martes, 10 de junio de 2014

Pax Avant 2014, una vuelta por el Infierno

Ante las peticiones vía whatsapp he aquí la crónica del pasado fin de semana. El fin de semana de la Pax Avant. 100 km a través de los puertos más puñeteros del Pirineo.


Viernes, 17 h. Salgo de trabajar y marcho escopeteado a casa donde me esperan Nacho y Héctor para salir cagando leches hacia Isaba. Cargamos las mochilas al coche y marchamos. Las previsiones meteorológicas no son buenas del todo para el sábado e incluso dan rachas de viento de 100 km/h en MeteoFrance. El jueves por la noche dejé de mirarlas, prefería vivir en la ignorancia puesto que ya llevaba buena dosis de nervios en el cuerpo.

Según nos acercamos a Murillo de Gállego el cielo se va tapando y marca tormenta, hay aireras e incluso parece que chispea. El viento arrecia en Puente la Reina donde paramos a echar un tentempié. A mí se me empieza a poner mal cuerpo. Tras llegar a Isaba y aparcar el coche donde buenamente podemos acudimos al frontón municipal a recoger los dorsales y nos juntamos con el resto de la expedición.

Comprobamos con pasmo e incredulidad como los de la marcha corta somos una minoría dentro de la gran cantidad de valientes que se apuntan a la larga. Sigo con el mal cuerpo, el viaje hacia Ansó donde dormimos, a través del revirado puerto de Matamachos no ayuda a que se me temple el cuerpo. Llevo un acojone importante pensando en la que se nos espera al día siguiente. De buena gana me volvía para casa.

Llegamos a Ansó, la verdad es que la vista desde lo alto del Matamachos es espectacular, y nos instalamos en la casa rural donde dormimos. Vemos a los señores Borruel y Lemus petit que se hospedan en otra casa junto a otro zagal de Barbastro, con los que coincidiremos en la marcha corta y que se ganarán un puesto de honor en el grupo de Tuercepedales. Pero no adelantemos acontecimientos ya que ahora estoy narrando la previa a la marcha. Sigo acojonado y así se lo expreso a Juanlu y Pablo.

A mí me toca dormir con mi hermano Jesús en una cama de matrimonio un poco pequeña. Nos va a tocar hacer la momia para dormir, ya saben, tumbarse boca arriba con las manos cruzadas sobre el pecho como si te las hubiera colocado el funero y quedarse mirando el techo esperando que venga el sueño. Esta postura también es llamada el Nosferatu. En cualquier caso una putada de proporciones antológicas.

Mi cuñada y las crías, David y familia por otra parte, y los navaleros por otra, corren mejor suerte con el reparto. De todas maneras la cena ofrecida por los dueños de la casa es bien buena y marchamos contentos y con la barriga llena al sobre. Entre pitos y flautas deben de ser las 11 de la noche y hay que levantarse antes de las 5:30 de la mañana. Tras dejar todo preparado nos metemos en el sarcófago a hacer la momia y yo soy el tonto que coge más tarde el sueño y se queda escuchando roncar al otro.

Para rematar la jugada, a la mezcla de nervios y ronquidos, cuando he enganchado bien el sueño el teléfono móvil vibra al recibir un mensaje de texto de uno de los cabrones de mis amigos que se han quedado en el Barranqué abrevando como tocinos. Pensando que es el despertador, cojo el aparato y leo, y cito textualmente, "Epifánica derrota.... 0-5".

Hombre, no me jodas. Encima cachondeo, se están burlando de la apertura de patas que voy a tener al día siguiente en la Pierre o qué. Luego, el lunes, me entero de que el mensaje venía motivado por la visión apocalíptica de ciertos acontecimientos acaecidos y que para nada tienen que ver con la temática de este engendro de blog. Para más información diríjanse al establecimiento sito en mitad del paseo del Coso y el camarero les contará gustoso el percal.

Así es que finalmente a las 5:15 h suena el despertador y con escasas dos horas dormidas (yo por lo menos, y el resto me parece que no iban mejor servidos es lo que hace dormir con nervios y fuera de casa) desayunamos y marchamos cara Isaba por el Matamachos. Escuchando los Gipsy Kings y a punto del vómito motivado por el creciente nerviosismo. Situación surrealista donde las haya.

