domingo, 1 de junio de 2014

Puertos de la Ribagorza 2014


Contento. Así es como terminé esta edición de la Puertos, la segunda para mí. Nada que ver a lo del año pasado en el que pese a que acabé lo hice bastante tocado.

La jornada comenzó a las 5:50 h del sábado. Extrañamente dormí casi de un tirón pese a los nervios de los días de antes. Creo que la vuelta por la feria del corredor al ir a recoger el dorsal el viernes, el picoteo de chorizo, secallona, madalenas y vino que nos arreamos a cargo de las amables abuelas que estaban de voluntarias, así como el hecho de tener todo el material para el sábado listo antes de la hora de la cena, hizo que me relajará de cara al evento.

Tras una ducha y un desayuno a base de arroz blanco y galletas, parto hacia Graus con David a las 7 en punto. Mi hermano Jesús no puede subir este año a causa de un compromiso que le surgió hace unas semanas, se le echa en falta. A las 7:30 h aparcamos los coches y comenzamos el ritual de montar las bicis, hinchar las ruedas, vestirse de ciclista, cargar los bolsillos con comida, colocar los dorsales en bici y maillot... 

Hacia las 8:00 h nos encaminamos al Marítimo a echar la meada del miedo y un café. El comando navalero formado por Nacho y Héctor llama al teléfono en ese momento y allí nos encontramos para acudir a la salida a eso de las 8:15 h.

Tras esperar el cuarto de hora de rigor y tras habernos colocado en una posición bastante más retrasada que el año pasado vamos saliendo cuando pegan el cañonazo de salida. No sé si este año fue de una manera más tranquila o eso me pareció pero los tres minutos de ir avanzando a la pata coja empujando la bici en modo patinete no se me hicieron tan insufribles.

Ya en la rotonda del Lleida y la Caja Rural me llevo un buen susto. Suena una válvula que pierde aire a escape. Unos cuantos nos miramos nuestras propias ruedas puesto que suena muy cerca y es que ha sido uno de los que llevamos justo delante. Salimos de Graus y enfilamos hacia Capella.

Pese a que salgo con la pareja de navaleros me despisto un momento por un gacho de Zaragoza bastante grande y que va cambiando la trazada cada dos por tres y cuando lo consigo adelantar he perdido la rueda de Nacho y Héctor. David, que va a por la marcha larga lo hemos perdido ya en la salida. Pues nada, como el año pasado.

Nos plantamos en la base del puerto de Laguarres con el grupo bastante disgregado, el año pasado al salir más adelante por detrás venían pelotones bastante grandes. Este año en cambio no es así. De modo que comienzo la ascensión sin tener que pegarme por un trozo de carretera y tengo mucho espacio para rodar tranquilo.

Las piernas, eso sí, duras y torpes. A medida que aumenta el porcentaje de las rampas se van entonando y así es como la subida la termino mucho mejor a como la empiezo. Pese a que me encuentro a unos barbastros a mitad de puerto tiro adelante puesto que estoy seguro de que bajando me alcanzarán y prefiero hacer el tramo Benabarre-Graus acompañado.


Corono en torno a las 9:45 h tras una hora y cuarto de marcha. Ahora viene lo jodido, me digo, pues toca el largo descenso hacia Benabarre y después a Graus. La bajada a Benabarre al ser carretera estrecha y con curvas se me hace pesado y acabo con las manos agarrotadas de tanto apretar los frenos. Prefiero no complicarme la vida y no seguir la trazada de nadie, voy por la derecha y en cuanto la bici se embala aprieto frenos. Me pasan los barbastros, que se le va a hacer, prefiero no apretar ya que aún no voy suelto en las bajadas.

Sin embargo en Benabarre cambia la historia. La carretera mejora sensiblemente y allí no me da miedo lanzar la bici. Como no consigo coger pelotón me dedico a comer y a beber con tan buena suerte de que cuando termino me rebasa un grupo de unas diez unidades. Me acoplo ahí y enseguida noto como la bici avanza sin tanto esfuerzo debido a cierto efecto succionador.

Es curioso porque al pedalear solo el aire frío te pega en la cara. Resguardado en el pelotón aparte de que el aire ya no te pega se puede incluso apreciar una cierta atmósfera cálida que lo envuelve todo. Lo que en situaciones como un bus urbano o un recinto mal ventilado llamamos "oler a humanidad", aunque de una manera mucho más tenue y que se agradece porque eso significa avanzar más deprisa y con menos esfuerzo.

En el tramo hasta Graus me lo paso en grande intentando no perder el rebufo del pelotón que me está llevando y que en los repechos y las bajadas se extiende y contrae como un acordeón. Vamos cogiendo otros grupos, algunos por inercia y otros a base de arreones. Divertidisimo.

Al llegar al avituallamiento de Graus me encuentro con Nacho y Héctor quienes deciden esperarme mientras como, bebo y estiro las patetas. Son como las 10:30 h. Llevamos dos horas de marcha y unos 50 km. Nacho ha de parar cuenta respecto al tiempo de corte de la marcha larga ya que cierran el paso 1h 45' después de que el primero lo haga por el cruce de Villacarli. De ahí que apure un poco en el avituallamiento y no esté más rato. Cargo los bolsillos con comida y enfilamos hacia Campo los tres chino chano.

