miércoles, 13 de julio de 2016

Treparriscos 2016, un día en Invernalia

Esta crónica se ha retrasado cosa mala debido a coincidir en el espacio tiempo con el final de los Peaky fucking Blinders, las locas aventuras de Juan Nieve de este lado del muro, los fogones de Masterchef, los piteras islandeses tumbando equipos en la Eurocopa, la apertura de la piscina, festivales veraniegos y demás historias que provocan pereza a la hora de colocarse delante de un teclado. Pero al fin aquí están las andanzas de uno de los días más desapacibles que he pasado encima de una bici. En junio, que tiene narices.

El año pasado la crónica de la marcha comenzaba con una nota destinada a recordar que en futuras ediciones había que subir bien abrigado al puesto avanzado del Muro de Invernalia también conocido como Sabiñánigo para no padecer por el frío a la hora de recoger el dorsal antes de que amaneciese. Pero este año esa recomendación voló por los aires al tener que abrigarse para el transcurso de la prueba cicloturista. Que a tres días de comenzar el verano hubiera que ponerse camiseta de tirantes, maillot de manga corta, los manguitos y sobre todo esto una chaqueta de invierno, braga y el cortavientos para aún así pasar frío... hace bueno el dicho de que en Sabi sólo tienen dos estaciones: el invierno y la del tren.

Y eso que este año los dorsales nos los recogieron el día de antes de manera que no hubo que madrugar tanto ni padecer tanto. Aún con todo a eso de las 5 de la mañana hubo que poner rumbo hacia el Muro del Norte. Rafa con su hijo Gonzalo que venía de espectador así como los hermanos Lacoma con nuestro primo Gregorio. Lo malo de estas marchas son los soberanos madrugones que hay que arrearse pero que quedan compensados por estos viajes en los que se van contando chorradas y anécdotas para quitarse los nervios.

Ya franqueado Monrepós se vislumbra lo que va a deparar el día. Frío, nubes y en el lado francés muy probablemente lluvia con posibilidad seria de nieve. Winter is coming. Un camionero que debía de ir medio tostado haciendo adelantamientos imposibles y algún aventao del Barranqué con un coche conocido por todos haciendo pasar vergüenza ajena para llegar dos minutos antes que nosotros. Llegamos al pueblo sin verano y tras aparcar comenzamos a montar el tenderete. El día es desapacible de lo más, dan ganas de vestirse de largo de arriba a abajo aunque hay algo en la cabeza a lo que esta idea hace chirriar estando como estamos a mediados de junio. Sin embargo sí que se ven cicloturistas de esta guisa para afrontar los rigores de la prueba larga. Eternos descensos rondando los cero grados con la carretera mojada y el cielo nublado no invitan a vestirse de corto. Nosotros al menos nos quedaremos en el lado español donde el tiempo será más benevolente y aunque en la parte de arriba ponemos todo lo que llevamos abajo vamos de corto.

Nos encontramos con Pablo y Lueza que también van a la corta y con Abi que se ha levantado de la cama para venir a saludar y después marchar a almorzar. Con muy buen criterio ha decidido desistir de ir a la QH y dejarlo para otro año.


De puro frío que hace nos quedamos sin sacar foto de los primos Lacoma ya que Gregorio marcha escopeteado y forrado como una cebolla a la salida de la QH en compañía de Adrían, Ángel Pe y Fred. Los ánimos no están para muchas fiestas con esa temperatura y sólo cabe desear ánimos y suerte.

Vamos hacia la salida y ahí escuchamos el codetazo de salida de los valientes de la QH esperando media hora larga pelando palomos del frío hasta que nos sueltan a los de la Treparriscos a eso de las 8:15. El pechugazo de la subida a Latas con las piernas frías duele lo que no está en los escritos y no hago más que mirar que no van rozando las zapatas o las ruedas van enganchadas con algo porque es horroroso lo que cuesta mover la Orbea, La cadena parece que lleve chicle porque gira a duras penas.

Una vez superado ese primer trallazo que no jode pero atormenta seguimos por el bonito subebaja que conduce a Biescas que debe de ser espectacular hacerlo rodando en solitario pero que a mí me da respeto pedalearlo con ciento y la madre y, todo hay que decirlo, un poco de gravilla y piedrecetas de más. Que la semana previa a la carrera fue mala en cuanto al tiempo todos lo sabemos, pero que pagamos unos buenos dineros para la inscripción también y en algunos tramos estaban realmente sucios. Aún así resulta bonito pasar por Lárrede, Orós y demás puebletes por esas carreteras ratoneras.