Hasta que llega el cruce con la quesería de Isaba y me digo a mí mismo que vale ya de comerme la cabeza. Y pienso en todos los percales que me he metido últimamente entre marchas cicloturistas, medias maratones, pateadas y demás. Y me acuerdo que en casi todas he empezado con miedo y luego no es para tanto. Y aún no me han tenido que bajar en helicóptero de ningún sitio, así es que me voy tranquilizando.

Aparcamos, montamos las bicis y nos encaminamos a la salida Héctor, Jesús y yo. Nacho y David saldrán más tarde. 

La salida. 7:30 h. 270 incautos nos presentamos bajo el arco de salida de la marcha corta de 100 km. Allí nos juntamos con Borruel y Lemus petit. El alcalde de Isaba se dirige al público presente y nos desea suerte a la vez que nos recuerda lo peligrosas que resultan las bajadas de los puertos debido a la fuerte pendiente, las ventoleras y las mierdas de vaca que jalonan las endiabladas curvas. Nos dice también que tengamos cuidado con las propias vacas y con los perros de los pastores. Para sacarnos el miedo de encima le gritamos aquello de "Alcalde, todos somos contingentes pero tú eres necesario" para pasmo del público presente quien no saldrá de su asombro ante semejantes gritos hasta que se dé la salida y un gacho que habla en inglés vaya avanzando posiciones en el grupo con cuatro o cinco tercios de Estrella Galicia metidos en el bolsillo del maillot. Eso es un buen avituallamiento líquido y lo demás hostias.

Puerto de Laza. Un puerto con un asfalto impecable y que asciende serpenteando entre bosques. Los porcentajes no se atragantan en ningún momento y el grupo trasero de los 270 cicloturistas que hemos iniciado la marcha corta pedaleamos chino chano con la ambulancia a nuestro rebufo. Las conversaciones y risas se van apagando según se ganan metros y la gente va cogiendo su ritmo y posición dentro de la marcha. El grupo de barbastros forzamos un poquitín el ritmo y logramos dejar a la ambulancia con un grupo de franceses que suben todavía más lentos que nosotros. 

Coronamos sin mayor problema ni novedad en el km 12 y acometemos el descenso de escasos 4 km. Una bajada limpia, sin complicaciones, curvas similares a la cara norte de San Caprasio o así me lo parece, aunque con un asfalto mucho mejor y en un bosque más tupido. Nos plantamos en la base del Larrau.

Larrau. Comienza el disfrute de verdad. Sí, porque se puede disfrutar pedaleando cuesta arriba y mucho. Con un desarrollo adecuado y sin prisa y en un entorno como el del sábado hay que ir muy ciego para no disfrutar como un enano. Empiezan a caer las primeras barritas del día y los primeros apretones serios al bidón de agua. La subida es muy constante a porcentajes de en torno al 7% y se pedalea muy cómodo. Asfalto también bueno y nada más hay que levantarse del sillín en las típicas curvas peraltadas. Hacia el km 19, tercero de ascensión, comienzan a escasear los árboles y el viento empieza a pegar.

Nos juntamos con un zagal de Sabi que ha llegado tarde a la salida y encima va solo puesto que los de su pueblo se han apuntado a la marcha mediana o a la larga. Chino chano vamos charrando acerca de la marcha de la Puertos y demás historias. Llegamos al km 21, avituallamiento líquido de la estación de esquí de Abodi. Me apreto un par de vasos de bebida isotónica y aprovecho para preparar un botellín con las pastillas de electrolitos sabor tropical que de momento tan bien me han ido y que había olvidado preparar en la salida. Quedan otros cinco kilómetros a cima.

El puerto se abre definitivamente y nos encontramos ante el espectáculo del típico puerto de alta montaña del Tour de Francia. Laderas verdes sin un solo árbol y kilómetros de carretera serpenteando hasta la cumbre. Parece una estampa de la Tierra Media del Señor de los Anillos. En cualquier caso un paraje al que no estamos acostumbrados por estas tierras de oliveras, carrascas y barzales. 

Los participantes de la marcha mediana llevan un rato pasando por nuestra izquierda como flechas. Todos sin excepción son animados y empujados con nuestros gritos hacia arriba. El esfuerzo de estos valientes es encomiable, superar 143 km con un desnivel de unos 3700 m positivos a esas velocidades, una barbaridad para los pobres mortales que subimos a 10 km/h.

