domingo, 16 de marzo de 2014

Muro de Roda y Panillo

De un fin de semana en el que no había nada planeado y que conforme se iba acercando se iba cruzando más y más al final aún ha salido algo bastante potable.


Esta mañana con Héctor hemos ido muy chino chano desde El Grado hasta el monasterio budista de Panillo. Echando el correspondiente almuerzo en Tres Caminos hemos subido primero el Alto de San Roque para llegar hasta La Puebla de Castro.



La Puebla, al fondo el Turbón

Desde allí, tranquilo descenso hasta la N-123a para coger el carril bici que lleva hasta Graus. Bien asfaltado, con espacio suficiente e incluso con carril para caminar es una gozada transitar por él. Se echa en falta algo de limpieza en ciertas zonas ya que hay tramos con tierra suelta esparcida pero en líneas generales está muy bien. Nada que ver con otros carriles bici, sin ir más lejos el simulacro habilitado en la capital del Somontano.

Al llegar a la villa de Graus, hemos recargado los botellines de agua y enfilando por la A-139 dirección Campo hemos tomado el desvío a mano izquierda de la carretera que lleva al valle de La Fueva. Tras unos siete kilómetros de dura ascensión ya que el firme de la carretera es muy cambiante tanto o más que las pendientes de las rampas, hemos llegado al pueblo de Panillo.

Desde allí un par de arreones más para llegar hasta el Monasterio Budista Dag Shang Kagyu. Este templo, fundado en 1984, es el hogar de un grupo de lamas tibetanos y destino turístico y espiritual para la gente que acude allí a visitarlo. Al parecer escogieron la ubicación del templo por su tranquilidad y porque invitaba al recogimiento y la oración. No es de extrañar ya que el lugar se encuentra en las profundidades de la Ribagorza y allí jaleo hay bien poco.

Mi Orbea Aqua y el cartel de bienvenida al templo

La visita ha sido corta, un poco por desconocimiento, un poco por prisas. Tan sólo hemos parado a contemplar el Buda de la entrada y la estupa que se yergue frente a él. Dentro de la estupa había gente rezando o celebrando algún tipo de ceremonia litúrgica así es que tampoco hemos querido molestar demasiado. Héctor eso sí, ha hecho rodar los cilindros que rodean la estupa en su creencia, quien sabe si equivocada o no, de que los señores lamas del templo controlan los designios del horóscopo del Diario del Alto Aragón. 

Héctor haciendo rodar los cilindros alrededor de la estupa

La Estupa

El Buda de la entrada; delante un Tuercepedales

Y hecho el ritual para contentar a los señores lamas, descenso vertiginoso hacia Graus. De no ser porque la carretera alterna tramos decentes con otros parcheados algo peligrosos en muchas rectas se podrían alcanzar los setentaypico kilómetros por hora. Como no queríamos pegar un brinco en alguno de los baches se ha ido un poco más calmados por si acaso.

Travesía por la villa de la longaniza sin parar en la pastelería Puyet (los mejores turrones de la redolada) a echar algo. Imperdonable, pero íbamos mal de hora. Otro día con más tiempo paradeta y si hay ganas subida a lo de la Virgen de la Peña a contemplar la panorámica, que para ser que mi padre se clavó veinte años trabajando en ese pueblo y de crío lo rondé bastante creo que no he subido nunca. Y ya toca.

Desde allí subida por el lado suave del Alto de San Roque. Pero subida suave con aire en contra es igual a repasar todos los santos del cielo. Mal que bien se ha coronado y después se ha descendido recordando el regular estado del firme que hace llegar a El Grado con todo el cuerpo dolorido por el traqueteo.

Al final, 58 km a 18,5 km/h de media. CHINO CHANO.

Y ayer sábado, así como el que no quiere, con Dani, también conocido como Chainho, una persona que merienda primero, segundo y postre y después cena surgió el ir a almorzar unos huevos fritos con panceta.

