lunes, 13 de octubre de 2014

Trail Guara Somontano 2014



Como ya he dicho en alguna ocasión, y si no este es un buen momento para hacerlo, mi capacidad para correr es escasa. Pese a que ya llevo unos años haciéndolo, y me gusta, nunca se me ha dado bien, de crío era torpe y descoordinado, y de hecho todavía lo soy aunque creo que en menor medida, y mi desempeño en cualquier tipo de actividad física o deportiva era por así decirlo mediocre. Si nos dejamos de eufemismos era malo como poca gente puede serlo. De los que eran elegidos en último lugar para hacer los equipos de fútbol o de los que no sabían subir por la cuerda o saltar el potro en clase de gimnasia y eso provocaba entrar en un círculo vicioso. Soy torpe y no sé hacer las cosas y como no sé hacer las cosas no lo intento y me vuelvo más torpe.

Eso por suerte cierto día se acabó y poco a poco el círculo vicioso fue girando en sentido inverso de manera que poco a poco fui siendo capaz de realizar cosas que en mi infancia hubiese considerado imposibles, más adelante me hubiesen parecido hazañas y ahora las considero simplemente factibles. Corro lento, pero corro.



La Ulta Trail Guara Somontano es una maravilla de carrera que tenemos en Alquézar, aquí mismo al lado de casa montada por gente del pueblo y de la redolada. Cuando comenzó su andadura simplemente me parecía algo totalmente inabarcable para el común de los mortales. Tal y como fueron añadiendo distancias más "pequeñas" y la gente del pueblo se animaba a participar fui considerando la posibilidad de hacerlo yo también alguna vez. Si a eso unimos mi dificultad para correr por asfalto ya que sufro especialmente y lo paso peor que corriendo por caminos, esta parecía una prueba que me podía ir bien.

Con estos antecedentes este año la gente se fue animando a participar y yo sólo esperé a que lo hiciese algún amigo por no hacerlo solo. En cuanto el Enano dijo que se apuntaba yo fui derecho a hacerlo. Después lo hicieron Jesús, Agus (que cedería su puesto a mi hermano Jose) y Lemus. Era una buena compañía para afrontar los 38 km por la sierra de Guara.

El verano pasó como suele ser habitual, con mucha piscina, mucha fiesta y poco entrenamiento. Aunque logré salir a correr y caminar lo justo como para llegar en unas mínimas condiciones a la línea de salida. Unos 400 km de caminarcorrer entre junio (cuando di por finalizada la temporada tuercepedal) y septiembre. Poca cosa.

Y allí estábamos, el sábado 4 de octubre a las 7 de la mañana descendiendo al pueblo desde la carretera donde tuvimos que aparcar. Mientras volteaban las campanas y estallaban los codetes, una ringlera de frontales serpenteando por las calles de Alquézar iluminadas de manera espectacular y destacando sobremanera la colegiata, indicaba la presencia de los valientes que se enfrentaban a los 102 km de titánica lucha contra sí mismos en el entorno de Guara.


Tres cuartos de hora más tarde se daba la salida para los que hacíamos la distancia corta. Entre medias, saludos y cambio de impresiones con muchos amigos y conocidos. Unos estaban allí para caminarcorrer, otros para animar. Lo que coincidía en todas y cada una de las miradas de esas personas era un brillo especial. Se trata de una prueba diferente. No sólo se necesita fondo y piernas. Se ponen en juego otra serie de valores como son el coraje y la cabeza. Muchos sabemos que nos vamos a ir a más de siete horas de esfuerzo, que se dice pronto, pero estamos impacientes por comenzar.

Tras una breve vuelta por las calles de Alquézar en la que somos animados por la gente que ya a esas horas está allí aplaudiendo la carrera enfila el descenso hacia el puente de Villacantal. Hemos salido lentos y los galgos de la carrera entre los que se encuentra Jose corren por la bajada, nosotros nos contentamos con trotar y no resbalar con las piedras. El paisaje es espectacular aunque la excitación del momento impide fijarse demasiado en el entorno. Unas chicas que luego se demostrará que corren, y mucho, bajan con excesiva prudencia, casi andando y a la que podemos las adelantamos. No es sencillo ya que la senda es estrecha y si no se es muy hábil se puede tropezar y caer terraplén abajo.