Alguno eso sí, es increpado de buenas maneras. No es de recibo que en una marcha no competitiva (y en las competitivas se lo deberían hacer mirar también) un participante que ni tan siquiera va de los primeros (y aunque lo fuera) se tome un gel o una barrita y arroje el envoltorio a la cuneta, la margen o el barranco. Es una marranada y a mí me parece intolerable. Por eso a un zagal que iba vestido de arriba a abajo con la equipación de una escuadra profesional que contrata vencedores de Vueltas de 42 años, se le gritó a modo de recordatorio: "Zagal, que tienes bolsillos en el maillot".

La carretera se enfila hacia la zona más bonita del puerto, una serie de curvas desde las que se ve estirado el carrusel de cicloturistas oliendo la cima del puerto. A falta de un kilómetro de allí un señor que llevo delante se desequilibra y se cae solo. Por suerte vamos muy despacio y no se hace mal ni los que vamos detrás chocamos contra el asfalto. Luego me contarán que el pobre hombre besó el asfalto bajando Larrau, pero aquello ya fue otra historia...


Debido al conato de caída pierdo contacto con los barbastros y el zagal de Sabi, al que veré brevemente en el descenso para perderlo definitivamente. A los barbastros me los encuentro en el tunel previo a cima. Aprovecho para parar, sacar unas fotos y comerme una barrita, quedamos en que cada uno baje a su ritmo y vernos en el avituallamiento de Santa Engracia del km 53. Estamos en el km 25. Sí, no estamos locos, quedan unos 25 km de descenso que se dice pronto. Estamos a 1600 m de altitud, hay que bajar hasta los escasos 250 m, comienza un auténtico descenso a los infiernos.

El Infierno. Si existe Infierno, cosa que dudo, debe de ser algo parecido a esos 25 kilómetros en los que supongo que perdí algún año de vida o gané alguna cana. Nada más coronar, una excepcional vista de la vertiente francesa que durante escasos milisegundos te hace pensar que estás en un lugar agradable hasta que una ráfaga de viento a una velocidad absurda te da un severo bofetón en los morros. La carretera se pone cara abajo con una pendiente similar al último rampote de la subida al Pueyo, la bici se embala, aprietas frenos y ¡oh sorpresa! el viento hace que la bici se quede prácticamente estática. Hay que soltar las manetas de freno para que vuelva a coger velocidad y que el viento no te tire al suelo, pero con cuidado de no comerse la siguiente curva.


El asfalto es malo, hay cagadas de vaca y lo peor de todo, los de la marcha larga ya nos han alcanzado y bajan como posesos. Valientes que se enfrentan a 200 km de recorrido con 5100 m de desnivel positivo. Héroes. Intento bajar por mi derecha lo más despacio y pegado posible pero entre el viento, las mierdas, y el estado de la carretera no siempre es posible. La gente baja como loca por la izquierda, alguno que no merece la pena ni calificarlo porque entraríamos en palabras gruesas, lo hace por mi derecha. En una marcha no competitiva y con fuerte viento, pego un bandazo en ese momento hacia mi derecha y entonces qué. ¿Nos matamos los dos? Me podrán decir que si no sé bajar que no me apunte a estos eventos, yo les respondo que si se quieren flipar se apunten a una carrera de verdad.

Hacia el km 30 hay un descanso en el descenso pero no es más que una ilusión puesto que no se hace más que ir a buscar otra vertiente para seguir bajando de manera vertiginosa. Y otra vez al comenzar ese abrupto descenso el hostiazo en la cara del viento que de nuevo casi me para la bici. Seguimos bajando y seguimos gastando etapas de este descenso a los Infiernos. Comienza el rosario de cicloturistas parados en la cuneta. Se oyen reventones de rueda, y se huele a zapata de freno quemada. Cada doscientos metros hay gente parada cambiando cámaras, con suerte, o con algún susto en el cuerpo porque han hecho algún recto y se han salido. David me pasa con los de la marcha mediana, nos saludamos y cada uno sigue bajando a su ritmo.

Llevo las manos agarrotadas y me temo que las zapatas de freno gastadas o cristalizadas. La carretera ya no está bordeada por laderas y barrancos sino por fincas y campos delimitadas con alambre de espino, la carretera es estrecha, algún gilipollas sigue adelantando por la derecha. Llegamos a Larrau pueblo donde no sé porqué pienso que termina el descenso. Los cojones. No sólo no termina allí sino que encima hay un cruce indicado de manera incompleta y pienso que me he perdido, doy media vuelta a preguntar y nadie sabe indicarme a ciencia cierta. Veo que alguno de la marcha corta sigue por allí y decido seguirle a ver donde salgo. Continúa la bajada aunque de manera cada vez más suave.

