lunes, 1 de junio de 2015

Los Raviolis de las abuelas de Graus 2015


Extraña y accidentada marcha la del sábado en la que se combinaron una serie de factores para que casi se provocase la suspensión de la prueba. La cosa comenzaba torcida ya en la salida debido a que esta no se produjo a la hora prevista sino unos cuantos minutos más tarde. Sin embargo parecía que todo retornaba a la normalidad en el tramo que lleva hasta Laguarres y en el posterior ascenso al col del mismo nombre.


El habitual trasiego de cicloturistas buscando posiciones en el enorme pelotón, los saludos con la gente conocida o el intercambio de impresiones con los compañeros de fatigas en las primeras rampas del puerto. Todo ello de una manera sana y divertida, con las prisas inherentes a una actividad en la que quien más quien menos busca superarse aunque sea un poquito a si mismo, pero sabiendo donde se está. Que no es ni más ni menos que en una prueba no competitiva en la que el objetivo principal es echar la mañana y pasarlo bien.



Lo de echar la mañana y pasarlo bien incluye llegar a Graus al foricachón donde tenemos por costumbre aparcar y darse cuenta de que detrás tuyo viene otro coche de ilustres Tuercepedales que también se conocen la jugada. Ver descender del automóvil a José Luis vestido ya con el traje de faena y hasta con el casco y las zapatillas con calas puestas y que acto seguido te explique la teoría de por qué hay que poner tres imperdibles al dorsal en lugar de cuatro (*). Y despertar a los incautos vecinos que duermen a esas horas por las risotadas.

(*): la teoría de los tres imperdibles será explicada al final del post.


También incluye acudir al Marítimo a echar la pichada del miedo y un café y saludar a los ilustres señores pedaleacaminacorre Ornitorrinco y Bestué antes de colocarse en la línea de salida con Héctor, su tío Horacio y Abizanda que debuta en estas lides y monta una Albero del año la picor cuya característica más llamativa es la cinta del manillar. Diseñada por el mismo cabrón que parió los chandal de táctel fosforitos, la cinta combina todos los colores del espectro visual humano en formas cuadrangulares. El resto de Tuercepedales o se han rajado debido a sus labores como jardinero o albañil en sus ratos libres, o porque han perdido la forma después de escaquearse de la Monegros BTT en su escondite mexicano. David, Jordi y Pablo van a la larga con Horacio y están más adelantados en la salida. Y a José Luis le hemos perdido la vista en el tránsito de la pichada del miedo.



En cuanto a lo de pasarlo bien pues también incluye dejarte caer respecto al ritmo de tus compañeros a mitad de puerto esperando que en algún momento aflojen para que a medio kilómetro de coronar y al volver a tenerlos a la vista, aumentar el ritmo y rebasarlos a falta de cien metros para rebañar los puntos de la montaña como si fuera un Intxausti cualquiera.



El caso es que al coronar Laguarres se empezaron a ver detalles de que no toda la gente había ido a pasar la mañana. Se mascaba una cierta tensión y nerviosismo en el ambiente. Envoltorios de geles y barritas tirados sobre el asfalto y hasta pieles de plátanos. Todo sea por rebajar marca y alimentar el maldito ego aunque sea a costa de entorpecer la marcha del que venga detrás. A partir de allí se comenzaron a suceder las escenas con las que uno no desea encontrarse nunca en estas pruebas. Gente tirada en la cuneta con mayor o menor gravedad y la ambulancia al lado con los sanitarios atendiendo.



Y entre Benabarre y Graus la escena se repitió de manera mucho más grave. La culpa al parecer según se ha quejado mucha gente, de los conos que delimitaban la mediana de la calzada y que servían para que los ciclistas y los coches circulasen cada uno por su carril. Por lo visto es una medida de señalización que no se estila demasiado en marchas cicloturistas y parece ser que varios participantes se comieron alguno de estos conos. 



Con el detalle que sí me quedé fue el de la cantidad de desperdicios tirados por la carretera en la bajada del puerto, indicativos de la excesiva competitividad de muchos y que da idea de la tensión con la que pudieron afrontar esos tramos. Imagino, porque no vi ninguna en directo, que habría caidas de todo tipo, de mala suerte, de rebote pero también por imprudencia. Para todos ellos ojalá que la recuperación sea lo más rápida posible y que la próxima marcha sea mucho más tranquila. Que al menos nos sirva a todos para reflexionar y tener claro por y para qué se celebra una marcha cicloturista y de qué manera hay que afrontarla.