Jesús es el primero que consigue pasar. El Enano y Lemus también las adelantan y allí me quedo detrás de las mozas bajando a Villacantal. No tengo la habilidad como para adelantarlas y no es hasta que se dan cuenta de la situación y se echan a un lado para dejarme pasar que aumento la velocidad y consigo coger a Lemus casi en el puente. Desde allí toca subir y remontar lo que se ha bajado y ascender un poco más. Nos lo tomamos con calma y vamos chino chano a un ritmo no muy fuerte pero constante. 

Incluso en un determinado momento le pido a Lemus que baje un poco la intensidad ya que no se trata de salir a cazar a nadie. A Jesús me da que no lo pillaremos y al Enano hay que cogerlo poco a poco, tranquilidad. El terreno se abre y ante nosotros se alza una especie de pared de piedra por la que zigzagea la gente. Vemos al Enano en esa columna de gente, ya está ahí. Poco a poco lo cogeremos. Arriba de la pared le pillamos. Estos primeros kilómetros son tan bonitos como exigentes, corremos cuando podemos pero por lo general llevamos un buen rato subiendo y por momentos en terrenos algo complicados.

Hay alguna otra cuesta de piedra hasta que al fin coronamos el primer "puerto" del día. Desde ahí se divisa la carretera del San Caprasio de camino a Asque. Mi cabeza no puede evitar recordar que justo seis meses atrás en una de las curvas de esa traicionera carretera no me maté con la bici de milagro. De hecho me parece ver la curva exacta. A pesar de que no se rompió ningún hueso hace cuatro meses no era capaz de correr más de doscientos metros seguidos debido al meneo que se llevó la zona de la pelvis en el golpetazo. 

A finales de junio con mucho esfuerzo y más por cabezonería que por otra cosa completé la 10K de Barbastro. Engañándome a mí mismo y yendo toda la primera vuelta diciéndome que corría 5 km y paraba. Y apretando los dientes en la segunda vuelta y parando a caminar cuando me dolía demasiado. Pero terminando la carrera porque el Gurú dijo que pasados dos meses de aquello tenía que poder volver a correr.

Dejamos atrás la carretera y nos adentramos en el sendero que lleva a Asque. Es un tramo por fin descendente y nos lanzamos a la carrera. Me molesta la ingle y la zona de los isquios como desde hace seis meses cuando me pongo a correr pero qué importa. Cuando no pueda más pararé y caminaré. Y así llegamos al primer control de la carrera en Asque. Es el km 8. 1h 21'. Bebemos un poco de agua, comemos una barrita y seguimos el Enano, Lemus y yo de vuelta hacia Alquézar. Quedan unos 6 km hasta el siguiente control, vamos a correr mientras podamos.

Las piernas a ratos duelen más a ratos menos pero al ser camino lo que transitamos la sensación es llevadera. Comienzo a encontrarme cómodo en carrera, vamos encontrando nuestro sitio y la gente se va dispersando. Nos acercamos a las pasarelas, donde coincidimos otra vez con las chicas de la bajada a Villacantal que nos habían rebasado justo después de Asque mientras cambiábamos el agua al canario. Tienen vértigo y ahora también van muy lentas así es que de nuevo nos dejan pasar y así llegamos a la subida de escaleras hasta Alquézar que se hace bastante dura.

Llegamos al pueblo y alcanzamos el segundo control. Kilómetro 14. Parcial de 56'. Tiempo total de 2h 18'. Repostamos líquidos, comemos algo de plátano, bebemos una bebida isotónica y un pequeño bocadillo. Sacamos los bastones y enfilamos hacia Basacol. Antes de eso paro a quitar una china de la zapatilla, por un momento creo que la aspereza que siento en la planta del pie es una ampolla que se está formando y siento pavor hacia este hecho puesto que los 24 km restantes se pueden convertir en un infierno. Por suerte es una piedra y una vez sacada el pie vuelve a apoyar de forma cómoda. Ningún pero a las NB Leadville. Maravillosas.