Llegamos al km 40 y la carretera discurre al lado de un río. Estamos como a unos 400 m de altura. Hemos bajado 1200 m en un descenso de locos no apto para cardiacos. La carretera sigue bajando pero de una forma muy suave. Al fin llego a un cruce en el que a mano derecha se va hacia el Soudet y las gorgas de Kakueta. Es el km 47. Los barbastros me están esperando allí, ha concluido el descenso del Larrau. La madre que lo parió.

La parte amable de Soudet. Empezamos a "subir" el Soudet. Primeros kilómetros con porcentajes de entre el 1 el 2%, un falso llano en definitiva. Pasamos por el paraje de las gorgas de Kakueta y el paisaje vuelve a prometer la ascensión de un puerto majísimo. Y al fin, en el km 53, avituallamiento sólido en Santa Engracia. 

Esperaba más de este avituallamiento. Cuando el 90% del pelotón lleva en el maillot barritas y plátano uno se espera que en el avituallamiento le den algo diferente, no que le den otra vez lo mismo. Así es que me obligo a comer un par de barritas en plan pollo de engorde y bebo más a gusto eso sí la dosis de bebida isotónica. De la sandia paso porque con eso en el cuerpo no se sube un puerto.

Aparecen más barbastros como Adrián o mi primo segundo Gregorio que van para la marcha larga, unos piteras. A última hora cuando partimos llega Nacho quien con su ritmo diesel va quemando kilómetros. Sin prisa pero sin pausa.

Por otra parte se empieza a intuir lo que la subida de verdad va a deparar. Una auténtica asunción de personajes de todo tipo de la que existe una pequeña representación en el mencionado avituallamiento. A modo de resumen, dos de los que más llamaron la atención y por motivos diametralmente opuestos; un gacho con melenas que casi derivaban en rastas, grande como un sanbalandrán, en camiseta jevi... se lo debió pasar de vicio bajando Larrau con esa equipación...

Por otra parte una zagaleta rubia vestida de arriba a abajo con la indumentaria de ese equipo de inglesitos que parecen haber descubierto el ciclismo, y que lucía una figura espectacular. Vamos, que el avituallamiento fue flojo en lo gastronómico pero enriquecedor en otros sentidos. Una vez alimentados partimos hacia la parte cabrona de Soudet, lo que vienen a ser 14 de sus 20 km de ascensión.

La parte cabrona de Soudet. Nada más salir nos alcanza un gacho ataviado con maillot y culote blanco con las franjas de campeón del mundo. De aquí en adelante será denominado como "el campeón del mundo". El campeón del mundo, como decía, nos da alcance y comienza una conversación antológica

El campeón del mundo: - Buah, mi minuto de gloria. ¡Va a ser la primera vez que adelanto a alguien en una marcha!

Nosotros: - Hombre, no jodas. Que siendo el campeón del mundo lo debes de hacer más a menudo.

El campeón del mundo: - Uy, no te creas.

Nosotros: - Pero si eres el campeón del mundo, no seas modesto.

El campeón del mundo: - Sí, ya, ¡pero yo esto lo gané hace ya muchos años!


El campeón del mundo intenta terminar de ejecutar la maniobra de adelantamiento pero se da cuenta de que su minuto de gloria ha pasado y que no puede. Y comienza a decir que no, que se ha venido arriba y que no, que de pasarnos va a ser que nones. Que no puede. La gente comienza a descojonarse. Y él también. Por gente como esta merece la pena apuntarse a una marcha cicloturista.

El campeón del mundo de hecho no sólo no nos rebasa sino que empieza a irse hacia atrás, y nos quedamos rezagados a unos diez metros del resto charrando. Y sigue con sus sabias lecciones. Me comenta que un amigo suyo muy cabrón lo ha engañado para hacer la larga, que ha salido en plan desatado y que pensaba rebajar tiempo respecto al año pasado (este aspecto no me queda muy claro puesto que el año pasado la marcha larga tenía un recorrido diferente, ¿qué tiempo quería rebajar? ni puta idea) pero que llegado el primer avituallamiento se ha dado cuenta de que para ello no podía parar a comer y beber y ha decidido mandarlo todo a la mierda. Y que paraba a comer como está mandado.