Como quiera que hacía un día espectacular y era una pena el desaprovecharlo quedándose en casa, cogimos el auto y enfilamos por carretera Aínsa. Así como el que no quiere surgió el coger el desvío de Ligüerre y adentrarnos en el valle de La Fueva. El objetivo era llegar al nucleo más importante de este pintoresco foricachón y desde allí, en Tierrantona, subir caminando hasta el Muro de Roda.

Creo que no pudimos elegir un día mejor. Con una temperatura propia de mayo y unos cielos despejadísimos y muy nítidos ascendimos a esta antigua fortificación.

Cotiella a tope de nieve

El comienzo del camino, Muro de Roda está justo en medio de la imagen (aunque no se distingue bien)

Subiendo al principio muy poco a poco se coge cierta altura desde la que si echamos la vista atrás se puede ver el pequeño valle que parece sacado de alguna película de Peter Jackson.



El valle de la Fueva (la Comarca), en el centro Tierrantona (Hobitton), al fondo el Turbón

El camino está delimitado por unos pastores eléctricos y algún grupo de vacas disperso. Alguna mira con curiosidad, otras con franca hostilidad lo que obliga a apretar el paso por si acaso le da por pegar un brinco. Una vez pasada la zona de las vacas y tras unos dos kilómetros de subida la pendiente comienza a acentuarse y se alternan los tramos de tierra con los de cemento, sobre todo en las curvas.

Aquí ya se distingue la torre

Rampote de cemento

Tras otros dos kilómetros y pico más de revueltas se consigue llegar arriba. Muro de Roda es un pueblo deshabitado como tantos otros del Pirineo, que comenzó siendo una fortaleza o torre de vigilancia gracias a su ubicación, 1036 m de altitud. Situado en lo alto de un tozal, se compone de dos núcleos de casas. La zona baja se encuentra fuera del perímetro amurallado, y la zona alta se ve rodeado por la muralla.

Puerta de acceso al perímetro y torre de la iglesia de santa María de la Asunción

Se comenzó a levantar allá por 1017, pocos años antes de que el reino de Aragón se conformase a partir de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza y empezase a expandirse desde las montañas hacia el sur, y desde entonces la arquitectura del lugar es un cúmulo de diversos añadidos y reformas que van desde el siglo XII cuando se levantó la iglesia de la Asunción hasta el siglo XVIII cuando se remodelaron partes de la mencionada iglesia y de los diferentes edificios muchos de los cuales ya no se encuentran en pie. A mediados del siglo XX el pueblo quedó abandonado. Actualmente el complejo se encuentra en fase de restauración como se puede apreciar en parte del tejado de la iglesia si bien parte del recinto está un poco dejado y no todo lo bien cuidado que podría estarlo.


Misma puerta, diferentes vistas a cada lado

El interior de la iglesia se encuentra como es lógico dada la situación del pueblo, a oscuras, hay que andar con cuidado. Sin embargo, echando el flash se puede apreciar las curiosas pinturas que cubren las paredes y la bóveda de medio cañón del templo.

Altar mayor, en el suelo bajo las escaleras, criptas

La pila bautismal

Vista desde el coro, la tarima a oscuras no parece muy segura

Detalle de la bóveda de medio cañón

Si volvemos al exterior, las vistas son espectaculares. Por un lado el valle de la Fueva,  la Peña Montañesa, Cotiella, las Tres Marías y el Turbón y por el otro el embalse de Mediano.

Mediano


Esta es la vista panorámica que se contempla por el otro lado (pinchar aquí). Si a eso le unimos un sol que en esta época del año es más que de agradecer, uno no vería la hora de volver cara abajo. Tras un descanso en uno de los bancos habilitados a tal efecto y que desentonan bastante con el resto del lugar ya que son los típicos de mobiliario urbano, reemprendimos la marcha hacia Tierrantona.


Cotiella vista desde diferentes ángulos; la torre de la iglesia y unas ovejas


Esta vez en lugar de vacas, vimos ovejas por el camino. Por lo demás una bajada tranquila y sin incidentes para llegar a Tierrantona tras 11 km de caminata. Subir y bajar nos costó en torno a las 2 horas y media. Y así pasamos una agradable y soleada mañana de sábado.

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