La ruta asciende primero por una senda que discurre paralela a una especie de canalón de piedra. Es incómodo patear por allí, aunque las chicas con vértigo nos alcanzan corriendo y suben como sarrios. Ya no las veremos, su momento ha llegado y zumban que da gusto. Las torneadas piernas que gastaban no eran sólo de salir a caminar todos los días y ahora es cuando lo demuestran. En cambio nuestros ochenta, noventa o cien kilos de peso se mueven torpes en esas cuestas. Se va conformando un grupo de mardanos grandaces que sufrimos lo nuestro en esas tesituras junto a Juan el policía y una compañero de este.


Alcanzamos las balsas de Basacol, un lugar curioso en el que jamás había estado. Y continúa el ascenso camino de Quizáns. Vemos al Señor Ornitorrinco, simpar mamífero del Somontano, quien ya estaba en la salida animando y saludando al personal, haciendo fotos y repartiendo palabras de aliento en un tramo de escaleras particularmente difícil. No recuerdo muy bien qué hablamos pero al Enano, que va por detrás, le convence de que siga y no se dé media vuelta. Que para retirarse siempre habrá tiempo. Y el caso es que le arregla la mañana porque el Enano estaba en ese punto como para dar media vuelta y marchar cara Alquézar.


Más arriba al borde de un bosquecillo está Hugo, otro corredor y fotógrafo del pueblo. Resulta grato encontrar gente desperdigada animando. Un breve intercambio de palabras puede parecer insignificante pero aporta mucho en esos momentos. Me adentro en el bosquecillo, que más tarde se abre, con Lemus y allí nos zampamos un jarabe de magnesio. En ello estamos cuando nos alcanza el Enano. Intentamos seguir juntos pero se queda otra vez. La subida se hace más y más empinada haciéndose el uso de bastones una cuestión vital. El sol aprieta, hace calor. Estamos en las zonas más duras del recorrido y aquí cada uno tira como puede.

Coronamos Quizáns y llegamos a un control sorpresa. Parcial de 1h 11'. Tiempo total: 3h 29'. Lemus y yo hemos cogido una pequeña ventaja. El descenso es técnico, difícil pero Lemus se muestra nervioso y ansioso por salir corriendo. Le digo que espere ya que el camino no es propicio para ello pero sé que poco durará ya conmigo y que marchará trotando. Es normal, está más fuerte, no puedo retenerle y cuando dice que sale a trotar para desenganchar las piernas un poco soy consciente de que hasta aquí ha llegado nuestra aventura juntos y que ahora toca remar por separado. Gracias por la compañía, a ver si me alcanza el Enano.

Pero el Enano no viene. De hecho no viene nadie. Por un tramo bastante llano en el que intento trotar pero la cosa empieza a no estar para muchas florituras sólo me alcanza de vez en cuando algún participante de la marcha intermedia de 50 km. El resto es soledad absoluta. Así es que decido poner una marcheta caminando de 9-10'/km y a ver qué alcanzo por mis propios medios. Pensando que el Enano llegará por detrás, de esos pensamientos que se tienen cuando la cabeza no va muy lúcida.

Se acaba el llano y comienza un tramo bastante exigente de subida a la ermita de Viña. Seguramente sea peor el de Quizáns pero aquí hay menos fuerzas. Los bastones son más de media vida aquí y ahora, y por la cabeza van discurriendo imágenes de Nairo Quintana subiendo Vall Martello o de Nibali ascendiendo Pla d'Adet. O piensas en alguna zagala de buen ver que has visto en la salida y que debe estar ya en la meta gracias a las piernas fuertes y bonitas que gastaba. O en lo que sea. Porque si no, revientas. Haces una tramada de doscientos metros, paras, bebes, miras atrás. No viene nadie, y sigues. Te cae el sudor a chorro, piensas otra vez en la zagala de la salida. O en que eres Nairo subiendo el Stelvio.

