viernes, 3 de febrero de 2017

Trail Báltica: Lietuva



Llegada a Vilna
La Trail del pan frito celebrada en tierras bálticas a mediados de agosto comenzó en la capital de Lituania un sábado por la noche. Ya en el vuelo, tras atravesar literalmente media Europa, se podía intuir a donde nos dirigíamos. Una planicie verde llena de bosques bajo espesas nubes. Tras salir del avión era necesario coger el coche de alquiler del puesto que regentaba un Renton trainspottingniano, el cual contrastaba sobremanera con el estilo del pequeño y sobrio aeropuerto de Vilna. Conduciendo a través de los oscuros suburbios de la capital llegamos al centro de la ciudad el cual tampoco destacaba por su excesiva iluminación aunque pronto nos conquistó por su bulliciosa actividad. Llegada al hotel y primera traición a la patria para congraciarse con la rubia recepcionista. ¿Where are you from? From Barcelona. Como si una presumible diplomada en Turismo no supiese que además de en Madrid y Barcelona existe vida en nuestro país.
En la clasificación provisional de la trail Lemus recibió dos puntos por llevar a buen puerto el Skoda alquilado a Renton, servidor un punto por guiarlo con el tomtom, y la pareja de navaleros no sumaron punto alguno por ir en la parte trasera del coche alborotando y despistando al personal en especial al pasar por las zonas de bares donde Héctor se mostró especialmente bullático. Así mismo la organización estimó oportuno sancionar con tres puntos a Lemus por decirle a la recepcionista que éramos de Barcelona cuando sólo Toño puede decir tal cosa.

Lituania-España +50
Segunda prueba de la trail-gymkana, sobrevivir al partido de baloncesto de los JJOO entre las selecciones masculinas de Lietuva y Españistán. Más fácil de lo previsto, estos lituanos son gente tranquila. Se dividen entre los que se parecen a Kwiatkowski (raíces polacas), los que se parecen a Sabonis (raíces bálticas) y las que se parecen a Kurnikova (Rusilandia). La paz del lugar donde vimos el acontecimiento tan sólo se vio alterada por los gritos de cuatro mardanos llamando a los camareros para que trajesen más raciones de pan frito y cerveza para un regimiento. Keturi alaus (4 cervezas) que fue degenerando según avanzaba la noche a una especie de lituañol que se parecia a Kenturialus. España ganó de 50 puntos. Anécdota del momento: una zagala nos abordó nada más entrar al bar. ¿Sois españoles, verdad? Pues sí, has escuchado nuestras angelicales voces, ¿no?. Pues no, es que tenéis pinta de españoles. Jodo, pues sí, somos de Huesca. Anda, pues yo de Zaragoza, llevo un mes aquí de intercambio y que sepáis que en este país hace un frío de la hostia. Razón no le faltaba. 5 puntos por barba por el buen partido jugado.


El señor mayor venía de la calle donde llovía, no es que estuviera sudando viendo el partido
Casa Cuba
Para celebrar la victoria acudimos a un local especializado en mojitos y música de allende los mares llamado Casa Cuba. El lugar tenía una pista de baile en la que bailaban los lituanos y lituanas al son de las canciones de Enriquito Iglesias que iba poniendo un señor cubano con rastas que hacía las labores de pinchadiscos y eventual cantante mientras se mezclaba micrófono en mano con la muchachada. Las camareras ataviadas con el traje tradicional lituano compuesto por blusa blanca con faldas rojas y una especie de diadema de flores servían cerveza de importación hacíendose unos líos importantes con los cartuchos de monedas de euro de esos con los que se va a Bantierra tras vaciar los botes donde se deja la chatarra que emerge de los bolsillos de los vaqueros los sábados a las 6 de la mañana tras salir a zorrear. Todo bastante kitsch, sólo hubiera faltado que junto a las rondas de cervezas hubieran sacado un bación de panizo para hacer algo de base en el estómago.  Es ese el lugar por donde todavía vaga parte del espíritu de nuestro Héctor. Y la otra parte de su alma que regresó al Somontano con nosotros bajó más negra que un tizón pero qué le vamos a hacer. No se descarta que lo que bajara fuera un doble suyo y el joven maciello de la villa jamás conquistada se quedara por aquellas tierras. Pero vaya, que ya se profundizará más a su debido tiempo. Sin embargo, por haber sido el artífice de que entráramos a semejante garito se hace acreedor de 10 jugosos puntos, el resto la mitad.


Un pichadero muy olímpico

Castillo de Vilna
A la mañana siguiente comenzó la ronda de visitar lugares, a poder ser en posiciones de elevada altitud, por el mero hecho de que estaban ahí y había que ir. Nadie se preguntó por un mínimo instante si el lugar podía ser una soberana mierda. Al contrario, porque la Trail a la que nos habíamos apuntado hacía obligatorio el pasar por estos puntos nadie objetó nada al respecto y ascendimos a contemplar las vistas que hay desde la explanada del castillo con una presencia de ánimo y una ilusión que para nada evidenciaban la enorme aportación realizada durante la noche anterior a la buena marcha de la empresa cervecera Svyturys (pronunciado, suíturis). No hubo reparto de punto alguno, no sé porqué sería.


