martes, 30 de septiembre de 2014

Mi particular Medio Maratón


Este año tampoco corrí el Medio Maratón. Tampoco es que esto sea un hecho excepcional ya que nada más lo he corrido (o he participado, mejor dicho) en dos ocasiones. Porque según mi hermano el Gurú yo no corro sino que camino deprisa, y razón no le falta. Realmente es un bagaje muy modesto que espero ir ampliando. El caso es que este año debido a diferentes circunstancias tampoco pudo ser. Como tampoco colaboré como voluntario en ninguna de las tareas en las que el club reclamó ayuda a lo largo de la semana, decidí que el día de la carrera haría mi particular labor en compañía de mi hermano Agus.

Ya el viernes por la tarde asistí a la charla del Chema Martínez, el atleta homenajeado este año en la carrera. Chema, una de las estrellas del atletismo nacional en la pasada década, demostró ser una gran persona, me llevé una muy grata impresión más que por los aspectos deportivos, los cuales ya se presuponen, por su personalidad. De los deportistas que aman su trabajo y se les ve en la cara, un motivador nato. Un defensor de que los sueños hay que luchar por conseguirlos aunque te tachen de loco y caigas en el intento. Que para levantarse siempre hay tiempo.

El sábado a las 17h me acerqué a la zona de salida y meta a ver las carreras de los críos. A estos no hace falta que venga Chema a motivarlos. Se comen el mundo ellos solos, son la ilusión con patas. De mayor quiero ser como ellos. Por tener estos críos tienen hasta la ilusión de ver su pueblo con unas pistas de atletismo nuevas. Quiero pensar que alguna vez este sueño se conseguirá pero que pesadilla más larga y pesada está siendo de momento, menuda broma de mal gusto. Tras ver a la chavalería, Agus y yo nos fuimos a nuestra particular faena enfilando Corona, Rioancho y el Coso chino chano.

Tras unas primeras dudas iniciales se consensuó el sitio al cual dirigirnos fácilmente. Si has corrido la Media de Barbastro sabes donde se sufre como un condenado, sabes donde te va a hacer falta un aplauso o un grito de aliento. Hay varios puntos negros por así decirlo pero como no podíamos multiplicarnos decidimos ir a la dificultad por antonomasia de la Media y que curiosamente se encuentra casi siempre bastante pelada de gente: la cuesta del Silo.

Y allí, en mitad de las curvas donde otros años tenían la paradeta Los Gaiteros, nos apostamos sentados en la cuneta. Primero vimos la ida, cuando la gente va fresca con kilómetro y medio en las piernas. Aplausos al coche de cabeza, el señor Tesorero del club que esta vez va allí montado haciendo de fotógrafo nos dice que qué bien estamos allí, que somos unos marqueses. Pasa Chema Martínez, gritos y aplausos. Chema nos corresponde, se ha pegado el primer kilómetro a 2'54" y le queda fuelle y ganas para saludar. Este tío es muy grande.

Detrás pasan los de Monzón, entre ellos el eterno Oriach al que llevo viendo correr desde que era un canijo. Se cae la curva con los gritos. Va segundo, a buen ritmo, pero va solo. ¿Logrará alcanzar a Chema Martínez? Pues muy probablemente no, pero ahí reside la magia del atletismo. La mayoría de las veces uno no compite contra los demás sino contra sí mismo. Pasan varios Zoiti y luego el grupo con varios CAB y el ya no eterno sino mítico Yerno, primer ganador de la Media allá por el año 1993. Más de lo mismo, escandalera general animando a los nuestros en especial a Gregorio que ya no es que sea ni eterno ni mítico. Es lo siguiente. Para ponerle un monumento en la entrada de las pistas, cuando las hagan.

A partir de ahí un rosario bastante compacto de atletas locales y de la redolada. Y un gentío impresionante de Mollerussa. Todos reciben su aplauso, algunos con ánimo personalizado. Otros se ríen como el señor Tesorero y nos dicen directamente que somos unos cabrones por estar ahí tirados viendo el paso de la carrera. Tranquilos, que hemos venido a animar. Este primer paso es una fiesta y como tal hay que tomarlo, después ya vendrán los apuros, seguirá siendo una fiesta pero a alguno se le atragantará esa cuesta. Y ahí estaremos.