Medio coronas, y ves la ermita allí al lado. Te acuerdas de que este verano ya has hecho esa ruta y de que ahora toca bordear durante 4 km hasta alcanzar Viña. Te duele todo, estás cansado. Ni se te ocurre ponerte a correr, pero puedes caminar y eso haces. Y tiras adelante. Después de 40 minutos viendo la ermita a menos de un kilómetro en línea recta logras llegar a ella. Punto de control del km 26, avituallamiento regentado por amables zagalas de Barbastro. Parcial de 1h 27'. Tiempo total: 4h 57'.

Como una barrita, un poco de plátano y un sobre de magnesio. Este es diferente al jarabe de antes, es pastoso y granuloso. Tiene un dulzor que empalaga. La cara de sorpresa que pongo al ingerirlo provoca la risa de un zagal que viene de la Long Trail. Bebo y relleno recipientes y me dispongo a marchar. Allá a lo lejos veo a Juan que llega al control, pero viene sin el Enano. Los hacía juntos así es que paro. Valoro la situación y doy media vuelta. Pregunto a Juan y me dice que el Enano se quedó hace rato, que no sabe dónde está. Así es que lo llamo por teléfono. Una me va y otra me viene. Tras comer y beber me parece haber recuperado fuerzas, quedan 12 km a meta y un buen trecho donde poder correr. De hecho me apetece trotar esa bajada pero por otro lado me jode dejar tirado al Enano.

Es el típico que acaba último todas las carreras, no porque sea el más lento sino porque siempre se queda a esperar a quien peor lo está pasando para ir a su ritmo. Y me jode que esta vez él se quede solo. No son 5 km, ni 10 ni 20. Llevamos 26 y nos quedan otros 12. Si tan fastidiado viene y encima yendo solo le puede petar la cabeza y terminar tirando la toalla y no quiero que eso ocurra. Le llamo por segunda vez y lo coge. Me confirma que va en la reserva y que le queda un kilómetro hasta el avituallamiento, y me dice que marche. Y unos cojones. Yo ahí me quedo.

Tras un buen rato aparece la enorme figura del Enano. Va jodido. Mientras bebe y come algo me dice que va agarrotado desde el km 14. Que ya no es que no pueda correr sino que a ratos tiene que parar porque le cuesta caminar pero que si las piernas no le llevan a meta le llevarán los cojones. Visto que ánimo no le falta reemprendemos la marcha chino chano. Nos quedan 12 km y algo menos de 4 horas para que cierren el control en meta, lo tenemos hecho para llegar. No vamos a batir ninguna marca pero vamos a terminar que para eso hemos venido.


El descenso a Radiquero es fastidiadete, con tramos de mucha piedra y donde los cuádriceps se quejan bastante. El Enano no puede ir a más de veintipico minutos el kilómetro durante algunos ratos. Voy delante marcando algo de ritmo y sé que lo estoy jodiendo porque a ratos voy más deprisa de lo que puede ir así es que no toca más remedio que parar y esperar. No voy a negar que más de una vez pienso que qué mierdas estoy haciendo ahí y cuando pasa una morenaza espectacular que viene de la marcha de 50 km me dan ganas de salir corriendo detrás de ella.

Pero tras un tramo de 2 km bastante técnico en el que pienso que no llegamos a meta, la senda se abre bastante hasta tornarse en un camino hecho y derecho. El Enano se rehace y ya caminamos en paralelo. Ya es más sencillo sacarle una conversación, algo que por lo general no cuesta ningún esfuerzo debido a su elevada locuacidad que se había visto aniquilada en el tramo de las piedras. Llegamos a Radiquero, punto kilométrico 32, avituallamiento. Parcial de 1h 45'. Tiempo total: 6h 42'.

Ole, ole y ole las zagalas del avituallamiento de Radiquero. Después de la bajada chino chano desde Viña la verdad es que no he bebido casi nada y cuando se me presenta la moza presta y dispuesta a rellenar los recipientes de agua me doy cuenta de que los botellines están llenos. Así se lo hago saber con un gesto de "otra vez será". Como parece que no se queda contenta decido apretarme un botellín más que por sed por darle faena a la amable muchacha quien ya se queda tranquila cuando logra realizar su cometido. Todos los voluntarios y voluntarias de esta carrera son una pasada.