Jebediah Springfield.  Mató un oso con sus propias manos
Uzupis
Un japonés pintando camisetas en el suelo de una plazoleta, cuatro callejones llenos de barzas y broza varia, una calle donde han colgado una constitución en la que te dicen que tienes derecho a tener un gato y decenas de comercios con nombres divertidos es lo que pudimos ver en nuestro tránsito por este barrio neoliberal donde los haya. Como las bases de la Trail obligaban a pasar por él pues fuimos y punto, sin rechistar. Para el avituallamiento sólido consistente en más pan frito, crema de setas en bación de pan de centeno, sopa de remolacha, muslo de pato y demás delicias bálticas acudimos al casco antiguo porque en Uzupis no quedó muy claro si sabían lo que era comer caliente. A Lemus se le iba a sancionar por excederse en los tiempos de paso por Uzupis pero como luego demostró gran coraje al enjaretarse una sopa de remolacha de color rosa la organización decidió dejar las cosas como estaban. Al resto ni se le dio ni se le quitó.


Lemus tomando conciencia de que tiene derecho a amar y proteger un gato. Toño mirándole con desprecio
Puertas del Amanecer
Tras la comida nuevo tramo de cuestas y checkpoints. En Vilna otra cosa no, pero iglesias hay un ciento. Católicas apostólicas romanas y ortodoxas fundamentalmente. Los ruskis que acuden de allende el espacio Schengen con sus cochazos se distinguen a la legua y por allí que pululan en esa tarde dominical. Como colofón a toda esa ruta mariana las puertas del Amanecer, antigua entrada a la ciudad y donde ahora se asienta un cuadro de la Virgen María ante el que la gente acude a rezar en peregrinación. Con esto del nombrecito del lugar uno esperaba ver allí una recreación de Saza vestido de guardia civil pegando tiros al sol pero debe de ser que no ha llegado todavía a Lituania la película.
Héctor 0 puntos por quedarse en el hotel a dormir, el resto 1 punto por ir hasta las puertas. A servidor un punto más adicional por sacar alguna foto en la que Lemus no saliera enmedio, cosa harto difícil.


Amanece que no es poco
Colina de las Tres Cruces
No contenta con este abuso por parte de la organización de la Trail llevándonos todo el día como cagallón por cequia se decidió de manera sorprendente desviar el trazado de la carrera a donde Cristo dio la última voz. En un giro inesperado se tuvo que ascender la colina de las Tres Cruces desde donde se tiene una bonita perspectiva de la capital. Con el solazo de frente pero bonita. Bajando por una escalera de maderos un tanto precaria primer contacto con la fauna frikoide autóctona por parte de un gacho que parecía dedicarse a vender piruletas en la puerta de los colegios. Agradable paseo por uno de los parques de la ciudad y por la plaza de la catedral. Avituallamiento sólido en un restaurante que parecía el salón de una casa bien, plagado de sofás y cheslongs. La camarera nos cuenta su vida mientras devoramos una especie de sanjacobos hechos con patata, que tiene un amigo en Ubrique y que al año que viene va a estudiar un curso en Lisboa. Si les contó la misma película a los alemanes de la mesa de al lado debieron alucinar en colores.
3 puntos para los sufridos escaladores de las 3 cruces.


Las tres cruces
Plaza de la catedral

Trakai
A la mañana siguiente la trail continuaba por el parque de atracciones sito en Trakai. Porque eso no es un castillo así sin más. Donde hace siglos hubo un castillo el tiempo dejó unas ruinas que los soviéticos se dedicaron a "restaurar" con ese arte que les caracterizó. La desestructuración de la URSS atrajo los turistas completando la combinación y finalizando la transición de castillo a parque de atracciones. La parte de trail consistió en recorrer las intrincadas estancias del lugar así como los diferentes niveles de la fortaleza rodeados de numerosos grupos de rusos y japoneses. Algún tapiz así como los instrumentos de tortura eran dignos de mención, el resto bastante prescindible. El entorno curioso ya que el castillo se asienta en mitad de un lago.
Un punto para Toño por probar todos los instrumentos de tortura.


Trakailand, ciudad de vacaciones
Fútbol:
Werder Bremenas-Hansa Rostokas
Arsenal Londonas-Ajax Amsterdamas
Hamburgas-Eintracht Frankfurtas
Zalgiris Kaunas-Dinamo Minskas
... y así todo
Tiro con arco
Toño y Héctor fueron los participantes en la prueba consistente en lanzar flechas. El objetivo era matar alguno de los bichos representados en la diana que custodiaba un señor mayor bastante parco en palabras. No solamente no hablaba ni castellano ni inglés sino que dudamos muy mucho que hablase el lituano. Toño realizó unas tiradas decentes pero la estrella fue Héctor quien tumbó al bicho a las primeras de cambio. Así y todo no recibió ninguna muñeca chochona después de realizar tal heroicidad ni tan siquiera un vale por cinco cubatas en Casa Cuba. Muy mal.
Sin embargo la organización otorgó 2 puntos a Toño y 3 a Héctor por sus desempeños como arqueros.