Hombre, le comento, es que apuntarse a un evento de este tipo y no aprovechar los avituallamientos no le veo el sentido. Y comienza a explicarme su etapa de dietas preparatorias para marchas cicloturistas. De como el año pasado preparando la Quebrantahuesos perdió cuatro kilos en un par de meses comiendo ensaladetas y yogures desnatados y que en un último esfuerzo en las dos últimas semanas aún apuró otro kilo de más.

Le salió una carrera de mierda. Y se conjuró al igual que Scarlett O'Hara para no volver a pasar hambre nunca más. Todo ello vociferado al grito de "hombre, este año me he puesto de comer como un cerdo y no he hecho dieta ni mierdas de esas". Me picho de la risa, y sigo haciendo leña del árbol caído. Le pregunto que si leyó los correos de Orbea con recomendaciones acerca de alimentación y dietética para los meses previos a la Pax Avant. Lo de comer pasta aliñada con una goteta de aceite, la ensalada, el pescado y el yogur desnatado. Sigue bramando y renegando de ello, y finalmente coincidimos en que uno sale en bici para hacer hambre y comer más. Qué tío más cojonudo. Lleva el maillot de campeón del mundo por pleno derecho.

Empezamos a trepar por una rampa del 13%. Al principio hace gracia, además de que uno se imagina a Nairo Quintana aprovechando esa cuesta para reventar el grupo de favoritos del Tour y es feliz. Los barbastros se van adelantando poco a poco y el campeón del mundo se me va quedando. Me dice que me vaya para delante y le contesto que qué se ha pensado. Que no lo dejo tirado y que además tampoco sé ir más deprisa. Pero poco a poco se va quedando. Seguimos charrando a distancia. Me pregunta qué piñón llevo, le digo que creo que uno de 25 (dientes). Me responde que si llevo un 25 soy un puto crack por subir esa rampa más deprisa que él, y que a ojo a él le parece que llevo un 27. Un asturiano al que paso confirma esto último y comenta que él lleva uno de 30 con cambio de bici de montaña. 

Sin querer me voy despegando de esta pareja, no puedo ir más despacio, si pedaleo más despacio me caigo y avanzo a la absurda velocidad de 6-7 km/h. No volveré a ver al campeón del mundo en lo que resta de carrera y probablemente no lo veamos en ninguna otra marcha pero qué recital dio en poco rato. Un artista.

Continuo subiendo ese kilómetro al 11%, haciendo eses y chepeando de mala manera. Más arriba se ve a Jesús y Héctor avanzando como buenamente pueden pero avanzando. Lo de Lemus petit y Borruel ya se parece más a lo mío. No cogemos más ancho de carretera para hacer eses porque de vez en cuando pasan coches por el carril izquierdo y si te has de apartar necesitas tomarte tu tiempo para ejecutar la operación. Adelanto a Borruel que con su piñón del 25 va sufriendo lo indecible y me voy detrás de Pablo. La rampa sigue y sigue, no termina nunca y cuando al ir avanzando veo que aún resta un buen trecho al mismo porcentaje la cabeza me dice que pare ya que la llevo a punto de estallar.

Justo al mismo tiempo Pablo también echa pie a tierra y seguimos caminando. Doscientos metros más y llegamos a una pequeña bajada justo donde el cartel kilométrico indica que el siguiente kilómetro es al 8% con bajada incluida. Nos vamos mentalizando para la siguiente rampa que debe de ser criminal para compensar a la bajada. En efecto el porcentaje se va al 14%. Y la cabeza vuelve a hacer catacrocker y nos volvemos a bajar de la bici hasta superar ese repecho y llegar al Plateau de Iratzordoki, una zona de falso llano a 900 m de altitud y a 7 km de coronar el Soudet. Todo un alivio el poder rodar durante un kilómetro sin llevar la lengua fuera.