El caso fue que llegados a Graus al primer avituallamiento fuimos parados por la organización ya que la marcha estaba ¿temporalmente? suspendida por falta de ambulancias las cuales estaban todas ocupadas trasladando heridos al hospital. Así es que allí nos pegamos más de una hora comiendo y bebiendo haciendo aprecio a la muchachada que se encarga de ese puesto, porque el metabolismo no dejaba de consumir a pesar de no estar en movimiento. Mientras revoloteaba la posibilidad de suspender la prueba el teléfono fue echando humo para saber el paradero del resto de Tuercepedales los cuales por suerte estaban todos bien.




Y tras una hora larga nos dicen que vayamos ocupando posiciones en la carretera para reanudar la marcha. Uno de los ambulancieros nos engancha por banda y nos pide por favor que no corramos y que vayamos con tiento porque está siendo una sangría lo de este año. Lo bueno del parón, que subimos hacia Campo un nutrido grupo, lo malo que nos vamos a comer todo el sol en el Turbón. A nosotros el parón no es que nos sentará muy mal y fuimos saltando de pelotón en pelotón hasta encontrar uno que se acomodaba a nuestro ritmo.



En un momento dado al mirar la velocidad que llevábamos me pareció que era demasiado alta y que lo podíamos pagar bajando pero como íbamos bien acompañados pues no reparé más en ese detalle y seguí a lo mío. Se montó buena grupeta con gente de Sabiñánigo y unas mozas de Cambrils que tiraban como jabatas. Héctor por su parte decidió comenzar con sus entrañables globeradas y saltar a zamparse su ración de viento en solitario cabalgando hacia delante. Lo peor es que Abi y yo hicimos parecido al llegar al túnel cerca de Campo y dejamos tiradas aún no sé muy bien cómo a las mozas de Cambrils.



Tomado el giro a mano derecha para enfilar el puerto de Serrate-Las Vilas vemos a lo lejos a Héctor que nos espera después de haber hecho su serie y por detrás llegan dos amiguetes serrableses de Abi. De ese modo comenzamos los primeros y duros kilómetros del puerto en los que mientras muchos subimos como podemos, Héctor para a echar la pichada para marcar el territorio y dejarnos ventaja como ya ha hecho en Laguarres. Es insultante la facilidad con la que luego nos alcanza y nos deja atrás aumentando la velocidad y llevándose a su estela al resto del grupeto.



Mi motor diésel no me permite esta serie de dispendios y cuando encuentro un grupo en el que van un par de chicas, las cuales suelen llevar el ritmo como un metrónomo, me acoplo a ellas esperando que pase lo antes posible ese puerto tan desangelado. Arriba todo el sufrimiento queda en el olvido a base de hacer aprecio a las nobles gentes de las faldas del Turbón que nos dan bien de comer y de beber, y donde otra vez nos vuelve a enganchar por banda el abuelo de la ambulancia. Esta vez algo más sosegado y sonriente después del mal rato pasado con semejante trajín de heridos y al que le pedimos que otro año se traiga una bota vino o unos espirituosos para mojar la torta del avituallamiento.



Con la panza bien llena y saturada de powerade azul emprendemos el descenso hacia Graus por la carretera del Isábena. Nos cuesta relativamente poco coger un grupo en comparación con la bajada de Laguarres donde me ha tocado pegarme un calentón importante. Sin embargo, poco antes de llegar a La Puebla de Roda y cuando más duro está pegando el viento Héctor decide irse a hacer otra de sus series en plan globero a descubrir mundo por su cuenta. Para mi sorpresa Abizanda marcha no detrás de él sino cuando el primero ya le ha cogido cien metros.



El que va comandando el grupo mira hacia detrás extrañado por lo que ve, como buscando respuestas. En lugar de respuestas me ve a mí que me pongo en paralelo y él como para disculparse por la bajada de ritmo me dice que hace mucho viento. Si me quedo de cháchara la pareja de globeros se me escapan así es que para acabarla de joder me voy en pos del dúo dinámico porque no hay dos sin tres y en esos momentos lo único que veo es alcanzarlos para ponerlos a caldo.



Ahí comienza una frenética persecución de varios kilómetros en la que parecía que estuviésemos peleados. Héctor con Abi y Abi conmigo. Cada uno mirando para atrás comprobando que los demás no llegaban y yo detrás maldiciendo entre dientes. Al final y tras otro buen calentón consigo alcanzar a Abizanda y entre insultos le explico que solamente he pegado el arreón para cogerle y mandarlo a tomar por saco y que si coge a Héctor lo mande de mi parte que yo me vuelvo a dejar caer al grupo y que ya llegaré a comer.