En cola de carrera pasan los incombustibles Chéliz y Blanca. Para estos sí, para estos nos ponemos en pie a aplaudir y a gritar. Porque son unos campeones. Porque el que va primero de la carrera, pues eso, va primero. Pero para ser un campeón se puede ir cerrando carrera perfectamente.

Una vez ha pasado todo el grupo, nos vamos a avituallar convenientemente hasta el Coso puesto que hay que coger fuerzas para cuando los corredores regresen. Faltan unos buenos tres cuartos de hora hasta que Chema vuelva de su paseo por el Somontano así es que tranquilamente nos bebemos unas cañas y repostamos dos buenos bolsones de pipas retornando a la curva donde, inexplicablemente, no ha llegado más gente. Insisto, eso de aplaudir en línea de meta está muy bien pero créanme que el que corre igual agradece más un grito de ánimo en otros lugares.

Y aparece de nuevo la comitiva del coche de cabeza. Y esta vez nos ponemos bien de pie. Cantan el tiempo de Chema Martínez. Lleva 1h 05', se va a ir a 1h 09' en meta. No importa, ha salido como una bala, no ha podido mantener el ritmo puesto que sus 43 años ya pesan, pero lo ha intentado. Se agradece su esfuerzo y su entrega, el que haya ido animando y aplaudiendo a todos los corredores con los que se ha ido cruzando. Se lleva un aplauso como si estuviese a ritmo de récord. Como si fuese Kimetto a punto de batir el récord de maratón en Berlín.



Después pasan otra vez los de Monzón, los Zoiti y los CAB que se reparten los diez primeros puestos. Con Yerno y Gregorio hay una especial entrega en los ánimos. Ya corrieron la primera de las ediciones y siguen estando ahí. Aquella primera edición en la que en el avituallamiento de las Bodegas nos tocó a unos cuantos montar ese tenderete por primera vez. Alucinábamos viendo a cuatro locos enfilando carretera Salas y, lo que era más increíble, viéndolos volver tras 15 km corriendo al mismo ritmo. Algo que parecía irrealizable. Con Yerno yendo en cabeza en aquella ocasión y Gregorio algo más retrasado gritando a falta de cien metros para llegar al avituallamiento: ¡Glucosaaaaaaa!, ¡dadme glucosaaaaaa!

Todo ello ante el pasmo y la estupefacción de los allí presentes que no atinábamos a decir nada hasta que cierta persona vinculada al club espetó: Pero hombre, Gregorio, que no tenemos glucosa ¿acaso te has pensado que esto es una farmacia o qué?. Anda que no nos reímos con lo de la glucosa cuando allí sólo había gajos de naranja, agua y algo de bebida isotónica. Eso de la glucosa era para los profesionales. Los geles no debían ni existir, casi como ahora cuando en el puente de las Capuchinas pudimos comprobar como alguien se apretó un gel de estos al kilómetro y medio de empezar. Eran otros tiempos.

Volvamos a los tiempos actuales. Pasan las primeras chicas, increíble como hacen la subida persiguiéndose la una a la otra con un estrecho margen de tiempo. Nuria Sierra, de Monzón, va segunda y ya no podrá coger a la primera, Mireia Sosa, pero su esfuerzo subiendo el Silo bufando como una locomotora es encomiable. Y tras ellas, al poco, con el globo de 1h 30' comienza a aparecer la gente que realmente lo va a pasar mal en la cuesta. Unos llevan mejor cara, otros peor. Hay gente que va por detrás pero saca mejor cara que otra que pasa minutos antes. Puede ser porque hayan salido a un ritmo más cómodo del que podrían llevar, los de la buena cara, o porque siempre sacan cara de agonía cuando corren, los de la mala cara.