Partimos hacia Alquézar, hacia los últimos 5 km de trail. Justo antes de entrar a Radiquero hemos recibido la llamada de Jose. La conversación más o menos es como sigue:

- Buenas, ¿dónde estáis?
- Pues entrando en Radiquero
- ¿En Radiquero ya?
- Bueno, querrás decir en Radiquero aún, ¿no? voy con el Enano y viene un tanto jodido. Vamos chino chano
- No, no. En Radiquero ya, está muy bien. De verdad


Luego nos cuenta que él ya está en casa, comido y duchado. Que ha hecho 4h 30' y que ha sido el tercero en su categoría de veteranos. Pero que mi hermano el Gurú me pregunte que si estoy en Radiquero ya cuando le hacía riéndose de lo mantas que somos... vaya, no recuerdo cuando fue la última vez que al respecto de alguna carrera dijese que lo habíamos hecho bien. Ni tan siquiera recuerdo si hubo una primera vez. ¡Se agradece!

Nos recomienda coger mucha agua para remojarnos bien en la subida entre Radiquero y Alquézar. Le digo que vamos muy despacio pero insiste. Pienso que no puede ser peor que pedalear en un puerto a mediodía pero no se lo digo. Seguramente al ritmo que él ha subido esas cuestas el calor debía ser insoportable pero tal y como lo hacemos el Enano y yo se hace mucho más llevadero.

Coronamos la última dificultad del día y ya tan sólo restan 2 km de bajada y entrar al pueblo. Se hacen largos, a pesar de que nos llama Agus para saber donde estamos. El jodido sale al encuentro y es la primera persona que vemos al entrar al pueblo por donde nos vamos encontrando a más y más gente. Con alguna hasta paramos a charrar. Hasta que enfilamos la calle paralela a meta y que hay que atravesar para doblar la esquina y encarar recta de meta.

Por esa esquina amanecen las dos crías del Enano y dos de mis sobrinas. Como son puro nervio nos cogen de la mano para salir corriendo hacia meta a pesar de mis esfuerzos por hacerles comprender que no podemos porque el Enano va que bastante hace con caminar. En estas que miro atrás porque este no viene y cual es mi sorpresa cuando me lo encuentro plantado en medio de la calle, grande como un mallo como es, sin moverse. Se nos ha emocionado y no es capaz de articular palabra. Con ayuda de las crías logramos moverlo y doblamos la esquina.

La recta es muy bonita. Está atestada de gente, comiendo en las terrazas de los restaurantes, la cual se gira a nuestro paso para aplaudir. El Enano va que no cabe en la camiseta y yo tan sólo sé levantar los bastones en señal de agradecimiento. Las crías a lo suyo que es intentar engañar a su padre y a su tío para correr hasta meta y no se dan cuenta realmente de lo que pasa a su alrededor. Cruzamos la meta, y nos vemos rodeados por gente que nos pregunta qué tal estamos. Venimos cascaos pero piensan que venimos mucho peor pues han dado noticia de una lipotimia en carrera, lo que no es nuestro caso por suerte. Parcial de 1h 09'. Tiempo final: 7h 51'.



Hemos llegado, mal que bien, pero hemos llegado. Es hora de contar las batallitas, de beber unas cervezas, de ver a la zagala que viste en la salida, de aplaudir al que llega primero de la Ultra de 102 km y al último de la Trail de 38 km y que como dictan las palabras de Kilian Jornet, ha debido de ganar porque entra en meta llorando. Es hora de pensar en el año que viene, de lo que vas a correr en esos tramos tan buenos que te has "perdido" para acompañar al Enano. Pero antes de eso piensas en que has llegado y en que lo que hace seis años te parecía imposible y hace seis meses difícil lo has hecho posible. Y te sientes en la gloria sudado y lleno de mierda de arriba a abajo bebiendo la cerveza que mejor te sabe en los últimos tiempos. Porque te la has ganado.

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