lunes, 17 de octubre de 2016

Pitera Sagan se pone farruco otra vez

A quién se le ocurre hacer un mundial de ciclismo donde Cristo (o Mahoma en este caso) dio la última voz. Pues a los mismos que hacen soberanos esfuerzos por cargarse el deporte más bonito del mundo, el señor presidente del máximo organismo competente en la materia y sus secuaces y adláteres. Con unas temperaturas propias de la disputa de carreras de camellos y en un circuito la mar de bonito y que todo buen aficionado recordará por los siglos de los siglos el salvador del ciclismo actual se puso otra vez farruco.

Del aprecio por el señor Pitera se ha hablado largo y tendido en esta blog, sin embargo todos los calificativos se quedan cortos para alabar a esta bendición para el ciclismo. Vayamos por partes. No contentos con otorgar la prueba vía chaquetazo a un país con nula tradición ciclista, cosa bastante comprensible dadas las temperaturas que tienen que sufrir todo el año, y que se pudo comprobar viendo el furor con el que se vivieron todas las pruebas en las desiertas avenidas por las que transcurría la carrera, la organización competente en la materia amagó con recortar la prueba hasta una distancia propia de marcha cicloturista. Se cernía la hecatombe, el maillot arcoiris en manos de un cualquiera.

En estas que la organización competente en la materia decidió en última instancia no cercenar la prueba y enviar a los sufridos ciclistas al interior del desierto para afrontar la totalidad de los kilómetros. A ver, ambas decisiones eran una cagada. Desde el momento en que otorgas un mundial de ciclismo (de carretera) a un país en el que la temperatura se puede ir a los 45º con una humedad salvaje quiere decir que tus capacidades como gestor de estos eventos son nulas debido a que tu ansia por el dinero es inaceptable para tal menester. Se te ve demasiado el plumero. Así que una vez te has vendido de manera descarada al mejor postor o capas el recorrido porque hace mucho calor (oh, sorpresa) o envías a la gente al inframundo a tostarse.

Los enviaron al tostadero. En ese desierto da la casualidad de que también sopla el viento, único elemento de interés que podía jugar un papel determinante en este esperpento. Porque si lo piensan detenidamente de no ser por el viento y el calor el recorrido no tenía ninguna diferencia con aquellos "mundiales oficiosos" que se disputaban en todos los barrios de bien (barrios de bien, no barrios bien, que no es lo mismo) los críos de ocho a doce años pertrechados de una GAC destartalada y una BH sin frenos. Dando vueltas y más vueltas a la manzana en un recorrido completamente llano durante toda la tarde. Pues eso era el mundial de Qatar.

Eso era hasta que empezó a soplar el viento. Y Bélgica, esa selección que causa envidia desde el plantel que tiene hasta su maillot, hizo lo que tenía que hacer. Provocar el corte en el pelotón y separar el polvo de la paja. Los zagales de Gregorio y el tío Boonen se fueron para delante con un grupo de italianos, algún británico, un par de holandeses, australianos y noruegos... ningún español... un marroquí, un eritreo y tres eslovacos. Pitera fue el último en entrar en el corte. Se estaba poniendo farruco.

A pesar de que restaban unos cien kilómetros para llegar a meta y que detrás el grupo era mayor al que transitaba delante pasó lo que otras muchas veces, que las ganas y la calidad se impusieron y los amigos belgas fueron haciendo camino junto a los eslovacos e italianos.

Salieron del desierto y volvieron al otro desierto urbano. El público era el mismo. Ninguno. Y comenzaron a dar vueltas como en aquellos mundiales oficiosos que se celebraban en barrios como la Cooperativa. Los belgas se dedicaban a ir a todo tren para impedir todo riesgo de fuga, algo esto último bastante improbable debido al maravilloso perfil con el que deleitó a la afición la organización competente en la materia ya que era imposible que alguien saltara del grupo no antes de dos kilómetros a meta.

Se cernía de nuevo la catástrofe. Se consumían las vueltas y cada vez estaba más claro que la cosa se iba a decidir al sprint. Nizzolo, Viviani o Cavendish se podían alzar con el mundial. Aquí ya entramos en temas subjetivos pero los dos primeros no son más que velocistas de segundo nivel (basta ver su palmarés) y el tercero es un marrullero. Y el mundial en mi opinión lo tiene que ganar un capo o un desconocido/segunda espada tras acción esplendorosa o piteril. O Bugno poniendo lo que hay que poner encima de la mesa o un Freire de la vida viniendo de la playa y haciendo una cosa como la de Florencia en el 99. A falta de dos kilómetros para el final y como estaba cantado saltó Terpstra, entre el perro de presa Jürgen Roelandts señor de los vientos y las tempestades y don Gregorio Van Avermaet secaron el intento de fuga.

Bélgica parecía apostar por el sprint del tío Boonen. Horror. Boonen ha sido capitán general con mando en plaza pero tiene sus añitos ya. Jugarse el todo por el todo contra Cavs, Pitera, los noruegos Kristoff y Boasson Hagen, Bling Matthews y hasta si me apuran el amigo Nizzolo en un día inspirado... malo. Quedaba kilómetro y medio.

Entonces saltó el otro holandés, Leezer, abrió hueco. Se la puso a huevo a Roelandts señor de los adoquines y las tormentas o al bueno de Gregorio para que saltaran tras él. Bélgica de lo malo ataba la plata y si alcanzaban a Leezer y se lo jugaban al sprint ambos serían más rápidos que el holandés. Pero no, Bélgica seguía apostando por el sprint y puso a Roelandts señor de Gante-Wevelgem en modo de perro de presa para atajar la fuga y lanzar el sprint. Como no podía ser menos lo logró.

Se lanzó el sprint. Se cernía la catástrofe. El espigado gerifalte centroeuropeo Boonen encabezó el embalaje con un rendimiento francamente positivo. Pitera avanzaba en posiciones retrasadas con Cavs, el favorito de la organización competente en la materia,  a su rueda. Se mascaba la tragedia. Entonces, Pitera se puso muy pero que muy farruco. Por un foricachón francamente sorprendente rebasó a Nizzolo pegándose a las vallas en acción propia de dibujos animados. El camino a meta quedaba bastante libre si era capaz de pegar cuatro zapotazos más a los pedales. Por su parte Cavs, como en esos libros juveniles de "elige tu propia aventura" eligió el camino opuesto a Pitera para avanzar posiciones. Casi frenando para no comérselos adelantó a dos contendientes. Pero ya era tarde, Pitera avanzaba hacia la gloria. Pitera era campeón del mundo. Cavs aporreando de manera macarra la bici, segundo. El tío Boonen dándose con un canto en los dientes, tercero.

Una vez más Pitera se puso farruco y acudió al rescate. Alegrémonos por tenerlo en el pelotón. Y el infausto, y esperemos que lejano, día en que este santo varón decida poner fin a su andadura profesional alegrémonos también por haber contemplado en plenitud las aventuras de semejante portento. Gracias, Pitera.


2 comentarios:

  1. Espectacular como siempre SAGAN!!!

    Hay que estarle siempre agradecido por salvar esa birria de recorrido.

    Equipazo el belga y desastre táctico España, que ya se sabía que iba a pasar y no tenían ni una misera estrategia.

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    1. Lo de España fue de traca. Llevando un equipo tan inferior al belga, alemán, italiano, noruego, etc etc etc... lo lógico hubiera sido colar a alguien en la escapada que se formó al inicio. Con el eritreo, el marroquí y el canadiense que al final aguantaron en el corte bueno. Pero ni eso, una pena.

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