Pablo y Javi se han adelantado como galgos, Jesús va a su estela mientras Rafa y yo nos vamos pasando el uno al otro. Yo le paso en los repechos y el me recupera en los descensos. En Biescas debo de ser de los primeros que para en el avituallamiento que de no ser por el de delante me lo paso de largo. Una nube de críos ofreciendo líquido que no apetece nada. Cuatro filipinos para el cuerpo, y dos gominolas de vaquitas Trolli. Acojonantes. "Coge vaquitas, coge vaquitas" dicen los críos y yo por no hacer el feo cojo vaquitas y barquillos con chocolate. Todo sea por contentar a la muchachada y al incombustible Apilluelo que dirige a la próxima hornada de lebreles pelaires en sus labores de aguador.

Así afronto las primeras rampas de Cotefablo, mosegando una vaquita de crema con manchas de cocacola que obliga a reducir la marcha para concentrar todo el esfuerzo en la masticación y salivado de semejante bicho. Muchísima animación tanto en Biescas como en Gavín. Gentes del lugar y forasteros, críos vascos poniendo la mano para chocar los cinco. ¡Aupa! Por esos comienzos de puerto rebaso a Rafa quien me pregunta si quedan seis kilómetros a cima. Deben de quedar como el doble pero por no mentirle como un bellaco ni darle un disgusto le espeto un lacónico "un poquete más", bajo piñón y sigo hacia delante. Es fuerte, chino chano llegará.

La zona de descansillos se vuelve una trampa cruel en la que uno desea salir para volver a las pendientes del 7% a sudar y pasar calor. Qué frío esas bajadas a medio puerto justo después de quitarme, tonto de mí, el cortavientos y la braga. Comenzamos la parte seria del puerto y las conversaciones se van acallando hasta volverse susurros y algún chemeco. Y en estas surge alguna que otra charla recurrente de tres o cuatro conocidos que coinciden. Hombre fulanito, tú por aquí, pues ya ves a sudar un poco, si eso a sudar un poco y pasar la mañana. Y es entonces cuando un grito desgarrador surge del fondo del pelotón para aleccionar al fulanito que para más señas se debe de apellidar Orós.

.- Orós, no me jodas, anda que no pasaríamos mejor la mañana sentados delante de dos huevos fritos y dos buenas magras... pero esto... ¡no me jodas, Orós! 

Y la reprimenda al bueno de Orós consituye un buen momento para reír para todo el pelotón de culogordos que ascendemos el puerto. Un holandés subiendo a plato con dos gachos acompañándolo diciendole al unísono en perfecto castellano "vas a petar". Zagales de la redolada con bandejas de jamón, botas de vino y latas de cerveza repartiendo al personal. Comando cerdo se hacen llamar. Parar pararía a hacer aprecio pero hace frío.

La última tramada de puerto la tengo que hacer a base de serruchazos porque no veo el momento de llegar al avituallamiento de cima, pero por el sol. Allí la cosa no es mucho mejor y con Jesús llevamos el refrigerio a la mínima expresión. Estamos tiritando. Así es que iniciamos el descenso y Jesús comienza a gritar, del frío. La madre que parió al viruji que corre. Cómo debe de ser en el lado francés...

Descendemos ese bonito lado de Cotefablo, bonito pero revirado y extraño. Como dice mi padre cuando hicieron esa carretera debieron soltar las mulas y por donde enfilaron tiraron el asfalto, porque si no no se entiende. Mal que bien llegamos a Broto pero Jesús ya va con la cara de "ahora plegaría tranquilamente". A sabiendas de que queda un tramo bien umbrío en el que no va a haber avistamiento de barranquistas y a pesar de ir calado de frío yo también lo voy camelando para seguir hasta Fiscal. Por Planduviar pasamos grupos y nos pasan otros tantos, eso es un todos contra todos característico de esta marcha en la que hacer grupeta constituye un reto descomunal.

Al final harto de que pase gente por la derecha a machetazos para frenar en seco una vez se ponen delante decido pegar cuatro zapotazos y marchar en solitario llevando a Jesús detrás. Al pasar por el cruce de Asín de Broto miro no vaya a ser que esté el bueno de Morcate en el pueblo de su madre. En el cruce no está él pero hay una figura familiar que me anima por el nombre. No sé quién puñetas es, o me conoce o tiene una vista de águila para leer el dorsal desde treinta metros. Llegamos al avituallamiento de Fiscal, llegamos al sol.

Allí echamos un rato largo supuestamente esperando a Rafa. En realidad entre el sol, el amable trato de esas gentes, y las ingentes cantidades de vaquitas Trolli no tenemos ninguna prisa para reanudar la marcha. Además Jesús retoma el buen humor y comenzamos a reírnos de todo bicho viviente. ¿Siendo así para qué vas a marchar? Además en el horizonte sólo se ve un rampuz considerable. Soleado, pero considerable. Así es que venga a beber pichadetes de pitufo y a comer vaquitas Trolli. De largo la marcha hasta la fecha en la que he llevado una alimentación más extraña. Y sin problemas.