Cada vez nos vamos más y más hacia el centro de la carretera como si fuera un puerto de montaña en una etapa ciclista. Hay que aplaudir a esta gente como si fuera Kwiatkowski subiendo el último repecho del Mundial de ciclismo en pos de la victoria. A su manera, aquí también están venciendo. Se empiezan a ver caras de bastante sufrimiento, pero quien más quien menos esboza una sonrisa cuando oye los aplausos.

Otra gente directamente viene que parece que vayan de juerga. El globo de 1h 45' es un cachondeo, todos van riendo y charrando. Pero lo normal es ver caras de apuro, de sufrimiento. A la gente de fuera les recuerdas que están a cincuenta metros de coronar y que a partir de ahí son menos de dos kilómetros de bajada. Que ya lo tienen y que ya está hecho. Pasan amigos, vecinas, compañeros de trabajo y demás conocidos y conocidas. A la de casa le gritas de todo, desde que son unos piteras a que son unas valientes pasando por toda suerte de motes y apelativos cariñosos. 

Pasa el globo de las 2h. La gente en ese punto va con lo justo, ahí no se suele ir por gusto. Se suele ir lo que se dice jodido. Te alegras por los que van allí y que van a conseguir rebajar la barrera de las dos horas en meta. Puede parecer una proeza mediocre pero para los que damos para lo que damos es un triunfo considerable. Otras se sorprenden de que todavía continuemos ahí montando escandalera. No sé de que se extrañan si lo estamos gozando y pasando en grande.

También aparecen los típicos que se han apuntado a esto de correr hace poco, han ido haciendo sus pinitos en carreras de 10 km o similares y se encuentran de sopetón con la dureza de algo ya más serio como es una Media. Pero ahí están, sufriendo como perros, dando el callo. Porque una Media la podemos hacer casi todos, no es algo imposible, pero requiere un esfuerzo y una dedicación especial. La puede hacer cualquiera pero no se puede preparar de cualquier manera.

Hasta Juanlu, pitera y tuercepedales, aparece por allí apretando los dientes. El tiempo en meta no será nada del otro mundo pero será que es lo importante. Hacer una Media, la Quebrantahuesos y la Pax Avant el mismo año ya es un gran mérito. Para sí lo quisiera mucha gente.

Y ya al final, cuando ha caído la noche, aparecen los grandiosos Chéliz y Blanca. Pensamos erroneamente que son los últimos de la carrera y levantamos el campamento a su paso. Pero antes les cae el aplauso que merecen. Llevamos de pie durante todo el segundo paso de la carrera pero ahora todavía más si cabe. Entrarán en meta en torno a las 2h 20' pero el tiempo es lo de menos. Son campeones. Todos y cada uno de los que ha pasado por delante lo son. Porque como dice Chema Martínez, no siempre gana el que llega primero; en la mayoría de las ocasiones, la victoria la consigue aquel que persevera por conseguir sus sueños. Y el sueño puede ser bajar de hora veinte, de hora treinta, de dos horas o acabar. La cara de gozo del que lo consigue es similar en todos los casos.

O Kilian Jornet, otro gran atleta y persona, quien al respecto fue todavía más explícito en cierta ocasión, en una carrera en la que había llegado primero y cuando viendo a alguien pasar por meta llorando de emoción dijo aquello de: qué cabrón, ese sí que ha ganado.

Enhorabuena al CAB y a todos los voluntarios por seguir organizando esta fiesta, esta prueba referente a nivel regional y uno de los mayores eventos deportivos, si no el mayor, a nivel local.

Y enhorabuena a todos y todas las que se enfrentaron cara a cara con los 21 km. Para unos pocos fue un paseo, para algunos un trámite pero para muchos un esfuerzo muy considerable. Si al año que viene no corro o el club no necesita ayuda para lo que sea, creo que ahí volveré. A la cuesta del Silo a darlo todo, a hacer mi particular Medio Maratón.




2 comentarios:

  1. me gusta, gran cronica de espectador que sabe lo que es una media. saludos

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    1. Gracias, Paco. Tanto como saber lo que es una Media... no sé, si acaso más por lo que me han contado. Saber lo que se sufre en una Media... bufff, eso sí que lo sé!

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