen las piernas, ni la tripa ni nada. Doblo la última esquina y enfilo meta.

Mi hermano Jose y el sr Ornitorrinco están comiendo en una de las terrazas después de hacer podio de su categoria. Me hacen la ola, ni me entero. Veo un túnel de gente pero no oigo, veo a Romané, a Lemus Zapador que al final ha pinchado y a Morcate que ha llegado un poco antes que él. En torno a las 6:30 ambos. Les choco la mano y ya sólo queda meta. Entro corriendo, con las piernas casi más ligeras que cuando salí. Para completar la trail en 6:50. Una hora menos que el año pasado. Pasando alguna penuria y dedicando un rato a despachar un fax en la oficina postal de Radiquero pero una hora menos. Si no llega a ser por esa parada aún cogía a los zapadores, hubiera estado gracioso.


Por suerte al llegar, con la cara impregnada de sal, el estómago se vuelve a abrir. La conversación con el resto de participantes, las cervezas, la ducha y los macarrones ayudan a restablecer la normalidad en el organismo. Magda llega en 7:50, el Enano diez minutos más tarde. Contentos y sin sufrir en exceso. No así otros amigos que han ido con calambres más de media carrera. Pero ahí estamos todos, en meta sanos y salvos.

Habrá gente que se preguntará si es necesario pasar por todo este berenjenal durante siete horas, arrastrando el culo por la sierra de Guara. Es más, se preguntarán si todo esto que se ha narrado es disfrutar o más bien un sufrimiento innecesario. No sé, debemos estar un poco locos porque ya estamos pensando en la del año que viene.


Notas mentales para el año que viene.

1. Presentarse en línea de salida con la bandeja de salida de faxes, mails y correos totalmente descargada. Si fuera necesario despachar los mensajes imprevistos durante la media hora previa a comenzar el evento. Después resultará mucho más engorroso.

2. La bolsa de agua de la camelbak es para llenarla. Un litro y medio de agua pesa pero todavía pesa más el melocotón generado por la deficiente ingesta de líquido.

3. Los botellines de agua tienden a saltar del barco cuando la situación es desesperada. Aplíquese el punto 2, se corre más tranquilo.

4. Dos más dos son cuatro hasta el kilómetro 14 más o menos. Después el powerade azul que uno anhela en el avituallamiento se convierte en isostar de polvos o cosas por el estilo. Llevar aquarius en uno de los botellines para evitar tales eventualidades.

5. Al entrar en la recta de meta otear dónde está la gente conocida. Parar si es preciso a devolver los aplausos. A todos los que estabais en esa recta, enviando wasaps e incluso en casa frente a la pantalla del ordenador viendo la llegada en directo: ¡GRACIAS!

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