Antes de las Ventas de Santa Lucía ya nos ha cogido un grupo de unos diez integrantes de un club de Hernani. Pese a que nos ponemos descaradamente a su rueda no nos dicen nada y nos permiten ir ahí resguardados. De hecho no somos los únicos y se va formando un auténtico rebaño. La suave subida hacia Santa Liestra va transcurriendo entre risas y conversaciones varias.

Nos pasa un auténtico monumento de mujer que mucho me temo que debía de ir con el novio o con el marido y lejos de unirse al grupo siguen su marcha hacia adelante a pesar de las súplicas de unos cuantos integrantes del pelotón conformado por entero por mardanos. Ese hecho sumado a que en un repecho los de Hernani se quedan partidos dejando a los integrantes más mayores atrás, provoca que Héctor se ponga nervioso y salte del grupo.

A mí me parece una globerada lo que estamos haciendo, ya que Nacho y yo nos vamos detrás de Héctor, pero como lo único que va a pasar es que nos vamos a ir comiendo el viento pues lo dejamos estar. La cabalgada hacia delante no tiene un objetivo claro ya que en el horizonte no se ve ningún grupo. Ciclistas sueltos y el monumento de mujer que está ya unos trescientos metros más adelante y que avanza a una velocidad superior.

Héctor sigue a lo suyo, y definitivamente se va. Le propongo a Nacho que se vaya si quiere detrás de él que yo me quedo con los de Hernani pero tampoco está por la labor. Poco a poco vamos alcanzando a gente, incluso a un señor que va con una bici con motor. Ole por él y por sus sesenta y pico años. Ah, y los de Hernani se han reagrupado y nos han pasado, y esta vez no hemos estado atentos para reengancharnos y se nos han escapado. Y llegamos a Campo sin rastro de Héctor. 11:45 h. 

Este año no están los niños en la plaza montando escandalera, eso y el cielo que marca tormenta ahí arriba en el Turbón nos enfría los ánimos para afrontar la subida de Las Vilas. Le digo a Nacho que marche porque en la subida no le voy a poder seguir el ritmo. Se niega, prefiere seguir acompañado.

Aunque el firme ya está asfaltado los tres primeros kilómetros se me vuelven a hacer duros, duros. Lo achaco a la forma del puerto, con carretera ancha, sin curvas, en definitiva feo y con poco encanto. Aún así vamos charrando, caen las primeras gotas y la parte final de esas rampas del 8% la hacemos entre risas debido a mis chemecos y juramentos, en todo caso menores a los del año pasado.

Arrecia la lluvia y paro a ponerme el cortavientos para que me proteja algo del agua, ahora sí Nacho sigue adelante. Sin embargo nos volvemos a encontrar en el avituallamiento de la cima donde lo primero que veo al llegar es a Nachete en la cuneta con la chorra fuera pichando. En fin, cosas de las marchas cicloturistas....


Ni rastro de Héctor. O hemos subido muy despacio o él muy deprisa o a saber, en cualquier caso comemos y bebemos otra vez muy bien. Aquarius, platanito, aquarius. Mención especial para las galletas con pepitas de chocolate, novedad en esta edición. Un gran acierto, deliciosas. Las señoras del avituallamiento nos afirman que los de la marcha larga se van a mojar, los señores ni afirman ni desmienten pero con la mirada de montañés que gastan lo dicen todo. Se mojan seguro. Cargo otro bocadillo al zurrón e iniciamos el descenso.

Le digo a Nacho que me deje, que al descender tan mal le voy a frenar y tiene que pasar el corte de la marcha larga, así es que nos despedimos. Por suerte, cinco kilómetros más adelante el paso permanece abierto así es que contento porque Nachete va a poder hacer la larga (aunque se va a mojar) enfilo hacia La Puebla de Roda. Son sobre las 12:30 h y me quedan unos 35 km.

Para mí de momento ha dejado de llover y ya no tengo ninguna prisa, así es que me relajo y voy buscando algún grupo para hacer la bajada. Pero no hay manera. Coincido un rato con un chico de Ávila, pero en las bajadas lo pierdo. En una de estas bajadas tengo una sensación extraña en el estómago. Como esos apretones sordos que anteceden a una descomposición de tripas memorable. Así es que decido bajar el ritmo, comerme un bocadillo y beber.

Afortunadamente me repongo, pero sigue sin venir ningún grupo. Pongo plato y aprovecho las bajadas para lanzar la bici. No llueve, pero marca ruina y cuanto antes llegue a meta mejor. Alcanzo al chico de Ávila que ha formado un minigrupo con unos de Sabi pero al poco se disgrega y además me quedo cortado aunque al poco soy alcanzado por un heterogéneo pelotón formado por gente en bici de montaña que tiran como animales y un señor de Zafra que va todo conjuntado con bici y maillot de amarillo y que a pesar de ello tiene la estampa de un ciclista antiguo.

