viernes, 3 de enero de 2014

San Silvestre 2013

Cada año me lo paso mejor en la San Silvestre. Unos años me lo he pasado bien en la propia carrera, este año no ha sido tanto en los instantes de correr que también, sino en los momentos previos y en los preparativos para la carrera. Para alguien como yo que es capaz de palmar con todo el equipo el día que toca ponerse un dorsal, el tener que colocarse ese trozo de papel en el pecho no resulta para nada traumático en la última carrera del año. Saber que vas a salir a pegar una trotadeta y a echar unas risas es la mejor manera de afrontar estas citas.

Existen varias fases por las que un corredor puede pasar a la hora de ponerse en una línea de salida de una San Silvestre, a saber:

  • Sales a tope (según tus posibilidades). En mi caso a ir con el gancho a menos de 5'/km, llegar a meta jodido, a la cena de Nochevieja con hambre y sed pa parar un tren, con resultados funestos a las 4 de la mañana en los que la sed ha sido aplacada con vino y cubatas y vas zorro como el hijo del trueno. Y encima con agujetas...
  • Sales a tope (sin haber calentado). A mitad de recorrido se te engancha el gemelo o se te carga el pie y completas la carrera por decoro dando asco y pena. Con el cabreo a las 4 de la mañana también vas zorro como un calabazón, con agujetas y encima dolor en la pierna...
  • Sales a ritmo medio (y te pones un gorro de Papa Noel para disimular). Si te ves con ganas aprietas y si ves que la cosa no da de si dices "que he salido disfrazado a trotar". Seguramente te acabarás cebando y el gorro de los chinos que no transpira ni pa dios te provocará una sudoración excesiva con la consiguiente pérdida de líquidos que deberán ser repuestos con las dramáticas consecuencias a las 4 de la mañana que todos a estas alturas podemos imaginar.

Una vez se ha pasado por todas estas etapas uno asume que esto de correr es una actividad que se realiza para hacer hambre y sed y que conviene acompañar de almuerzos y tomárselo con mucha calma. Así pues entra a formar parte de un grupo de corredores que tenga la misma forma de pensar, en mi caso las Muñecas de Famosa.

¿Que por qué nos llamamos Muñecas de Famosa? Cualquiera que nos haya visto cruzar la meta de algún medio maratón sabrá el porqué. Esa mezcla de correr no muy elegante, piernas atablonadas, zancadas cortas e inestables... igual que las muñecas del anuncio de Famosa cuando se dirigían al portal... Podríamos ser también los Robocop o los clic de Playmobil, que andan parecido de movilidad articular, pero el que se lo inventó tiró por las muñecas.

Así pues, decides salir en la San Silvestre a un ritmo sosegado y para meterte en el papel de muñeca de Famosa debes disfrazarte más o menos de esa guisa. En nuestro caso, debido a diferentes factores y a que el tiempo se nos echaba encima, el disfraz no guardaba una conjunción estética muy ortodoxa pero teniendo en cuenta que se arrambló con toda la burrufalla que contenía una de las estanterías de la segunda planta de los chinos de la plaza del Mercado... sencillamente la cosa podría haber sido mucho peor.

Ese rato de ir a comprar todas las potras del disfraz y las cervezas previas a la carrera con la gente vistiéndose como podía en el interior de un bar, memorable.

Luego, pues un poco lo de siempre. Sales al Coso, te pones con todo el mogollón en la línea de salida después de que haya corrido toda la criallería. No conoces a casi nadie porque casi todo el mundo va disfrazado, lo cual me parece estupendo. Tiene lugar la cuenta atrás y al fin se da el pistoletazo de salida. A trompicones y entre gritos se enfila por el Coso, donde sí parece que el público ha salido motivado y aplaude y anima. En esos momentos parece una fiesta en lugar de una carrera y es por eso que uno se apunta.

Se avanza por el Rioancho y entre patadas a conos de señalización, gente que se tropieza, otros que se paran, bocinas... se llega al Cortés que ni te enteras. Ahí el ambiente se empieza a enfriar y tal y como se da la vuelta para enfilar por la plaza el Matadero y el tramo de las Huertas, el público ya no anima tanto... Evidéntemente existen excepciones a lo que acabo de comentar pero en líneas generales en este pueblo, de aplauso fácil no somos. Y pondré algunos ejemplos.

En España sólo hay un estadio de fútbol (salvando las distancias) similar en sosería al Bernabéu. Es el Municipal de Barbastro. En el Bernabéu, o el Madrid va ganando (o jugando muy pero que muy bien) o ahí no respira ni el Tato. Si va ganando, pues la gente aun arrea un poco. En el Barranqué pasa tres cuartos de lo mismo, la gente está más pendiente de la charrada con el de al lado y sobre todo el pacharán que se está trincando que de aplaudir. Una mano para el vaso, cuando se acaba si eso se aplaude...
De los conciertos y actuaciones también para qué hablar, aunque existe en muchos casos el mismo problema que en el fútbol. Con un cubata en la mano existen serias dificultades para aplaudir. Y en los toros no solamente no se aplaude mucho a los toreros si no que más bien se les insulta. Y a los picadores ya para que vamos a hablar. Pero eso ocurre porque la gente en muchos casos sube a los toros a merendar y a beber vino.

Y en la San Silvestre... ¿qué puñetas ocurre? Pues que la gente en muchos casos está de plantón en las aceras con las manos en los bolsillos. Hace frío, sí, y mucho. Y es lo más sorprendente, que con la rasca que hace la gente salga a la calle, lo cual ya tiene mucho mérito, pero esté quieta parada. Muévanse, griten, aplaudan, ¡por favor! ¡Aplaudir es un excelente ejercicio para calentarse las manos, prueben a hacerlo porque no cuesta tanto! Y además se lo van a pasar mejor, seguro.

Y como he dicho que esta carrera es una fiesta al final te la vas montando tú solo. Cuando te cruzas con Gregorio le gritas y animas hasta quedarte afónico porque siempre se lo ha merecido pero esta vez más por haber sido homenajeado en esta su 36ª San Silvestre seguida, tantas como ediciones se han celebrado. Porque siempre le has visto correr como un cohete por enmedio del pueblo y en la antigua pista de atletismo (cuando en este nuestro querido pueblo había una pista de atletismo) y porque sin haber sido el mejor seguramente es el que más ganas le ha echado siempre. Y así son para mí los verdaderos campeones que se merecen homenajes.
Vas saludando a la gente que conoces y a la que no también. Te paras con un grupo que va en tu mismo plan y vas soltando chorradas. Te cruzas con rebaños de ovejas y números de la Lotería, te pegan en el culo con mazos gigantes... Y así chino chano recorres los 5 km sin enterarte.

Llegas en un tiempo discreto pero ni se te ha subido el gemelo, ni vas a tener agujetas, y encima ya has salido con dos cervezas por delante y otra más que cae en la meta. Eso sí, la peluca y la careta te han hecho sudar como un cerdo y como no has traído gorro marchas para casa antes de coger frío y no te quedas al fin de fiesta que es la entrega de trofeos. Aun así te vas contento a casa y con ideas para el disfraz del año que viene porque sabes que si corres la carrera lo volverás a hacer disfrazado y en el mismo plan.


A lo mejor hay mejores maneras de despedir el año pero esta es la que nos gusta a bastante gente. Ojalá al año que viene seamos unos cuantos más los locos que nos echamos a las calles a pasar un buen rato. 
¡Feliz año y salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas relacionadas

Entradas relacionadas