Ettorino, donde pone el ojo pone lo otro

Zalgiris
La siguiente prueba matinal consistió en conducir a través de espesos bosques por los que cruza la recta y llana autovía, entrar en la antigua capital lituana, Kaunas (tarea ya de por sí harto complicada) y acudir al pabellón del Zalgiris, club de baloncesto que todo lector habitual sabrá que está deificado en esta blog. Porque aquí se tiene especial veneración aparte de por Sagan y doña Marion Rousse, por Kurtinaitis. Una vez hechas las persignaciones pertinentes en tan sacrosanto lugar acudimos al centro de la antigua capital lituana a pasear por el centro en ese mediodia de un lunes, ¿laboral?, pues no.
Tres puntos para Lemus por entrar el auto a la ciudad. Dos a los navaleros por guiarlo y uno para servidor por emperrarse en ir al pabellón a toda costa.


Viva la madre que parió a Kurtinaitis

Avenida Laisves
29 años de mi vida soñando con adquirir una camiseta del Zalgiris y resulta que cuando estoy plantado delante de la tienda oficial del club en una bocacalle de la Avenida Laisves la tienda está cerrada. Y no es que vayan a abrir por la tarde, no. Porque resulta que a pesar de ser lunes es el día de la Virgen de agosto y en Lituania, país católico, es fiesta de guardar. Así que no queda otra que patear por la avenida por si por un casual hubiera alguna tienda abierta pero nuestro gozo en un pozo. Refrigerio a cargo de una lozana mujer que tenía plantada una barra en el recibidor de su casa donde servía bocadillos, zumos, cafés y chocolates. No nos quedó claro donde terminaba la casa y comenzaba el establecimiento y al revés. Miccionamos en un baño y no llamaron a la policía con lo cual debía de ser para clientes. No hubo reparto de puntos, el bocadillo de esa buena mujer fue suficiente premio.


Castillo y Mykolo
Siguiendo con la tónica impuesta por la organización de carrera se visita el castillo de rigor de estilo tardosoviético. Bonito ladrillo cara vista y cubierta de teja árabe que quita el sentido. No hay puntos. De camino al coche pateada hacia la otra punta de la Aleja Laisves para contemplar la iglesia de San Míguel Arcángel o como dicen los lituanos el arkangelo Mykolo. Construida en estilo neobizantino a finales del siglo XIX cuando esas tierras eran parte del imperio Ruso, ha sido iglesia ortodoxa, galería de arte e iglesia católica. Actualmente parece estar en restauración. Allí cae la primera rujada de agua, prolegómeno de lo que nos esperaría en Letonia.


Arkangelo Mykolo

Colina de las Cruces
A las afueras de Siauliai se yergue esta colina de diez metros de desnivel en la que los lituanos jugaron a ser galos. En cierta aventura de Astérix los romanos se dedicaban a edificar una urbanización de lujo cerca de la aldea gala que resistía siempre al invasor. Por la mañana subían un par de forjados y por la noche llegaba Obélix y desmontaba el chiringuito. Y así jornada tras jornada. Pues en Siauliai ocurrió algo similar cuando se les ocurrió plantar unas cruces como queja ante el sistema anticlerical soviético. Por la mañana algún pobre soldado venido de Magnitogorsk se debía dedicar a sacar las cruces de la colina y al caer la noche cuatro siauliaitianos ponían las cruces que faltaban y treinta más. Y así hasta que Stalin, Kruschev, Breznev, Andropov y finalmente Gorbachov se cansaron de explanar aquella colina que siempre rebrotaba con cruces y más cruces y la dejaron estar. Se dice que hoy en día hay como medio millón de cruces. Lo cierto es que se sea creyente o no el lugar impresiona.
Punto para todos por ascender la colina. 5 puntos adicionales para Héctor por limpiarla, darle lustre y esplendor al sacar un trapo sucio que habían depositado sobre una de las cruces y tirarlo a la papelera que era el lugar que le correspondía.




Salimos de Lituania atravesando pistas forestales rodeados por tractores, granjas y enormes extensiones de tierras de labranza. Hay carretera normal, pero Héctor y Toño son así y la conducción desde Siauliai hacia Riga fue un tanto atípica. Abandonamos un país que dejó grata impresión no tanto por sus monumentos y lugares sino por la amabilidad de sus gentes y nos dispusimos a adentrarnos en Letonia, pero eso ya será otra historia. Si no les ha quedado muy claro qué hay y qué hacer en Vilna y Kaunas no es de extrañar. Existen guías de viajes que lo explican mucho mejor que yo.

Clasificación de la trail del pan frito al terminar Lietuva:
Héctor 26 p, Toño 20 p, 
Servidor 18 p, Lemus 17 p


CONTINUARÁ...

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