En ese momento somos absorbidos por un pelotón que va tragando todos los grupitos que alcanza y allí nos quedamos para coger a Héctor pocos kilómetros más tarde. Los inútiles esfuerzos se van pagando y en ese descenso tan pajarero llega un momento en el que empiezo a notar que cuesta ir en el grupo y cuando este se desgaja en dos me quedo atrás con la sección de cincuentones y sesentones que marcan un ritmo más tolerable. Incluso en ciertos tramos y ya recuperado paso al frente a tirar de la banda de "abuelos" con la que es un lujo compartir kilómetros porque llevan siempre un ritmo estable y cómodo para un tuercepedales como yo.



Al haber derivado a todos los participantes parados en Graus a la marcha corta la afluencia de participantes por este recorrido es mucho mayor a la de otros años y una de las veces que otro pelotón nos alcanza por detrás escucho que alguien me llama. Se trata de Juan, oscense-grausino excompañero de residencia en  Zaragoza y frecuente lector de este engendro de blog. Vamos charrando un rato y se hace más ameno el trayecto por Capella cuya carretera es insufrible.



Y así al fin llegamos a la meta tras unas 5 horas raspadas en movimiento y algo más de 6 y media desde que se da la salida. En el campo de fútbol en una de las mesas esperan Pablo, David, Manolete y Javi y allí vamos cayendo el trío de globeros que hemos hecho casi toda la marcha juntos y más tarde Horacio. Como este año hemos comido más de la cuenta debido al parón en el avituallamiento, los raviolis de las abuelas son algo más costosos de comer. Estaban muy pero que muy buenos, eso sí. Impresionantes.



Pasado un rato se sentó en nuestra mesa un matrimonio de Barcelona de origen pacense. El señor y la señora muy simpáticos ambos nos contaron anécdotas varias de cicloturismo en particular y la vida en general, desde sus aventuretas en varias marchas de los Alpes donde se asciende Galibier y Alpe d'Huez y no se cuentan los tiempos de las bajadas para que la gente no baje como loca y se accidente, hasta historias de su nieto de cuatro años que apunta a ciclista profesional.



Comenzamos a estar cansados, eso sí, por todo lo acontecido durante el día así es que nos despedimos del simpático matrimonio y decidimos levantar el campamento y marchar para casa. No sin antes beber el enésimo powerade de la jornada y los saludos pertinentes a diferentes barbastros que pululan por ahí como mi primo Gregorio.



Fue un día movido por los accidentes pero ello no debe empañar la excelente labor una vez más de todo un pueblo que se vuelca con esta gran prueba. Uno se va contento para casa por el buen trato recibido, por ver como la inmensa mayoría se toma la jornada como la fiesta que es, porque ha costado un poco menos que el año pasado dar la vuelta por la Ribagorza, por ver que la cantidad de chicas que se animan a dar pedales va en aumento y que lo hacen muy bien por cierto. Y se marcha pensando que todavía quedan 365 días hasta la siguiente Puertos y que ojalá no hubiera que esperar tanto.



(*): La teoría de los tres imperdibles: si han venido hasta aquí abajo directamente no les culpo, posiblemente hubiese hecho lo mismo. Si han aguantado el tostón espero que no les decepcione la explicación. El amigo tuercepedal Jose Luis, padre de tres pitufos, tiene la teoría de que añadir un cuarto imperdible a su dorsal pudiera ser el detonante de que su prole aumentase en un vástago más. El cachondeo vino por la cara de asombro de David, progenitor también de tres hijos, cuando se le indicó que él sí llevaba puestos los cuatro imperdibles y que se atuviera a las consecuencias... Las risotadas antes de las 8 de la mañana de la banda de cabrones que escuchábamos la historieta seguramente despertó a medio Graus.





5 comentarios:

  1. Gran cronica!!! me lo pase en grande tanto por la compañia como por el evento, una pena tanta caida que empaño el dia tan bueno que estabamos teniendo. Por mi parte con ganas de acudir a mas eventos de este tipo, para disfrutar de la bici, los amigos y los avituallamientos!!!

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    1. Gracias, Abi! en la Trepa más de lo mismo (esperemos que sin caídas)

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  2. Yo también me alegre de verte Carlos. A pesar de los accidentes pudimos disfrutar de un día de cicloturismo con los amigos.

    ¡¡Gran crónica como siempre!!

    Y este blog no es tan engendro como crees, mola mucho.

    Nos vemos en Sabiñanigo.

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  3. Yo también me alegre de verte Carlos. A pesar de los accidentes pudimos disfrutar de un día de cicloturismo con los amigos.

    ¡¡Gran crónica como siempre!!

    Y este blog no es tan engendro como crees, mola mucho.

    Nos vemos en Sabiñanigo.

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  4. Yo también me alegre de verte Carlos. A pesar de los accidentes pudimos disfrutar de un día de cicloturismo con los amigos.

    ¡¡Gran crónica como siempre!!

    Y este blog no es tan engendro como crees, mola mucho.

    Nos vemos en Sabiñanigo.

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