Tras ver que Rafa no viene e imaginando que nos habrá pasado en el descenso de Cotefablo cuando no éramos más que un par de espectros indiferentes a lo que acontecía a nuestro alrededor por culpa del intenso frío, decidimos armarnos de valor y acometer el Petralba. Porque sí, aunque la organización no lo contemple, eso que hay después de Fiscal es un puerto. Superamos el rampuz al 8% adelantando gente incluso y tras el descansillo solventamos el segundo rampote con dignidad.Eso sí, al entrar en el túnel de el espacio tiempo se repliega sobre sí mismo y los 2'6 km parecen convertirse en 8. Qué barbaridad.

Ya sólo resta descender a Invernalia zampando otra buena ración de viruji. La primera parte de la bajada, más pronunciada, sirve para que Jesús se adelante pero con la ayuda de una grupeta que me alcanza y a la que me uno, ahora sí, vamos dando caza primero a Jesús y después a más unidades. Después, un clásico de nuestro tiempo, hago un Gaviria y parto al grupo (afortunadamente sin rodar por el suelo) debido a uno de Zirigoza que va gritando aupa a todas las mozas que rebasamos. Hombre, eso está muy bien pero rodando a 45 km/h en pelotón esos chemecos sobresaltan y crean confusión.

Así es que toca hacer el Vanmarcke de rigor y tirar para alcanzar a Jesús. En un primer intento no hay manera y cuando desisto reventado un riojano grande como un oso da el relevo, venga con pitera que los cogemos. Y así me resguardo detrás de ese espaldar para recobrar el aliento y cuando adelante parece que aflojan vuelvo a tirar con todo para engancharlos y entrar en meta con mi hermano.

Ya en meta vemos la llamada en el teléfono de Rafa quien ya lleva un rato allí. Nos ha rebasado en lo alto de Cotefablo, se ha hecho la marcha del tirón aterido de frío. Damos buena cuenta de la paella, bastante buena dadas las circunstancias, y hacemos recuento de vaquitas Trolli recogidas por Jesús para sus herederas a lo largo de los avituallamientos. Catorce vacas que se dice pronto.

Al final el frío hizo de las suyas sobre todo en la prueba larga y fueron bastantes los que llegados a lo alto del Somport se dieron media vuelta puesto que al otro lado tan sólo se veía frío y sufrimiento. Para mí hicieron muy bien ya que las montañas siempre estarán allí para ser ascendidas, a la medida de las posibilidades de cada uno, sin sufrir calamidades porque sí. Entre estas retiradas una fue la de mi primo Gregorio quien se buscó la vida para volver a casa antes de tiempo de modo que el viaje de vuelta lo hicimos los mismos que habíamos ido con el cambio de Gregorio por Ángel Pe. Las risas fueron constantes con Angelito, menudo cascabel de hombre después de darse la paliza de hacer la QH y, según él, pasar un poco de frío pero tampoco algo exagerado. Y fumando como un carretero todo el viaje de vuelta con el bueno de Rafa mano a mano.

Hubo que lamentar otra vez un fallecimiento en la prueba corta. A falta de escasos kilómetros para llegar a meta y debido a un infarto un vecino de Zaragoza cayó al suelo sin que pudieran hacer nada por reanimarle. DEP. De esta manera se cerró nuestra particular temporada de marchas cicloturistas con predominio de frío, cancelación de partes de los recorridos y lo que es peor, las tristes noticias de un par de participantes que fallecieron en el transcurso de las mismas. Ojalá que el año 2017 sea más amable en este último sentido. Aunque tengamos que volver a soportar vendavales y fríos pero más fallecimientos no. Por favor.

4 comentarios:

  1. Muy buena crónica y enhorabuena por la Treparriscos. Veo que vosotros también os llevasteis una buena ración de frio. A ver si en proximas marchas coincidimos.

    PD: El frio es psicológico hasta que bajas el Somport con 2 grados y de corto jeje

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    1. Gracias, ya he leído tu crónica y no tengo palabras. Lo tuyo sí que es para daros la enhorabuena a ti y a tu padre. Yo por el momento no estoy para esos trotes y menos con semejante frío pero seguro que coincideremos en alguna marcha más facileta. Cuídate!

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  2. ¡¡¡Gran crónica como siempre Carlos!!! Vaya día de perros pasásteis. Te voy a resolver una duda, la figura familiar en el cruce de Asín de Broto era yo (mi novia es de este pueblo), jajaja. También me costó reconocerte, pero el chubasquero azul claro me sonaba de habertelo visto en alguna foto del blog ;)

    A ver si coincidimos en alguna marcha el año que viene. Nos vemos por la carretera!!!

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    1. Qué bueno. Gracias por los ánimos, jejeje! Pues eras uno de los candidatos a ser el personaje misterioso pero no encontraba la relación para que estuvieras en el cruce de Asín. Al final duda resuelta. Nos vemos!

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