La pendiente no obstante continua al 7% al poco y tras un kilómetro "suave" sigue con dos kilómetros al 10% que constituyen un auténtico trallazo dificilmente digerible. A diferencia de Larrau donde se ve lo que queda por recorrer en muchos tramos, aquí se suceden las rampas de trescientos metros, las arboledas, los recodos, y las sorpresas de trescientos metros más con la misma pendiente. Por eso mata, porque uno va esperando un descanso y no llega donde se piensa. Con Pablo vemos una sombra bastante buena donde va parando la gente a tumbarse y decidimos parar allí hasta que llegue Juanlu quien continua su ascensión plena de casta sin poner pie a tierra y tirando de riñones.

Le hacemos parar un par de minutos en la sombra ya que va haciendo unas eses que dan miedo. Quedan unos 5 km hasta la cima del Soudet. A la sombra hay un señor intentando bajar pulsaciones puesto que se ha puesto a casi 190. Por suerte luego lo veré en meta sano y salvo. Es entonces cuando preguntando a la gente llegamos a la conclusión de que tras coronar el Soudet aún deben de quedar unos cuantos más hasta la Pierre. El sol cae a plomo y las fuerzas empiezan a estar justas. Pero el cuerpo da siempre mucho más de lo que nos parece, ahora lo comprobaremos.

Reemprendemos la marcha con la tortura que supone el mero hecho de poner las calas en una rampa del 10%. Nos acercamos al cruce del Col de Suscousse donde los de la marcha corta nos quedamos solos y allá en lo alto se ve otra pared que precede a un descansillo bien sombreado. Por mis cojones que ese rampuz lo subo sentado en la bici y así lo hago. Al final es todo un tema mental. Rampa salvaje que se prolonga indefinidamente conlleva bajada de bici. Rampa salvaje que precede a descanso conlleva chepeo y eses por la carretera, pero pedaleo en lugar de caminata.

Llegamos al cruce. 1200 m de altura. Quedan 4 km a Soudet y el avituallamiento. Un falso llano e incluso algo de descenso a la sombra, lo aprovechamos lo mejor que podemos puesto que comenzamos a conocer a ciencia cierta lo que está por llegar. Y en efecto, kilómetro infernal al 11% en el que no se atisba que afloje la cosa. Nos bajamos de la bici con Pablo y seguimos caminando. Creo que casi todo ese kilómetro lo hacemos a pata, bien nos puede costar un cuarto de hora. Al final del mismo nos coge Juanlu quien continúa sin reblar montado en su bici. 

El puerto se abre al fin y comienza a pegar el fuerte viento. La pendiente va suavizando eso sí a unos porcentajes duros pero más asumibles. Comenzamos a ver la cumbre y el avituallamiento, parece que ya lo tenemos hecho, sin embargo a falta de menos de un kilómetro el aire pega tan fuerte que tengo que desmontar por última vez. Así y todo consigo sacar algo de orgullo y llegar pedaleando al avituallamiento de la cima de Soudet a 1500 m de altura. Un avituallamiento, este sí, digno de ser llamado con tal nombre.

Para empezar está a cubierto y a la ingente cantidad de bebidas isotónicas, bebidas de cola y agua, añaden tarta de manzana. Quieras que no, se agradece mucho comer algo que no sea barritas. Coincidimos con unos gachos de Tudela que están de cachondeo y que te levantan la moral con las paridas que cuentan. Sólo se ponen serios para recriminar a los voluntarios y voluntarias el mal comportamiento de muchos descerebrados bajando Larrau y tirando mierda a las cunetas. Vaya, parece que no somos los únicos que opinamos lo mismo y los voluntarios nos dan la razón.

Quedan 4 km hasta la cima de la Pierre de Saint Martin. Pero bien comidos y bebidos y con la compañía nuevamente de Héctor y Jesús que han estado esperando tras subir el Soudet sin parón alguno, se ve todo mucho más sencillo. 


Las vistas son espectaculares, aún queda nieve en esa zona del puerto, y pasamos por delante de una estación de esquí. Rebasamos a un zagal de Cuarte quien nos transmite el hartazgo que le ha supuesto tanta y tanta barrita en los avituallamientos. Quizá sea la zona del puerto con más gente animando al paso de la marcha, se agradece mucho.


Los breves descansos se suceden con rampas más terrenales y al fin, tras unas tres horas subiendo (perdí toda noción del tiempo transcurrido pero sacando cuentas creo que así fue) llegamos a los 1800 m de la Pierre de Saint Martin. 


Foto de grupo en el cartel del puerto que se nos cae encima debido al viento y descenso. ¿Hacia meta? No, hacia meta todavía no.