Me pego como una garrapata ya que lo que resta es la parte más pestosa y con el firme de la carretera en peor estado que no es otro que el tramo entre Laguarres y Graus. Al paso por Capella una chica voluntaria nos grita que ya lo tenemos hecho y que lo queda ya es bajada. Los cojones. Permanentes subidetas y con el firme deshecho. Llegamos al polígono industrial, el firme mejora pero comienza a llover. Fuerte, además.

Enfilamos el último kilómetro y me dejo ir. La carretera se está poniendo muy fea y ya no me va de un minuto. Y además ya estoy mojado. Justo cuando entro en Graus oigo un grito por detrás. No distingo si es "Ojo", "Cuidado", o "Aparta". Pero es desgarrador, como si se estuvieran jugando la etapa del Tour de Francia. A continuación me rebasa por izquierda y derecha un pelotón de unas cuarenta unidades. Luego comprendo que el grito me lo debían dar para que no me cruzara y los tirara al suelo, en todo caso pienso que a buenas horas me alcanza la grupeta.

Llego a meta justo a las 14 h, tras 5 horas dándole a las pedales (y estar media hora más zampando). La tormenta arrecia y empieza a caer de lo lindo así es que me refugio en unos porches. A pesar de estar calado de arriba a abajo me encuentro muy bien, para nada cansado y muy tranquilo. Por mí ya puede caer la mundial. Me como otro bocadillo y bebo y cuando afloja la tormenta aprovecho para ir al coche a cambiarme y guardar la bici.

Por desgracia, Héctor que ya ha llegado tras su travesía en modo sputnik a través de la Ribagorza, decide marchar a casa a comer. Sin embargo, David está en la meta ya que ha tenido que desistir de hacer la marcha larga debido a unos calambres, así es que decidimos acudir a la carpa del campo fútbol a hacer aprecio a las abuelas que preparan la pasta con salsa al pesto.


¡Qué buena me sabe! junto a una cerveceta, un manjar insuperable. Una buena charrada y cambio de impresiones con la gente que ya había llegado o iba llegando. Reponer líquidos a base de aquarius, y buena fartera a base lacitos de hojaldre, galletas y pastas varias. Todo ello dispensado siempre con la mayor de las sonrisas por parte de todas las voluntarias. Chapeau un año más esta magnífica marcha cicloturista. Un rato más de charradeta con la familia de David y a las 17 h decidí marchar cara el pueblo donde me entero de que Mr Diesel Nachete ha concluido la marcha larga sin ningún problema salvo que les ha llovido y granizado para vivos y muertos. Bien por él.

Lejos de ir a echarme una siesta como pensaba, tras dejar la bici y todos los cataticos en el garaje y vaciar el coche de trastos ya no paré. Tras una reparadora ducha, presencié uno de los momentos más memorables que recuerdo en un partido de balonmano en la semifinal de la Copa de Europa. Tras ganar por seis goles, el Barça perdió la renta ante el Flensburg siendo empatado en el último segundo, y luego palmó en los penaltis. Con un partido así, no pude echar la siesta. Y sí, es un off topic de cojones que para nada tiene que ver con la crónica de la Puertos. Pero lo tenía que poner para acordarme con el tiempo de que la siesta me la fastidió un alemán marcando un golazo antológico.


Después, tapas en el Trasiego, situaciones rocambolescas en el Cortés que no merecen más explicación porque tampoco la tiene, y hamburguesa (muy buena por cierto) en lo del Negro. Caña va, caña viene recuperando líquidos y a las 4:00 h decido marchar para casa antes de que se líe más la cosa. Para llevar levantado 22 horas creo que ya está bien.

Aún así, y aquí quería yo llegar, el día ha concluido a eso de las 8 de la mañana. No me había pasado nunca una cosa así pero ha sido un minuto de auténtico pavor. Cuando estaba en el mejor de los sueños de repente me despierto sobresaltado, veo que la luz se cuela ya por las rendijas de la persiana, miro el móvil y está apagado, el reloj de la mesilla marca las 8. ¡Las 8!. Me he dormido, y ya no llego, y el teléfono apagado y no me han podido avisar, es el pensamiento que cruza por mi cabeza durante un minuto hasta que vuelvo a la realidad y reparo en que es domingo y no sábado. Es más, que el sábado ya ha pasado y que ya he pedaleado en la marcha.

En resumidas cuentas, un día muy completo y entretenido. Y una Puertos disfrutada de principio a fin. Al año que viene más.


2 comentarios:

  1. Me encantan tus crónicas Lacoma!. Y no es que prefiriera ir acompañado, que lo preferia, es que tu y yo llevamos la misma marcha. En dos ediciones hemos llegado al corte juntos en las dos.
    PD: curioso detalle despertarse cual dia de la marmota...

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  2. Gracias, Nachete. Otra cosica es ir solo que acompañado, y sí, curioso el despertar por llamarlo de alguna manera. Mañana os cuento en detalle camino de Isaba...

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