domingo, 15 de diciembre de 2013

Summer is coming


Summer is coming (se acerca el Verano). No se me ha ido la pinza y explicaré el porque.

Se supone que queda una semana de otoño y el 21 de diciembre entramos en el Invierno. Eso es lo que marca el calendario pero a mí lo que indique me da más bien lo mismo. A los hechos me remito que durante este año por ejemplo, el 21 de junio para ir a ver las hogueras de San Ramón había que clavarse una chaqueta como si fuese el 21 de marzo. Y el 21 de septiembre hacía una calda que parecía el 21 de agosto. En mayo para coger la bici había que abrigarse como si fuera febrero y en junio y julio ha llovido como si fuese marzo y abril (y en marzo y abril ha llovido sin talento). Los meses del calendario van revueltos pero hay un hecho que es inmutable. Y estoy hablando de las horas de luz.

A partir del 21 de diciembre el día tiene más horas de luz hasta alcanzar su máximo el 21 de junio, momento en el que esas horas comienzan a descender hasta alcanzar su mínimo en diciembre. Y ese es un ciclo inmutable en el hemisferio norte por esas cosas que tiene que la Tierra tenga el eje de rotación sobre si misma inclinado respecto al plano sobre el que rota respecto al Sol.

Sin embargo, esto no quiere decir que amanezca antes a partir del 21 de diciembre. De hecho esto no sucede hasta más o menos el 10 de enero (debido a otro de esos curiosos fenómenos que depara la excentricidad de la rotación terrestre) lo cual implica que si el día tiene más horas de luz y en cambio por las mañanas amanece todavía más tarde... ¡exacto!... las horas de luz aumentan por la tarde. ¿Desde cuándo? Pues más o menos, en la latitud en la que nos encontramos, desde el día 13 de diciembre.

A mí el Invierno cada vez me gusta menos, no me importa pasar frío. De hecho considero que cada época tiene su clima y en Invierno me gusta pasar frío y en Verano calor. Para una cosa se inventaron la ropa de abrigo, la calefacción y el pacharán. Para lo otro los bañadores, la piscina y la caña con limón. Lo que me mata de la época otoño-invernal es la falta de luz. Necesito sol. En mi trabajo empiezo muy temprano de forma que casi todo el año entro de noche, algo a lo que ya me he acostumbrado. También tengo la gran suerte de durante todo el año salir de allí siendo todavía de día, pero durante los meses de otoño entre llegar a casa y echar un bocado la tarde se ha esfumado y ya es de noche. No se puede aprovechar para hacer casi nada.

Es por eso, que ya estamos ganando minutos de sol por las tardes, que digo que vamos de cara al Verano. Por supuesto que nos quedan unos cuantos meses de nieblas, ventoleras, fríos y lluvias. No necesariamente en este orden ya que no hay dios que entienda al tiempo loco que tenemos. Pero las tardes cada vez van a ser más largas y eso es de agradecer.

El verdadero Verano llegará cuando abra la piscina y podamos ir allí a pasar la tarde en remojo, pero para eso todavía quedan seis largos meses. De momento deberemos conformarnos con la idea de que ya falta menos para ese momento. Que no es poco.

Mejor estaría en verano la Khaleesi anunciando helados en vez de Iniesta, pero bueno...

También nos conformamos con salir a correr los domingos por la mañana bien abrigados desafiando a la niebla y en busca del sol. Después de una hora caminando y corriendo por los caminos en buena compañía el almuerzo sabe muy bien. Lo que ya no sabe tan bien es que unas semanas te cobren 5 € y a las otras te cobren 7 €... Que ocurra cambiando de establecimiento... pues pase. Pero que ocurra en el mismo sitio con una semana de diferencia es sencillamente desconcertante, por no decir acojonante.

Lo avisé en la entrada anterior y en esta ya lo afirmo. Se va a terminar de realizar la pertinente toma de datos al respecto y me comprometo a perpetrar una entrada con una tabla de precios de almuerzos en la capital del Somontano. Distinguiendo establecimiento, día, y camarero dentro del mismo establecimiento, porque a esos extremos se ha llegado. A que unos huevos fritos con longaniza, una jarra de cerveza, un café y un chupito varíen su precio (que no su valor, que no es lo mismo) con fluctuaciones del 50% semanales en el mismo garito. Vamos, que ni la Bolsa se menea tanto.

Así y todo, aunque nos cobren de más seguiremos saliendo a almorzar. Que ese dinero siempre está bien invertido.

2 comentarios:

  1. Lo del cambio de hora tampoco ayuda mucho a pasar el invierno... ¡es una tomadura de pelo!.

    ResponderEliminar
  2. ¡El cambio de hora es esencial de cara al ahorro energético que se genera durante todo el otoño, necesario para poder encender todas las puñeteras luces de navidad sin ningún tipo de remordimiento!
    Es una tomadura de pelo, pero mejor que no toquen nada. Que como, por ejemplo, nos metan el horario de los ingleses eso sí que será una jodienda...

    ResponderEliminar

Entradas relacionadas

Entradas relacionadas