La Venta de Juan Pito. Como a mitad de descenso del puerto que por el lado navarro es conocido como el Belagua, existe la típica fonda a pie de carretera a la que los franceses van a tripear y ponerse como ciquilines tras dar el paseo dominguero en coche. Este lugar es La Venta de Juan Pito. Desde la salida se ha quedado en acudir a este magnífico lugar a degustar un bocadillo de chistorra. Y allí que vamos.


Al vernos entrar, el sonriente señor que está en la barra nos pregunta que de dónde venimos. Pues de la Pax Avant, le contestamos. El hombre pone cara de poker y pregunta con una mezcla de respeto y miedo que si hemos llegado a la meta de Isaba, como unos 15 km más abajo, y hemos vuelto a subir para echar el bocadillo. Le contestamos que evidentemente, no. Que estamos todavía en carrera con el cronómetro en marcha.

El hombre suelta una carcajada y comienza a salir gente de la cocina, esa cocina que desprende un maravilloso olor a chistorra, para cerciorarse de que lo que están escuchando es cierto. Sale un cocinero (sonriente también, no es de extrañar cuando se trabaja en un lugar semejante en el que se hace feliz a tanta gente a base de fartarlos a base de bien) y una señora. La señora nos apremia a que sigamos hasta meta, que el tiempo corre, a lo que es contestada con aquello de: "Señora, al que va primero ya no lo cogemos, nosotros ya no ganamos la carrera, así es que saquen los bocadillos de chistorra". Risas y escandalera general, somos el centro de atención del lugar.


Sacan los bocadillos de chistorra. Deliciosos. Y en estas entran los de Tudela que estaban armando juerga en el avituallamiento del Soudet, ya estamos todos. Se plantan delante de la barra y le dicen al sonriente camarero:

- Oye, ¿nos pones unos zuritos, pero de los de Bilbao?.


Y el camarero agarrando una jarra de cerveza y levantándola para que la vean pregunta que si se refieren a eso.

- Correcto - dicen los de Tudela. 


Más risas. Nos acabamos los bocadillos y dejamos a esos simpares personajes en la Venta de Juan Pito. Tras las indicaciones de un abuelo que está en la puerta y se nos mira con la típica cara de estar pensando "pero qué bien se lo han montado esta banda de cabronazos" cogemos un atajillo para llegar de nuevo a la carretera y continuamos el descenso por la carretera del Belagua en perfectísimo estado.

Unos ocho kilómetros más de descenso menos pronunciado y al fin, tras 7 horas de marcha llegamos a la meta de Isaba. A 14 km/h de media, un escándalo. Tiempo dando a los pedales, 6 horas 15', a una media de 16 km/h. Sigue siendo un escándalo.

Allí el grupo se rompe puesto que unos tienen que regresar ya para casa y otros nos quedamos a pasar la noche en Ansó. Comemos un arroz y una hamburguesa gentileza de la organización y que no pasarán a los anales de la buena gastronomía y esperamos a que lleguen David que ha hecho la marcha de 143 km y Nacho, que tras ver que la de 200 km era una salvajada y que no iba a poder completarla dignamente se pasa a la intermedia. Son las 18 h y partimos hacia Ansó.

El descanso. Ducha reparadora y vuelta por el pueblo a echar una caña antes de cenar. Sopa, pimientos del piquillo rellenos de bacalao, hamburguesa y flan. Cenamos como generales y nos vamos a dar otra vuelteta. Unos con la intención de cansar a los críos y otros con la intención de echar unos pacharanes. Al final, debido al cansancio y la falta de gente por los bares terminamos en la casa rural antes de las 12 y tan sólo veinte minutos más tarde que David, Carmen y los peques. A dormir se ha dicho.

El domingo, tras dormir de un tirón, nos levantamos para desayunar como bestias y una vez recogidas las cosas y despedirnos de los dueños de la casa rural que tan bien nos trataron enfilamos de nuevo hacia la Pierre de Saint Martin, esta vez en coche y vía Zuriza. Descubrimos una muy buena ruta para hacer algún día en bici, que unida al Matamachos que une Ansó con Isaba da para estar un buen rato pedaleando. 






Unas fotos arriba en el puerto, unas voladas de cometa con los críos y vuelta a la Venta de Juan Pito a comer unas migas con chistorra, filete de ternera con patatas, cuajada a la piedra y café escocés o irlandés (según llevara vainilla o nata). Todo ello regado con sidra y a un precio muy bueno.

El camarero sonriente nos dijo que el sábado tan sólo paramos nosotros y los de Tudela. Le deseamos que ojalá para el año que viene seamos más los locos que paramos a comer un bocadillo de chistorra.








De bajada "jodemos la siesta" a un pastor según sus propias palabras mezcla de auténtico cabreo y esa retranca que gastan por esos lares, y le compramos unos quesos de Roncal, última faena del viaje antes de emprender el regreso a casa. Regreso largo y tedioso que nos devuelve a estos secarrales tan diferentes a los paisajes que hemos disfrutado durante el fin de semana.

En resumidas cuentas, una experiencia muy recomendable con la mejor de las compañías. Sufrimos, en determinados momentos sí, aunque con una buena dosis de kilómetros en las piernas y un buen piñón del 29 en la recámara esta marcha se puede hacer y disfrutarla de principio a fin. A lo mejor al año que viene no me veo con ganas de volver a repetir, y sobre todo será por la mala experiencia del descenso de Larrau, pero más tarde o más temprano volveré. Existen aspectos muy mejorables que me gustaría desarrollar en alguna entrada aparte, comparando las dos marchas que he realizado este año con sus pros y sus contras, pero como en casi todas estas historias merece la pena acudir aunque sólo sea por la gente que uno se encuentra en el camino.

Imagino que algunos de los que mencione no leerán estas líneas pero ahí queda. Gracias al zagal de Sabi del cual no sé ni tan siquiera su nombre y al que espero ver en alguna Puertos o alguna Quebrantahuesos, me hizo muy amena la subida al Larrau. Gracias al campeón del mundo, un auténtico ejemplo de lo que para mí debería ser modelo de conducta en esto de las marchas cicloturistas, a las zagalas que pedalean en las marchas y nos alegran el ánimo, al mozo de Cuarte con el que subí la última tramada de la Pierre, a la Venta de Juan Pito por ser un establecimiento tan cojonudo, a los de Tudela por ser la salsa que todo evento necesita, a los voluntarios y voluntarias por estar ahí velando por nosotros en los puertos, al alcalde de Isaba por sus sabios consejos y a casa Baretón de Ansó por el buen trato dispensado.

Y por supuesto gracias a David, Carmen, David pequeño, Marcos, Bruno, Juan Luis, Pablo, Héctor, Nacho, Jesús, Sonia, Alejandra y Julia por el increíble fin de semana que pasamos. Una marcha cicloturista así es una pasada, ojalá repitamos. Al año que viene más y mejor.


4 comentarios:

  1. Crónica brutal. ¡Me ha encantado!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dale las gracias a Der Tante Renate que es lo que escuchaba mientras escribía, jejeje

      Eliminar
  2. Tremenda cronica y aventura. Curiosamente yo estuve apunto de ir pero al final no fui no me acuerdo por que. Estoy apuntao a la Larra Larrau en septirmbre, que creo viene a ser la misma pero al reves asi que esa bajada que describes por Larrau la tengo que intentar subir yo. Tierra tragame. La venta esa del pito me cogera de salida asi que no creo que pare. Si veo al campeon del mundo le dare saludos. Me gusta tu blog. A ver si un dia pedaleamos juntos. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hombre, qué honor, el Sr. Ornitorrinco!
      La Larra Larrau como bien dices es la misma marcha pero al revés, tendrás más zonas de descansillo en la Piedra (o el Belagua) pero por contra rampas más exigentes en Larrau. Ya es una vuelta bien maja, te lo pasarás muy bien. Disfruta! Si ves al campeón del mundo, dale recuerdos.
      La Venta de Juan Pito a lo mejor no es plan de parar de salida pero es una buen sitio para volver en otro momento, muy recomendable.
      Me alegro mucho de que te guste este humilde blog al que últimamente no dedico mucho tiempo (es lo que tiene el verano), por el tuyo he pasado muchas veces pero sin comentar (posiblemente el nombre de éste esté inspirado en tus "carreretas"), a partir de ahora te comentaré, jejeje
      Y lo de pedalear cuando quieras, soy más de salir en primavera pero para agosto hay excursión de los Tuercepedales al Tourmalet, si te hace estás invitado. Un saludo, cuídate

      Eliminar

Entradas relacionadas

Entradas relacionadas